Era algo difícil de entender, ni si quiera yo misma podía entender aquello. Tantas noches había caminado sola por esa calle, con una sonrisa en el rostro, pensando en que el día siguiente lo haría mejor; sin embargo, caminaba con pesadez, sin ganas de seguir, con los ojos a punto de estallar en un tsunami que arrasaría con mi cara, mi cabello ni siquiera estaba bien peinado, parecía un nido, pero, si Neji no iba a mirarme, entonces, no importaba cómo lucía.

Mis ojos ya no eran los mismos, ya no eran ese par de chocolates redondos con un brillo lleno de felicidad, ya no era feliz. Neji se había ido, y con él, se fue cada parte de mí. En un principio, intenté convencerme de que él había sido forzado por Tsunade y, de esa manera, comencé a odiar a aquella mujer que alguna vez fue mi ejemplo a seguir.

Cada vez que era llamada para una misión, contestaba con sarcasmo, iba con desgane e incluso fallaba, hasta que, Tsunade no me llamó más. Mis amigas ya no me llamaban, no me visitaban, que va, ni siquiera se acercaban a mí, de igual manera, yo me aseguraría de que se alejaran de mi, ni siquiera Lee y Gai-sensei me frecuentaban ya, no era necesario, pues no tenía sentido.

Cada vez la soledad inundaba mi vida con más profundidad, pero ya no me interesaba en lo absoluto. Cerré mis ojos, sintiendo como la lluvia comenzaba a caer, haciendo caer mi cabello por mi rostro, sin darme cuenta, había llegado al bosque, realmente, había llegado al lugar de entrenamiento del equipo de Naruto, era oportuno, no había nadie. Podía llorar, gritar y maldecir a Neji cuanto quisiera.

Me tiré de rodillas al piso y solté el llanto, un llanto que desgarraba mi garganta, sentía como mi corazón temblaba en medio de tantos sentimientos; yo lo odiaba, lo amaba, lo despreciaba, lo extrañaba, lo quería conmigo y después sepultarlo en el centro de la tierra, donde ardería en llamas y se retorcería como un gusano; tal y como hice yo tiempo antes por su culpa, aquel día que seguía maldiciendo, en el que el mi vida quedó hecha trizas, cuando nada volvió a ser lo mismo, cuando cometí el error más grande de mi vida, un error que no tenía perdón, ni siquiera yo misma me podía perdonar.

Habían pasado ya cuatro meses de la partida de Neji, y en ese poco tiempo, yo ya me había encargado de alejar a todo el mundo de mí, no había derramado ni una sola lágrima hasta ese momento, cuando mis sospechas se hicieron realidad; el maldito Hyuuga engendró en mí toda su maldad. Yo estaba embarazada, tenía justo cuatro meses de embarazo.

Recuerdo que aquel día, llena de desesperación fui y me vi al espejo, y no sólo me encontré con que mi cara estaba demacrada y tenía toda la pinta de una loca histérica si no que, al ya tener cuatro meses, mi vientre ya estaba creciendo, sólo suspiré y sin dejar de ver mi reflejo me dije a mi misma "Tenten, estás jodida" con los puños apretados, corrí cuanto pude de forma bruta, fui a buscar a una anciana que Sakura me presentó alguna vez, sabía que ella era un médico, pero no uno cualquiera, ella podía ayudarme a deshacerme de aquella maldición que Neji me había dejado antes de irse.

Al principio la mujer no había aceptado, pues mi embarazo ya estaba algo avanzado, pero yo no me di por vencida e insistí, al final, la mujer aceptó y llevó a cabo mi aborto. Cuando volví a casa, después de cuarenta horas de reposo, comencé a destruir todo a mi paso, maldiciendo a Neji una y otra vez, intentando restregarle que no se había salido con las suyas, que me había deshecho de su maldición y que esperaba que se pudriera en el infierno. Realmente yo no estaba bien.

Después de unos días más me di cuenta de lo estúpida que había sido, y que, la verdadera Tenten jamás habría hecho algo como aquello, pero al demonio, Neji había matado a aquella persona optimista que yo solía ser, yo ni siquiera recordaba cómo sonreír. Sentí que la lluvia caía más fuerte sobre mí, ¿A caso el destino iba a castigarme por aquello? Lo merecía.

― ¿Tenten? ― Escuché su voz. Yo estaba segura de que era él ― ¿Eres tú? ― Me preguntó.

Yo me quedé congelada, mis ojos estaban bien abiertos mirando hacia el suelo, mi cabello cubría mi cara por suerte, así que podía fingir que no me interesaba su presencia, me paré como si no hubiese estado llorando, gritando y maldiciéndolo momentos antes, di media vuelta y comencé a caminar, aun que claro, que ese imbécil nunca era tan fácil, todo por culpa de sus "Dones de Hyuuga". Aborrecía tanto su egolatría.

Neji tomó mi muñeca y me giró hacia él, sólo pedía ser lo suficientemente fuerte como para encararlo. Para ser tan fría como él lo había sido al terminar conmigo y despedirse.

― No estoy interesado en saber por qué lloras ― Me dijo, las sombras cubrían su cara, pero estaba segura que, como siempre, no había expresión alguna en su rostro ― Porque en realidad ya lo sé… ― Continuó con vanidad.

― ¿Entonces qué mierda quieres? ― Dije mirando a un costado con recelo.

―Vine aquí porque hay rumores Tenten… ― Se escuchaba molesto, y eso me molestó aun más.

― ¡Rumores! ― Exclamé irónicamente ― ¡El Hyuuga tiene años sin venir a sus tierras y sólo vuelve porque ha escuchado rumores" ― Exclamé soltándome de su agarre empujándolo un poco ― Por mi puedes irte a la mierda junto con tus rumores ― Le escupí.

― No empieces a comportarte como una mocosa estúpida Tenten ― Me contestó ― ¿Abortaste? ― Es pregunta me paralizó. ¿Dónde había Neji escuchado eso? ¡Nadie podía saberlo! Yo no se lo había dicho a nadie y, aquella mujer era una profesional, jamás lo habría revelado ― Así que lo hiciste… ― Afirmó y me daba igual, de todos modos nunca le habría podido mentir y era más fácil así.

Comencé a caminar, necesitaba huir de ahí, no podía enfrentarme a Neji, ni a todo lo que yo misma había causado, pero como dije antes, con Neji nunca era fácil. Él me tomó por el cabello con gran fuerza, cosa que honestamente me sorprendió, su byakugan estaba activado y él me miraba con ira. Estaba asustada.

Comencé a temblar, ¿Qué iba a hacerme? Neji me aterraba, él era fuerte, imponente y jamás imaginé que tendría que enfrentarme a algo como aquello.

Se tomó un tiempo, tal vez estaba pensando en la mejor forma de estrangularme y hacerme sufrir, ¿Tanto le importaba aquel jodido bastardo?

― Eres una idiota… ― Me susurró con desprecio para después tirarme como trapo viejo al suelo.

Me quedé tirada toda la noche, llorando, mi vida apestaba, había cambiado tanto y estaba al borde de la histeria. En otra ocasión habría utilizado la palabra "Locura", pero me temo que ya había llegado a ese punto.

No por todas las cosas hechas en el pasado, si no porque, mi corazón estaba saltando de alegría, no cabía en mi pecho, aún, después de todo, incluso de que Neji me tomara como si no valiera, yo lo amaba y probablemente, eso jamás cambiaría.

Poco antes de que comenzara a salir el sol me quedé dormida, con lágrimas de tristeza y amargura, pero con una sonrisa llena de amor y felicidad.

Un rato después, escuché a Naruto gritar mi nombre, después el Uchiha se acercó y me cargó en sus brazos, sentí un hormigueo en el estómago, el chico más apuesto de Konoha me había tomado entre sus brazos, tal vez podía tener una aventura con él y así podría olvidarme de Neji, pues, se rumoraba que aquel hombre sabía lo que hacía en cualquier circunstancia.

Por indicación de Sakura, me llevó al hospital, donde me internaron y no supe nada más por los siguientes 3 días, al parecer mi corazón había enfermado.