Paranoias.

El moreno volteo, sonriendo ampliamente, algo bastante escalofriante en una persona cuya única sonrisa, era fría y sarcástica. Alzó una ceja al otro hombre y se acercó a él, lenta y sensualmente. Esta vez podría atrapar a aquel fascista y vengarse de una vez por todas.

Se sentó junto a él, no es que estuviera vestido para matar, solo llevaba una camisa de cuello de tortuga negra y un jean, pero…Era un país que se caracterizaba por lograr que los demás cedieran a sus berrinches y antojos.

-Antonio, ¿Qué haces aquí?

Preguntó, ladeando la cabeza 'tiernamente' y sonrió, a la siempre alegre España.

-¿M-manu?

El español se veía evidentemente nervioso. Perfecto para el venezolano. Solo debía ir y aprovechar la –aparente- inocencia de su 'amigo'.

-Claro que soy yo, mierda. ¿Quién mas podría ser?

Rió por lo bajo, inclinándose más, para estar cerca del otro.

-¿Quieres ir a un lugar más silencioso?

-M-Manuel es que yo esperaba a ---

-¡N-no te oigo!

Rio nuevamente y lo tomo de la mano, arrastrándolo a una de las habitaciones. Cómodamente colocadas porque en un bar gay, después de todo, debía haber por lo menos dos.

-B-bien. ¿D-de que querías hablar?

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El español abrió los ojos, mareado. Intentó llevar una mano a la cabeza, pero algo se lo impedía. ¿Qué había pasado? Aun intentaba aclarar sus pensamientos cuando lo oyó. La risa típica de Manuel. Cerca de él.

-M-manu--- ¿Qué COÑO HACES AHÍ?

Pregunto, el risueño España perdiendo la compostura por primera vez. Teniendo al moreno entre sus piernas, mordiendo su…Ehm, sus partes privadas. Se sonroja con fuerza.

-Antonio… ¿Sabes algo? Tú trataste de erradicar muchas de mis costumbres…Pero…

Alza un dedo al aire, moviéndolo vagamente.

-Nunca erradicaste mi canibalismo.

Al día siguiente, Cataluña desapareció del mapa español misteriosamente.