Título original: Rude Awakenings.

Autora Original: NatiFcs28.

Fecha original: 15 de septiembre de 2005.

Idioma original: inglés.

Disclaimer: no me pertenece absolutamente nada de lo que sigue.


RUDE AWAKENINGS

1. Narcoléptica

(Rude Awakenings - Narcoleptic, by NatiFcs28)

— Te amo – susurró contra su cabello, respirando su aroma.

Ella sonrió y suspiró con satisfacción.

— Lo sé. Yo también te amo – rodó y se acurrucó contra él. Sus dedos jugaban con el pelo rizado de su pecho al tiempo que rememoraba el éxtasis que acababa de experimentar.

Había sido perfecto. Como... como estar en el cielo. Sencillamente no había nada que pudiese describir los sentimientos que se arremolinaban en su interior cada vez que estaban juntos.

Puso un dedo bajo su barbilla y le levantó la cabeza para besarla profundamente, a conciencia. Era tan meticuloso en todo lo que hacía… sobre todo cuando se lo hacía a ella.

— Deberíamos levantarnos – murmuró, dando a entender que no era lo que quería. No había otro sitio en el que quisiese estar, nada más que quisiese hacer. Algo dulce tal vez podría hacer que las cosas mejorasen incluso más, pero no es que se estuviese quejando.

Lily rio y le besó la mandíbula.

— Eso implicaría vestirse y hacer frente a Sirius. ¿Crees que todavía está en la puerta de casa, intentando entrar?

— Es un cabrón testarudo – suspira James, abrazando más fuerte a Lily. Sus ojos descendieron hasta las puntas rosadas de sus pechos, donde había dejado la marca de un chupetón. – Estás adorable – ella resopló.

— Lo que estoy es machacada. Creo que me van a salir moratones en las caderas: me has agarrado demasiado fuerte.

Por un segundo, el chico frunció el ceño.

— ¿Te he hecho daño?

Lily se encogió de hombros, examinando su anillo de bodas de cerca.

— Para ser sincera, ha valido la pena. Solo has sido un poco salvaje en la cama. ¿Te acuerdas de aquella fiesta en la que terminamos haciéndolo en un armario de escobas? Aquella maldita estantería me dejó un buen moratón en la espalda… No pude dormir boca arriba durante dos semanas.

— No me lo recuerdes – se quejó. – Intento no hacerte daño, pero eres muy sensible, Lils – arrugó la nariz, y ella se la golpeó con cariño.

— Oye, yo no soy sensible.

— Claro – sonrió con desfachatez ante su mirada. – Lo que tú digas, cariño.

— Al menos sabes decir lo que quiero oír – se quejó Lily, sentándose y desperezándose. – Venga, vamos antes de que el idiota de Sirius termine congelado. Estoy segura de que se dejó la varita en casa, otra vez, y no ha podido hacer un encantamiento calentador.

— No sé porque dices que es idiota – dijo James, sacando las piernas por el borde de la cama. – Si no recuerdo mal, sacó mejores notas que tú en los E.X.T.A.S.I.S.

— ¡No me lo recuerdes! – chilló ella. – Todavía me duele ese tema.

— ¿En serio? No me digas…

Ella le respondió con un gesto grosero con la mano al tiempo que caminaba hacia la habitación de la derecha. Abrió la puerta y las familiares paredes azules y blancas la recibieron. Al llegar a la esquina de la habitación donde estaba la cuna, se sentó, se inclinó hacia ella y, sonriendo suavemente, cogió a Harry.

— Mi preciosidad, ¿qué tal has dormido? – susurró, besándole la nariz al tiempo que bostezaba. — ¿Quieres ver si tío Sirius me ha dado la razón y se ha quedado fuera muriéndose de frío? Ven, vamos a burlarnos de él.

El pequeño Harry de seis meses se mordió los dedos y después estiró el brazo para tirar de los cabellos de Lily con fuerza. Ella rio.

— ¿Te gusta mi pelo, eh, pequeño renacuajo? – le besó la mano regordeta. – Estoy segura de que terminarás con una pelirroja.

— No sabes en lo que te metes, pequeñajo – rio James, bajando las escaleras tras ella. – Terminarás por quemarte. Oh, sí, ahí está Sirius. Sus dedos ya deben de estar totalmente congelados…

Lily retiró el hechizo silenciador que había lanzado la noche anterior para que los golpes y gritos de Sirius no despertasen a Harry y abrió la puerta de la entrada.

— Date prisa, Black, antes de que mi hijo coja un resfriado. Me las vas a pagar como se ponga enfermo, te lo advierto.

— Todavía no entiendo porque vosotros dos, par de idiotas, no me dejasteis entrar – respondió Sirius, mientras le castañeaban los dientes. – Y haz el puto favor de darme una taza de café caliente, ¿quieres?

— Cógelo tú mismo – dijo Lily encogiéndose de hombros. – Yo todavía no sé por qué insistes en pasar cada minuto libres que tienes en esta casa. En mí casa.

— Ya te lo he explicado, Lily. Mi ahijado necesita un buen modelo a seguir, mi mejor amigo necesita un poco de diversión, y tú, querida, necesitas a Sirius.

Lily hizo rodar los ojos.

— Espero que sepas que si fueras cualquier otra persona, James te habría matado a estas alturas por coquetear conmigo.

— No puede negar nuestro amor – sonrió Sirius, golpeando amistosamente a James en la espalda. — ¿Verdad, colega?

— ¿Cómo podría inmiscuirme en tan feliz unión? – contestó James con sequedad. – Oh, es cierto. Yo soy el que se acuesta con Lily. Oh, y también está el hecho de que tenemos un hijo en común. Por no hablar de que soy mucho más guapo de lo que tú eres…

— ¿Que tú qué? – exclamó Sirius.

— … y, por tanto, no podemos culpar a Lily por elegirme a mí antes que a ti – se rio James, tirándole a Sirius una tostada.

— James, solo te elegí a ti porque Sirius es un mujeriego. De ninguna manera eres más atractivo que él – dijo Lily, vertiendo café en la taza de Sirius, y añadió con un guiño: — y estoy segura de que es mucho mejor que tú en la cama.

— Esta te la voy a guardar… — murmuró su marido, untando mantequilla en su tostada. – Ve a tirártelo a él, si quieres.

— ¿Y arriesgarme a que me mates? Creo que voy a pasar, Cornamenta. Me gustaría ser capaz de tener hijos algún día, ¿sabes? – rio Sirius. – En fin, ¿cómo estás hoy, Harry? ¿Sabes? Tengo una nueva vecina, y tiene un gran par de…

— ¡FUERA! – chilló Lily. – No voy a permitir que mi hijo empiece a oír ya tus comentarios pervertidos, Black. Largo de mi casa. Puedes volver esta noche cuando tus hormonas se hayan calmado. Vete a darte una vuelta.

Sirius sonrió y se levantó.

— Está bien. Por cierto, otra cosa: tal vez deberíais cerrar las cortinas por la noche. Toda la puta calle os puede ver.

— Sí, pero tú eres el único que mira – respondió James con una sonrisa. – Gracias, Canuto. Nos vemos.

Con un chasquido, Sirius se desapareció.

— Te dije que era un idiota – dijo Lily, girándose para preparar el desayuno.

— Señorita Evans.

— ¿Señorita Evans? James, hace más de un año que no soy una Evans…

— Señorita Evans. ¿Señorita Evans? ¡Señorita Evans!

Lily Evans levantó la cabeza bruscamente.

— ¿Qué?

— ¿Está cansada, señorita Evans? – preguntó la profesora McGonagall. – Lo siento, la estoy aburriendo tanto que se ha quedado dormida. Aunque no lo crea, podría ser muy beneficioso para usted prestar atención en clase.

— Lo siento, profesora – dijo sonrojada, hundiéndose en la silla cuando algunas risas empezaron a multiplicarse por el aula. – No volverá a ocurrir.

Tras mirarla una última vez, la profesora McGonagall volvió su atención al resto de la clase para continuar con su explicación de cómo convertir un machete en una silla, dándole a Lily la oportunidad de pensar en el sueño que había tenido.

¡Había sido tan embarazoso! No era la primera vez que le pasaba, pero en esta ocasión le había ocurrido en público. Lo que más le molestaba era que, de repente, James Potter le resultase tan terriblemente atractivo. De hecho, le parecía que estaba buenísimo, y no podía evitar mirarlo sin sentirse un poco acalorada.

Remus Lupin estaba sentado a su lado, mirándola con suficiencia. Le sonrió y preguntó:

— ¿Un buen sueño, Lily?

— No estaba durmiendo – respondió ella rápidamente, revisando sus apuntes.

— No me lo creo.

Lily se detuvo, sorprendida por su tono. Parecía como si él… Como si supiera algo que no debería saber. ¿Es posible que hubiese hablado en sueños?

— ¿Y eso?

Él se giró, inclinándose hacia ella.

— Se te escapó un nombre interesante, Lily.

Ella giró la cabeza tan rápido que Remus se echó hacia atrás, sobresaltado.

— ¿Qué has oído, Lupin? – preguntó con nerviosismo. ¿Y si había estado gimiendo el nombre de Potter, tal y como había hecho en el sueño, y toda la clase se había enterado? Pero si hubiese sido así, McGonagall la habría expulsado del aula, ¿no?

— Relájate, solo yo te oí – le aseguró Remus. – Fue apenas un susurro, básicamente tuve que leerte los labios.

Lily se relajó internamente, aunque trató de ocultarle esa tranquilidad. Había estado jugando con ella, estaba esperando que se delatase.

Pues eso es muy raro, porque no estaba soñando nada, Remus. Pero gracias por prestarme los apuntes que has tomado mientras estaba durmiendo – se acercó y le cogió el rollo de pergamino que había estado escribiendo.

En el fondo de la sala, James Potter estaba sentado junto a Sirius Black y observaba la conversación entre su mejor amigo y Lily Evans.

— ¿Qué te parece todo esto? – le preguntó James mientras chupaba una pluma de azúcar. – Remus tenía una mirada diabólica, ¿no crees?

— Creo que por fin se le está pegando algo de nuestras costumbres – sonrió Sirius. — ¿Crees que estaban ligando?

— Remus no liga así, Sirius, y lo sabes – dijo James, aunque no pudo evitar una extraña sensación de aplastamiento en el estómago. Era una posibilidad… ¿Pero haría Remus algo así, sabiendo que a James le gustaba Lily? Por supuesto que no. Era ridículo.

Sirius asintió.

— A propósito, nunca antes había visto a Lily quedarse dormida en una clase, ¿tú sí?

James negó con la cabeza.

— No es propio de ella, por lo general presta bastante atención. ¿Te acuerdas de la mirada de odio que te envió cuando te quedaste dormido sobre su caldero en Pociones?

Sirius rio.

— Era una mirada de puro amor. Supe que estábamos destinados a estar juntos desde ese momento.

— Pues vas a tener que ponerte al día, colega – dice James, jocoso – porque te llevo la delantera. El timbre sonó y el sonido de las sillas arrastrándose por el suelo precedieron a la salida de los alumnos del aula.

Lily saltó de su silla y recogió rápidamente sus libros, prácticamente huyendo de Remus. Ni quería ni podía enfrentarse a él en ese momento. No estaba segura de ser capaz de mentirle.

¿De verdad la había oído? Aquello era mortificante. De todas las personas que podían haberse sentado a su lado ese día, había tenido que ser precisamente él.

Estaba tan perdida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que alguien venía hasta que chocó con él.

— ¡Uff! – exclamó con un grito ahogado, al estampar la cara contra la camisa de alguien. Retrocedió y empezó: — Lo siento. No iba mirando por… — se detuvo en seco al darse cuenta de quién la estaba sujetando por el brazo. James le dedicó una sonrisa juvenil.

— No hay problema, Evans, pareces distraída. Yo debería haber prestado más atención – entonces la soltó, como si acabase de recordar que no eran tan amigos como para llegar al contacto físico. – Pero no puedo decir que esté enfadado por nuestro choque. Eres la persona ideal para encontrarse. Tal vez deberíamos repetirlo alguna vez, puede que de manera intencionada.

Lily se quedó estupefacta. ¿Le estaba pidiendo salir? Hacía más de siete meses que no lo hacía. Desde el día de San Valentín del año pasado.

— ¿Qué tal, pareja? – dijo Sirius, apareciendo a su lado. – Siento interrumpir, Cornamenta, pero tenemos trabajo que hacer. He oído que Quejicus estaba diciendo cosas poco apropiadas sobre la señorita Bones, y creo que es nuestra obligación corregirlo.

James asintió y se giró hacia Lily con una sonrisa.

— Nos vemos, Evans.

Él y Sirius se alejaron, y Remus apareció de repente a su lado. El chico le sonrió lentamente, a sabiendas.

— No le voy a decir nada. Pero si tuviese la oportunidad de daros un empujoncito en la dirección adecuada…

— No – dijo Lily con firmeza. – Fue solo un sueño. Deja las cosas como están – se dio la vuelta y se dirigió hacia la sala común de Gryffindor.

No estaba bien que la Premio Anual se dedicase a dormir en las clases. Aunque tuviese esos sueños tan agradables, calientes, vaporosos y… bueno, sensuales. Aún así, no podía volver a pasar.


Lily entró en el dormitorio, donde se encontró a su mejor amiga echando un vistazo al calendario protagonizado por aurores masculinos.

— Mar… ¿cuándo vas a dejar de babear mirando esa cosa?

Marlenne Mackinnon sonrió.

— ¡Es que todavía no has visto al de julio, Lily! No te imaginas el tamaño de su…

— No me importa. Me ha pasado de nuevo.

— ¿Qué ha pasado?

— He tenido otro sueño.

Marlenne se sentó en posición vertical, con las cejas arqueadas y un brillo diabólico en los ojos.

— ¿Qué has hecho esta vez? ¿Estabas tumbada? ¿O te subías a la parte superior y lo montabas como a un caballo, pequeña vaquera?

Lily hizo una mueca.

— No digas esas cosas, Mar, haz el favor. No entiendo por qué siempre se te olvida que no quiero tener este tipo de sueños.

— ¿Estás segura de que no quieres? – resopló Marlenne, sentándose de nuevo para seguir ojeando al señor Julio. – Si tú no los quieres, yo me los quedo encantada, Lily. Solo necesito que me des unos cuantos detalles más…

— Hay cosas que no se deben compartir…

— ¿Como los hombres? – sonrió Marlenne, moviendo las cejas. — ¿Cuál es el problema, de todas formas? Llevas más de un mes teniendo estos sueños.

— Me he quedado dormida en clase. Ni siquiera recuerdo cómo ha pasado. Creo que me estoy volviendo narcoléptica… — Lily se sonrojó antes de añadir: … y Remus Lupin me oyó murmurar su nombre.

— ¿Por qué estabas diciendo el nombre de Lupin? – preguntó Marlenne, confusa. – Creía que estabas soñando con Potter. ¿O es que también te tiras a Lupin, pequeña soñadora pervertida? Esto podría dañar seriamente la amistad de esos dos.

Lily la miró con incredulidad.

— ¿Estás escuchando lo que estás diciendo, Mar?

Su mejor amiga le sonrió.

— Vale, entonces Lupin te oyó – se encogió de hombros. – Menudo drama. ¿Cuál es el problema?

Lily se encogió de hombros, nerviosa.

— Es incómodo. Ahora él también que…

— ¿Qué? ¿Que te pone Potter?

Lily siseó y le tiró a Marlenne lo primero que encontró: su cepillo del pelo.

— ¡Cállate! ¿Y si te escucha?

Marlenne la miró condescendientemente.

— Eres patética, Lily. Simplemente es un calentón. Ve y líate con él, y se acaba el drama.

Con un grito de frustración, Lily cogió su bolso y se fue a la biblioteca. Necesitaba alejarse de Mar. Esa siempre era la solución.

"¡Vete tú a liarte con alguno!", pensó.


James Potter se reclinó contra su árbol favorito frente al lago, observando cómo el calamar gigante lanzaba un cangrejo al aire.

Remus estaba tumbado a su lado, mirando el cielo azul claro.

— Me pregunto qué estará haciendo Sirius.

— Liarse con Bones, creo – respondió James. – Es su forma de mostrar agradecimiento por lo que ha hecho por ella.

Remus asintió.

— ¿Y qué es lo que pasa contigo y con Lily?

Una alarma se encendió en la cabeza de James.

— ¿Por qué? ¿Estás interesado?

— Soy tu mejor amigo – resopló Remus. — ¿A ti qué te parece?

— Me refiero a si te interesa ella.

— Pero si te gusta a ti– dijo Remus, desconcertado — ¿no es cierto? — ¿No sería trágico que a James ya no le interesase? Eso sería terrible para ella, y tremendamente embarazoso.

— Claro que sí. Me preguntaba si te gusta a ti

— ¿Por qué me iba a gustar?

James se encogió de hombros.

— Es una bruja inteligente, y astuta, y preciosa. Y es Premio Anual. ¿No es como tu esposa de ensueño o algo así?

— Me parece que somos demasiado jóvenes como para hablar de matrimonio, Cornamenta – rio Remus. – Además, como te he dicho, te gusta a ti.

— Los sentimientos no se pueden controlar.

— Bueno, te puedo asegurar que esos en concreto los tengo bien controlados – volvió a sonreír, sacudiendo la cabeza. – No es mi tipo. A ti te gustan las apasionadas, yo prefiero las chicas tranquilas.

— Esas son las más salvajes en la cama – dijo James, a sabiendas. Cerró los ojos. — ¿De qué estabais hablando hoy en Transformaciones, de todas formas?

Remus lo miró.

— De nada.

— Eres un mentiroso de mierda, Remus.

— Ha tenido un sueño.

— ¿Sobre qué?

Sabiendo que era inútil tratar de mentirle a James, que tenía la extraña habilidad de saber cuándo algo no era verdad, admitió:

— No te lo puedo decir.

— Odio que seas tan leal, Lunático. Lo odio muchísimo.

Su amigo se encogió de hombros con soltura, sonriendo.

— Ya, y volviendo al tema de Lily, ¿vas a volver a invitarla a salir, o te has rendido?

James abrió los ojos y miró a su amigo.

— ¿Qué dices, tío? No estaría soñando conmigo, ¿no?

Remus no le respondió.

James rio y dio un grito mientras saltaba.

— Voy a ir y voy a…

— No está segura todavía, James. Está en la fase de negación. Si le dices que lo has descubierto por mi culpa, te mato. Dale algo de espacio.

— No soy bueno teniendo paciencia.

— Ya me había dado cuenta – murmuró Remus con sequedad.


He vuelto, ¡y qué maravilloso es volver! Sigo con muchas cosas que hacer, pero me apetecía tantísimo traduciros algo que no me he podido resistir. Y todo se debe a un correo que leído hace unas horas de Naza Ford, en el que me avisaba de que estaba nominada en los premios Amortentia Awards por mis traducciones de los fics de Kiss and Tell y Frases Para Ligar (¡gracias de nuevo por el aviso Naza!). ¡Wow! No tenía ni idea, ¡y no os imagináis la ilusión que me ha hecho! Muchísimas gracias a todas las que hayáis votado... como siempre digo: sois un AMOR.

Como agradecimiento, os traigo este nuevo fic, escrito originalmente en 2005 (que se dice pronto) por NatiFcs28. Lo había leído hace unos años y me lo volví a encontrar hace unas semanas por casualidad, y entonces decidí que se prestaba maravillosamente bien para una traducción: los capis no son excesivamente largos, el lenguaje es sencillo y creo que os va a gustar bastante. Sé que tengo todavía pendientes Poco a Poco y 8D. No los he abandonado, pero su longitud y complejidad exigen mucho más tiempo del que puedo dedicarles estos meses, así que me temo que tendré que aplazarlos una temporada... Espero que Rude Awakenings os entretenga mientras esperais! Como siempre, os animo a que me conteis en los comments cómo veis el arranque del fic.

Gracias otra vez por las nominaciones. Me parece una pasada y me hace muy, muy feliz. (L)

Nos leemos prontito (palabra)!

Un besooo