Dos tontos y un bebé.

Mimi y Koushiro no tienen nada en común. Ella es una mujer independiente y liberal mientras que él es un hombre reservado y tradicionalista. Sin embargo después de una noche en la que el alcohol y los besos se entremezclan ambos se ven inmersos en una nueva aventura la cual los unirá por el resto de sus vidas.

Aclaración: Los personajes de Digimon no me pertenecen y hago esto sin fines de lucro.

Género: Romance

Personajes principales: Mimi Tachikawa y Koushiro Izumi

Línea temporal: Año 2017, Mimi y Koushiro tienen 28 años.


Capítulo 1: El prologo.

La música resonó fuertemente en sus oídos y ella se dejó llevar por el ritmo. Bebió un poco más de su copa, el alcohol había comenzado a hacer estragos en su cabeza afectando gravemente su sentido del equilibrio por lo que ahora se sostenía del que parecía un atractivo chico.

Éste se giró a verla extrañado, ella sonrió en modo de disculpa.

-He perdido el equilibrio. –admitió la castaña con la voz cantarina que provocaban seis copas de champagne. –Lo siento, no quería molestarte.

El joven que lucía evidentemente más joven que ella le devolvió la sonrisa con sus ojos azules destellando.

-No es molestia. –dijo él, dejando entrever aquel acento americano que Mimi tanto iba a extrañar. -¿Estás aquí sola? –indagó.

-No, estoy con mis compañeras del trabajo –Gritó la mujer por sobre la música. –Sólo que creo que las he perdido.

-¿Están festejando?

-Es una despedida más bien –Explicó ella con los pies enredándosele. –Mañana me voy a Japón.

-¿Japón? ¿Por qué dejar Los Angeles?

-Lo mismo me pregunto yo –Anunció Mimi alzando su copa alto y brindando con el joven desconocido.

Éste le regaló una nueva sonrisa antes de beber a su vaso que, a juzgar por el olor, se trataba de ron con coca-cola, una bebida que Mimi encontraba realmente repugnante pero que a los jóvenes parecía encantarles. Observó una vez más al chico frente a ella, no tendría más de veintiuno. Le guiñó el ojo antes de acercarse provocativamente con el fin de sacarlo a bailar.

-¿Me puedes explicar que haces con este vejestorio, Tom?

Mimi Tachikawa se sobresaltó al escuchar la voz de una chica proveniente de sus espaldas. El llamado Tom se puso blanco y de inmediato dio dos pasos hacia atrás, tratando de alejarse lo más posible de Mimi. Ésta observó a la chica que había hablado, era una joven alta (le sacaba media cabeza), con rizos alborotados y los labios pintados de negro, haciéndola lucir interesante y sofisticada, incluso en un club como aquel.

-¿A quién estás llamado vejestorio? –Preguntó Mimi sintiendo la indignación extenderse por su cuerpo. –Tendré un par de años más que tú…

-Claro –Repuso la joven con ironía. –Aléjese de mi novio, señora o me veré obligada a enseñarle modales.

-¿Enseñarme tú a mí? –retó Mimi, impulsada más que nada por el alcohol que corría por sus venas. -¿Qué podría enseñarme una mocosa sin clase?

La respuesta de la chica fue lanzarse hacia ella tomándola del cabello y jalando hasta que Mimi se tuvo que encorvar por el dolor, soltó un grito y movió sus brazos tratando de liberarse de aquella loca mujer. Tom, el supuesto novio de la joven, la tomó de la cintura y la jaló hacia él, tratando de que soltara los rizos castaños de Mimi y aquella pelea por fin terminara. La gente los rodeó, los hombres gritaban cosas vulgares mientras todos vitoreaban y pedía a gritos más golpes. Finalmente llegó la seguridad del local y se encargó de sacar a ambas a la calle, la joven de cabello rizado marchó aireada y molesta con Tom pisándole los talones.

-Pero yo no he hecho nada. –exclamó Mimi furiosa. –Ha sido ella la que se ha lanzado a mí. ¡Por favor! Mis amigas siguen adentro.

El guardia la miró molesto.

-Creo que la noche ha terminado para usted, madame. –replicó antes de darle la espalda y volver adentro del club.

Mimi, cargada de indignación, coraje y frustración, se subió a su auto y condujo con los ojos nublados por las lágrimas. No podía creer que su última noche en Los Angeles fuera a terminar de esa manera: humillada, golpeada, sola y ebria.

Pensó en la manera en la que aquella jovencita la había llamado vejestorio. Bueno, tal vez fuera unos seis o siete años más joven que ella pero eso no significaba que fuera vieja, ¿O sí? Realmente Mimi se sentía como una jovencita pero, ¿Lo era?

La respuesta era clara: no, no lo era.

Pensó en ella misma a los veintiuno. Definitivamente a la Mimi de años atrás no la hubieran sacado de un club a las dos de la mañana por una pelea. Habría podido defenderse de la chica a diestra y siniestra, se habría quedado con su novio y habría convencido al guardia de dejarla pasar otra vez. De repente los años le pesaron y todas las cosas que ya no era capaz de hacer la hicieron hundirse como una bala de cañón.

Finalmente llegó a casa, observó el apartamento completamente vacío y trató de dormir.

Koushiro se miró una vez más en el espejo, no era propio en él prestarle tanta atención a su aspecto pero esa noche era quizá la más especial de su vida, y no se iba a perdonar que hubiera un cabello fuera de lugar o una mancha en la pulcra camisa azul que había optado por usar.

De pronto recordó todos los consejos que alguna vez le habían dado Taichi, Yamato y Tentomon. El Yagami había dicho sonriente "Si ya te quiere, no hay manera de que puedas cagarla." Yamato había negado y había agregado entre dientes "Siempre debes decir a una mujer lo que sabes que quiere oír." como si este fuese el secreto de un buen matrimonio. Por último Tentomon había mascullado "No aceptes un no por respuesta, Koushiro-kun."

Cada consejo le había servido a su manera y le había ayudado a no sentirse tan nervioso. Era obvio que aún percibía una que otra mariposa revoloteando en su estómago, sin embargo esta sensación lejos de incomodarlo lo emocionaba y lo impulsaba a por fin llevar a cabo su cometido.

"Tal vez es extraño que no me sienta nervioso." Pensó para sí mismo. "¿Estaré cometiendo un error?"

Se sentó unos minutos y lo meditó. Quizá él no hubiera tenido un romance como el de las películas ni una relación intensa dónde sentía que no podían vivir el uno sin el otro, su relación era más pacífica, más honesta y más madura. Sinceramente desde que había conocido a Yui había sentido una gran conexión. Les gustaban las mismas cosas, disfrutaban de las mismas películas, de la misma música, de los mismos juegos de video, realmente era extraño que pelearan porque su vida era demasiado armoniosa. Ninguno tenía un temperamento explosivo, ambos eran personas reflexivas e introvertidas que simplemente disfrutaban de estar juntos.

A Koushiro ella le hacía sentir una calidez en su pecho y de inmediato supo por qué no estaba nervioso. Con Yui no había razón para estarlo, ella no era impredecible ni espontanea. Sabía que esperar de Yui y casi nunca lo decepcionaba.

Se habían conocido hace un año y medio en el Centro de Investigación Digimon o CID, el lugar que Koushiro había fundado con el señor Takenouchi hace un par de años y que se dedicaba de lleno a la investigación, exploración y análisis del mundo Digital. Cada año Koushiro debía entregar un informe al gobierno de Japón donde relataba sus descubrimientos e investigaciones lo que provocaba que cada vez más personas estuvieran enteradas de cómo funcionaba el Digimundo y los digimon como tal, creando un gran avance no sólo en el país, sino también en la humanidad.

Yui había sido una enviada desde la Academia de Ciencias y Tecnología de Tokio, la mejor de su clase. Pronto Koushiro había descubierto lo lista que era y lo bien que trabajaba, por lo que la colocó bajó su supervisión y de golpe lo que comenzó como una relación jefe-investigadora se había convertido en algo más.

Enamorarse había sido sencillo. ¿Qué había que no le gustara? Yui era simplemente perfecta. Lista, divertida, bonita y tranquila, era todo lo que él pudiera haber pedido y más.

Era por eso que ahora después de un año de relación, había decidido a dar el siguiente paso. Tenía veintiocho años después de todo y sentía que era el momento justo y adecuado para poder asumir una responsabilidad así en su vida. Un matrimonio.

Era de esperarse que buscara eso, sus amigos estaban contrayendo nupcias y teniendo bebés y aunque a él la idea de una familia le parecía algo apresurada sí quería poder empezar a construir algo con la mujer que él sabía, era su media naranja. Así que se guardó el anillo en el bolsillo de la chaqueta y salió de casa con la firme intención de que cuando volviera Yui Kaname se convertiría en la futura señora Izumi.

Llegó al restaurant donde la había citado. Le sorprendió encontrarse con Yui en pantalones holgados y una gran chamarra marrón, un atuendo nada apto para los estándares de su cena, sin embargo supuso que se encontraría cansada por el trabajo y decidió que no le importaba su poco elegante atuendo. Se sentó frente a ella y ésta alzó los ojos ambarinos hacia él. Yui parecía nerviosa y preocupada, quizá orquestando en su mente una idea de lo que Koushiro estaba a punto de hacer. Él la saludó con una sonrisa.

-Qué bueno que has llegado. –Dijo la mujer de cabello negro. –No tengo mucho tiempo.

-¿Qué? –Indagó el extrañado pelirrojo. -¿A qué te refieres?

-Kou-kun –Hablo Yui. –Tengo que decirte algo.

Él sintió una oleada de adrenalina extenderse por su cuerpo y dejarlo inmóvil y petrificado. No fue capaz de responder y temiéndose lo peor, escuchó a su novia la cual por primera vez en años le estaba dando una sorpresa inesperada.

-Me acosté con Hisagi –Escupió Yui de una. –Y he sentido más cosas de las que sentí en años de relación contigo Kou. Se acabó.

El pelirrojo, tanteando la caja con el anillo que traía en la chaqueta, sintió como el corazón se le salía del pecho y aterrizaba en su sopa.


Mi primera historia Mishiro y también mi primer long-fic. Espero hacer un buen trabajo!

Liss