Abril: Hola les traigo una historia de cómo un perfecto día puede acabar con todo…

Es un bellísimo día. La brisa llega del lejano oeste y luego la del este. La luz del norte, y la del sur. En las calles paseaba la gente, hablaban, reían se divierten. Y un joven de largos cabellos rubios, alzaba su rostro al cielo, permitiendo que el sol lo acariciara junto al viento, al mismo tiempo el chico caminaba con sus ojos cerrados suavemente. Si un bellísimo día.

-Ah- Suspiro Aphrodi abriendo los ojos y poniendo su cabeza de la manera que debía ir. Como muchas otras veces tomaba una caminata, solo para disfrutar del día -¿Qué tenemos aquí?- Pregunto al ver a un pequeño perrito con una patita coja, un pequeño perrito café con manchas, del mismo color pero mas fuertes – ¿Te lastimaste amiguito?- Le pregunto con las manos en los bolsillos.

El animal dio un ladrididito y corrió al callejón que estaba a su lado.

-¿A dónde vas eh?- Pregunto internándose al callejón oscuro, alcanzo a ver como el perrito doblaba la esquina de otro callejón. Continúo su camino andando un poco rápido. Y otra esquina, una vuelta, todo derecho. Aphrodi había cambiado muchas veces de dirección y comenzó a subir el nivel de su velocidad al grado que comenzó a correr, giro nuevamente a la derecha y… callejón sin salida –Hm- soltó un quejido, "¿Dónde te habrás metido?" se pregunto al no encontrar al perrito. ¿A dónde pudo haber ido?, es un callejón sin salida.

-¿Qué…?- Quiso preguntar al tiempo de se giraba para dar media vuelta, había escuchado un ruido, pero no completo su pregunta. Algo lo golpeo fuertemente en el cráneo… perdió la el conocimiento.

-¿Qué…?- Pregunto recuperando la conciencia -¿Dónde estoy?- Todo estaba en oscuridad, como boca de lobo. Toco el suelo, era diferente. Cerró su mano, era césped. Se toco la cabeza, tenia un pequeño chipote en ella.

Una luz sobre el se encendió, levanto su brazo para cubrirse de la potente luz y aunque así era solo lo iluminaba a el. No lo veía, pero sintió que estaba en un lugar espacioso.

Otra luz se encendió no muy lejos. Había una figura que también iluminaba, no era nada más y nada menos que Kageyama.

Aphrodi se levanto. Como obviaba a ese hombre, después de las mentiras que le dijo, todo lo que el hizo que hiciera -¿Qué quieres?- Pregunto serio.

-Aphrodi, hace mucho que no te veía- Le dijo haciendo una pequeña pausa, con su suave voz, sin responderle la pregunta –Supongo que te ha ido bien, ¿O no?- Dijo con un tono de sarcasmo.

-Ve al grano-Frunció el seño fríamente. Sabía que el solo estaba jugando con su mente.

-Recuerdo cuando jugabas para mi- Sonrió. Aphrodi tenso los músculos al recordar lo que le había sido, –Creías que eras un dios ja ja- Rió entre dientes –Patético

-Déjate de palabras- Gruño el joven, enojado.

-Pero…- Izo una pausa –No olvidemos que eras fuerte.

-Lo sigo siendo y no necesito de ti o tu agua- Lo enfrento decidido.

-De todos modos –Cambio su expresión a una totalmente seria -Los Zeus y tu eran unos perdedores, no servían para nada- Dijo esto ultimo articulando la palabra. Incluso pudo ver como un poco de saliva salía de su boca.

Aphrodi estaba perdiendo la paciencia, ya casi no podía soportarlo. Por lo general, el podía soportar toda clase de cosas, pero esto no se lo perdonaría. Por que no solo lo insultaba a el, sino a su equipo, a su familia. De repente vio un balón a no menos de un metro. Kageyama sonrió maliciosamente sin que el joven lo notara.

-ALAS CELESTIALES- Grito el chico, acercándose con rapidez al balón, soltando toda su furia. De su espalda comenzaron a surgir seis plumas blancas que se transformaron velozmente en alas preparo su pie para soltar toda su ira contra el alto hombre y justo antes de que pudiera patearlo… dos pares de mano tomaron dos de sus seis alas. Lo jalaron y tiraron al suelo con fuerza.

-CRAC- Se escucho como trono una de sus alas inferiores al caer.

-Aaaa- Se quejo el rubio ahogadamente. Se retorció un poco en el suelo, pero trato de pararse. No lo logro. Pudo ver como uno de los que sujetaban sus alas portaba algo en la mano, en ese momento sus ojos rojo carmín se abrieron por completo, reflejaron miedo. Angustia. Lo obligaron a arrodillarse.

Kageyama se acerco lentamente al joven que estaba de rodillas, paralizado por los sujetos tras el –Sabes aborrezco a los desertores, la gente los suele llama traidores –Aphrodi lo miro con desprecio- No creerías que iba a dejar las cosas así como así después de su partido contra Raimon- Torció una sonrisa malévola –Tu y tu equipo pagaran por ello- Aphrodi dejo caer su cabeza, la dejo, suspendida en el aire, mirando al suelo. Sintió que algo que no se podía ver golpeo su corazón, un horrible sentimiento. Temió por su familia –Descuida tu pagaras por todos ellos –Con rapidez lo miro nuevamente. ¿A que se refería?

-¿Qué pretendes hacer?- Pregunto, con miedo ahogado en su voz.

-Solo te diré que… dolerá mucho.

-Espera ¿Qué van a hacer?- Se zarandeo con brusquedad, pero no lograba soltarse, ni ponerse de pie.

-Quédate quieto-Dijo Kageyama.

-Espera, deténganse- Pidió. Uno de sus captores levanto su mano y se acerco a el –Alto- Pidió nuevamente. Pero… ¿Quién lo iba a escuchar? Sintió como el cortante y frió metal traspaso su piel -¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Se escucho por cada callejón, cada esquina, cada parque. Los árboles se estremecieron, el viento se acelero. Ese grito de dolor penetro en el alma de las cosas, eh incluso los que no lo oyeron sintieron un escalofrió en sus venas.

¿Cómo podía ocurrir todo esto…? En un bello día.

Abril: Espero les haya gustado, se que se oye horriblemente triste pero padre.

Adivinen que le izo Kageyama. O descúbranlo en el próximo capitulo.

Chao.