Esta historia es la más corta que escribí hasta ahora, pero necesitaba compartirla.

(Los personajes le corresponden a totalmente a Tess Gerritsen.)


—Doctora Isles, aquí está el cadáver de Jane Rizzoli. ¿Está segura de querer hacer usted la autopsia?

—Sí —Respondió Maura con rotundidad.

—De acuerdo.

Un hombre y una mujer depositaron el cuerpo sin vida de Jane Rizzoli sobre la mesa de autopsias para acto seguido esperar a que Maura firmase un documento donde aceptaba ser la responsable de la autopsia del cadáver de Rizzoli. Cuando eso sucedió los dos operarios abandonaron la morgue.

De pie frente al cuerpo de Jane, Maura la miraba a los ojos.

La mujer de su vida había dejado de respirar para siempre. Jamás volverá a verla sonreír, ni escucharía su voz. Tampoco volvería a encontrar la paz en la mirada de aquella mujer a la que amaba desde hacía muchos años. No volvería a perderse en su boca con cada beso que le daba todos los días. Nunca, jamás, volvería a poder abrazarla para tranquilizar todos y cada uno de sus miedos...

Entre lágrimas, Maura besó cariñosamente la frente del cuerpo sin vida de Jane. Con sus manos sujetaba una de las manos de la mujer con la que hacía diez años se había casado. La miró a los ojos, ojos que todavía permanecían abiertos.

—Cariño, averiguaré personalmente quien te hizo esto y después de hacérselo pagar me reuniré contigo. Espérame allí donde quiera que vayas...

Concluyó Maura para acto seguido llevar una de sus manos al rostro de Jane y cerrarle los ojos con la mayor delicadeza y cariño que jamás había depositado en ningún otro cadáver.

Maura grababa en audio todas las autopsias que hacía y siempre habla en términos muy profesionales. Pero esta vez decidió ser más practica recordando las miles de veces que Jane le pedía e insistía en que le hablase en una jerga más familiar para una persona que no fuese forense. Y así lo hizo, Jane ya no podía escucharla, pero habló como a ella le hubiese gustado si todavía estuviese con vida.

FIN.