Hola, fanficnianos! Tanto tiempo *chequea el almanaque* creo que más de un año desde la última actualización de mis fics y créanme cuando les digo que estoy muy molesta conmigo misma. Amo escribir, pero mi musa inspiradora no ha estado ayudando en nada, por eso hoy les traigo una adaptación. La segunda que hago, aunque es la primera para Resident Evil.
Quiero aclarar que si bien intenté mantener a los personajes lo más canon posible, la historia en sí se centra en la posesividad de un personaje y en la inseguridad del otro, por lo que cambiarlos mucho hubiera sido cambiar por completo el argumento, y eso no sería exactamente una buena adaptación. Descuiden, trataré de mejorarlos en el proceso.
Y por último, quería comentarles, que si bien adoro más que ninguna otra pareja de RE el Cleon, he elegido a Claire y a Leon como personajes secundarios y a Jake y Sherry como los principales. Me pareció que ellos se asemejaban más a Abbie y a Travis (los personajes principales de la verdadera novela)
En una segunda opinión, me hubiera gustado poner a Moira como mejor amiga (America) de Sherry (Abbie) pero dado a que no encontraba ningún personaje similar a Shepley (el novio de America) para emparejarla, me decidí por el Cleon.
Antes que lo olvide, descargo de responsabilidad: No soy dueña de nada, si quiera de mi propia vida *se esconde en un rincón oscuro* Resident evil y Beautiful Disaster pertenecen a sus respectivos dueños.
¡Espero que les guste!
Capítulo 1:
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Todo en la habitación gritaba que ella no pertenecía ahí. Las escaleras estaban en ruinas, la gente estaba apretada hombro contra hombro, y el aire era una mezcla de sudor, sangre y moho. Las voces se arremolinaban mientras gritaban números y nombres una y otra vez, los brazos se agitaban y se hacían gestos para intercambiar dinero y comunicarse a través del ruido. Se sumergió entre la multitud, siguiendo de cerca a su mejor amiga.
— ¡Guarda bien tu dinero en la billetera, Sherry! — Le gritó Claire. Su amplia sonrisa brillaba aún en la penumbra.
— ¡Quédate cerca! ¡Empeorará una vez que comience! —Apostilló Leon por encima del ruido. Claire tomó su mano y después la de Sherry mientras él las dirigía a través del mar de gente.
El balido agudo de un cuerno de toro sonó en el aire lleno de humo. El ruido la sobresaltó, haciendo que diera un respingo, en busca del origen del estallido. Un hombre estaba parado en una silla de madera, sosteniendo un fajo de billetes en la mano, el cuerno en la otra. Él mantenía el plástico en los labios.
— ¡Bienvenidos al baño de sangre! Si estás buscando Economía 101… ¡Estás en el jodido lugar equivocado, mi amigo! Si buscas el Círculo, ¡Esto es Meca! Mi nombre es Carlos, yo hago las reglas y dirijo la pelea. Las apuestas terminan una vez que los oponentes estén en el suelo. No se permite tocar a los combatientes, no ayudarlos, no cambios de apuestas, y no entrar en el cuadrilátero. ¡Si rompen estas reglas, se les partirá la jeta y serán retirados de aquí sin su dinero! ¡Eso las incluye a ustedes, señoritas! ¡Así que no utilicen sus puterías para estafar al sistema, muchachos!
Leon negó con la cabeza. — ¡Por Dios, Carlos! —gritó al maestro de ceremonias sobre el ruido, claramente desaprobando la elección de palabras.
El corazón martilleaba en su pecho. Con un suéter de cachemir color rosa y unos pendientes de perlas, Sherry se sentía como una maestra de escuela en las playas de Normandía. Le había prometido a Claire que podía enfrentar todo lo que se les pusiera enfrente, pero en la zona cero, se sintió en la necesidad de agarrar los delgados brazos de su amiga con ambas manos. Confiaba en ella completamente a ciegas y sabía que no la expondría al peligro, pero al estar en un sótano con cincuenta o más chicos universitarios borrachos, no estaba exactamente segura de sus posibilidades de salir ilesas.
Después de que Claire conociera a Leon en la clase de orientación de primer año, ella con frecuencia lo acompañaba a las luchas secretas en los diferentes sótanos de la Universidad de Raccoon. Cada evento se llevaba a cabo en un lugar diferente, y se mantenía en secreto hasta una hora antes de la pelea.
Debido a que Sherry pertenecía a un círculo un poco más tranquilo, se sorprendió al saber de un mundo subterráneo en Raccoon; pero Leon lo sabía aún antes de haberse matriculado. Jake, su compañero de cuarto y amigo de la infancia, se inició en su primera pelea siete meses antes. Como estudiante de primer año, se rumoreaba que él era el competidor más letal que Carlos había visto en los tres años desde que creó El Círculo. Comenzando su segundo año, Jake era invencible. Juntos, él y Leon fácilmente pagaban el alquiler y las facturas con las ganancias.
Carlos llevó el cuerno de toro nuevamente a sus labios, y los gritos y movimientos escaldaron a un ritmo febril.
— ¡Esta noche tenemos un nuevo retador! ¡El luchador estelar universitario de Raccoon City, Billy Cohen!
Los gritos siguieron, y la multitud se apartó como el mar rojo cuando Billy entró en la habitación. Un espacio circular fue formado, y el público silbó, abucheó y se burló del rival. Él saltaba, sacudía el cuello de un lado a otro; su rostro severo y concentrado. La multitud se calmó y las manos de Sherry se apretujaron instintivamente sobre sus oídos cuando la música sonó por los grandes altavoces en el otro lado de la habitación.
— ¡Nuestro siguiente combatiente no necesita presentación, pero porque me asusta hasta la mierda, lo haré de todos modos! ¡Sacudan sus botas, chicos, y quítense sus bragas, señoritas! ¡Les presento a Jaaaaake "El mercenario" Mulleeeeeerrr!
El volumen explotó cuando Jake apareció por una puerta de la habitación. Él hizo su entrada, sin camisa, relajado y natural. Echó a andar hacia el centro del círculo, como si se estuviera presentado a otro día en el trabajo. Los músculos se extendían bajo su piel tatuada mientras él chocaba sus puños contra los nudillos de Billy. Con la pedantería a la orden del día, Jake se inclinó y le susurró algo al oído de su contrincante, y el luchador luchó por mantener su expresión severa. Billy se puso cara a cara y lo miró directamente a los ojos. Su expresión era asesina; la de Jake, bueno, claramente divertida.
Los hombres tomaron unos pasos hacia atrás, y Carlos sonó el cuerno. Billy tomó una posición defensiva y atacó a Jake. Con la adrenalina pulsándole en los oídos, Sherry se paró en puntitas cuando perdió la línea de visión, apoyándose de lado a lado, mientras hombros y brazos aleatorios se estrellaban contra ella, haciéndola rebotar de un lado a otro como pelota de ping pong. La parte superior de la cabeza de Billy y Jake se hizo visible, por lo que Sherry continuó abriéndose camino hacia adelante.
Cuando finalmente llegó al frente, Billy había tomado a Jake con sus brazos y ejerciendo palanca, trataba de tirarlo al suelo. Al inclinarse en el movimiento, Billy había descuidado la guardia, por lo que habían bastado segundos para que encontrara la rodilla de Jake estrellándose con fuerza en su cara. Antes de que pudiera evitar el próximo golpe, "El mercenario" volvió a atacar; sus puños hicieron contacto con la cara ensangrentada de Billy una y otra vez.
Sherry dio un respingo y se echó para atrás al sentir unos dedos cerrarse entorno a su brazo.
— ¿Qué demonios estás haciendo, Sherry? —dijo Leon.
— ¡No podía ver desde allí! —Gritó por encima del ruido.
Se volvió justo a tiempo para ver a Billy tirar un puñetazo. Jake se giró, y aunque por un momento pareció una simple evasión, hizo un círculo completo, estrellando su codo derecho en el centro de la nariz de Billy. No le dio tiempo a nada. Un salpicón de sangre le roció la cara a la rubia y se extendió por la parte superior de su suéter. Billy cayó al suelo de cemento con un ruido sordo y por un breve instante la habitación estuvo en completo silencio.
Carlos lanzó una tela roja sobre el cuerpo quieto de Billy y la multitud estalló. El dinero cambió de manos una vez más y las expresiones se dividían entre petulantes y frustradas.
Ante el aturdimiento, Sherry se bamboleó un poco con el movimiento de ida y venida de la gente a su alrededor. En algún momento oyó a Claire vociferando su nombre entre la multitud, pero resultó imposible para la rubia enfocarse en otra cosa que no fuera el camino rojo desde su pecho a la cintura. Aunque pronto un par de botas pesadas y negras que se pararon frente a ella, rompieron con su fascinación y le hicieron desviar la atención al suelo. Sus ojos vagaron hacia arriba; un par de pantalones negros manchados de sangre, otro pack de seis abdominales cincelados, un desnudo y tatuado pecho empapado de sudor y finalmente, un par de ojos celestes tan claros como una laguna escarchada.
Alguien empujó a Sherry por detrás haciéndola trastabillar hacia delante; los brazos de Jake la sostuvieron antes de tropezar y ser aplastada.
— ¡Hey! ¡Piérdete! —gruñó Jake, empujando a cualquiera que se le acercara. Su expresión severa se convirtió en una sonrisa al ver el suéter rosa manchado de sangre, y luego le secó la cara con una toalla—. Lo siento mucho, Pigeon.
(n/a: Pigeon, significa paloma, por tener el pecho manchado de sangre)
"¿Pigeon?" Sherry abrió grande sus ojos celestes "¿Acaba de llamarme paloma?"
Carlos le dio unas palmaditas en la parte posterior de la cabeza a Jake, que no disimuló su interés en ella.
— ¡Vamos, Mercenario! ¡Tienes un poco de dinero esperando por ti!
Sus ojos no se apartaron de los de Sherry, despuntando una sonrisa ladeada.
— Es una lástima sobre el suéter. Se ve bien en ti—
En el momento siguiente, Jake se vio envuelto por los fans, desapareciendo de la misma manera en la que había llegado.
— ¿En qué estabas pensando idiota? — Claire le gritó, tirando de su brazo.
—Vine aquí para ver una pelea, ¿no? —La rubia le sonrió.
—Tú ni siquiera deberías estar aquí, Sherry —La regañó Leon.
—Tampoco Claire —
— ¡Ella no trata de meterse en el círculo! —El rubio frunció el ceño.
_ Okay, ya. Vámonos.
Claire le sonrió mientras le limpiaba la cara con su pañuelito.
—Eres un grano en el culo, Cerecita. ¡Dios, te quiero! — Claire le enroscó el brazo sobre el cuello, mientras el trio se dirigía hacia la salida.
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El viaje a las habitaciones del campus fue tranquilo. Aun así, Claire insistió en acompañar a Sherry a su habitación, solo para burlarse un poco de Becca, su compañera de cuarto. Ni bien cruzó el umbral, Sherry se quitó el suéter ensangrentado con un mohín de disgusto y lo arrojó al cesto de ropa sucia.
—Asqueroso. ¿Dónde has estado? —preguntó Rebecca desde su cama, un libro abierto le descansaba en sus manos, una pila de otros tantos se amontonaban a su lado.
La rubia siguió con la mirada a Claire, en busca de una de sus respuestas clásicas e ingeniosas. La vio encogerse de hombros.
—Sangrado por la nariz. ¿Nunca has visto una de las hemorragias nasales de Cerecita?
Rebecca hizo un mohín y sacudió la cabeza.
—Oh, ya lo harás. Dalo por seguro —
Claire le guiñó un ojo a Sherry a modo de despedida y luego cerró la puerta detrás de ella. Menos de un minuto después, su celular sonó. Por costumbre, la pequeña Redfield, siempre le enviaba un mensaje de texto después de haber dicho adiós.
"Pasaré la noche con Leon. Te veré mañana, Cerecita. Muá!"
Sherry sonrió y negó con la cabeza, arrojando el celular sobre su cama. No recordaba la primera vez que la había oído llamarla cerecita; algún tonto apodo de la preparatoria, supuso. Desvió su atención a Rebecca, que la observaba como si su nariz fuera a punto de convertirse en un grifo de sangre.
—Ella estaba bromeando —Sherry puso los ojos.
Rebecca asintió con indiferencia y luego miró hacia el desorden de libros sobre su colcha.
—Creo que voy a tomar una ducha —Suspiró Sherry, agarrando una toalla y su bolsa de baño.
—Alertaré a los medios de comunicación —bromeó Becca manteniendo su cabeza hacia abajo.
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Al día siguiente, Leon y Claire se unieron a Sherry para el almuerzo. Aunque la joven Birkin tenía toda intención de sentarse sola o en su defecto con esos dos tortolitos, a medida que los estudiantes invadieron la cafetería, las sillas a su alrededor estuvieron llenas por los hermanos de fraternidad de Leon o los miembros del equipo de fútbol americano, por lo que sus esperanzas pronto se esfumaron. Algunos de ellos habían estado en la pelea, pero ninguno mencionó su casi espectáculo en el cuadrilátero.
—Leon —Dijo una voz.
Kennedy asintió con la cabeza, y Claire y Sherry voltearon para ver a Jake tomar asiento al final de la mesa. Fue seguido por dos voluptuosas chicas usando camisetas Sigma Kappa. Una de ellas, Alexia, se sentó en el regazo de Jake y la otra se sentó junto él, acariciando su camisa.
—Creo que he vomitado un poco en mi boca —murmuró Claire.
La rubia en el regazo de Muller se sintió especialmente ofendida. —Te oí, perra.
La sola presencia de Leon impidió que Claire tomara represalias más violentas, por lo que solo tomó una papa frita y la arrojó con desdén al final de la mesa. Antes de que la chica pudiera decir otra palabra, Jake dobló un poco sus rodillas, como intentando apartarla pero sin dejarla caer al suelo.
— ¡Ey! —Chilló, mirando a Jake.
—Necesitas buscar otro regazo, Lex.
— ¡Jake! —Se quejó ella, poniéndose de pie.
Jake volvió su atención a su plato, ignorándola.
Ella miró a su compañera y resopló, después las dos se fueron de mano en mano.
Jake le guiñó un ojo a Claire, como si nada hubiese pasado, llevándose otro bocado a la boca. Fue entonces, luego de la escenita montada, cuando Sherry se dio cuenta de un pequeño corte en la ceja del peleador. Él intercambió miradas con Leon y luego comenzó una conversación con uno de los chicos de fútbol frente a él.
Aunque los estudiantes en la mesa habían disminuido, Claire, Leon y Sherry se quedaron a hablar sobre sus planes para el fin de semana. Jake se levantó para irse, pero se detuvo en el extremo de la mesa que ellos ocupaban.
— ¿Qué? —preguntó Leon en voz alta, llevándose la mano a su oído, jugándoselas de inocente.
Algo le decía que lo evitara y aunque trató, Sherry alzó la mirada cuando se percató de Jake estaba a su lado.
—Ya la conoces, J. ¿La mejor amiga de Claire? Ella estaba con nosotros la otra noche —dijo Leon.
Jake le sonrió en lo que ella supuso, era su sonrisa encantadora. "Genial" Pensó Sherry "Lo que me faltaba. Ya me parecía que este año había comenzado demasiado bien" No quería siquiera hacer contacto visual, pero es que él emanaba sexo, con su enorme cartel por encima de él que gritaba semental rebelde, con su pelo castaño rojizo casi a rapa y sus brazos tatuados. Sherry hizo un esfuerzo por demostrar lo opuesto a lo que despertaba en el género femenino (y se atrevía a decir masculino también) y puso los ojos en blanco en ese torpe intento por coquetearle.
— ¿Desde cuándo tienes una mejor amiga, Claire? —preguntó Jake.
—Desde tercer año de la primaria —Respondió ella, apretando sus labios juntos mientras sonreía en dirección a Sherry—. ¿No recuerdas, J? Tú arruinaste su suéter.
Él sonrió.
—Arruino una gran cantidad de suéteres.
—Ugh —Sherry murmuró con asco.
Jake hizo girar la silla vacía a su lado y se sentó, apoyando sus brazos delante de él.
—Así que tú eres Pigeon, ¿eh?
—No —le espetó— Tengo un nombre.
Parecía divertido por la manera en que le contestó, lo que sólo sirvió para enfadarla más. Odiaba esta clase de tipos.
— ¿Y bien? ¿Cuál es? —Preguntó.
Sherry dio un mordisco por última vez a la manzana, haciendo caso omiso de él.
—Entonces es Pigeon —Se encogió de hombros.
Con acopio de fuerzas para no mostrarse tan irritada por ese simple intercambio, Sherry miró a Claire y luego se volvió a Jake. —Estoy tratando de comer.
Era evidente que Jake se preparó para el desafío que se le presentaba.
—Mi nombre es Jake. Jake Muller.
La rubia volvió a poner los ojos en blanco.
—Sé quién eres.
—Lo sabes, ¿eh? —Jake levantó la ceja herida.
—No te hagas ilusiones. Es difícil no darse cuenta cuando cincuenta borrachos están gritando tu nombre.
Jake se sentó un poco más derecho. —Eso me sucede con frecuencia.
En respuesta, Sherry puse los ojos nuevamente en blanco y él se echó a reír.
— ¿Tienes un tic o algo?
— ¿Un qué?
—Un tic. Tus ojos no dejan de moverse. —Se echó a reír otra vez cuando la miró—. De hecho… bonitos ojos. Aunque de lejos no se distinguen bien —dijo, inclinándose pocos centímetros y bajando el tono de voz, como si meditara algo de capital importancia — Grises azulados… o azules verdosos, aun no lo sé.
Y con descaro le estudió el rostro de cerca. Sherry se enfocó en su plato, dejando que los pocos, cortos y pobres mechones rubios de su flequillo, ocultaran en parte sus ojos y el ligero rubor. "Lindo momento para elegir un cambio y cortarme el pelo" No le gustaba en absoluto la forma en que la hacía sentir cuando estaba tan cerca. No quería ser como las otras chicas de Raccoon que se ruborizaban en su presencia. No quería que le afectara de esa manera… ni de ninguna otra.
— ¡Hey! Ni siquiera pienses en eso, Jake. Ella es como mi hermanita —Advirtió Claire.
—Bebé —dijo Leon con acento abatido—Acabaste de decirle que no. Ahora no parará.
—Tú no eres su tipo —Continuó ella.
Jake fingió estar ofendido. — ¡Pff! ¡Por favor, soy el tipo de todas!
Sin dudas el grupo era muy pintoresco, y Sherry no pudo evitar sonreír ante la locuacidad de Jake. Lo miró con una sonrisa ladeada.
— ¡Ah! Una sonrisa. No soy un podrido bastardo después de todo —Él le guiñó un ojo—. Fue un placer conocerte, Pigeon—Como último acto, caminó alrededor de la mesa y se inclinó al oído de Claire.
Leon le lanzó una papa frita, que hubiera sido un manotazo si no estuviera tan lejos.
— Más vale que alejes la boca antes de que te la parta, J.
— ¡Me retiro! ¡Me retiro! —Jake mostró sus manos en un gesto inocente.
Unas chicas siguieron detrás de él, riendo y pasándose los dedos por el cabello para llamar su atención. Él abrió la puerta para ellas y casi gritaron de deleite.
Claire se echó a reír. —Oh, no. Estás en problemas, Cerecita.
— ¿Qué te dijo? —Sherry preguntó con cautela.
—Él quiere que la lleves a casa, ¿verdad? —dijo Leon. Claire asintió y él negó con su cabeza— Eres una chica inteligente, Sherry. Te lo digo ahora, si caes en su juego y terminas enojada con él, no llegues a tomártelo contra nosotros, ¿De acuerdo?_ E hizo un gesto con su dedo entre Claire y él.
Sherry le sonrió. —No voy a caer en su juego, Leon. ¿A caso parezco a una de esas Barbie huecas para ti?
—Ella no caerá en su juego —le aseguró Claire, tocando su brazo.
—Este no es mi primer rodeo, nena. ¿Sabes cuántas veces ha jodido las cosas para mí, porque él duerme con la mejor amiga? ¡De pronto es un conflicto de intereses salir conmigo porque es fraternizar con el enemigo! Te lo digo, Sherry —Y la miró con abierta seriedad—No le digas a Claire que ella no puede salir conmigo porque caíste enamorada por los coqueteos de Jake. Considérate advertida.
—Innecesario, pero se te agradece —Aseveró la rubia. Trató de asegurarle con una sonrisa, pero su pesimismo se veía impulsado por los actos de Jake.
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Claire la saludó con su mano, yéndose con Leon mientras Sherry caminaba a su siguiente clase. Entrecerró los ojos ante el sol brillante, y ajustó las correas de su mochila. Raccoon era exactamente lo que ella esperaba… en teoría; desde las pequeñas aulas hasta las caras desconocidas. Era un nuevo comienzo para ella; finalmente podía caminar a algún lugar sin los susurros de los que sabían—o creían saber—acerca de su pasado. Era indistinguible como cualquier otra estudiante de primer año en su camino a clase; sin miradas, sin rumores, sin lastima o criterios. Sólo la ilusión de lo que ella quería que ellos vieran: vestida de cachemira, sin sentido alguno, solo Sherry Birkin.
Al llegar a clase, puso su mochila en el suelo y se derrumbó en la silla con un suspiro, inclinándose para tomar la portátil de su bolso. Cuando se incorporó para ponerla sobre el escritorio, se encontró con Jake sentándose en el escritorio siguiente.
"Tienes que estar jodiéndome" Gruñó para sus adentros.
—Bien. Así puedes tomar apuntes por mí—Admitió Jake. Mordía una pluma y le sonreía; sin duda su mejor sonrisa.
El mal genio de Sherry optó por cantar presente y le lanzó una mirada de disgusto.
—Ni siquiera estás en esta clase.
—Qué si no. Por lo general me siento allá— Dijo, apuntando con la cabeza a la fila superior. Un pequeño grupo de chicas los estaban mirando y Sherry se percató de una silla vacía en el centro.
—No tomaré notas por ti — Aseguró la rubia, encendiendo su computadora.
Con una pronta seriedad, Jake se inclinó tan cerca que ella pudo sentir su aliento cálido y de agradable sabor a menta sobre la mejilla.
—Lo siento… ¿Te ofendí de alguna manera?
Sherry suspiró y negó con la cabeza.
—Entonces, ¿Cuál es tu problema?
Era evidente que tenía que ser más explícita con su negativa. La vergüenza y la buena educación no le permitían apartarlo a gritos. De igual modo, Sherry habló en un tono en extremo bajo.
—No me acostaré contigo. Debes darte por vencido ahora mismo.
Una sonrisa se formó en el rostro de Jake antes de hablar.
—No te he preguntado si dormirías conmigo —Sus ojos se dirigieron al techo en concentración— ¿O sí?
—No soy una de esas Barbie o una de tus groupies de allá arriba — Sherry aclaró en un tono mordaz, mirando a las chicas detrás de ellos. Envalentonada por la irritación que le causaban los tipos como Jake, siguió — No estoy impresionada por tus tatuajes, o tu encanto, o tu forzada indiferencia, por lo que puedes detener tu plan, ¿De acuerdo?
—Está bien, Pigeon. —Él era impermeable contra su rudeza—. ¿Por qué no vienes con Claire esta noche?
Aunque intentó reír con disgusto ante su petición, Sherry no consiguió que él se apartara.
—No estoy tratando de birlarte. Sólo quiero pasar el rato.
— ¿Birlarme? ¿Cómo consigues tener sexo hablando de esa manera?
Jake se echó a reír, sacudiendo su cabeza. —Sólo ven. Ni siquiera coquetearé contigo, lo juro.
—Voy a pensarlo.
El Profesor Saddler entró y Jake se volvió al frente de la habitación. Una sonrisa permaneció en su rostro, haciendo el hoyuelo 'adorable' en su mejilla, aún más notorio. Entre más reía, Sherry más quería odiarlo, sin embargo era justo eso lo que hacía imposible odiarlo.
— ¿Quién me puede decir cuál presidente tenía una amante? —preguntó Saddler.
—Asegúrate de escribir eso —susurró Jake— Necesitaré saber eso para las entrevistas de trabajo.
—Shh —Lo amonestó Sherry, escribiendo cada palabra del profesor.
Jake sonrió y se relajó en su silla. Mientras la hora pasaba, él alternaba entre bostezar y apoyarse contra el brazo de Sherry para mirar el monitor. Nadie podía negar que ella estaba haciendo un tremendo esfuerzo para ignorarlo, pero su proximidad y sus abultados músculos de su brazo lo hacían difícil, al igual que esa tonta actitud inocente, como cuando jugaba con la pulsera de cuero negro alrededor de la muñeca delgada de Sherry, tanto hasta que Saddler terminó la clase.
Sherry se apresuró hacia la puerta y el pasillo. Justo cuando se sentía a una distancia segura, Jake Muller estaba a su lado.
— ¿Has pensado en ello? —preguntó, colocándose sus gafas de sol.
Una pequeña morena se puso delante de ellos, con los ojos abiertos de esperanza.
—Hola, J. —dijo, jugando con su pelo.
Sherry se detuvo, retrocediendo por su tono de voz dulce y luego caminó a su alrededor para esquivarlos a ambos. La había visto antes, hablando normalmente en el área de los dormitorios de las chicas, en Raccoon Hall. Su tono de voz sonaba más maduro y Sherry se preguntó por qué ella creía que Jake encontraría su tono de niña atractivo. Ella balbuceó en una octava más alta por un tiempo más hasta que él estuvo nuevamente al lado de Sherry.
Sacando un encendedor de su bolsillo, Jake encendió un cigarrillo y exhaló una nube espesa de humo.
— ¿En dónde estaba? Ah, sí… tú estabas pensando.
Sherry hizo una mueca.
— ¿De qué estás hablando?
— ¿Has pensando en venir?
—Si digo que sí, ¿Dejarás de seguirme?
Jake consideró su estipulación y luego asintió.
—Sí.
—Entonces iré.
— ¿Cuándo?
Sherry suspiró.
—Esta noche. Iré esta noche.
Jake sonrió y se detuvo en seco.
—Genial. Te veré después, Pidge —gritó detrás de ella.
Sherry apretujó la correa de su mochila alrededor de sus dedos y apresuró el paso. Doblando en la esquina, se encontró con Claire junto a Alfred fuera de su dormitorio. Ellos tres habían terminado en la misma mesa en clase de orientación para primer año, y desde allí supieron que él sería la tercera rueda de su bien engrasada máquina. Él no era excesivamente alto, pero aun así mucho más que el metro con sesenta y cuatro centímetros de Sherry. Sus ojos azules compensaban sus rasgos delgados y finos, y su pelo rubio por lo general era estilizado hacia atrás.
— ¿Jake Muller? Jesús, Sherry, ¿Desde cuándo comenzaste a pescar en la parte profunda? —dijo Alfred, con desaprobación en sus ojos.
Claire sacó el chicle de su boca en una larga cuerda.
—Sólo lo estás empeorando por ignorarlo. Él no está acostumbrado a eso.
— ¿Qué sugieres que haga? ¿Dormir con él?
Claire se encogió de hombros.
—Te ahorrará tiempo.
—Le dije que iría esta noche.
Alfred y Claire intercambiaron miradas.
— ¿Qué? Él prometió dejarme de molestar si decía que sí. Tú irás esta noche, ¿verdad?
—Bueno, sí —dijo Claire— ¿En verdad vendrás?
Sherry le sonrió y pasó junto a ellos hacia el dormitorio, preguntándose si Jake podría cumplir su promesa de no coquetear. Él no era difícil de descifrar; o la veía como un reto, o lo suficientemente repelente como para ser una simple buena amiga. No estaba segura cuál le molestaba más.
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Cuatro horas después, Claire llamó a la puerta de Sherry para ir a casa de Leon y Jake. Ella no se contuvo cuando la vio salir al pasillo.
— ¡Qué asco, Sherry! ¡Pareces una vagabunda!
—Bien —Dijo, sonriendo a su atuendo.
Había sujetado su cabello corto con un par de presillas, que en realidad lo hacían ver más desordenado que si no las tuviera. Se había lavado el maquillaje de la cara y sustituido los lentes de contacto por sus gafas con montura negra. Luciendo una camiseta quizás el doble de su talla y unos pantalones de chándal, había terminado el look con un par de chanclas. La 'grandiosa' idea se le había ocurrido horas antes; no ser atractiva era el mejor plan. Obviamente, Jake estaría desanimado inmediatamente y detendría su ridícula persistencia. Si él estaba en busca de un amigo, entonces sería muy poca cosa para que ella sea vista a su lado.
Claire bajó la ventanilla y escupió su goma de mascar.
—Eres tan obvia. ¿Por qué no rodaste en mierda de perro para completar tu atuendo?
—No estoy tratando de impresionar a nadie —Aseveró la rubia.
—Obviamente.
Se detuvieron en el estacionamiento del apartamento de Leon, y Sherry siguió a Claire por las escaleras. El rubio abrió la puerta, riendo al descubrir el atuendo de Sherry.
— ¿Qué te pasó a ti?
—Está tratando de no impresionar —dijo Claire.
Ella siguió a Leon a su habitación. La puerta se cerró y Sherry se quedó sola, sintiéndose completamente fuera de lugar. Se sentó en el sillón cercano a la puerta y se quitó las sandalias.
A decir verdad, el apartamento era más agradable que el típico apartamento de soltero. Los posters predecibles de mujeres medio desnudas y señales de tránsito estaban en las paredes, pero aparte de eso estaba limpio, los muebles eran nuevos y el olor a ropa sucia y de cerveza no estaba presente.
—Ya era hora de que llegaras —dijo Jake, colapsando en el sofá.
Sherry sonrió y empujó las gafas sobre el puente de la nariz, esperando a que él prestara atención a su apariencia.
—Claire tenía un ensayo que terminar.
—Hablando de ensayos, ¿Ya has comenzado el de historia?
Él ni siquiera se inmutó por su cabello desordenado y Sherry frunció el ceño ante su reacción.
— ¿Tú?
—Lo terminé esta tarde.
—Pero no se entregará hasta el próximo miércoles — Murmuró sorprendida.
—Sólo para borrarlo de la lista. ¿Qué tan difícil puede ser un ensayo de dos páginas sobre Grant?
—Me imagino que soy floja, entonces —Se encogió de hombros— Es probable que lo comience hasta este fin de semana.
—Bueno, si necesitas ayuda, házmelo saber.
Sherry esperó a que se riera para rematar su chiste, o que al menos mostrara algún signo de que estaba bromeando, pero su expresión era sincera. Ella levantó una ceja.
— ¿Tú me vas a ayudar con mi ensayo?
—Tengo una A en esa clase —Dijo un poco molesto ante su incredulidad.
—Él tiene A en todas sus clases. Es un jodido genio. Lo odio —dijo Leon mientras entraba en la habitación de la mano de Claire.
Sherry miró a Jake con una expresión dudosa y sus cejas se levantaron.
— ¿Qué? ¿No crees que un hombre cubierto de tatuajes y que intercambie golpes para ganarse la vida no pueda obtener buenas calificaciones? No estoy en la escuela porque no tenga nada mejor que hacer.
— ¿Por qué tienes que luchar, entonces? ¿Por qué no aplicas para becas? —
—Ya lo hice. Se me concedió la mitad de mi matrícula. Pero hay libros, gastos, y tengo que obtener la otra mitad. Lo digo en serio, Pidge. Si necesitas ayuda con algo, sólo pregunta.
—No necesito tu ayuda. Soy capaz de escribir un ensayo. —Quería dejarlo en eso. Debía haberlo dejado en eso, pero lo nuevo que le había revelado roía en su curiosidad—. ¿No puedes buscar otra cosa que hacer para ganarte la vida? Algo menos, no sé, ¿sádico?
Jake se encogió de hombros.
—Es una manera fácil de ganar dinero. No puedo ganar lo mismo trabajando en el centro comercial.
—Yo no diría que es fácil si estás recibiendo golpes en la cara.
— ¿Qué? ¿Estás preocupada por mí? — Le guiño un ojo, Sherry hizo una mueca y él rió entre dientes— No soy golpeado con tanta frecuencia. Si tratan de golpearme, me muevo. No es tan difícil.
Ella rió un poco —Actúas como si nadie más haya llegado a esa conclusión.
—No es solamente lanzar un golpe, recibirlo y contraatacar. Eso no va a ganar una pelea.
En su clásico gesto, Sherry puso los ojos en blanco.
— ¿Quién eres, Karate Kid? ¿Dónde aprendiste a luchar?
Leon y Claire se miraron y luego sus ojos se posaron en el suelo. A Sherry no le tomó mucho tiempo para reconocer que había dicho algo malo.
Jake no parecía afectado.
—Tuve un padre con problemas alcohólicos y mal temperamento y cuatro hermanos mayores que portaban el gen de idiotez.
—Oh— Sherry no necesitaba que le dijeran de qué color se veía. Sus orejas y mejillas ardían.
—No te avergüences, Pidge. El viejo dejó de beber, los hermanos maduraron.
—No estoy avergonzada— Ella jugueteó con las puntas que se habían soltado de sus presillas para el cabello y luego decidió soltarlo y arreglarlo en otro moño, tratando de ignorar el silencio incómodo.
—Me gusta tu aspecto al natural. Las chicas no vienen aquí así.
—Fui obligada a venir aquí. No se me ocurrió que debía impresionarte—Replicó, enfadada de que su plan hubiese fracasado.
Él sonrió con su sonrisa infantil, divertida, la cual incremento la ira de Sherry, esperando que su mala actitud cubriera su inquietud. No sabía cómo la mayoría de las chicas se sentían a su alrededor, pero había visto su comportamiento. Estaba experimentando un desorientado y nauseo sentimiento en lugar de la clásica calidez de colegiala, y entre más él intentaba hacerla reír, más inestable se sentía.
—Ya estoy impresionado. Normalmente no tengo que rogar para que las chicas vengan a mi apartamento.
—Estoy segura— Respondió, haciendo una mueca de disgusto.
Él era tan seguro de sí mismo. No sólo estaba descaradamente consciente de su físico, él estaba acostumbrado a que las mujeres se le lanzaran encima, por lo que él consideraba su actitud fría como algo refrescante en lugar de un insulto. Sherry tendría que cambiar de estrategia.
Claire apuntó el control remoto al televisor y la encendió. —Hay una buena película esta noche. ¿Alguien quiere saber dónde está Baby Jane?
Jake se puso de pie. —Estaba a punto de ir a cenar. ¿Tienes hambre, Pidge?
—Ya comí —Sherry se encogió de hombros.
—No, no lo has hecho —dijo Claire, antes de darse cuenta de su error— Oh… es cierto, se me olvidaba que tú tomaste una ¿pizza? Antes de irnos.
Sherry hizo una mueca ante el miserable intento de su amiga para arreglar su metida de pata, y luego esperó la reacción de Jake.
Él cruzó la habitación y abrió la puerta.
—Vamos. Tienes que tener hambre.
— ¿A dónde vamos?
—Dondequiera que tú desees. Podemos ir a una pizzería.
Sherry miró su ropa. —Realmente no estoy vestida.
Él la observó por un momento y luego sonrió. —Te ves bien. Vamos, que estoy muriendo de hambre.
Sherry se puse de pie y se despidió de Claire, pasando a Jake para bajar las escaleras. Se detuvo en el estacionamiento, mirando con horror como él se montó en una motocicleta de color negro.
—Uh… —Se había quedado sin palabras, arrugando los dedos de sus pies expuestos.
Él le lanzó una mirada impaciente. —Oh, sube. Iré lento.
— ¿Qué es eso? —preguntó la rubia, leyendo la escritura en el tanque de gas.
—Es una Harley Night Rod. El amor de mi vida, así que no rayes la pintura cuando te subas.
— ¡Estoy usando sandalias!
Jake se la quedó mirando como si hubiera hablado en un idioma extranjero.
—Y yo llevo botas. Sube.
Se puso sus gafas de sol y el motor rugió cuando lo trajo a la vida. Sherry se subió y buscó algo a que aferrarse, pero sus dedos se deslizaron del cuero a la cubierta de plástico de la luz trasera.
Jake la agarró por las muñecas y las envolvió en torno a su cintura.
—No hay nada de que aferrarte excepto de mí, Pidge. No me sueltes. —dijo, empujando la moto hacia atrás con los pies.
Con un movimiento de su muñeca, salió a la calle, y se dirigió como un cohete. Los cortos mechones de su cabello que colgaban de las presillas, golpeaban contra su cara, y Sherry se escondió detrás de Jake, incapaz de gritarle por encima del hombro sin tragarse algún bicho en el intento.
Una vez que se detuvieron en la entrada del restaurante, y que Jake estacionó, Sherry no perdió tiempo para volver a la seguridad del concreto, temblando como un gato mojado y muy malhumorado.
— ¡Eres un loco!
Jake se echó a reír, apoyando su motocicleta sobre el pie de apoyo antes de bajar.
—Conduje al límite de velocidad.
— ¡Sí, si estuviéramos en la autopista! —Le espetó, quitándose las presillas para peinarse con los dedos.
Jake la vio retirar el pelo de su rostro y luego se dirigió a la puerta, manteniéndola abierta.
—No dejaría que nada te pasara, Pigeon.
Sherry pasó junto a él para entrar al restaurante. Su cabeza aún no estaba en sintonía con sus pies. El aroma a grasa y condimentos llenaban el aire mientras ella lo siguió. Jake eligió una mesa en la esquina, lejos de los grupos de estudiantes y familias, y pidió dos cervezas, mientras Sherry escaneaba la habitación, mirando a unos padres que persuadían a sus niños a comer, y mirando a otro lado ante las miradas curiosas de los estudiantes de Raccoon.
—Claro, J—dijo la camarera, escribiendo las bebidas. Ella parecía un poco drogada ante su presencia mientras regresaba a la cocina.
Sherry acomodó su cabello detrás de las orejas, de repente avergonzada por su apariencia. — ¿Vienes aquí a menudo? —
Jake se inclinó sobre la mesa con los codos, sus ojos como el hielo fijos en ella.
—Así qué, ¿cuál es tu historia, Pidge? ¿Eres una odia-hombres en general o sólo me odias a mí?
—Creo que sólo a ti —Se quejó.
Se echó a reír una vez más, divertido por su estado de ánimo.
—No puedo comprenderte. Tú eres la única chica que ha estado disgustada conmigo antes del sexo. No te pones nerviosa cuando hablas conmigo y no tratas de llamar mi atención.
—No es un truco. Simplemente no me caes bien.
—No estarías aquí si no te gustara.
El ceño de Sherry involuntariamente se suavizó y suspiró.
—No digo que eres una mala persona. Simplemente no me gusta ser un objetivo por el sólo hecho de tener una vagina. —Se concentró en los granos de sal en la mesa hasta que oyó un sonido ahogado en la dirección de Jake.
Sus ojos se agrandaron y se estremecía de la risa.
— ¡hahá! ¡Eres terrible, pidge! Eso es. Hemos de ser amigos. No voy a aceptar un no por respuesta.
—No me importa ser amigos, pero eso no quiere decir que tratarás de meterte en mis bragas cada cinco segundos.
—No dormirás conmigo. Lo entiendo.
Sherry trató de no reír, pero no pudo.
—Te doy mi palabra. Ni siquiera pensaré en tus bragas… a menos que quieras que lo haga.
La rubia se inclinó sobre sus codos.
—Y eso no sucederá, por lo que podemos ser amigos.
Una sonrisa traviesa apareció en el rostro de Jake mientras él se inclinaba un poco más cerca.
—Nunca digas nunca.
Por unos segundos que parecieron años, se sostuvieron la mirada desafiante, hasta que Sherry se enderezó, cambiando el enfoque de la conversación.
—Entonces, ¿cuál es tu historia? —Le preguntó—. ¿Siempre has sido Jake "el Mercenario" Muller o sólo desde que llegaste aquí? —Ella hizo las comillas con sus dedos y por primera vez notó que la confianza de Jake se desvanecía. Él parecía un poco avergonzado.
—No. Carlos comenzó eso después de mi primera pelea.
Sus respuestas cortas estaban comenzando a fastidiarla.
— ¿Eso es todo? ¿No me dirás nada acerca de ti mismo?
— ¿Qué quieres saber?
—Las cosas normales. De dónde eres, lo que quieres ser cuando seas grande… cosas así.
—Soy de aquí, nací y crecí, y estoy matriculándome en justicia criminal.
Con un suspiro, desenrolló sus cubiertos y los enderezó junto a su plato. Él miró sobre su hombro, y Sherry notó que su mandíbula se tensaba un poco por los que los rodeaban. Dos mesas ocupadas por el equipo de fútbol soccer de Raccoon estalló en carcajadas, y Jake parecía estar molesto por lo que se reían.
—Estás bromeando. —Continuó Sherry con incredulidad.
—No, soy un local. —dijo él, distraído.
—Me refería sobre tu especialidad. No pareces ser el tipo de justicia criminal.
Sus cejas se juntaron, de pronto concentrado en la conversación.
— ¿Por qué?
Ella recorrió con la vista los tatuajes que cubrían sus brazos.
—Sólo voy a decir que pareces más criminal y menos justicia.
—No me meto en problemas… en su mayor parte. El viejo era muy estricto.
— ¿Dónde estaba tu mamá?
—Ella murió cuando yo era niño —dijo como sin nada.
—Yo… yo lo siento. —Murmuró Sherry, sacudiendo la cabeza. Su respuesta la había pillado con la guardia baja.
Él rechazó su simpatía.
—No me acuerdo de ella. Mis hermanos lo hacen, pero yo sólo tenía tres años cuando murió.
—Cuatro hermanos, ¿eh? ¿Cómo logras mantenerlos en regla? —Se burló para calmar la tensión.
—Los mantengo por quien golpea más fuerte, lo que también es de mayor a menor. Curtis, los mellizos… Josh y Brad, y Steve. Nunca, nunca estés sola en un cuarto con Josh y Brad. Aprendí la mitad de lo que hago en el Circulo de ellos. Steve era el más pequeño, pero él es rápido. Él es el único que puede azotarme un golpe, ahora.
Sherry negó con la cabeza, atónita ante la idea de cinco Jakes corriendo en un hogar.
— ¿Todos tienen tatuajes?
—Más o menos. Excepto Cutis. Él es un ejecutivo en Harvardville.
— ¿Y tu papá? ¿Dónde está?
—Por ahí —dijo. Su mandíbula tensa nuevamente, cada vez más irritado con el equipo de fútbol.
— ¿De qué se están riendo? —Sherry accedió finalmente, señalando a la mesa ruidosa.
Él negó con la cabeza, claramente sin querer compartir. Ella, en incremento disgustada, se cruzó de brazos y se retorció en su asiento, nerviosa sobre lo que estaban diciendo que le causó tanto enfado.
—Cuéntame.
—Se están riendo de mí por tener que llevarte a cenar, primero. No es por lo general… lo mío.
— ¿Primero? —
Cuando la comprensión se posó en la cara Sherry, Jake hizo una mueca de dolor al mirarla. Ella habló antes de pensar.
— Y yo que tenía miedo de que se estuvieran riendo de ti por ser visto conmigo así vestida, y ellos creen que voy a dormir contigo —Se quejó.
— ¿Por qué no querría ser visto contigo?
— ¿De qué estábamos hablando? —Preguntó, tratando de evitar el sonrojo en sus mejillas.
—De ti. ¿Cuál es tu especialidad? —preguntó.
—Oh, eh… educación general, por el momento. Todavía estoy indecisa, pero me estoy inclinando hacia contabilidad.
—Tú no eres de aquí, sin embargo. Debes ser un trasplante.
—Tall Oaks. Igual que Claire.
— ¿Cómo llegaste hasta aquí desde Tall Oaks?
Ella tomó la etiqueta de la botella de cerveza y jugueteó un poco.
—Sólo teníamos que escapar.
— ¿De qué?
—Mis padres.
—Oh. ¿Qué hay sobre Claire? ¿Ella tiene problemas con sus padres, también?
—No, Mark y Pam son geniales. Ellos prácticamente me criaron. Ella sólo vino a lo largo; no quería que yo viniese sola.
Jake asintió con la cabeza.
—Así que, ¿por qué Raccoon?
— ¿Qué pasa con el tercer grado? —Apuntó Sherry. Las preguntas estaban dirigiéndose de una pequeña charla a lo personal, y estaba comenzando a sentirse incómoda.
Varias sillas entrechocaron cuando el equipo de fútbol abandonó sus asientos. Intercambiaron una última broma antes de serpentear hacia la puerta. Los que estaban en la parte trasera empujaron a los de adelante para escapar antes de que Jake hiciera su camino a través de la habitación. Se sentó, obligando a la frustración y la ira a desvanecerse.
Sherry alzó una ceja.
—Ibas a decir por qué elegiste Raccoon —dijo.
—Es difícil de explicar, —Añadió la rubia, encogiéndose de hombros—. Creo que sólo se sentía bien.
Él sonrió cuando abrió el menú.
—Sé lo que quieres decir.
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Hasta acá, fin del primer capítulo. Dejame saber lo que pensas en los comentarios ;)
