Disclaimer: los personajes no me pertenecen pero la historia es de mi absoluta propiedad
Capítulo beteado por Flor Carrizo
Betas FFAD.
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PRÓLOGO
Mi nombre es Edward Cullen… en realidad esa es una abreviatura de mi nombre pero por ahora no hace falta mencionarlo todo. Sólo hace falta contar que actualmente estoy en mi último año del bachillerato, o sea que pronto cumpliré 18 años, por lo que relincho de gusto, ya que, en unos meses más seré libre y haré todo lo que deseo. Los años que me esperan en la universidad serán los mejores. Parece que tengo el mejor humor del mundo por eso último, pero la verdad es que me da lo mismo.
Aunque soy el playboy de mi bachillerato, aquí en Forks, mi personalidad es todo lo contrario a lo que la mayoría esperaría de mí. Soy algo reservado con mis cosas, porque fuera de tener a cualquiera de las chicas, no me he llegado a interesar en ninguna. Todas ellas son vacías y plásticas, pero realmente no me importa si hacen que mi verga esté contenta y satisfecha con mis horas de sexo salvaje.
Esta situación no le agrada a mi familia, es más que obvio que lo sospechan porque por más que intento ser cuidadoso no puedo evitar seguir a mis hormonas que se dejan tentar por un par de pechos grandes o un buen trasero. No puedo negar que prefiero un poco más a las que no se inhiben ante nada, porque son las más fáciles de llevar a la cama, si es que llego a una. A pesar de todo no dejo que ninguna entre a mi habitación a menos que esté completamente solo.
Eso me recuerda a mi familia. Vivo con mi padre, el famoso doctor Carlisle Cullen, que es una de las personas más nobles y amables que pueden existir, palabras de todos los que lo conocen y yo también se lo reconozco, le tengo un profundo afecto y trato de algún día llegar a ser un hombre como él, si la situación se da. Después se encuentra mi amorosa madre, Esme Cullen, que es una famosa ex diseñadora de interiores en Washington, pero cuando nos instalamos en Forks se dedicó a pasar más tiempo con nosotros y menos en su trabajo.
También están mis dos hermanos, Alice que tiene 7 años y Emmett que tiene 15. Ellos son mi mayor orgullo, por lo que no pueden enterarse de mis movimientos, porque en verdad no soy el ejemplo de nadie y menos cuando termino en algún salón o en algún armario teniendo el mejor sexo salvaje de la historia con alguna perra de mi escuela que hasta me buscan por su buena dotación de sexo y ni hablar de que yo lo disfruto sólo por el placer de hacerlo.
—Hijo —escucho que me llama mi madre.
— ¿Qué ocurre Esme? —le pregunto. Últimamente la llamo así para que ella me deje de hablar como si fuera un niño pequeño.
—Mi pequeño Edward —ahí viene de nuevo pienso para mí mismo—. Te quería pedir un favor —comenta y me doy cuenta de que eso no puede ser bueno.
— ¿Qué? —contesto.
—No me hables así muchachito —me reprende y pongo los ojos en blanco sin que me vea—. Como sea, necesito que me ayudes —pide y sabía que eso no era nada bueno—. No pongas esos ojos —dice seria cuando repito el gesto—. Sólo necesito que cuides de la hija de una amiga —explica por fin.
—Hmp —es lo único que digo mientras pensaba para mis adentros: ¿por qué no va alguien más?
—Ya sé lo que piensas y nadie más puede hacerlo —asegura mirándome, mejor dicho analizándome—, y no puedo confiar en nadie que no sea mi hijo mayor —afirma alagándome.
—Hmp —vuelvo a repetir, evitando responder. Pero por mi mente sólo pasa un pensamiento: a buen árbol se arrima, no pienso aceptar, tengo muchas cosas que hacer.
—Y aunque te niegues ya le dije que aceptaste, así que te esperan en la tarde —me dice como si fuera un ultimátum.
Después de eso sólo se aleja, dejándome solo con mil preguntas acerca de a quien tengo que cuidar. No conozco su nombre, ni su edad, pero algo me dice que será lo peor que me haya pasado en la vida.
