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Llegué a una Universidad en Japón en la que pensé que todo sería aburrido, pero cuando entré por primera vez a mi nueva clase de Periodismo encontré a una chica muy atractiva… mejor dicho, muy sexy.
Ojos verdes, cabello castaño, delgada… un buen partido.
Sakura Kinomoto.
Inicié practicando futbol dentro del equipo de la escuela y normalmente me quedo hasta tarde tomando una ducha dentro de las instalaciones.
En una ocasión, logré percatarme de que esa chica no es tan inocente como parece, al contrario, es muy atrevida y la descubrí en las regaderas en las que estaba yo… desconozco el por qué lo haya hecho, lo que me interesó fue darme cuenta de la mirada que tenía sobre mí…
¡Estaba nervioso!
Sabía que me estaba analizando de pies a cabeza y di gracias a todos los cielos por llevar una toalla que cubriera algo que estaba seguro que vería…
Seré sincero…
¡Me excité!
Saber que causaba admiración en una chica con sus cualidades físicas, hacía que quisiera tenerla entre mis sábanas y viajar entre sus piernas…
Eso no era malo, lo malo es que la chica no daba pie a una relación, al parecer no era de las chicas fáciles con las que solía salir…
Era diferente, siempre presente pero distante, fría en muchos aspectos con personas que no le interesaban…
Hacía comentarios muchas veces crueles… a mí me los había dicho varias veces en un mes…
Pero descubrí ese algo fascinante en ella…
Cuando estaba con su mejor amiga era, incluso, algo infantil y soñadora, la espiaba cuando iba a casa, llegaba a la escuela o salía con sus amigos…
Descubrí mucho de ella…
La parte reservada de la castaña, esa que sólo es de sus personas cercanas hizo que naciera mi loca tentación de hacerla mía en cualquier momento…
Tendría que idear algún plan para que saliera conmigo y tener la posibilidad de construir una relación con ella…
Me estaba enamorando de ella.
Eso estaba claro.
No soy un chico que busca sólo sexo…
Cuando una chica llama mi atención busco muchas formas de acercarme a ella para que sepa que siento algo por ella… pero con Sakura Kinomoto era diferente. Estaba seguro de que no era una chica fácil de tratar.
Y aquí viene el pero…
Pero saber de la reacción que vi esa vez en las regaderas me hacía pensar en la más certera forma de llegar a ella…
Pasaron los días y no pude idear algo lo bastante bueno como para armar un plan al más puro estilo de espionaje…
No queda más…
¡Me rindo! No encuentro qué hacer…
Mi única salida es decirlo de forma directa.
Es lo más sano… al menos para mí…
