Hola a todos, antes que nada me presento. Soy Ghost Steve y aunque llevo ya algún tiempo como autor de fanfics apenas estoy comenzando a publicar historias sobre anime. Esta vez quise hacer una historia sobre uno de mis animes (y series en general) preferidos: Clannad. Quiero aclarar que no soy ningún experto en esto ni me considero un gran autor, solo alguien que logra darse un poco de tiempo libre para escribir un montón de sandeces que se le ocurren, esperando que sean de su agrado. También aclaro que tengo una extraña obsesión por los elementos de horror, como fantasmas y monstruos, así que quise experimentar con un género que según veo no se ha hecho por estos lados de la página, el horror... aunque claro, tampoco pretendo hacer algo que espante a los lectores, solo tocar temas sobrenaturales, jeje.
Aunque es mas que obvio se que debo aclarar que esta serie, así como sus personajes, no me pertenecen y no me estoy beneficiando económicamente por este fanfic, su única función es la de entretener. También les recuerdo que la única retribución que aquí se consigue son los reviews de los que muy amablemente leen estas cosas, así que les agradeceré infinitamente sus comentarios con sus opiniones y criticas constructivas o lo que tengan que decir. Cómo ultima aclaración les comento que este relato ocurre después del final de "Clannad After Story" (para que la vean si no lo han hecho, jojo) y que se esperen cualquier cosa... me gusta jugar mucho con los personajes y las situaciones.
En fin, por mi parte es todo y los dejo con el primer capítulo de esta historia que hago en honor a esta extraordinaria serie y a uno de mis personajes preferidos de la misma. Saludos!
En el Mundo que Terminó
Capítulo 1: Ridícula Existencia
El final de todo se aproximaba, ya no había esperanza. Ni un leve rayo de luz que alimentara ese anhelo de que el mundo en que por tanto tiempo habíamos habitado continuara existiendo. No había de otra más que aceptar con serenidad y resignación el apocalipsis que se avecinaba. Todo era tan injusto, como si el destino mismo nos escupiera en la cara y después se burlara.
Yo quería existir, la sola idea de desaparecer y terminar en el olvido me eran inaceptables. Aunque una parte de mi no entendía el porqué de este deseo. Mi mundo era horrible. Solo, aburrido, deprimente y mediocre. Únicamente en él nos encontrábamos tres individuos y para colmo de males, los otros dos vivían ajenos e ignorantes a mi presencia.
La chica vestida de blanco y el pequeño ser hecho de chatarra siempre estaban juntos y por lo visto pretendían irse de aquí antes de que todo se fuera al demonio. Estaban construyendo una maquina que se los llevaría volando a los dos… solo a ellos… ¿Por qué a mí no? Yo era parte de este universo, yo estuve aquí incluso desde antes que ellos pero por algún motivo me ignoraban, ni siquiera podían verme.
Estaba atrapado en este funesto mundo, un mundo ingrato que yo detestaba con todo mi ser, un mundo que a pesar de ser yo parte de él permanecía ajeno a mi existencia. Por demasiado tiempo fui víctima de esa frustración mientras varios sentimientos crecían en mi ser: Miedo, soledad, tristeza. Pero sobre todo, odio y rencor.
Los detestaba a todos, a mí mismo incluso. Era como un monstruo en busca de su creador para vengarse de él, poder desquitarse de darle esta vomitiva vida. Yo no era nada, no poseía nada. Solamente miseria y soledad era lo que había experimentado en ese mundo que estaba por terminar.
Pero no estaba dispuesto a acabar mi existencia de esa forma, al igual que mis egoístas acompañantes yo iba a salir de ahí, me iría a un lugar lejos de todo ese apocalipsis. Me iría, escaparía, y si para eso tenía que colarme en la maquina voladora que la mocosa y el montón de chatarra habían creado lo haría.
La nieve ya cubría hasta donde alcanzaba la vista y un frío insoportable nos envolvía. Yo sabía que la chica no resistiría mucho más tiempo si permanecía aquí, por lo que el viaje tendría que ser pronto. No tenía tiempo que perder. De esa forma, cuando esos dos se descuidaron, me escabullí y entré a su máquina voladora para esperar a que ellos la activaran.
Y ahí estuve por horas y horas. La nieve cada vez cubría más superficie del mundo que dejábamos y ellos no regresaban. Comencé a preocuparme ya que rayos de luz comenzaban a aparecer en el cielo, lo que significaba que nuestro universo estaba a punto de colapsar. Salí de mi escondite confiado de que al ser yo un ente invisible no importaba si ellos andaban cerca. Sería muy desafortunado que justo ahora reconocieran mi existencia.
Todo el paisaje a mi alrededor era de color blanco y en el horizonte los rayos de luz que caían del cielo parecía que quemaban la tierra que tenían debajo. No tardé mucho en divisar dos figuras tiradas a unos cuantos metros de distancia. Me acerqué y comprobé lo que estaba temiendo, eran ellos.
Tal y como lo había supuesto, el frío estaba siendo demasiado para la niña. Ella se mantenía recostada mirando a su acompañante metálico mientras decía unas cosas sin sentido. No lograba entenderla muy bien ya que una extraña voz comenzaba a resonar en mis oídos.
Ushio… Ushio… Ushio
Ese era el nombre de la chica, por alguna razón lo sabía. La voz se silenció de pronto y pude entender lo que ella hablaba. Le estaba explicando al pequeño robot sobre otra dimensión donde ambos se habían conocido y a donde estaban por llegar para reencontrarse. Yo estaba realmente confundido al igual que el otro sujeto. ¿Significaba acaso que ellos existían en otro lugar y en otro tiempo?
Entonces aunque aquí murieran y desaparecieran… ¿en el otro mundo volverían a nacer? ¿O seguirían existiendo?... pero algo que mas me inquietaba… ¿Yo también tendría un futuro en otro mundo?
Tomoya… Tomoya… Tomoya
La voz volvió a decir y sin saberlo supe también que ese era el nombre del pequeño robot. ¿Por qué demonios sabía quiénes eran ellos y no conocía mi propio nombre? ¿Era acaso tan insignificante y patético que yo mismo me ignoraba y me olvidaba?
Ahora si estaba enojado, furioso mejor dicho. Sin embargo lo que sucedió a continuación cambió rotundamente mi estado de ánimo. Ushio, la niña, comenzó a brillar a la vez que decía una palabra… papá. ¡Se lo estaba diciendo a su amigo! Entonces todo este tiempo ese lazo había sido en verdad fuerte y puro. Quizás por eso yo no encajaba, porque yo debí ser alguien ajeno a ellos. Aún así no me sentía feliz, de hecho creo que mi soledad creció.
El resplandor que emanaba de Ushio se incrementó a tal grado que no pude continuar viéndola. La tierra tembló y vi como Tomoya comenzaba a destruirse por esa energía que salía despedida. El momento había llegado, tenía que irme de ahí en el acto o quién sabe si volvería a ver un mañana. Lo mas rápido que pude corrí a la maquina y ahí me encerré. No sabía cómo funcionaba, no podría usarla como vehículo pero tal vez si como refugio.
Me escondí y cerré los ojos víctima del pánico. Sentía todo mi ser temblando por el estruendo y un ruido ensordecedor me torturó por un tiempo, no sé si fueron segundos o minutos, pero fue horrible. Si lo que la chica había dicho era verdad entonces esos dos no tendrían nada de qué preocuparse, ni yo debía sentirme mal por dejarlos afuera. Total, ellos irían a la otra dimensión y tendrían nuevas vidas. Pero no sabía si yo también, ni siquiera mi nombre recordaba, ¿cómo podría aspirar a tener otra vida?
La luz era tan intensa que aunque tenía los ojos cerrados podía verla. Era como si me quemaran las retinas, como si toda mi piel ardiera. Me sentía dentro de un implacable sol que me desintegraba lenta y dolorosamente. Jamás entenderé como es que sobreviví a todo eso… si es que alguna vez había estado vivo.
Finalmente la paz volvió y una infinita calma me invadió. Cuando abrí los ojos aún estaba dentro de la maquina voladora, pero esta se encontraba en muy mal estado. Ahora flotaba en un lugar oscuro con leves destellos de colores a mí alrededor. ¿Acaso esa era la otra dimensión? ¿O era el mundo de la muerte?
-No estás muerto.
Aquella voz volvió a escucharse, esta vez más clara y formando oraciones completas. Me hablaba solo a mí, entonces decidí contestarle.
-¿Quién eres?
-Eso no importa. Una mejor pregunta es, ¿quién eres tú?
-Yo… no tengo idea.
-Eso está muy mal, puesto que sabes quienes son Tomoya y Ushio.
-No entiendo porque… de verdad no se lo que pasa conmigo, estoy muy confundido.
-Sabes que son padre e hija.
-Si… pero…
-Sabes que ahora están en el otro universo reencontrándose.
-Detente por favor…
-Sabes incluso como son físicamente.
-¡Cállate!- grité comprendiendo que era verdad. La imagen de un joven de cabello azulado, alto y delgado vino a mi mente. Así mismo de una bebita que acababa de nacer, luego de una niña idéntica a su madre. Los conocía, sabía cómo vivirían, sabía que era de ellos. Incluso conocía a toda su familia. Nagisa, Sanae, Akio, a todos. Y aún así yo no aparecía, yo no era nadie. Era frustrante.
-Relájate… tu también existes en ese mundo.
Esa declaración de aquella voz amiga me llenó de esperanza. Tanto que no pude evitar llenarla de nuevas preguntas sobre mí, sobre esa persona que compartía mi alma. No obstante su respuesta no me dejó suficientemente satisfecho.
-Existes… eres cercano a ellos… Pero tampoco creas que demasiado importante.
-¿De qué hablas?
-No has encontrado el amor… nadie te toma en serio… nadie se preocupa por ti… solo eres uno más, un bufón que muchos consideran patético.
-No… no puede ser… ¿aquí también?
-Tú estás maldito, la creación te odia. ¡Todos te han dado la espalda!
Lloré entonces, mi vida carecía de todo sentido ahora que lo pensaba bien. Dije lo único que pude pensar en ese momento.
-Tal vez debería desaparecer.
-Tal vez… si, sería lo mejor. Le harías un favor al mundo.
-…
-O tal vez… podrías revelarte y reclamar tu verdadera valía.
-¿Revelarme?
-Por supuesto. No tienes por qué pasar por esto, no le hiciste daño a nadie… ¿Por qué no te vengas de todos?
-No… no… no soy alguien malo.
-¿Quién habla de maldad? Ellos son los perversos, tu sólo estarás reclamando lo que por derecho te corresponde.
-¿Tú crees?
-Yo puedo ayudarte… puedo indicarte sus puntos débiles, puedo aconsejarte, puedo guiarte al cuerpo que tienes en ese mundo. Puedo decirte tu nombre incluso.
-¡¿Mi nombre?!
-Te daré más que eso, te daré tu identidad y la haré grandiosa. Solo tienes que encargarte de ellos. Son personas que han tenido muchos obstáculos pero que finalmente han encontrado la felicidad… eso no se puede quedar así, ¿cierto?
-Debo… ¿destruir su felicidad?
-Su felicidad y sus vidas. Y a cambio tú tendrás lo que tanto anhelas. Una vida, respeto, amor, amigos. Todos te querrán, no volverás a sentirte rechazado. ¿No quieres eso?
-Sí. Lo quiero, lo quiero más que nada en el mundo.
-¿Entonces aceptas?
Lo pensé por unos instantes sin embargo en mi corazón sabía la respuesta. No quería esperar más, yo ya había tomado la decisión.
-¿Tu me ayudarás, cierto?
-Por supuesto. Como dije, te daré tu identidad, así como poderes de mundos en tinieblas que no podrías ni imaginarte. No puedes perder.
-Bien… acepto entonces.
-¡Excelente! No perdamos mas el tiempo. Ven conmigo.
Una luz apareció frente a mí y yo comencé a seguirla. Esa luz se transformó en una especie de ventana a una ciudad. La veía como si yo estuviera volando sobre esos edificios. Pronto llegamos hasta uno de ellos, a un pequeño departamento donde un joven dormía plácidamente. Era de complexión muy similar a Tomoya, pero él tenía el cabello negro y rasgos más finos, casi como de niño. Aún así se notaba que el muchacho era todo un revoltoso por el aspecto de su habitación.
-¿Soy… soy yo?
-Así es. Eres tú, es tu "yo" humano. Con él podrás llevar a cabo lo que hemos acordado.
-Estoy listo cuando tu ordenes… amo.
-Perfecto. Comenzaremos de inmediato entonces. Te esperan cosas grandes… Youhei.
Continuará…
