Besé sus dulces labios, aquellos labios que me tentaban en mis sueños, cada vez que me hablaba con su angelical voz. Al saborear los sentí como si probara miel, realmente deliciosos.

Sabía que estaba sorprendido pero aún así no me alejó en ningún momento, quizás por el shock, y es algo que agradezco profundamente. Tomé delicadamente su mano derecha y me separé tan lentamente que tal vez un segundero era más rápido que yo. No me aleje mucho de él, no quería, por lo que puse mi frente con la suya y lo miré a los ojos.

—No sabes el inmenso deseo que tenía de hacer eso. —Le confesé después de notar la sorpresa en sus ojos.

Me acerque nuevamente a él y sentí como temblaba ante mi respiración y cercanía. No pude evitar besar con delicadeza y una suprema ternura su mejilla izquierda la cual estaba erizada por mis actos. Esbocé una pequeña sonrisa ante mi descubrimiento y seguí con mis mimos.

—No sabes… No tienes ni idea de cuánto deseaba besarte y tenerte entre mis brazos. —Le susurre en el oído mientras le abrazaba y lo juntaba a mi cuerpo con posesividad. —Un sueño… o quizás estoy en el cielo porque este aroma — Olfatee su cuello y un poco de su cabello mientras lo apretaba un poco más. —sólo le podría pertenecer a un ángel…

Pude escuchar salir un jadeo de su boca, pobre, debe estar avergonzado de mis palabras. Tomé su rostro entre mis manos y volví a presionar sus labios contra los míos. Dulce, dulce miel.

Me sorprendí cuando pude sentir como se paraba de puntitas para poder alcanzar aún más mis labios. Me sentí… correspondido. Cada segundo que pasa lo amo más.

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