Este fic participa en el minireto de febrero para "La Copa de las Casas 2015-16" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black

Disclaimer: Créditos a Jk por sus personajes.

Me ha tocado Susan Bones, y he usado a Hermione Granger como su rival. Están en segundo y ambas (como muchas otras) luchan por ocupar el mejor sitio en la clase que imparte su profesor favorito (jejejej)

ooOOoo

Parecía que el tiempo quería burlarse de ella; que los angustiosos minutos no pasaban, que el enorme reloj del vestíbulo estaba haciéndose de rogar aposta, decidido a no dar por terminadas las dos horas más largas jamás vividas por Susan Bones.

Ernie la miró de reojo, asintiendo. A su espalda sintió cómo Hermione Granger comenzaba a guardar sus cosas con mal disimulado nerviosismo.

En el atril, el profesor Binns balbuceaba un reguero de información que moría en sus labios, pues ningún alumno le escuchaba. Dirigió sus fantasmales ojos a la pizarra y, con una parsimonia torturadora, fue anotando las páginas que sus desesperados pupilos tendrían que aprenderse para la siguiente lección.

Diez segundos tardó en soltar la tiza, diez segundos que muchos susurraron para sí mismos, diez horribles segundos.

Y el reloj entonó al fin la deseada liberación. Muchos actuaron con asombrosa y fluida rapidez, otros observaron, impotentes, cómo sus cosas habían decidido que era el mejor día para tentar a la gravedad.

La estampida fue inminente.

—¡Ernie, si no te das más prisa te dejaré atrás! —rugió Susan, iniciando la carrera.

—¡Le diré a McGonagall que corréis por los pasillos! —aseguró una voz chillona, seguramente de algún rezagado.

—¡Susan, no hemos salido a la vez!

La aludida giró unos segundos la cabeza, sólo para sonreír con picardía.

—Lo siento, Hermione, ¡Así es la vida!

El sonido de las suelas despuntando sobre la piedra en un chirriante frenado reverberó en las paredes. Susan se agarró al marco de la puerta para no salir despedida y, sólo cuando hubo cruzado la puerta, se permitió tomar un respiro.

Sonrió, victoriosa, al ver que había llegado la primera. Ocupó el primer pupitre, justo en frente de atril, y depositó la mochila en el sitio de al lado.

Ernie llegó un minuto después, conteniéndose por no expulsar el desayuno, la sonrió como pudo y se sentó a su lado.

—Apunta, ya vamos doce a catorce.

Pero antes de que su compañero pudiera hacerlo la puerta del despacho se abrió de golpe, y una decena de mariposas alzaron el vuelo. Un cuerpo ataviado con lujosas prendas emergió de la bruma y mostró una centelleante ristra de dientes blancos y perfectos.

—Bienvenidos, alumnos, a mi clase.

Decenas de corazones saltaron, se oyeron suspiros y risas nerviosas.

Una acalorada Hermione se sentó tras de ella, frunciendo el ceño.

—Mañana seguro—aseguró.

—Eso ya lo veremos.