Once Upon A Time no me pertenece, de ser así no estaría en la Universidad y estuviera mochiliando por todo el sitio que se me viniera en gana.
Summary: Emma Swan es la fotógrafa más apreciada de la revista de moda de New York City, pero a pesar de su popularidad no logra conseguir cita con ninguna mujer. ¿La razón? Emma no termina de verse en el espejo y caer en cuenta de que pesa 95 kilos.
Semana 1.
Peso Inicial: 95 kilos/210 lbs.
El reloj sonó a las 6:00 a.m. como siempre desde que empezó a trabajar en Fashion Story, la revista que le hacía competencia a Vogue. Se levantó de la cama sientiendo como su cuerpo se sentía todo pesado, se dirigió a su lujoso y blanco baño, y se observó en el espejo.
Siempre oía, pero hacia caso omiso, comentarios su peso y su aspecto. Si bien su cara era una belleza, su cuerpo no era atractivo y toda mujer que se encontraba hermosa, se veía inalcanzable al pensar en una fantasía.
Y es que Emma siempre había sido la típica niña con un poco más de masa en su cuerpo. Su madre había tratado durante su niñez y parte de la adolescencia, que Emma hiciera ejercicios y comiera sano, pero Emma nunca vio el problema de comer como lo hacía. Su hermano Henry siempre había sido atlético, pero ella era siempre la niña gordita.
Pero ahora que era una adulta, resultaba bastante frustrante seguir siendo virgen y que no fuera invitada a todas las fiestas de la compañía, solo a las más importantes. Quería seducir y ser seducida.
Con el pasar de los años, Emma no solo creció en altura, sino también en ancho.
Y justo hoy mirandose en el espejo, la realidad la golpeó como si un bate de baseball te golpeara en la nariz y te hiciera despertar de un largo y profundo sueño. El espejo que siempre le mostraba a la misma Emma de siempre, ahora le mostraba a la Emma que ella no quería ver y que el mundo veía. La Emma un tanto descuidada con su aspecto que solo se limitaba a tirar fotos y a recibir miradas de amabilidad y simpatía, pero no de lujuria o deseo.
Negó con la cabeza apenada y echó a llorar de frustración, mientras se metía en la ducha.
Una vez lista y con cámara en mano se dirigió, a su fiel descapotable amarillo y mientras conducía por las abarrotadas calles de Manhattan, se dio cuenta de que era invisible a pesar del carrazo. Como siempre se dirigió al Drive-Thru del Donkin Donuts más cercano al estudio de fotografía de FS. En cuanto tuvo sus tres acostumbradas donuts en mano, y su gran café cargado de azúcar, siguió su camino, degustando.
Pero al morder la mitad de la segunda donut se detuvo y bufó. Maldita la hora, pensó. Y botando la mitad de la donut y la tercera, junto con el café cargado de azúcar se dirigió al estudio donde un montón de modelos en bikini se preparaban para la sesión de verano y la portada.
Emma era, desde hac meses la encargada oficial de la portada y de la sesión principal, conviertiéndose en la fotógrafa más deseada de toda New York y tal vez de la costa Este. Entró al estudio llevandose miradas de amabilidad y de admiración.
Ruby, su mejor amiga y segunda fotográfa en la revista fue a su encuentro.
"¿Has visto a todas las bellezas con las que vamos a trabajar?" preguntó Ruby, con una sonrisa de seducción, a Belle, la futura editora en jefe y dueña de la revista.
Emma sonrió tímidamente.
"Sí, pero no son para mí" dijo con un deje de tristeza.
"Emm..."
"Pasa nada" dijo Emma. "Ya cambiaré, Rubs"
"Estás bien como estás" la consoló su mejor amiga.
"Eso lo dices por que me quieres y porque no tienes ningún problema para levantar mujeres y hombres".
Ruby tenía un perfecto cuerpo atlético y todo lo que se ponía lo llevaba con elegancia y confianza, a diferencia de la linda rubia.
El día pasó sin más. El trabajo de Emma y Ruby era simplemente perfección, algo que hacía que Belle y Gold se llenaran de orgullo y prestigio.
En cuanto el día terminó y se dirigió al descapotable amarillo, se sorprendió al ver una hoja en el parabrisas.
"No puedo creer que sea una multa" dijo maldiciendo el día.
Pero quedó más tranquila, al ver que era un anuncio. Lo iba a arrugar para mandarlo directo y en vivo al basurero, cuando prestó atención. Era un nuevo gimnasio en el centro de Manhattan. El 50 % de descuento brillaba en el papel y ofrecía un plan de dietas. También prometía clases de natación, tennis, yoga y grupos para hacer equipos de cuanto deporte se ocurriera, además de las clásicas máquinas que se encuentran en cualquier gimnasio.
Iría ahora. Esa era una oportunidad que no podía dejar escapar, y antes de doblar el papel y prometerse una pizza por última vez, anotó la dirección y el nombre del local: Mills Fitness.
¡Hola! He aquí un nuevo fic, que si logra 10 reviews, se actualizará el sábado que viene sin falta.
Espero que guste. Diganme que opinan.
