*LA CÁMARA DE HUNGRÍA*
Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen (si me pertenecieran hehehehehe), pertenecen al padre Hidekaz… Que Kami-sama lo bendiga por crear Hetalia y por permitirnos usarlo de manera indecente y maravillosa para nuestras perversiones! XD
Advertencias: Contiene Lemon Yaoi (kilos y kilos de Lemon), un poquín de BDSM, completamente AU, un poco de Fluff y creo que ya ._. ADVERTENCIA de la Advertencia XD: si son religiosos o algo así, por favor retírense (yo sé porque les digo), no quiero chillidos ni reclamos en cuanto a esos temas… Las cosas que verán a Francis hacer en este fic no tienen límites! XD
Resumen: Elizabetha Hedervary una chica de origen húngaro recibió como regalo de sus 18 años una cámara Nikon Profesional. ¿Qué tipo de fotos capturará con su fiel amiga de ahora en adelante?
Notas de la autora: Holi c: Este es mi primer fanfic de Hetalia y en específico narrando la vida de una fujoshi como lo es Hungría (mi mujer preferida de Hetalia)… De hecho yo también soy fujoshi, pero mi vida es aburrida XDD Hahaha sin más que decirles, les dejo con lo que será lo más loco que hayan leído XD
PD. Las parejas ya las irán conociendo conforme los capítulos vayan avanzando :3
-.-.-.-.-..-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
1.- Mi cámara captura.
Tenía esa cámara desde hace solo un par de horas, y ya no sabía que otras fotos plasmar en ella. Había tomado fotos a su perro, a su gato, al vecino calvo, a sus padres, a su hámster e incluso le había sacado una foto a un borracho que pasaba por al lado de una tienda de pasteles eróticos.
Quería seguir utilizándola. Quería divertirse, pero ¿Cómo? Aún no lo sabía, tal vez debía salir a dar una vuelta al parque o ir a una exposición de arte y sacar tantas fotografías como pudiera.
Sostuvo fuertemente la cámara en sus manos, aprisionándola contra su pecho. No era una cámara cualquiera, era una súper Nikon Profesional D800. No sabía cómo sus padres habían logrado obtener una de esas, sus posibilidades económicas eran bastante bajas así que empezó a suponer que habrían empeñado toda la casa para poder pagarla. Suspiró, se levantó perezosamente de su cómodo colchón y se dirigió hacia el tocador, en donde reposaba un estuche grande lleno de lentes, parasoles, baterías, cables y demás aparatejos que habían venido con su cámara. En tan solo dos horas y media había aprendido a utilizarla profesionalmente.
Tomó el estuche, se colgó la cámara al cuello y salió hacia la calle. Camino durante un par de horas, (obviamente) después de haber tomado fotos hasta de las alcantarillas se detuvo y se metió en una cafetería conocida. Solía ir a comer ahí después de clases con su mejor amigo Roderich, un joven de cabello oscuro con un rulo saliendo del mismo, lentes y un sexy lunar al costado izquierdo de su boca.
Un par de veces había visto a un joven de su colegio con cabellos grises y ojos carmín merodear por ahí con curiosidad. Siempre pensó que tal vez era otro comensal de la cafetería. Jamás se le ocurriría otra cosa, la joven húngara solo dejaba volar su imaginación cuando dos chicos guapos o más, se topaban en su camino. Si, la joven es/era/será fujoshi. Nunca había visto a dos chicos gays besarse en la vida real; que no diera por ver por lo menos un pico entre dos hombres.
Después de tomarse un café caliente con vainilla, vuelve a suspirar pesadamente (suspiro que sonó más como un quejido lastímero de aburrimiento), y se pone a revisar las fotos que ha tomado con tanto esmero. Un par de árboles, tres amapolas de un jardín, un perro, dos gatos, dos pájaros y tres desagües.
¿Por qué no ocurría nada interesante? Que aburrida era la vida sin nada que poder plasmar en su cámara. Se queja de nuevo, esta vez más sonoramente que la anterior, hasta que nota a dos siluetas moverse violentamente en el callejón que quedaba a un lado de la cafetería. Pareciera como… como… ¡como si la una atacara a la otra! ¡Por fin! Algo interesante estaba ocurriendo y no se lo iba a perder para nada del mundo. Tomó el estuche, se puso nuevamente la cámara al cuello, dejó un par de monedas para pagar el café y salió corriendo dirigiéndose hacia el callejón.
Dio la vuelta a la esquina… Y lo que vió la dejó helada.
