Los personajes son propiedad de GRRM, yo solo quiero escribir un fic y ser feliz.

Faltas de ortografía: Puede que muchas, puede que pocas, aquí todo es tan probable como en el mundo de Martin.

Spoiler: No muy directamente, pero si con los huargo.

Acepto demandas: Claro, tengo un abogado buenisimo.


Una dama es lo que hace y no lo que dice

La luz del mediodía se coló por las pocas hendijas de la ventana iluminando a medias, la escuálida figura de una jovencita. Arya se bajó de la cama y salió corriendo hasta el corredor, tenía una duda muy grande que debía dar por satisfecha.

Las escaleras de piedra estaban frías y el viento que corría calaba hasta los huesos, pero ella era una Stark, y un Stark no tiene miedo al frio ni le huye. Escuchó otras pisadas más quedas alejarse en dirección contraria por el corredor, debía tratarse de alguien que llevaba unas botas para nieve, apenas si se escuchaba algo, como pasos de bebé. Caminó con la mayor suavidad por los corredores y se deslizó hasta la sala principal del castillo, creyendo que allí encontraría a su padre, Eddard Stark, el señor de Invernalia, lo que encontró fue una sala desierta con solo su hermanastro, Jon, sentado en una esquina.

Parecía sombrío y desprovisto de cualquier alegría, las medias sombras que lo cubrían acentuaban más su palidez bajo la espesa mata de cabello castaño oscuro, no había notado su presencia. Su mirada se perdía en la gelidez de la mañana, que podía observarse a través de un ventanal, reflejando en sus ojos grises toda la majestuosidad de la nieve como si se tratase de una agria portadora de malas noticias. Arya pensó en dejarlo así y seguir buscando a su padre, a veces era mejor dejar al bastardo solo cuando andaba de malas pulgas.

— ¿Hermanita? —El tono cariñoso de la pregunta dejó aliviada a pequeña que respondió al llamado dándose la vuelta con una sonrisa.

—Buenos días, Jon.

En menos de lo que este se pudo dar cuenta, ya estaba sentada a su lado, contándole apresuradamente su sueño, pero en su manera descontrolada de parlotear nada se le llegaba a entender.

— ¿Entiendes? —Pregunto al final de su largo discurso.

—No, has hablado demasiado rápido —Contesto Jon con una sonrisa—. Te has levantado temprano hoy, aunque te olvidase de ponerte algo decente, en cuanto la septa te vea estarás cociendo y bordando hasta que los dedos te sangren.

—No le tengo miedo —Declaro aireada, dando se cuenta que en su carrera había olvidado colocarse algo por encima de su camisón para dormir —. Pero creo que tienes algo de razón.

Jon le sonrió con diversión y se quitó la capa que llevaba, ofreciéndosela para que no tuviese frio y nadie descubriese su descuido cuando fuera por ahí. La palidez de antes se estaba desvaneciendo a medida que el sol entraba más en el salón, volvía a tener la misma tez morena de siempre.

—Ahora sí, cuéntame que soñaste, pero no corras.

—Soñé con lobos, que éramos lobos y corríamos por entre el bosque de los dioses —Le conto entre divertida e indecisa—. Al principio no me había dado cuenta, caminaba por ahí buscando y oliendo cosas involuntariamente. Después de un rato me acerque al agua, tenía sed, en ese momento vi mi reflejo de lobo en el estanque y me asuste, al retroceder vi más lobos al otro lado del pequeño lago, eran cinco; Robb, Sansa, Bran, Rickon y tú. Además nevaba majestuosamente.

Jon la miro a los ojos con el ceño semi fruncido y luego exploto en una carcajada.

—Deberías decirle a la septa que de tanto zurcir el emblema de los Stark y repetir su lema, te estas chiflando un poquito.

—No te rías de mí, Jon —Se quejó bruscamente, poniéndose de pie sobre el banquillo—. No estoy loca, no malinterpretes mis sueños, pero sería genial dejar de coser un par de días. ¿Si le dijeses a la septa que me he enloquecido, dejará de ponerme a trabajar?

—No lo creo. Más bien Lady Catelyn obligaría a Padre a deshacerse de mí por llenarle la cabeza de idioteces a su pequeña niña.

— ¡Ey! No soy tan pequeña. He crecido bastante durante los últimos meses.

Como para comprobarlo, bajo al suelo y se enderezo, esgrimiendo una sonrisa.

—Sí, eso veo —Corroboro Jon—. Si sigues creciendo así, serás más alta y guapa que Sansa, algún día.

El bastardo iba a agregar algo más cuando la puerta de madera rugió tras ellos, Lord Eddar, el maestre Luwin, Robb y Theon Greyjoy entraron con rapidez a la sala, hablando tan alto como podían.

—Jon, Arya, Buenos días —Saludo su padre, no sin fruncir un poco el ceño al examinar a Arya—. ¿Me podrías decir que haces por ahí así, señorita?

—Tuve un sueño, me gustó mucho. Desperté, quise venir a verte, pero cuando llegue no estabas, solo Jon, él me dio su capa y…

Todos en la sala miraban como la pequeña parecía más preocupada por dar una explicación que por atender a los llamados que su padre le hacía. Theon dejo bailar en sus labios su característica sonrisa.

—Arya, Arya… ¡Arya! —Cuando tuvo su atención volvió a hablar—. No importa, solo vete a vestir, no creo que pueda darte audiencia con ese aspecto y lávate la cara. Robb, acompáñala.

El mayor soltó un bufido y se quejó. Solía decir que por ser el heredero siempre le encargaban las tareas más tontas y menos heroicas.

—Un señor no lo es por sus heroísmos —Le recordó Lord Eddar—. Si tan mal te va ayudando a tu hermana no quiero ni imaginar el trabajo que será buscarte una esposa que te agrade, las norteñas no son nada fáciles ¿sabes? —El señor de Invernalia no era dado a sonreí, pero algo daba a entender que se divertía—. Jon ¿Quieres ser caballero?

—Mi señor, yo soy un bastar…

—No pregunte que eres, sino que quieres ser.

—Un caballero, mi señor —Respondió dócilmente, preguntándose qué tramaba su padre.

—Robb, que Jon te acompañe, igual necesitará su capa de vuelta —Sentencio el padre con sabiduría—. Por hoy serán los escuderos, y espadas juramentadas, de Lady Arya.

— ¿Mis damas van a ser Jon y Robb? —Tanto la hija como el padre se divertían con la idea—. Van a ser tan torpes como yo, aunque es mejor que nada.

—Dos escuderos para Ser Arya éntrelospies —Corroboró el padre y los despacho. No sin antes asignar algunas tareas más a sus hijos mayores.

De vuelta en su cuarto. Arya pidió auxilio a su hermanos para buscar su ropa y luego envió por el desayuno, eso sí fue divertido. Robb empezó a contar hazañas de un valiente caballero que se enfrentaba a los desiertos de Dorne, utilizando la empanada de lamprea como duna y media salchicha como caballero. El zumo de naranja término en el estómago del Stark, que finalizo con mucha sed después de relatar la batalla épica en la que Arya La Gigante había devorado al desierto y al caballero.

—Eres malo relatando historias Robb —Termino por concluir Jon—. Esperemos que la Vieja Tata continúe viva cuando tengas hijos, así no morirán de aburrimiento.

—No lo creo Jon —Le secundo Arya—. Si no es capaz de hacer creer las hazañas de un caballero muerto a una niña de ocho años, no lo creo capaz de convencer a una doncella de dejarse llevar a la cama.

— ¡¿Que has dicho Arya?! —El conmocionado grito de Sansa ahogo los deseos de Jon y Robb para echarse a reír—. Una dama no dice esas cosas, menos se queda en su cuarto hasta tan altas horas de la mañana, semi vestida y acompañada por dos hombres.

—Que pesada —Respondió la pequeña—. Solo me hace falta cerrar algunos broches del vestido, no son altas horas de la mañana, solo son las nueve y no son dos hombres, son Jon y Robb, mis hermanos. Más peligro corro cuando me quedo sola contigo y la septa cosiendo como vieja.

Sansa movió con desdén su cabeza, su larga trenza de color caoba tomo un brillo rojizo cuando tropezó con la luz de la ventana, su semblante era tan solemne como el de su madre. No cabía duda de lo mucho que tenía en común con los Tully, desde su cabello hasta su porte eran tan enérgicos y elegantes como los señores de los ríos.

—Esas son solo excusas, hermana. Seguro que has estado jugando toda la mañana y por eso no has aparecido en clase, mi madre envió a buscarte. Aparte también has hecho que nuestros hermanos descuiden sus actividades y desperdicien el tiempo.

—El señor de Invernalia, Lord Eddar Stark —Quizo responderle Robb en el mismo tono solemne—, nos envió con la señorita Arya como escuderos y defensores, por ello no está con su señoría, Lady Catelyn.

—Deja de actuar como tonto, Robb —Pidió Sansa, enfadada—. Seguro que eso te lo inventas para protegerla.

—Le aseguro que no, mi señora —Para hacer más gracioso el asunto, el mayor se levantó de su silla, corrió hasta donde su hermana y le tomo una mano apenadamente—. Aunque si usted no lo cree, puedo, con permiso de Ser Arya, escoltarla hasta los aposentos de nuestro padre y mostrarle que hablamos con franqueza —Coronando el asunto beso la mano de Sansa e hinco la rodilla. Los otros dos se destornillaron de la risa y sin poder resistirse él también.

—No jueguen conmigo de esa manera. Al menos queda alguien con clase en esta familia.

Sus tres hermanos se miraron con picardía, las mentes de Arya y Jon trabajaron al mismo ritmo para concebir una idea. Robb no tardó en darse cuenta de que se trataba, se levantó y agarró a su hermana por la cintura con la mano que tenía libre, por lo que se veían como una pareja de baile.

—Ser Jon —Anuncio Arya—, por favor hazle suplicar clemencia a mi hermana.

Lo que siguió fue una pelea de almohadas espantosa, Robb y Jon hicieron tantas cosquillas a Sansa que sus ojos se humedecieron al instante, no se sabía si reía o lloraba, pero era un espectáculo tan cómico como hilarante. El poco desayuno de Arya terminó en el jubón gris de su hermano mayor y su hermanastro casi muere asfixiado por la risa.

—Ustedes son una manada de revoltosos e indecentes —Se quejó Sansa, alisando el hermoso vestido color crema que llevaba ese día—. Lady Stark se esterara de esto y ninguno de ustedes se salvará, ni siquiera tú, bastardo.

Jon no se apresuró a responderle, con simplicidad se metió a la boca el último trozo de empanada y lo mastico suavemente, dejándose envolver por su sabor. Robb simplemente se dedicó a pasear por la habitación silbando tan alto como podía y Arya se arregló el vestido para luego recogerse el cabello de modo que no le estorbase. Su hermana mayor estaba hecha ira, sentada en el borde de la cama se asemejaba más a una manzana que a una niña con sus pómulos y mejillas completamente rojos.

—Y que esperaba yo, si vivo rodeada de tontillos que no toman las cosas enserio —Se quejó después de un rato, parecía incomoda con el repentino silencio—. Robb debería comportarse como un buen hermano y no hacerme bromas, sabe que las detesto y Arya, tú deberías ser una señorita, una dama, las damas no necesitan escuderos.

—Yo soy Ser Arya, no Lady Arya —Declaro la menor, inflando el pecho de orgullo.

—Como sea —prosiguió Sansa—, es lo mismo considerando que eres mujer. Todo es culpa de Jon, pasas demasiado tiempo con él, charlando y escuchando cosas que a tu edad no deberías saber; esas amistades que trabas con cualquiera que veas son demasiado dañinas para tu estatus.

—En mi defensa diré que, yo no le he hablado a Arya sobre nada que no deba saber, es una niña muy curiosa así que con facilidad pudo haber escuchado muchas cosas de las otras tantas bocas que rondan por Invernalia.

—Sea como sea, la próxima vez que se destape a hablar idioteces deberían regañarla, no reírse de lo que diga. Ella es una dama, debe hablar como tal, ustedes son hombres y el decoro no les interesa en lo más mínimo así que es pasable que bromeen con esas cosas.

Robb se detuvo rápidamente frente a Sansa y la inspecciono de pies a cabeza. Se dio la vuelta y comenzó a silbar y pasear por la habitación de nuevo, a la tercera vuelta se detuvo.

—Lo siento Sansa, no queríamos hacerte enfadar —Su tono de voz había dejado de ser juguetón, estaba tachonado de sinceridad—. Eres nuestra hermana y mereces respeto, pero déjanos ser niños mientras podemos, Arya no lo decía enserio y tampoco lo volverá a repetir ¿verdad?

—Sí, está bien. No lo volveré a hacer —Con porte y elegancia se puso de pie frente a su hermana y juró—. A partir de ahora, frente a ti no diré cosas indecentes que una dama no deba decir.

Sansa pareció complacida, pero solo por un minuto.

—Bien, aceptaré las disculpas de todos. Pero ya que se metieron en este enredo de ser los "caballeros" de Arya, sería su deber hacerla entender que lo que han hecho conmigo es una abominación.

—Abominación el jubón de Robb, lo manchaste.

—No he pedido tu opinión, Jon. Además tú no serás quien lo lave —Entonces Arya vio en su hermana algo de la malicia con que su padre había enviado a Jon y a Robb con ella—. Deberían darle un trago de su propia medicina y enseñarle que una dama es lo hace y no lo que dice.

Y así, fue como Arya termino por caer entre la nieve, resoplando, fingiéndose enojada para arrancar un puñado de nieve y lanzarlo a sus hermanos. Tenía nieve en el cabello, entre la ropa y en la boca, pero ellos terminarían peor, Sansa se las pagaría.


¿Que fue esto? Un fic, uno de aquel pasado donde eran niños y eran felices. Algunos dirán que todo quedaron bien MarySue, pero yo les digo que son niños y los niños no son muy predecibles.

En cuanto a Eddard Stark, me suena a que antes era bastante caprichoso con sus hijos y a ellos si les sonreía.

Eso es todo, el primer relato de este fic... los siguientes serán de aventura y estará Rickon. Apoyenme es el segundo fic para ASOIAF, así que no tengo practica.

Sin más que decir... Erly Misaki; cambio y fuera.