Disclaimer: La serie de Karneval y sus personajes NO me pertenecen son de su creador Touya Mikanagi.
Pareja: Gareki x Nai, Karoku x Nai
Setting: AU
Rating: T
ADVERTENCIA: Este fic es de genero yandere, la locura es parte de la lectura.
Contiene violación y orgia, si quieres continuar leyendolo esta bajo tu responsabilidad, no culpes a la escritora (?
Explicaré levemente:
Este Fanfic esta centrado en solo tres personajes de Karneval, sin embargo la historia es AU - Universo Alternativo, donde el ambiente es completamente distinto al del original, esta basado en un instituto para chicos.
Aunque este es mi primer fic de este anime no significa que sea el primero que he escrito, asi que espero que lo disfruten tanto como yo al escribirlo.
Agradecimiento a esmeraldaxx200 por ser mi beta en este fanfic, en arreglar algunos fallos (u/3778007/esmeraldaxx200)
Eso seria todo espero que les guste y puedan dejarme sus reviews en la parte final de abajito~
Prologo
En la penumbra de aquella habitación, residía una profunda oscuridad que trasmitía un ambiente sombrío, donde la claridad no permanece en ningún lado, sola una tenue silueta se distinguía en el lugar, una que no muy claramente se podía notar arrodillada era la figura de un chico medio desnudo, en el suelo con algún objeto en sus manos, diferenciándose claramente unos pocos pedazos de tela tirados en el suelo y otros fragmentos cubriendo pobremente parte su pálida piel, rasgados, esparcidos por toda la superficie.
Sentía como de sus manos bajaba aquel líquido rojizo espeso, deslizándose lentamente de entre sus dedos, mientras los pocos del líquido trascurrían entre los bordes de su piel, goteando, manchando al instante su vestimenta estudiantil –o lo poco que quedaba de ella-
La mirada del joven permanecía observando hacia la nada, entumecido, sin poner atención a ningún punto fijo, solo estaba allí, sus ojos no tenían vida, estaban opacos y sin brillo, silenciosamente callado en un estado irreconocible frente ala imagen de otro cuerpo a su lado, la figura de este se identificaba visiblemente con los cabellos del mismo despeinados tendidos sobre el frió suelo, sobresaliendo de estos un tupido liquido ensuciando todo a su paso, aunque este yacía sin vida, tirado boca abajo.
El cuerpo que hace unos escasos minutos respiraba, ahora simplemente permanecía allí desbordando su último calor corporal de su organismo, al tiempo que la sangre trascurría con rapidez por los orificios de las recientes heridas hechas con un artefacto cortante, las pupilas del cadáver emitían un profundo hueco lleno de vacío, aún permaneciendo abiertos ante el brutal acto.
El joven sobreviviente seguía en su misma posición, como si en realidad no tuviera vida, sus extremidades permanecían inmóviles sujetando aun en sus pálidas manos un cuchillo ensangrentado, sin tener intención de soltarlo.
La desgarradora imagen seguía en su mente, los gritos, todavía inundaban sus oídos, los brutales movimientos incluso los podía sentir sobre su piel, exhalando desesperación por sus poros, todo simplemente todo sucedió en un momento indeterminado, sus instintos reaccionaron y su cuerpo se movió por sí solo.
Sucedió tan rápido que ni tiempo se dio antes de accionar ante lo sucedido, paso lo que paso, y el tiempo fue cruel en aquel instante, sin embargo nunca en su vida se había sentido tan lleno de satisfacción al ver como sus manos acuchillaban incesantemente, atravesando una y otra vez la piel de aquel hombre, el cálido liquido vital salía desbordada sin un camino fijo, nada más se esparcía por donde quiera que cayera; su rostro, su piel, su ropa y sus manos manchadas de un rojo intenso descendiendo con urgencia, las salpicaduras estaban talladas en todo su cuerpo al igual que el contrario que yacía tirado en el frio suelo de la habitación.
Al instante su euforia desapareció, sus brazos cayeron pesadamente hacia cada lado de su cuerpo ante el agresivo movimiento que habían hecho, sus rodillas se debilitaron y se desplomó cayendo de rodillas en el dura cerámica, observando la imagen que el mismo había provocado, su ojos se tornaron fríos y opacos, perdiendo completamente cualquier aspecto sensible de su rostro.
Varios minutos recorrieron, y sus acciones no habían cambiado, hasta que, en su boca se formo alguna especie de sonrisa, una que nunca antes había realizado, se dispuso en ponerse de pie, sus rodillas estaban tambaleantes al igual que todo su cuerpo, se enderezo torpemente formando una posición enderezada, perdiendo un poco el equilibrio. Miro al objeto en sus manos e instantáneamente se escucho un sonido metálico de este cuando cayó al suelo en el momento que sus dedos lo habían dejado libre para luego tomar lugar a su cabello, había puesto sus manos sobre su cabeza tomando unos mechones de su pelo, tiñéndolos al segundo del color carmesí que empapaba su piel.
En la comisura de sus labios aquella sonrisa se había ensanchado volviéndose un tanto más desgarradora que antes — ah…ja, jah — El sonido proveniente de sus labios fue algo que simplemente era indescriptible, una risa que estremecía hasta lo más profundo del alma.
Una combinación de sadismo, de locura y desesperación juntas, una risa que nunca había expresado hasta en ese momento.
— Nunca… — Se dijo a sí mismo en un susurro en una frase incompleta, al intervalo que había bajado sus extremidades de su cabeza y esbozaba nuevamente la misma risa de su boca, llenando por completo la habitación.
Capitulo 1°
Interacción
En su niñez o al menos a lo que se refería su vida entera siempre había vivido en un orfanato, nunca conoció a sus consanguíneos, ni mucho menos supo cual era su apellido, muchas veces se imaginaba la imagen de sus padres, o la apariencia que estos tendrían con relación a sus rasgos físicos,sin embargo ni siquiera los que habitaban en el albergue sabían, ni aún siquiera la persona que lo había recogido supo de alguna existencia relacionada con el pequeño cuando lo habían dejado abandonado de hace unos pocos meses de nacido en un parque, se lo habían encontrado, cubierto escasamente por la sombra de las ramas de un árbol, al menos eso era lo que le habían dicho con respectivo a su manera de haber terminado en ese lugar.
Siempre se la paso encerrado en diferentes lugares, el exterior en cierto modo era algo nuevo en su poco conocimiento, no era que no conociera el mundo, simplemente que lo tenían restringido a salir cuando quería, y en realidad no culpaba a los mayores por ese hecho sabia que habiendo tanto pequeño que cuidar no podían darse el lujo de dejarlo salir sin supervisión, todos tenían su tiempo para jugar en el jardín.
Pero claro solo era mera curiosidad, y aunque en su corta edad todavía soñaba con tener unos padres cariñosos que lo amaran como un verdadero hijo, recibir el afecto de personas que cuidarían de su vida, aunque esos sueños se fueron desboronando con el pasar de los años, su apariencia no lo expresaba pero su edad no mentía, ya era un adolecente.
A esas alturas era complicado –por no decir imposible- llegar a una probable adopción, su ingenua imaginación pensaba en la posibilidad pero siendo esta complemente errada, y todos lo sabían, estaba en una etapa que muchas de las parejas que llegan quieren evitar en lo posible. Dieciséis años, no eran cualquier cosa, es muy complejo, ya había pasado la edad permitida en el orfanato y lo que menos quería era despedirse de las personas que tantos años lo habían cuidado, tanto que los sentía como si fueran su familia.
Pero bueno las cosas pasan y todo tiene que suceder, aunque no lo quisiera.
Ahora el frio consumía su cuerpo, haciéndolo temblar involuntariamente, aunque estuviera dentro de aquella habitación la helada no pasaba desapercibida de entre la pequeña estancia donde se encontraba sentado mirando a través de la nítida ventana unas cuantas pequeñas gotas de lluvia golpear contra el cristal.
Las clases ya habían terminado por el día y el resto de la tarde la tenia libre, sin embargo el leve temporal no permitía que saliera a otro lugar, y la verdad no era que tuviera en donde ir, después de todo no podría llegar más lejos del edificio; solo hasta los fines de semana donde es permitido.
Había sido trasferido a la academia Seishin, es un instituto para chicos, catalogado por ser una institución de la mejor educación del país, con una seguridad impecable en todo lo posible, con profesores de los más altos rangos.
Aunque a pesar de ser una excelente institución ya una vez dentro nadie puede salir, cualquiera que entra está condenado a quedarse hasta la graduación, quedando únicamente de salir los sábados y domingos, o al menos tambiénen caso de una emergencia –como ya se había nombrado-
No tenía muchos ánimos de salir, ni siquiera se había cambiado de atuendo, solo estaba allí, sin hacer nada, le era muy reconfortante simplemente observar la tenue brisa haciendo bailar la ligera llovizna por doquier, motivo que le provocaba un involuntaria pesadez.
Estaba que se caía en la cama por el sueño que lo invadía, sin embargo el sonido proveniente de la puerta al momento de abrirse le hiso salir de su somnolencia, miro de inmediato la figura que pasaba por el umbral, provocando instintivamente una alegre sonrisa en el rostro del chico.
— ¡Gareki! — Gritó alejándose de la ventana tomando camino hacia el nombrado.
Mientras este cerraba la puerta tras de sí y tomaba asiento en su correspondiente cama, soltando al momento un suspiro desganado, sosteniendo en ambas manos unos envases.
— Ten — Comentó a como pudo entregándole uno de los vasos. A lo que Nai simplemente sujeto el recipiente agradeciendo con una sonrisa — Bébelo ahora que está caliente — Pronuncio casi como orden al chico.
— Jm… — Contesto en un simple gesto procurando de obedecer ante lo dicho.
— ¿Qué has estado haciendo? — Pregunto mirándolo la bebida caliente en sus manos.
— La lluvia — Dejo de sorber del contenido para poder dar la respuesta dirigiendo su rostro hacia donde hace poco había estado — Me gusta— Se volteo para volver a dar otro sorbo del líquido.
Gareki es su mejor amigo y compañero de dormitorio, es cuatro años mayor que él, y a pesar de ello se puede decir que se llevan bastante bien, aunque en el destino ambos ya se habían conocido desde antes de llegar al instituto.
Al igual que su pasado el mayor también fue criado en un orfanato ya que sus padres igualmente lo abandonaron hace unos pocos años después, lo había conocido cuando apenas tenía cinco años y en ese tiempo Gareki tenía nueve, al parecer había pasado esos últimos nueve años en las calles antes de ser recogido y dejarlo en el mismo orfanato donde permanecía también él.
Habían sido amigos en ese lapso de tiempo a no ser porque nunca llego la adopción por parte de una pareja para Gareki, decían que era un niño muy extraño, no sabían que era lo que pensaba que incluso daba miedo, así pasaron los años y con ellos Gareki creció y llegó a la edad límite para seguir en el orfanato,después de ello no se le volvió a ver.
El aspecto de Gareki es de contextura delgada, altura bastante aceptable correspondiente a su edad, de tez blanca, un chico de apariencia algo tosca y agria a simple vista, no muy sociable con otras personas, posee cabellos oscuros que siempre están desordenados, piel de tono casi blanco, ojos rasgados de color azul obscuro con una mirada penetrante, seria y afilada, casi pasando a malhumorada todo el tiempo.
— ¿Iras algún lado? — Lo saco de sus pensamientos ante aquella pregunta.
El mayor le miro esperando la respuesta ya que la duda le llego al ver que el chico permanecía aún con el uniforme puesto.
Nai tomo asiento al lado de su compañero brindándole una cálida sonrisa mientras movía apaciblemente la cabeza de un lado a otro.
— Bueno… — Dio una mínima pausa, recordando, poniéndole atención al moreno —Los del consejo estudiantil están regalando dulces — Ante esa contestación el contrario lo miro directamente para luego posar el envase en un mueble que se encontraba al lado de su cama.
— ¿Dulces? — Se pregunto para sí mismo, extrañado — ¿Quieres unos? —
— ¡Sí! — Sus ojos casi brillaron ante esa respuesta inmediata, hasta se podría decir que podía ver unos destellos sobresalir de su alrededor.
— Geez… — Cerro los ojos con pesadez y por reflejo de su cuerpo coloco una de sus manos detrás de su cabeza comenzando a rascar sutilmente su cabello, tomo aire y para luego soltarlo dando un suspiro un tanto lleno de fastidio — ¿Por qué no fuiste antes? —
— Estaba esperando a Gareki —
Se escucho como el moreno chasqueo la lengua ante las palabras del chico.
Que fastidio, no tanto por el hecho de traer de esas cosas empalagosas provoca caries que tanto le gustan a Nai, sino por tener que volver a salir, le era un tremendo desagrado estar con el resto de los demás chicos y más si estos eran lo del comité, los odiaba, porque la realidad, bueno su realidad, todos son una molestia para su vista.
— Bien... — Se puso de nuevo su abrigo colocándose la capucha en su cabeza — Entonces iré por algunos — Su rostro se mostraba con una evidente molestia, con el ceño fruncido.
La expresión llena de entusiasmo del chico le hacía sentirse extraño, desvió el rostro incluso expresando irritación.
— Nai — Llamo al chico con su fría voz, sin verlo aún, a lo que el contrario naturalmente le siguió observando algo expectante — No te vayas a ningún lado — Expresó con seriedad.
Presto atención como su compañero estaba con su cabeza cubierta con una pequeña frazada que cubría parte de su cuerpo -seguro por el frio- algunos de los cabellos cortos sobresalían por la tela distinguiéndose el blancuzco color de los mismos, sus ojos poseen un color extraño, desconoce el motivo del color de ellos ya que tiene dos tonos, un rojo intenso con un leve matiz de dorado en ellos.
Es bastante bajo, es sumamente delgado para su edad. El cuerpo del menor trasmite una forma de una estructura infantil, delicada y frágil, los rasgos de su rostro son finos, suaves y sutiles, mostrando la apariencia más de un chiquillo que de un adolecente.
Una característica única en Nai, no muchos eran como ese chico y eso era algo que le llamaba la atención. El uniforme negro que llevaba puesto contrastaba con fuerza contra la suave piel albina y cabello blanco.
Sujeto la manta que cubría casi por completo su cuerpo, jalando de ella deslizándola lentamente para luego dejarla a unlado de la cama. En ese momento no se espero la pronta mirada rojiza del menor.
El albino le miro confuso por unos cortos segundos, parpadeo un par de veces — Pero quiero ir con Gareki — Contesto formulando una sonrisa y abrazándole afectuosamente, siendo un contacto de amistad más que otra cosa.
Enserio le molestaba esa actitud, no lo soportaba era demasiado encantador y radiante.
Tomo entre sus manos las muñecas del chico sin percatarse que había provocado un estremecimiento por parte del mismo ante el repentino movimiento — Bien, pero que no te alejes de mí… — Afilo su mirada volviéndola un tanto desafiante.
Las pupilas del chico permanecían atentas viendo las contrarias.
— Lo prometo — Se puso de pie poniéndose al lado del mayor dispuesto a marcharse con él.
Llevaba consigo unos cuantos dulces de diferentes tipos de tamaños y colores que le habían entregado en una bolsa, la sonrisa en su cara era la evidente muestra de una inocente alegría por tal insignificante cosa.
Estaban celebrando una fecha que muy pocos o mejor dicho la mayoría de los estudiantes se les es imposible celebrar "San Valentín" ese día en donde compartes tu amor y afecto hacia la persona que es tu pareja, pero por motivo de que se les prohíbe salir no pueden visitar a sus respectivas novias –si es que algunos tienen- pero a pesar de ello las chicas mandan sus regalos desde la distancia y allí es donde los del comité se encargan de entregar esos regalos hacia los estudiantes con la esperanza de que al menos sus parejas se acuerdan de ellos en tal importante día.
Sin embargo no todos tienen esa cierta relación, algunos son solteros, no obstante también esa fecha se toma como día de la amistad así que entre ellos se pueden dar regalos amistosos y poder así establecer lazos, añadiendo también una que otra pareja entre los mismos que no pasa desapercibida.
Los del consejo idearon el regalar dulces para al menos dar algo de alegría para quienes están solos y por como lo han hecho los últimos años no han fallado.
En sus pequeñas manos sostenía uno de los envoltorios de los caramelos que ahora se deshace en su boca, sintiendo detrás de él la presencia del moreno observándole las espaldas. Se giro un momento mirando al chico ofreciéndole del contenido en su bolsa, recibiendo la absoluta negación del mayor ante el dulce.
— Si sigues comiendo esa basura no podrás dormir — Comentó tomando paso al lado de Nai, quitándole a sí mismo la bolsa — No pienso soportarte toda la noche haciendo ruido, es molesto —
El más pequeño lo miro algo entristecido, notando como aquellos caramelos se encontraban en las manos del moreno y pro siguiente terminaban en el abrigo del mismo, lo que menos quería era molestar a Gareki, asintió con la cabeza entendiendo a lo dicho, aceptando, al tiempo que bajaba la cabeza desviando la mirada.
Gareki noto aquello y reposó una de sus manos en el rostro del chico, comenzando a rozar el pulgar en su mejilla lentamente.
— Mocoso, es por tu bien —
Volvió su vista hacia el camino, sintiendo como la mano de Nai se aferraba de su brazo, lo miro de reojo sin dejar de caminar.
— Gracias, Gareki — Dio un agradecimiento sin soltarse de su compañero a lo que sintió como el contrario se detenía soltándose de su agarre y proceder a tomarle esta vez del brazo.
— Nai — Pronuncio su nombre lo más serio posible — Te amo — Afilo aquella mirada penetrante de completa determinación —No te dejare ir nunca —
El cuerpo del menor se volvió tenso, su mirada se trasformo por una de confusión mientras sentía como el cuerpo de Gareki se aproximaba al suyo, sus hombros se encogieron y sus parpados se cerraron, comenzando a estremecerse. Su rostro se había ruborizado tomando un tenue color carmín, al haber procesado las palabras de la boca de su amigo, pero sin entender completamente el significado de ellas – o más bien el trasfondo de estas-
— G-Gareki— Musito, sintiendo la calidez de las manos del chico sobre su cintura brindándole un cálido abrazo.
Inmediatamente el contacto no duro mucho, se habían alejado y noto como los labios del mayor se abrían nuevamente después de haberse separado.
— Ve a lavarte, tu cara esta sucia — Se toco el cabello, cerrando los ojos —Regresare a la habitación así que apúrate, si no te dejo afuera —Había advertido para luego desaparecer entre los pasillos.
Y como había obedecido se fue a lavar, el dulce había permanecido en su rostro todo el tiempo, y es que no sabe controlarse cuando se trata de azúcar, al terminar cerro el grifo y comenzó a secarse la humedad de su piel con una toalla.
Al salir del baño se dispuso a regresar a su habitación acatando a lo que Gareki le había dicho y hubiera sido así a no ser que…
Escucho como un sonido de hojas desparramándose, cayéndose al suelo le distrajo, ya era tarde como para andar a esas horas en los pasillos sin embargo se adentro al lugar, se asomo por la esquina del pasillo captando lo que era su parecer estaban un montón de papeles esparcidos por la superficie, amontonados en un completo desorden.
Se aproximó hasta donde estaba el cumulo de documentos mas una voz se le hizo conocida.
— Nai — Se acercó hasta él un apuesto joven de estatura bastante alta, complexión delgada, cabellera de hebras celestes y ojos del mismo tono.
Sintió como este ponía una de sus manos en sus cabellos — ¿Qué haces tan tarde aquí?, está haciendo frio —
— ¡Karoku! — Expresó el chiquillo alegre al susodicho, donde ya tenía tiempo de no haberlo visto. Las pequeñas manos del chico le rodearon en un inocente abrazo.
— ¿Por qué no estás en tu habitación?, ¿Acaso tu compañero te está molestando? — Pregunto, al no recibir una anterior respuesta.
El menor negó mudamente con la cabeza y una sonrisa para luego mirar al hombre con una duda atravesando su garganta — Karoku, ¿Por qué no fuiste? — Soltó, refiriéndose a la actividad que hace horas habían impartido los del comité.
— Así que era hoy era el día de los dulces —Recordó ante la pregunta de Nai — Lo lamento Nai se me olvido, últimamente he estado algo ocupado — Volvió acariciar las blancuzcas hebras del menor — Te prometo que después te daré algo —
— No te preocupes, Gareki me dio muchos dulces —
— No me refiero a eso — Sonrió en una expresión para sí, soltándose del agarre de aquellos delgados brazos. — Ven, ayúdame y ahora te invito una taza de té —Inició a recoger el desorden de los papeles.
— Hum… — Expresó juguetón haciendo lo mismo que su amigo.
