Un nuevo curso había empezado en Hogwarts. La tranquilidad de la escuela había desaparecido con la llegada de los ilusionados alumnos que circulaban por los pasadizos corriendo y gritando. Los alumnos de primer año eran escoltados por Hagrid al gran comedor para su posterior selección a las casas correspondientes.

Harry, Ron y Hermione, se encontraban en los pasillos, sentados sobre la barandilla de piedra comentando que tal habían ido las vacaciones. Estaban hablando y riendo tranquilos cuando una sombra se puso sobre sus cabezas, cortando sus risas y produciendo en ellos un pequeño escalofrío.

– Señor Potter... – dijo el profesor Snape lentamente y arrastrando las palabras.

Los muchachos callaron de golpe, Harry puso su mirada desafiante sobre el hombre, este le respondió abriendo los ojos de par en par y reflejando en su mirada un desconcierto, el cual Harry no supo interpretar. Weasley y Granger bajaron la mirada, un ligero deje de miedo se desvelaba en la cara de Ron, que miraba a su alrededor buscando una huida rápida.

– Diríjanse al comedor,... y le advierto, señor Potter, este curso no le quitare los ojos de encima. – dijo el hombre secamente, después de romper su contacto visual con el chico y seguir su camino hacia el gran comedor con un movimiento casi perfecto de su capa.

– Maldito murciélago– susurro Ron entre dientes.

– ¿Decía algo, señor Weasley? – dijo lentamente el hombre de negro que había hecho un parón en su camino.

La cara del Ron empalideció, el muchacho fijo su mirada al infinito en dirección opuesta a su profesor que seguía inmóvil de espaldas.

– Cinco puntos menos para Gryffindorpor su insolencia, señor Weasley. – añadió el profesor, y seguidamente continuo su camino.

Ron trago saliva y respiro aliviado viendo como el profesor Snape seguía su camino, maldiciendo el hecho de no haber sabido mantener la boca callada.

Los chicos se adentraron al comedor y se sentaron a sus correspondientes sitos con sus compañeros de Gryffindor. Los murmullos en la sala aumentaron de volumen, cuando una mujer esbelta y atractiva, se adentro en la sala siguiendo al director Dumbledore, dirigiéndose hacia la mesa de profesores y sentándose al lado de la señorita McGonagall.

– Esta no puede ser la profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras, verdad?– soltó Ron, con la boca entreabierta, sin quitar ojo a la bella mujer.

– Cierra la boca, Ron– dijo Hermione haciendo el gesto de recogerle la baba al chico, a lo que Harry sonrió, también sin dejar de mirarla.

La mujer tenía unos 35 años, su cuerpo era perfectamente bien proporcionado y su cara era lo más semejante a la de una muñeca. En ella dos ojos de un intenso color negro destacaban junto con unos labios tremendamente sugerentes. La mujer parecía no ser muy consciente de su belleza, lucía un vestido negro, nada insinuante con el cual disimulaba las formas de su cuerpo. La nueva profesora parecía tensa, miraba a la señorita McGonagall con una sonrisa nerviosa en los labios, la cual le correspondía posando su mano sobre su brazo intentando, así, calmarle los nervios.

La mujer alzo por un momento su mirada, observó el comedor lleno de niños que la miraban y, por lo que ella consiguió ver en sus rostros, se preguntaban quien era y que hacia ella allí. Eso le incomodo y decidió dirigir la mirada a la mesa de profesores nuevamente, donde pretendía obtener otro gesto de complicidad, eso no fue así... Unos intensos ojos negros se hundieron a los suyos, el profesor Snape había clavado sus ojos en ella, de golpe, un estremecimiento le recorrió el cuerpo, sintió que su corazón se aceleraba y sus nervios iban en aumento. Esos ojos le incomodaban, incluso así, no podía apartar la mirada de ellos hasta que, una voz, la hizo salir de esa extraña sensación.

– ¡Bienvenidos a un nuevo curso en Hogwarts!– exclamó el director en tono solemne dirigiéndose a los alumnos. -Este año contamos con la presencia de dos nuevas incorporaciones en el profesorado.– continuó– Me complace contar con la presencia de la señorita Eve Sanders, que impartirá la clase de Estudios Muggles, y también, me es de una gran satisfacción presentar al profesor Alastor Moody, que impartirá la asignatura de Defensa Contra las Artes Oscuras.

Un suave rumor invadió la sala, era de dominio público que aquel hombre, de aspecto extraño, había capturado un gran nombre de Mortífagos, actualmente encerrados en Azkaban. Aun así, era un hombre inquietante y por lo que era sabido, un gran amigo de Dumbledore.

El director continuó presentado los profesores ya conocidos por los alumnos veteranos de Hogwarts...

– …Y finalmente, impartiendo clase de Pociones el profesor Severus Snape. – finalizo su discurso el director.

– Este año tampoco lo consiguió– dijo Ron con un poco de satisfacción.

– Da rabia reconocerlo pero, dudo que haya mejor profesor de Pociones que Severus Snape en todo el mundo mágico– añadió Hermione.

– Mejor en pociones lo acepto, pero lo de mejor profesor...– dijo Ron corrigiendo a la chica, cosa que casi nunca podía hacer y le era muy gratificante.

Seguido el comentario, Harry alzo la vista hacia la mesa de profesores para observar el objeto de charla de sus amigos. El profesor, como si hubiera empleado el conjuro "Legeremens", clavo los ojos en el muchacho, quien contuvo la mirada desafiante hasta que la señorita Sanders paso por delante y corto el contacto visual.

– Disculpe Severus– dijo ella a modo de disculpa como si notara que interrumpía algo que ni siquiera sabía que era.

– Profesor Snape– dijo él, en un tono seco y desagradable. La mujer fijo su mirada en él, sin saber que decir, sin saber qué hacer... iba a disculparse otra vez cuando volvió a notar esa sensación inquietante que le brindaban los ojos negros del profesor. ¿Qué era lo que tenía ese hombre que la turbaba?

– Señorita Sanders! – exclamó el director, interrumpiendo las miradas de ambos, como si intuyera que ella necesitaba ser salvada de las agrias miradas y palabras de Snape. – Le espero en media hora a mi despacho, tengo que ponerla al corriente de todo.

– Por supuesto, allí estaré. – dijo aliviada la profesora.