- ¡Sherlock! ¿Me escuchas? ¡Sherlock!- El doctor gritaba desde la cocina, recién levantado y aún en pijama y batín.
- No hace falta que grites, John. Estoy justo detrás de ti.- La voz profunda de Holmes surgió de las sombras, casi en un tono fantasmal.
- ¡No hagas eso! Es… Es… ¡Da grima! ¡Y mucha!- Respondió recogiendo el café que se le había derramado por culpa del susto.
- ¿Qué es lo que querías?
- ¿Se puede saber por qué volvemos a estar sin leche? Ésta semana compré cuatro botellas.- Odiaba la eterna pelea de la leche, y más cuando acababa de despertarse.
- Algo tendré que darles de comer a mis bacterias, no puedo dejar que se mueran. Me ha costado mucho conseguirlas.- La respuesta que le dio su compañero casi sin inmutarse, provocó que se enfureciera más aún.
- Ya, claro… hay que alimentar a tus bichos… qué más da si luego no queda para nosotros… ¡Soy Sherlock Holmes, y la ciencia está para mí ante todo lo demás!
- John, deja de exagerar.
- ¡Al menos podrías disculparte!
- Lo siento.- Su voz calmada contrastaba con la exaltación del rubio, que cada vez estaba más enfadado.
- ¿Ah sí?
- Sí.
- ¿Y qué es lo que sientes?
- …- El detective intentó buscar la respuesta correcta, pero sin éxito.
- ¿Lo ves? ¡Siempre igual! ¡Parece que vivas en tu propio mundo y te de igual todo lo que te roda!
- ¿Has acabado John? Creo que tenemos espectadores…
El rubio volteó y miró a la señora Hudson, que aguardaba en la puerta, acompañada del inspector Lestrade.
- ¿Problemas conyugales?- El mayor rió irónicamente.
- No somos… Bah, es igual. Yo me largo de aquí antes de que lo mate.
- Creo que esto te interesará a ti también, doctor.- Greg lo observó con una expresión seria que provocó que el otro tomara asiento aún frustrado.
- ¿De qué se trata?- Preguntó empezando a resignarse.
- Un asesinato.
- ¿Y ya está? Aburrido.- Por fin Sherlock pareció interesarse, sabía que algo fuera de lo común tenía que haber pasado para que el inspector estuviera allí, así que decidió sacarle algún detalle más.
- Hay algo más. El cuerpo ha aparecido esta mañana, muerte por degollamiento, tenía la garganta seccionada con dos cortes. Además, la abrieron en canal y le arrancaron el útero, parece ser que se lo llevaron de recuerdo.
- Vaya, ¿Ahora viene cuando me dices que era prostituta?- Preguntó retóricamente, entendiendo al momento lo que pasaba.
- Veo que ya sabes por donde voy… pero no. Era periodista, hemos trasladado el cuerpo a la morge del Barts para cuando quieras examinarlo.
- Si es lo que pensamos, aparecerán más.
- Estamos en ello. He organizado patrullas nocturnas por los barrios marginales de Londres.
- Bien, me acercaré en un rato.- Todos los presentes pudieron observar la expresión de satisfacción y el brillo de emoción en los ojos del detective.
- ¿Qué es lo que pasa? ¿Me he perdido algo?- Watson hizo un intento de entender de qué hablaban.
- Estamos ante un imitador, John. – Respondió Sherlock con una amplia sonrisa.
- ¿Imitador? ¿No sería más bien un asesino?
- Sí. El asesino más famoso de la historia de Londres. ¡Esto es genial, emocionante, lo mejor que podía haber pasado!
- ¡Sherlock!- Lestrade y John lo reprendieron por su actitud ante la muerte de una persona y los posibles asesinatos de unas cuantas más.
- Oh, ya. Lo siento…
