Tokimeki

En aquel laboratorio abandonado, donde la luz del Sol jamás llegaba y frases como "Buenos días" o "Buenas noches" no existían, la curiosidad de Alice por todo lo que la rodeaba no tenía fin. Sobre todo en lo que respectaba a los robots.

Especialmente…

- ¡Ah! Ahí estás. ¿Por dónde andabas?

- Estaba en el fondo. Necesitaba reemplazar algunas de mis piezas.

Alicel…

- Es muy seria, ¿no crees? –planteó repentinamente, en tono distraído. Wild Rose ronroneó debajo de los delgados dedos de la doncella.

- ¿Quién? –replicó Aliza arqueando una ceja, con la espalda apoyada en la pared.

- Alicel.

- Lógico, es un robot.

Alice guardó silencio ante aquella respuesta. Aliza era muy práctica y solía tener la razón… Pero Alice, esta vez, no estaba de acuerdo con ella. Al menos no del todo.

Y se debía a que, desde mucho tiempo atrás, sospechaba que la silenciosa Alicel tenía emociones, aunque no podía expresarlas.

A veces veía a Alicel contemplándolas a ella y a Aliza hablar, tal y como se encontraba haciendo en aquel preciso momento. Pero ¿realmente las estaba observando, atendiendo a lo que hablaban? Si así era, ¿por qué lo hacía? Quizá su mirada sólo estaba dirigida en su dirección de casualidad, si bien no era del todo correcto decir que Alicel poseía una "mirada", cuando sus mismos ojos eran tan robóticos como ella misma en su totalidad.

Y a pesar de no poder hallar rastro alguno de sentimientos en esos ojos mecánicos, carentes de humanidad, Alice sentía claramente a una persona presente detrás de todos los circuitos, una persona a la que quería poder comprender, aunque fuera tan sólo un poco. Y esa incertidumbre aumentaba día tras día, con cada palabra, cada movimiento, cada mirada de aquella chica a la que la mayoría veía como una muñeca de metal.

- ¿Qué tienes ahí? –inquirió Aliza, curiosa.

- Unas piezas que lustré –contestó Alice, mostrándole la bolsa con una sonrisa de entusiasmo-. A Alicel le encantarán.

- Alice… No dudo que le sirvan, pero de ahí a que le encanten

- ¿Por qué no podrían gustarle?

- No sé… Ella es un robot, ya te lo he dicho. ¿Cómo podría gustarle o disgustarle algo a un robot?

Alice la ignoró alegremente y corrió a entregarle su obsequio al androide.

- Piezas –reconoció Alicel contemplándolas.

- Así es. Las lustré para ti. ¿No son bonitas?

- Sí. Gracias, Alice.

- No hay de qué.

Viendo a Alicel tan concentrada en el regalo, sujetándolo cuidadosamente con sus garras metálicas, Alice sintió su corazón acelerarse.

Tal vez sus creencias no tenían una buena base, pero se fortalecían tanto y tan rápido que no le importaba.

Ella lo sabía, estaba segura de eso.

Alicel era mucho más que un robot. Era un misterio.

Y aunque era consciente de que probablemente jamás lo develaría, se contentaba con haber comprendido que, más allá del duro blindaje, existía un corazón latiendo, quizá con tanta fuerza como el suyo.

::Owari::

23:48 hs.

02/07/08, empezado el 01/07/08 si no me equivoco.

Es tan tonto, pero no podía tolerar que siguiera llenando mi cabeza de telarañas.

Desde que empecé a jugar al RO supe que tarde o temprano escribiría un fic acerca de él. Lo que no me esperaba era que fuera… bueno, sobre Alice. Siempre quise escribir sobre Bongun… -sigh-