Y ahí estaban de nuevo…

Era una noche fría de invierno, por lo tanto la poca gente que transitaba en las calles no esperaba el momento de llegar a sus cálidas casas o tomar un baño caliente, y por eso, nadie prestaría atención a los 2 sujetos con idénticos rostros en el fondo de ese callejón oscuro.

Si la gente se fijaría (y estamos seguros que no lo harán) verían que el sujeto que tenia la chaqueta de cuero estaba prácticamente arrinconando al otro.

Sus besos le inundaban el cuello mientras sus manos trabajan hábilmente, una se había metido en la sudadera acariciando su espalda baja y la otra (solo con la cremallera abierta) en su miembro erecto, moviéndolo rítmicamente a veces rápido y otras veces lento y suave.

El que estaba "arrinconado" tenía una mano sujetando el costado de la chaqueta del otro individuo, la otra mano solo estaba colgando inmóvil.

Los sonidos que salían de la boca del que se encontraba espalda contra la pared eran gemidos que inútilmente trataban de contenerse, al de chaqueta de cuero le gustaba mucho esos sonidos.

No habían estado mucho tiempo así, pero cuando el de chaqueta sintió los primeros copos de nieves en su cabeza y con el viento aumentando ligeramente, decidió que ya era suficiente.

-Acaba para mí – Dijo antes de clavarle los dientes al cuello, sorprendiendo al chico contra la pared.

Los movimientos en su parte noble eran más rápidas y también podía sentía las uñas en su espalda.

Esto era demasiado, él sabía que eso lo haría terminar.

Quería continuar, no quería que el momento se finalizara.

Pero entonces, los espasmos siguieron y en un instante llenó la mano del de chaqueta con su semilla.

Éste le dio un beso profundo en los labios y dijo:

-Vámonos a casa.

El del rincón aun respiraba agitado y un poco aturdido, pero pudo contestarle:

-Pero tú no acabaste.

-Es un poco difícil hacerlo cuando se viene una tormenta.

Entonces fue cuando se dio cuenta de la nieve que caía y el viento que soplaba más fuerte que antes.

-¿Es eso de verás? – Preguntó desconfiado.

-¿A qué te refieres? – Le contestó el de chaqueta.

"Porque tú nunca acabas cuando hacemos estas cosas" quiso decir Ichimatsu, pero las palabras se quedaron, como siempre en su cabeza, y en su boca solo salió:

-No es nada. – Salió del rincón y se adelantó afuera del callejón - Vámonos, me congelo.

Caminaron unas pocas calles en silencio, cuando Karamatsu se desvió unos pasos.

-Iré al parque a lavarme las manos, quizás vaya a la tienda después a comprar alguna bebida.

-Para hacer tiempo, lo sé – Le contestó el menor.

"Quiero ir contigo" sintió además, pero era un pensamiento que se guardaría y se enterraría para siempre.

-I see you later – Dijo con su típica sonrisa y su pose apuntando con su dedo. Lo vio alejarse mientras sacaba sus lentes de un bolsillo y se los colocaba con su mano limpia.

Ahora es cuando venia, ese sentimiento penumbroso y vacio después de hacer "eso".

Duraría un rato, hasta llegar a casa, ver a sus hermanos y olvidarlo, luego volvería cuando esté en la cama, a lado de Karamatsu, de su rostro, de sus labios que tan solo unas horas antes había besado durante un largo rato.

¿Cómo comenzó esto?

No era tan tarde como para ir a dormir, entonces fue como Ichimatsu le dijo a sus hermanos, de una manera vaga y desinteresada como siempre "Iré a dar un paseo", no sin antes darle una mirada fija a uno de ellos en especial.

Lo bueno de ser Karamatsu es que no te prestaban atención la mayoría de las veces, y por eso, podía desaparecer de la vista varias veces sin que nadie preguntara donde iba o donde estuvo.

Bueno, eso explica cómo empezó "eso" de esta noche, pero ya venían haciendo est veces por semana, siempre a la noche, siempre en el mismo callejón.

Recordaba que ya debían de llegar casi 2 meses con ese juego… Si es que era un juego...

Tanto tiempo había pasado, pero aun se sentía raro.

¿Por qué? ¿Quizás porque eran hombres? ¿Porque era su hermano?

Los primeros días dudaba mucho de su orientación sexual.

¿Acaso era gay y no se había dado cuenta? Descartó eso, ya que seguía gustándole las chicas, seguía levantando la vista cuando una muchacha muy guapa pasaba a su lado, o cuando se encontraba con Totoko, su excitación subía ligeramente, pero aun así, no se comparaba en nada cuando estaba a solas con Karamatsu.

Luego estaba el penoso hecho de que era su hermano, tenían la misma sangre, el mismo rostro, ¡por todos los cielos! No necesitaba ver un psicólogo para que le sugiriera que tenía algún problema de narcisismo…

Una vena salió de su frente cuando pensó que quizás Karamatsu lo hacía porque se parecía a él. Ese sujeto es un verdadero narcisista.

De todos modos, trataba de ignorar los hechos, lo único que no podía dejar de lado era esa sensación de ansiedad e inquietud.

Nunca cambiaba, quizás era su conciencia molestándolo porque sabía que lo que ellos hacían estaban mal en muchos sentidos morales. Pero el daño ya estaba hecho, no había nada que se pudiera hacer.

Podía pedirle a su hermano mayor que dejaran de hacer esas cosas, pero eso no borraba el hecho que ya lo había masturbado, besado y otras cosas varias veces antes.

¿Lo que le molestaba se iría cuando hiciera eso? No lo sabía, y una parte de él no quería que terminara.

De cierta manera, se había podido conectar con alguien, se había acercado a una persona de una manera intima y personal… Lástima que era su hermano y de la forma menos apropiada.

Pero eso lo hacía sentir bien, la mitad del tiempo, pero algo es algo.

La otra mitad estaba con ese sentimiento molesto que ni siquiera podía identificar.

Se tocó el cuello recordando lo que acababa de suceder hace poco. Desde que Karamatsu descubrió que le excitaba sentir un poco de dolor, había estado controlando eso a su favor, mordidas y sutiles rasguños, todo de una manera segura, para no dejar marcas, pero una que otra vez se le había escapado un chupón o un rasguño pronunciado, y sin ni siquiera poner excusa, ya todos pensaban que había sido unos de los gatos que frecuentaba.

"¿Tan virgen piensan que soy que cuando ven una marca oscura en mi cuello, piensan que un gato lo hizo?"

"Estúpidos hermanos"

De alguna manera eso era insultante, pero aliviador al menos.

"Aun sigo siendo virgen igual" Pensó sonrojándose un poco, no había "insertado" su cosa a nadie y no dejaría que nadie se la inserte…

"¡No soy gay!" Pero, besaste a un hombre… y dejaste que te tocara… y chupara tu…

-¡AAGHHHH! – Gruñó de la nada con frustración, atrayendo las miradas de algunas personas que caminaban y asustándolas.

"¡Estúpido Karamatsu!"

Todo era su culpa, ¡él empezó todo! Bueno, quizás no, ¡pero él debió de parar todo!

Y ya que estaba enojado, ¿por qué demonios nunca acababa ese idiota?

Desde que empezaron esto, siempre era Ichi quien se corría, y siempre había una excusa para que el otro imbécil no lo hiciera, que se hacía tarde, que había escuchado un ruido, ¡maldita sea!

Se le ocurrió que quizás todo esto no le excitaba, pero solo había que hacer una rápida mirada al gran bulto de esos pantalones para estar seguro que sí se cachondeaba con todo esto.

¿Entonces por qué no quería correrse? Aunque claro, en todo el tiempo que llevaban haciendo eso, él nunca tuvo las agallas para agarrar el paquete de su hermano.

Podía besarlo, podía abrazarlo, podía acariciarle un poco, pero le entraba mucho pudor cuando pensaba en "dirigir" la acción, prefería que Kara se ocupara de todo, es bueno en eso.

Ya estaba acercándose a casa, la tormenta seguía empeorando cada minuto, pero su hermano aun tenía tiempo de volver sano y salvo a casa.

Eso también le llamaba la atención, ahora se preocupaba más con Karamatsu que antes (que era casi nada) pero era un gran cambio, quizás los otros lo notaron pero lo debieron de haber ignorado. Se burlaba de él menos, lo golpeaba más suavemente o ignoraba más sus momentos que merecía un buen golpe.

El sentimiento molesto estaba minimizando, los chicos suelen ser ruidosos a esta hora, y los griteríos de Jyushimatsu con sus chistes o Choromatsu desesperándose lo hacían sentir algo mejor.

¿Pero cuánto duraría todo esto?