CHAINS
Y la esperanza se le escapó en un suspiro, su pecho se movió con pasividad, lo que provocó un tintineo en sus holgadas cadenas, le rozaban y le hacían daño... tenue dolor físico...sólo era eso.
Escudriñó la oscuridad por enésima vez sin tener suerte, mas que para distinguir tenues formas de objetos con aspecto sólido.
Casi había perdido las fuerzas para pensar, pero aun así intentó averiguar porqué extraña u oscura razón aquel rubio la había apresado de esa forma tan violenta, tan cruel... aunque en el fondo los había, notaba como la miraba por los pasillos...como sus ojos pasaron de reflejar odio a... ¿deseo, en eso se había convertido ella en las 40 ultimas horas, en un bonito objeto fetiche de un rubio caprichoso.
No quería volver a verlo, pensó que si lo hacía vomitaría de asco sobre él.
El sueño la venció. Se acurrucó junto a la pared rodeando sus rodillas y olvidando sus cadenas suspendidas hasta reposar en el suelo. Y en ese sueño sintió como su alma se abandonaba al suicidio.
Algo la despertó sobresaltándola, creyó que era el rubio. Instintivamente pataleó sin demasiado éxito, pero, descubrió con sorpresa que se encontraba libre de ataduras, ahora solo quedaba el pulsante dolor.
Alzó la mirada y encontró una figura bañada por la sombra. No temió. La figura se agachó quedando a su altura. Sintió como su mano apartó delicadamente el pelo que reposaba sobre sus ojos.
Divisó un mínimo fulgor verde antes de abandonarse a sus labios. Él la tumbó lentamente cubriéndola con su propio cuerpo y tratando de calmar sus pequeños temblores con tenues caricias a su piel desnuda.
-Hay tanta tristeza en tus ojos... - Alcanzó a susurrarle mientras no había cabida para distancias.
-Has venido a salvarme?- Los ojos de la chica se cerraron al encontrar su mano sobre su mejilla como única respuesta.
-Creo que has sido tú quien lo ha hecho esta vez.
Y en esa bella oscuridad sus pieles se cubrieron por las lágrimas del pecado. Tras esto ella se dejó acunar por sus brazos, en soledad.
-No lamentes esos últimos momentos.
-No lo hago... Eres hermosa- Estrechó sus brazos y besó sus labios.
-Guárdate esas lágrimas, n o hacen más que aumentar tu fragilidad. Sé quien eres.
-Quién soy?.
-Eres mi ángel.
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Por: Akira Akizuki/ Diosa Oscura. Para todas las amantes del HHr
