Título: La Taza Rota.
Fandom: Queer As Folk.
Parejas / Personajes: Lindsay/Melanie y otra.
Advertencias: Spoilers hasta el capítulo 10 de la cuarta temporada.
Longitud: 512 palabras.
Rating: NC-17.
Resumen: Lindsay tiene una atracción sexual tan fuerte por alguien, que, sin remedio alguno, cae la tentación.
Notas de Autor: No podía no escribir sobre esto. Estos son, a mi parecer, los pensamientos de Lindsay cuando le fue infiel a Melanie.

-o-

Cuando veo a los ojos a Sam Auerbach, uno de los mejores pintores que he tenido el placer de conocer, siento que traiciono a Mel.

No sería tan malo si no hubiese hecho nada. Si hubiese dejado ese deseo atrás, esa tentación tan dulce que me hacía anhelar que sus manos me tocaran, que ese miembro me penetrara como nunca nadie lo había hecho, desde que me había asumido lesbiana. Si al menos me hubiese resignado a calmar ese deseo con el consolador que Mel usó, cuando se lo pedí, todo esto jamás habría tenido que suceder.

Y jamás, nunca, habría tenido que serle infiel a Mel.

Pero aquí estoy, en el amplio salón donde horas atrás decenas de personas la inundaron, participando en la exposición de arte que yo organicé, comprando pinturas del grandioso Sam Auerbach y, otros. Él, el hombre que creí egocéntrico, coqueto, mujeriego y un bastardo, me tiene contra la pared y yo, como toda una puta, estoy rodeándolo con las piernas y sintiendo un placer que jamás creí que existía.

Pensar que sólo Mel me había dado tanto placer me hace sentir sucia y culpable, infiel. Pero grito y jadeo en el cuello de Sam. Me convulsiono bajo su rudeza, el salvaje placer de hacerlo allí, con un hombre a pesar que soy lesbiana y saber eso prohibido, prohibido para una mujer casada, para un hombre casado.

Quiero murmurar el nombre de Mel, sentirme menos culpable pensando en ella, pero el nombre que sale de mis labios no es el suyo.

Sam me besa.

Respondo con la misma pasión.

Pienso en Gus. En mi querido Gus. El pequeño que Mel y yo hemos cuidado, el bebé que di a luz y fue nuestro primer hijo. Mi hijo. Mi niño. Pienso en Mel y en la criatura que en unos meses saldrá de su vientre, el hermanito de Gus, pero ni eso baja la excitación, ni el deseo de continuar, de terminar. Saber que no me detengo y que sigo sujeta a él, como una más de todas las que este pintor se habrá tirado antes, me hace sentir completa y enteramente como una puta. Y sigo. Sigo.

Me vengo con violencia casi al mismo tiempo que él, junto con la taza que se rompe con nuestro placer, nuestros gritos y tanta tensión sexual. La taza que nunca volverá a pegarse, porque no pude detener esto cuando se presentó la oportunidad.

Lo veo sonreír y yo sé que ha ganado, que su orgullo le ha dejado tranquilo porque fui la primer mujer en negarme a lo que él quería.

Pero al final, me volví igual que cualquier otra.

Y él, sabiéndolo, me mira.

- Tenía razón. Me deseabas.-

Con asco, con dolor, con el cuerpo agitado y parcialmente desnudo me alejé, sin mirarlo. Me encerré en el despacho de la galería y no me fui hasta que se marchó, cerrando todo como le prometí a mi jefe.

Volví a casa, entonces, sabiendo que ahora todo cambiaría.

Que Mel, no me perdonaría, y lo entenderé.

La taza ahora...

... está rota.