Shinji Ikari
Caprichos, pataletas y lloriqueos
son de este varón ensombrecido
su típica reacción ante ajetreos,
análoga a la de un recién nacido.
De miope visión metafísica
y voluntad asistida por muleta,
actúa como ordenan y no critica
sus tirantes hilos de marioneta.
Incapaz de querer al ser humano
por falta de amor propio que en él fluya,
cuando enfrentó a Touji fue por desgano
que eligió entre sus muertes, la suya.
Requirió una encrucijada estricta
y asistir a alguna terapia grupal,
para lograr concluir lo que dicta
el sentido común más superficial.
Embobado por esa nauseabunda
nube producto de sus planteamientos,
no comprende su contorno; errabunda
sin norte, brújula u otros elementos.
Aquél, el primero, admirado por Dios
hecho de polvo, fue viril elemento;
éste Adán de medrosos episodios
surgió del más podrido excremento.
Pusilánime y endeble, se ajusta
a algún rincón, cuando un sonido fuerte
le recuerda que a su mente lo asusta
con más fuerza la vida que la muerte.
