Vi DoFP y estoy penosamente obsesionada. Necesito un poco de consuelo, razón por la cual me puse a escribir como enferma. Les presento un par de viñetas sobre esta majestuosa y trágica relación, porque soy la oscuridad mezquina y quiero que sufran conmigo.
Melodía para acompañar: My body is a cage de Peter Gabriel.
1. Dos prisiones
Charles se derrumbó en el sofá de su estudio. Con tres vasos de whisky encima y el componente haciendo efecto en sus venas, la tensión en su cuello por fin había disminuido y la punción en su espalda esa casi soportable. Pero ni eso ni la media luz plegada por las pesadas cortinas ni el destierro de las voces corrosivas conseguían aislarlo del recuerdo fatal.
La sensación de la mayor decepción que experimentaría en toda su vida eclipsaba cualquier afán de alegría. Le escocía como si hubiese ocurrido un momento antes; como si la humedad y la remembranza de Cuba reposaran en su cama deshecha y en la planta de sus pies corriera una arena delgada arrastrada por el viento estival. Como si Erik con toda su postura prepotente y todo su cinismo acabara de abandonar su habitación sin mirar atrás (con la bala secretamente oculta en el puño, por supuesto) llevándose a su hermana con él y de paso sus piernas.
Apretujó con fuerza sus labios y comprendió que le sería imposible reprimir el llanto seco, casi pusilánime, y las interrogantes desconsoladas que se desencadenaban tras él.
Charles jamás imaginó que una sola persona podría hacerlo naufragar en el abismo. Habiendo presenciado tantas penas ajenas y tantas íntimas decadencias; tantos desconsuelos, tanta maldad y tanta falta de fe, parecía algo, más que improbable, completamente absurdo. Pero ahí estaba, parcialmente agonizante, el hombre atribuido con el don del optimismo y la entereza.
Más que traicionado, se sentía frustrado consigo mismo, avergonzado al punto de no querer mirar en los espejos su mala pinta, su alma rota impresa en sus pupilas machacadas; avergonzado por haberse ilusionado ciegamente, por haber permitido que una persona a la que acaba de conocer excediera el punto de no retorno, aquel límite de su propio espíritu hasta donde permitía que nadie más se le acercara por el bien de su sanidad mental, peligrosamente expuesta por su mutación, y que a Erik le había permitido acceder por ingenuamente creer que tenían algo en común, que podía salvarlo en su afinidad fantasmal.
Cuán equivocado estaba.
A Erik no le había bastado hurtar su fe sin miramientos, sino que le había exprimido los métodos de consuelo. Le había abierto el corazón a golpes de metal y le había degenerado su bondad, aprovechándose de ella. Lo había hecho dudar sobre todas sus entusiastas convicciones cuando decidió gastar su espíritu completo intentando convencerlo de que era mejor persona... para nada, para que todo cayera en el sitio oscuro donde apuntaba caer desde un inicio.
Todos los días durante casi diez años se preguntó si Erik estaría sufriendo del mismo modo que él. Lo dudaba con una aflicción indescriptible y una inquina que apenas podía manejar. La mayor parte del tiempo no quería siquiera cuestionarlo. Pero cuando lo hacía y la interrogante no escampaba antes de caer noqueado por el alcohol, su mente se extendía a los confines del suero y, de una forma incierta y más bien onírica, casi podía acudir a una prisión conformada de piedra, forzar su entrada en una mente de macizo hierro y acunar sin acotaciones la rabia, las ideologías oscuras, el dolor enjaulado... y algo que con su nombre parecía una añoranza interminable.
Gracias por leer y por los comentarios de odio y amor. Los espero en la siguiente viñeta.
