Fandom: Nabari no Ou
Rating: G
Personajes: Thobari y Miharu
-¡Bienvenido a Japón, Thobari-kun!
Ya estaba allí. No había forma de volver atrás. Su país natal estaba demasiado lejos. Sus costumbres, su familia y sus amigos, todo se había ido, y debía saber que no volverían jamás.
Arribo
Una brisa suave soplaba sin interrupción, llevando consigo los últimos pétalos de cerezo que quedaban en los árboles. El otoño no tardaría en llegar.
Thobari, un joven de quince años, cabello oscuro y ojos claros como el cielo, se dirigía hacia su casa, en las afueras de Banten, arrastrando el paso luego de un largo día en su nueva escuela.
Su casa estaba a no más de cincuenta metros del hogar de la pareja Rokujo, siendo que ambos eran muy amigo de su abuelo.
Thobari subió las escalerillas que lo conducirían a su nuevo hogar, fijando la vista en el amplio cielo que iba adquiriendo diversas tonalidades de naranjas y violetas a medida que el sol se escondía en el horizonte. Tenía la mirada perdida y se mostraba despreocupado. Sólo quería llegar a su nueva casa después de un día tan agotador.
-¡Al fin llegas Thobari! Ya casi tengo lista la cena. Este guiso huele realmente delicioso, ¿no crees?
-No te hubieras molestado, abuelo –dijo el joven yendo hacia su habitación.
-Por supuesto que no es ninguna molestia, hijo. Si quieres dominar completamente las técnicas del ninjutsu debes estar siempre bien alimentado.
-Pero eso no es lo que quiero… -añadió por lo bajo mientras dejaba sus cosas sobre una mesita y volvía a la cocina.
Thobari sirvió un poco de guiso en ambos platos y se sentó a la mesa soltando un largo suspiro.
-Te ves agotado –dijo su abuelo mirando a su nieto con preocupación.
-Hace no más de un día que llegamos, abuelo. Aún no me recupero del viaje.
-¿Qué tal la nueva escuela?
-Bien… -dijo perezosamente mientras tomaba un sorbo del guiso, haciendo una pausa. –Me cuesta entender un poco el idioma, pero creo que es cuestión de acostumbrarme.
-¡Yo no lo habría dicho mejor! Es cuestión de acostumbrarse. Pero con los cursos que tomaste no debería ser tanto problema para ti; eres un chico inteligente.
-Supongo…
Se produjo un largo silencio. Sólo se oía el canto de los grillos y el lejano golpe de las olas contra la escollera.
Thobari tomó el último sorbo de sopa y cerró los ojos un instante.
-Recuerda que mañana iremos a visitar a los Rokujo. La esposa de Akatsuki, Asahi, es muy hábil con el ninjutsu. Sin duda aprenderemos mucho de ellos –dijo de repente su abuelo con un extraño brillo en los ojos.
-Ajá –murmuró Thobari levantándose de la mesa y llevando los platos a la vajilla, sin prestar mucha atención a lo que su abuelo decía.
-Estoy muy emocionado por volverlos a ver. Hace casi cinco años que no nos vemos, me pregunto cómo estarán. Cuando los conocí estaban recién casados. Ellos me habían contado que recién se habían mudado a un lugar bastante alejado de Tokio, pero no me imaginaba que podría ser tan pacífico como esto. Hemos tenido suerte en encontrar un espacio aquí. Podremos entrenar sin interrupciones.
-Seguro que sí –musitó el joven mientras terminaba de lavar el último cuenco. Se secó las manos y caminó directo a su habitación.
-Estos jóvenes ermitaños. No saben lo que se pierden –farfulló su abuelo con un dejo de disgusto. Luego de meditar unos instantes se sirvió una taza de té y, al rato, apagó la luz y se fue a su habitación.
