Hola queridos lectores!

Esta vez quise probar con un one shot. Veremos cómo resulta. El SagaxSaori me gusta mucho…no sé porqué. Es por ello que me inspiré con ellos. Debo añadir que disfruté mucho escribiéndolo…

Para quienes siguen mi otro fic que estoy escribiendo (La razón o el corazón) debo confesarles que está un poco estancado….mi musa inspiradora parece que se fue a las playas de Europa a pasar el frío invierno de Chile. Espero que regrese pronto.

Este fic se basa principalmente en las memorias de los personajes. Algo muy, pero muy leve de lime tiene por ahí, para que sepan de antemano.

Espero que les guste.

Disclaimer:

Los personajes no me pertenecen y pertenecen a Saint Seiya de Masami Kurumada. La imagen de la historia tampoco me pertenece.


Desde que te perdí.

El viento de aquella fría noche de invierno azotaba su rostro sin piedad. Sus azulados cabellos daban prueba de la fiereza de éste. Con sus manos en los bolsillos de su chaqueta intentaba menguar de alguna manera ese frío que no solo invadía su cuerpo, sino también su corazón. Mientras caminaba rumbo a su departamento, tras una larga jornada de trabajo, una ola de pensamientos y recuerdos invadía su mente. Ellos eran los únicos que en ese momento le hacían, de alguna manera, compañía en aquellas oscuras y desoladas calles de la ciudad. A esas horas de la noche, los asiduos peatones preferían sin duda disfrutar de la calidez de sus hogares.

- Pronto se cumplirán 7 meses desde que nos separamos…- decía para sí Saga mientras continuaba su camino. Él era un joven de 26 años que había conocido y disfrutado del amor de su vida, pero que simplemente le había dejado ir. Desde aquel entonces nada era lo mismo para él. Cada cosa que hacía parecía ser solo una mera rutina.

Mientras seguía divagando en sus pensamientos, sus pies parecían ser controlados por una fuerza ajena. Su destino: aquel bar que prácticamente se había convertido en su refugio desde que la perdiera, el lugar donde podía aminorar aunque fuese superficialmente su pena, el lugar donde alguien lo podía escuchar, aquél que parecía ser su único "amigo": Tom, el bar tender.

No es que Saga hubiese encontrado la salida a sus problemas a través del alcohol, pero sin duda ese líquido color ámbar le hacía olvidar lo que le acongojaba a momentos. No se había rendido, no se había convertido en un esclavo del alcohol…..en absoluto… digamos que solo se sentía vacío, confundido, con ganas de volver el tiempo atrás… pero claro! Eso era imposible.

-Si sales por esa puerta, olvídate de mí para siempre. –

Esas fueron las últimas palabras que él profirió a su chica, la mujer que amaba con todo su ser. Con las manos empuñadas lleno de rabia, preso de su orgullo, esperaba que Saori simplemente se marchara. Por otra parte, deseaba que las cosas no fueran realmente así, pero sentía que ya no podía lidiar con todo lo vivido ese último tiempo. Sabía que la relación que tenían no era una relación enfermiza, pero de un tiempo a la fecha las discusiones se habían tornado más frecuentes, y es que Saga sencillamente parecía no entender que la confianza era primordial en la relación. Muy dentro de su ser, el peliazul deseaba que ella permaneciera con él, pero ¿cómo poder seguir viviendo así? Lo que él no se imaginaba es que ella tampoco podía seguir soportándolo más, por lo que ese día, ésta dio un portazo tras de sí para no volver jamás…

-Si tan solo la hubiese detenido…. ¡qué tonto fui! – repetía en su mente Saga al mismo tiempo que bebía de un sorbo el segundo vaso de whiskey de la noche. Con una mueca hizo evidente al ardor que éste le producía al momento de ingerirlo. Tras ese segundo vaso hubo un tercer y hasta un cuarto vaso…. hasta que su "amigo" decidió que era suficiente.

-Te ves deplorable, Saga- fueron sus palabras. –No es necesario que llegues a embriagarte para verte mal. Creo que ya ha sido suficiente por hoy. Déjame llamar un taxi para que te lleve hasta tu casa.-

-No estoy ebrio y puedo irme solo. Además, YO soy quien decide cuando es suficiente. Aunque a decir verdad – decía mientras hacía el vaso a un lado- ya no se me apetece beber más.- concluyó el peliazul con voz firme. Efectivamente esos cuatro vasos no le habían hecho efecto.

-Aún así luces pésimo. Realmente das lástima. Además, ten por seguro que serías un blanco para los delincuentes. Creo que en este momento cualquier persona podría percibir tu debilidad.- añadía el bar tender.

- ¿Tú crees?- inquiría con sorna Saga. – Pues yo me siento de maravilla, así que continuaré mi trayecto de a pie. Me voy-

Dicho esto, tomó unos cuantos billetes de su cartera y se los dejó a su amigo para salir a paso seguro del bar. Afortunadamente el licor había hecho, positivamente, algo de efecto en su cuerpo impidiendo que el frío le invadiera nuevamente. Antes de emprender su marcha, ajustó los botones de su chaqueta y levantó el cuello de ésta para cubrir su rostro lo más posible. Luego metió sus manos en los bolsillos para así caminar rumbo a su hogar, el cual se hallaba a unas tres cuadras del lugar.

Una vez que llegó hasta el edificio donde se encontraba su departamento, subió por las escaleras, pues no se sentía de ánimo para esperar el ascensor. Cuando estuvo frente a su puerta, dio un hondo suspiro y procedió a abrirla sin mayor dificultad. Entró, encendió las luces para luego quitarse la chaqueta y lanzarla sin destino aparente. A medida que caminaba hasta su habitación se despojaba de alguna prenda de vestir: primero fue su corbata, luego su camisa que sin mayor problema logró desabotonar. Tras ella se quitó su camiseta, lo que dejó en evidencia su bien trabajado torso. Luego fue el turno de los pantalones y su bóxer. En ese momento, solo las paredes de su habitación eran testigos de su completa desnudez. Cualquier mujer que lo viese así podría compararlo con un dios, porque sí, eso es lo que él era. Sin embargo, a ese dios le faltaba su diosa, su compañera idónea.

Luego, Saga se hizo paso hasta el baño donde una tibia ducha despejaría un poco su mente… Claro, no le ayudaría a deshacerse de la pena que le embargaba, pero sutilmente siempre resultaba de ayuda al aminorarla.

Después que estuvo listo, cortó el agua y procedió a secarse. Aquello era todo un espectáculo, donde el premio se le llevaba su larga y hermosa cabellera. Una vez que hubo terminado, amarró la toalla alrededor de su cintura y se dirigió nuevamente hasta su habitación. Decidió vestirse solo con su pantalón de pijamas y se fue directo a la cama.

Cuando se hubo, literalmente, lanzado sobre su cama, decidió que un poco de televisión le haría olvidar la realidad, SU realidad, aunque fuera por unas cuantas horas. Sin embargo, nada parecía servir.

-Saori- repetía una y otra vez en su mente. Definitivamente se había desvelado, en la soledad de su habitación. Sabía que ya no debía amarla, ni pensar en ella, que todo se había acabado, pero su corazón le decía otra cosa. Se sentía ahogado, preso de los recuerdos y sabía que no sería capaz de continuar así.

-Daría mi vida por tenerte aunque fuese una vez más conmigo y sentir tu cuerpo junto al mío. Saori, no puedo seguir así, viviendo de los hermosos recuerdos de nuestra vida juntos…no puedo ¿Podrás acaso siquiera imaginar el dolor que siento y que he sentido todo este tiempo desde que te perdí? Sé que fui un tonto, porque era a ti a quien debí creerle, pero ¿qué hice? Todo lo contrario, dudé de ti y del amor que me tenías…. Lo peor de todo es que he sido una marioneta de mi orgullo, porque no fui capaz de buscarte y pedirte perdón– pensaba al mismo tiempo que apretaba la almohada contra sí. Aquella noche era un constante recuerdo, todo en su mente se veía claramente como si hubiese sido ayer.

Flashback

-Saga- decía la pelilila al borde de las lágrimas mientras tomaba la mano de éste, quien evitaba mirarla a los ojos - Por favor mírame y dime, ¿es que acaso no confías en mí? ¿No crees que te he demostrado con creces lo que tú significas para mí?-

Saga no respondía, ni tampoco la miraba a los ojos. Estaba enceguecido por los celos. Sabía que Saori era incapaz de engañarlo, pero una vez más él había caído en las negras garras de los rumores…sin siquiera cuestionar. Es que no era la primera vez que oía aquello sobre su novia y quien se suponía era su amigo, Aioros. Él y Saori trabajaban en la misma oficina, cosa que en un principio no pareció molestarle en lo más mínimo. Eso hasta que las lenguas mal intencionadas comenzaron a hacer su trabajo y sembraron la semilla de la duda, de los celos, de los celos enfermizos. Sabía que su novia no le traicionaría jamás, pero, ¿cómo podía reaccionar ante tal cantidad de comentarios? Además, sabía que, pese a que Aioros era su amigo, no sería la primera vez que le traicionara y usurpara su lugar. Todo parecía ser un simple dejavú. Claro, la primera vez nada tenía que ver con mujeres, solo con un puesto de trabajo que Saga estuvo a punto de obtener producto de su esfuerzo, pero que gracias a su castaño amigo le fue arrebatado. Pero ahora, todo tenía que ver con lo más importante de su vida, su amor, Saori y eso…eso le tenía muy mal.

El silencio pareció responder las interrogantes de la chica. Si Saga no lo negaba, era porque lo creía así. Pero, ¿por qué? ¿Desde cuándo la duda se había interpuesto entre ellos? ¿Desde cuándo le dieron cabida en su relación?

Ante esto, la joven soltó la mano del peliazul. Fue doloroso, como si una parte de su cuerpo se desprendiera poco a poco. Esta vez fue ella quien decidió tratar de no mirarlo a los ojos. No era enojo lo que estaba sintiendo, sino más bien dolor, decepción ¡Ella jamás le fallaría a ese hombre que estaba frente a ella! ¡Jamás!¡Al amor de su vida!... Pero él no le creía, no confiaba en ella, pese a que en ocasiones anteriores le juraba que no volvería a desconfiar.

-Yo jamás te he engañado, Saga. Mi corazón y mis pensamientos pertenecen solo a ti, convéncete de ello.- decía esta vez la muchacha con un poco de molestia que se mezclaba con el dolor, de lo que resultaba un muy extraño híbrido. Es que simplemente ya no sabía qué hacer para convencerlo.

Dicho esto, Saga la tomo bruscamente de la muñeca y la miró a los ojos. Las hermosas esmeraldas del joven reflejaban pena, que a ese punto se estaba convirtiendo en molestia, ira, rabia con ella por fallarle y con él por haber confiado y haberle seguido ofreciendo su corazón. Luego habló:

-Ah ¿sí? ¿Cómo puedo creer todo lo que dices cuando las habladurías jamás cesaron? ¿Cómo puedo confiar cuando han sido muchas las personas que me han dicho que tú y ese malnacido de Aioros parecen ser más que amigos? ¿cómo pretendes que me sienta si no sé si creerte a ti o a ellos? ¿Tantas personas compartiendo la misma versión? No te parece extraño?!- exclamaba Saga

-Pues deberías creerme a mí! Yo soy tu novia y si te digo que con Aioros no ha pasado nada es porque es la verdad. Jamás he tenido interés en él, ni en ningún otro hombre que no seas tú, ¿por qué te cuesta tanto creerlo?- decía apretando los dientes las joven pelilila, esta vez con la mirada fija en Saga.

-Pues… me cuesta creerte….no sé qué hacer. Creo que las cosas no pueden continuar así-

Entonces no tenemos nada más de qué hablar. Si no confías en mí, no podemos seguir juntos.- decía Saori mientras unas solitarias lágrimas se asomaban en sus azules ojos.

Cuando pronunció estas últimas palabras, Saori tomó sus cosas y se dirigió hasta la puerta, con el corazón roto en mil pedazos. Luego giró su cabeza para ver si Saga de alguna manera cambiaba de opinión, si le pedía perdón por dudar. En su corazón, ella deseaba que todo aquello pasara, pues sentía que no podía vivir sin él. Esperó un par de minutos, pero ninguna palabra salió de la boca de Saga, quien seguía de pie frente a la ventana con la mirada perdida. Después de unos cuantos minutos, con mucho esfuerzo Saga logró articular algunas palabras:

-Si sales por esa puerta. Olvídate de mí para siempre.-

Con ello el corazón de Saori se terminó de destrozar. Esperaba alguna palabra de arrepentimiento, un pequeño gesto de amor, dulzura….alguna señal, pero no ¡Qué dolor! La joven giró sobre sus talones, abrió la puerta y la cerró tras de sí para no volver jamás. No es que quisiese ser orgullosa, pero sabía que era inocente de todo lo que se le acusaba. Nunca tuvo con Aioros más que una simple relación de colegas que se hizo más distante una vez que él insistentemente demostrara su interés por ella, aunque la joven jamás le diese un ápice de esperanza. Constantemente se le insinuaba, la invitaba a salir e incluso la seguía mientras ella se dirigía a su hogar. Pero ella intentó de todas las formas posibles de hacerle saber que no estaba interesada en él y que su corazón ya tenía dueño y ése era Saga.

Fueron tantas las insistencias que probablemente sus compañeros de trabajo se estaban haciendo la errónea idea de que algo más había entre esos dos. Además, Aioros no se había tomado la molestia de negar nada, sino todo lo contrario.

Aparte de todo eso, él joven castaño buscaba constantemente instancias para hablarle a Saori sobre Saga, a quien conocía hacía ya unos años. De más está decir que nada bueno salía de su boca, sino solo le hablaba pestes de él, como que era un mujeriego, un poca cosa, etc. Aunque ella nunca le prestó oídos. Sin embargo, a Saga no le había costado mucho trabajo creer todos esos cuentos sobre ella y eso le dolía profundamente.

Fin flashback

Ahora, Saori, no sé qué hacer sin ti- decía el peliazul para sí mientras seguía inmerso en sus recuerdos. - Desde que te perdí, ya no sé qué hacer…-

Y aunque desde que aquel día que se separaron no volvió a tener noticias de ella, simplemente no podía sacársela de la cabeza, e incluso más, no podía sacarla de su corazón. Para sumar, le estaba costando trabajo quedarse dormido, por lo que -pese al frío- decidió salir a dar un paseo y así despejar su mente. Se puso zapatillas, su chaqueta, una bufanda y salió de su departamento sin rumbo definido.

Eran las dos de la madrugada y Saori aún no lograba conciliar el sueño. Aquella situación se estaba tornando habitual y para poder dormirse debía ayudarse de somníferos. ¿Desde cuándo comenzó todo eso? Pues bien, desde el día que decidió separarse de Saga y no saber más de él.

Desde un principio supo que no sería fácil olvidarlo. Además de ser el amor de su vida, fue el primero con quien compartió los más íntimos momentos. Creyó que al mudarse con sus padres a otra ciudad simplificaría las cosas, pero estaba completamente equivocada. Aquello solo aumentó su ansiedad, ese deseo de estar lejos de él pero al mismo tiempo sentir que estaba cerca. Por ello decidió volver a la misma ciudad donde Saga vivía. Después de todo, ella debía continuar con su vida normal y nada aseguraba que él siguiese ahí. Ella recuperó su trabajo y su vida comenzaba, en cierta forma, a ser la de antes.

Saga- suspiraba cerrando los ojos, mientras se hallaba recostada sobre su cama. Esa noche se sentía particularmente vacía, sola. - Ha sido muy difícil superar lo nuestro. No hay día en que no piense en ti. Me hubiese gustado que las cosas terminaran de otra forma. Esos dos años junto a ti han sido sin duda los mejores de mi vida…. Aunque me duele recordar que desconfiaste de mí, que no creíste en mis palabras….aun así, moriría por volverte a ver.

Flashback

-Te amo- decía el peliazul mientras tomaba a Saori por la cintura y la pegaba a él. Ya habían cumplido un año juntos y su relación mejoraba cada día. Aquella noche, el peliazul la había llevado a una muy romántica velada. Primero fueron a cenar a un elegante restaurant francés, donde se sirvieron un delicioso Vichyssoise acompañado de un Merlot. Una vez que ambos terminaron de comer, saga sacó una pequeña caja de terciopelo rojo y la abrió frente a los ojos de Saori, quien quedó literalmente con la boca abierta.

- ¿Quieres ser mi prometida, Saori?-

La chica no podía creer lo que veía ni lo que estaba escuchando. Le tomó un rato poder reaccionar.

Esos minutos parecieron una eternidad para Saga, quien siendo un tanto impulsivo ya estaba auto convenciéndose de que no había sido buena idea haberle pedido eso aquella noche.

-Claro que quiero ser tu prometida, amor. Es más, es lo que más quiero en la vida.-

Saga sintió un gran alivio al oír esas palabras. Es que aunque no lo pareciera, le había costado mucho trabajo pronunciar esas palabras.

El peliazul procedió a tomar el anillo y ponerlo en el dedo de Saori. Luego, ambos se quedaron mirando fijamente el uno al otro, como si a su alrededor no hubiese nada ni nadie.

Cuando la hermosa y romántica velada en el restaurant hubo acabado, ambos se dirigieron rumbo a la playa, donde caminarían por la orilla. Aunque el mar estaba un poco bravo por la luna llena que imperaba esa noche, la claridad que ésta proveía era simplemente maravillosa. Era posible, además, apreciar el cielo estrellado aunque no fuese en su esplendor. Caminaron descalzos por la arena húmeda, tomados de la mano. Nada parecía más hermoso en el mundo que estar así juntos.

-Eres el amor de mi vida- le decía la joven al mismo tiempo que rodeaba con sus brazos el cuello de Saga –Prométeme que jamás me abandonarás.-

- Jamás. No existe nadie que llene mi vida e ilumine mis días como lo haces tú. – le decía susurrándole al oído. Luego de eso, se besaron apasionadamente siendo la luna testigo del amor que la pareja se profesaba.

Una hora después, ambos hacían su entrada al departamento de Saga. Todo iba de maravillas y según los planes del joven. Amaba a la chica y estaba dispuesto a todo con tal de demostrarle su amor.

La joven tomó asiento en un amplio sillón color negro que llenaba la sala de estar de aquel departamento. Éste contrastaba con las paredes blancas y algunos adornos de color rojo que mostraban el buen gusto que el joven tenía, pese a la sobriedad.

Respecto a sus vidas, se podía decir que éstas eran tranquilas. Ambos tenían un trabajo estable: Saori llevaba poco más de un año trabajando para una corredora de seguros y Saga ya había cumplido tres meses en su empresa, obteniendo un ascenso al segundo mes como premio a su gran labor.

Mientras la joven se deleitaba con lo que su vista le ofrecía, Saga preparaba un ambiente aún más romántico, puesto que aquella sería una noche especial. Encendió unas velas aromáticas y luego fue el turno del equipo de música. La luz de las lámparas ya era inexistente en ese momento.

-¿Qué deseas escuchar?- preguntó él.

Pues lo que tú desees. Me gusta la música que escuchas.- respondió ella.

-¿Te parece algo de Lionel Richie?-

-Me parece perfecto-

Un minuto después, una hermosa melodía comenzó a sonar. La canción….Endless Love, una de las favoritas de Saga.

-¿Deseas beber algo?- le preguntó esta vez a la pelilila, quien no se cansaba de observar el departamento de su novio.

-Solo agua, por favor.-

Saga se dirigió hasta la cocina y un par de minutos después regresaba con dos vasos de agua en sus manos. Se sentó junto a la chica que no pudo evitar sonrojarse pese al tan sencillo gesto. Quizás era la idea de lo que aquella noche podía pasar lo que le ponía así.

En un momento, ambos se quedaron mirando a los ojos y poco a poco las caricias y besos comenzaron a invadir el lugar. Cuando ambos se detuvieron para así recuperar el aliento, Saga se puso de pie y estiró su mano hacia a la chica invitándola a que le siguiese. Luego, en un movimiento veloz, Saga la tomó en sus brazos cual princesa rescatada y la llevó rumbo a su habitación. A medida que avanzaban, la joven sentía millones de mariposas en su estómago. Las miradas de ambos no se separaron ni un por un solo instante.

Una vez que entraron en la habitación, Saga depositó delicadamente a la chica sobre su amplia cama, como si se tratase de una delicada figura de porcelana.

Poco a poco comenzó a desabotonar su vestido para después retirarlo completamente, labor facilitada por la chica. Luego fue el turno de ella, que con toda la calma comenzó a desabotonar la camisa de él. Cada botón era un verdadero placer para ella…. Y así…hasta que sus cuerpos estaban casi por completo desnudos. Solo la ropa interior inferior les impedía sentirse de manera absoluta y sublime.

Él comenzó a besarle el cuello, para después continuar con sus hombros, cosa que la hacía estremecer. Poco a poco el lugar de los besos fue descendiendo, hasta llegar a un punto en que ambos solo necesitaban compenetrarse.

Una mueca de dolor se hizo evidente en Saori, pero decidió ignorar aquello y así se lo hizo entender también a Saga. Cuando ambos se hallaban unidos en perfecta armonía, el compás de sus cuerpos en movimiento se hizo presente. Lentos y suaves movimientos comenzaron a apresurar su marcha hasta que el tan anhelado clímax tuvo lugar. Ambos jadeaban excitados al máximo. TE AMO, fueron las palabras que él le dio a su chica mientras la besaba en la frente con delicadeza. Luego rodó a un lado de la cama, dado que el peso de su cuerpo sobre su amada podía ser demasiado.

La chica se giró hacia el lado donde él se encontraba y posó una de sus manos sobre la mejilla de él. YO TAMBIÉN TE AMO, decía ella a manera de respuesta. Sus voces aún estaban enronquecidas debido a la placentera sensación experimentada minutos antes.

Él puso su mano sobre la diminuta cintura de la muchacha y de esa forma ambos cayeron rendidos en los brazos de Morfeo. Sin duda alguna, aquél había sido el momento más especial que ambos habían compartido en sus vidas…. Y como ese momento, vinieron muchos después.

Fin flashback

Saori se sentía ahogada en los recuerdos. Hasta parecía que su piel se negaba a impedir que esas sensaciones se apoderaran de ella, se sentía una esclava de sus recuerdos, esos recuerdos junto a Saga.

Decidida a no soportarlo más, decidió levantarse de su cama. Se vistió de pantalones y un sweater gris cuello de tortuga para sentirse más abrigada. Luego tomó un abrigo largo hasta las rodillas, cogió sus llaves y salió de su casa. Decidió que iría donde sus pies la llevaran. El aire frío y fresco de aquella helada madrugada mitigarían sus recuerdos y su dolor.

No podía negar que caminar sola a esas horas de la noche le atemorizaba, pero era como que en ese momento sus pies se mandaban solos. Lo que no sabía que algo llamado destino estaba haciendo su trabajo.

Mientras la pelilila avanzaba, sus largos cabellos se movían a merced de la fiera brisa de la noche. Quizás no había sido tan buena salir, después de todo. El frío parecía traspasar cada capa de ropa que vestía.

Sin darse cuenta, notó que iba rumbo a aquel lugar que fue siempre un lugar de encuentro para ella y para Saga cuando aún eran novios.

Flashback

-Mira Saori. Cada vez que veas la luna, recuerda cuánto te amo- decía el joven de cabellos azulados.

-¿Cómo es eso? – inquiría curiosa la joven.

-Porque te amo de aquí a la luna, es decir, te amo como no te puedes imaginar.-

-Pues yo también te amo de aquí a la luna.- agregaba ella.

La chica sonrió tiernamente ante tales palabras y luego depositó un suave beso en los labios de su novio. Así pasaron unos cuantos minutos abrazados observando la tan mencionada luna.

Fin flashback

Y así había sido para Saori. Cada vez que veía la luna recordaba las palabras de Saga. Claro que desde el día en que decidieron separarse, verla en el cielo solo era un recordatorio de su dolor.

Mientras seguía caminando, alzó el rostro al cielo y ahí estaba ella, llena, aunque cubierta por unas cuantas nubes, tal como creía ella estaba su corazón en ese instante. Iba inmersa en aquello, cuando repentinamente una silueta frente a ella parece acercársele. Sin dudarlo un instante, decidió cruzar la calle y evitar que algo malo sucediese. Cuando estaba de la otra vereda, dirigió su vista hasta aquella silueta que había visto segundos antes, la cual se alejaba rápidamente de ahí. Cuando volteó el rostro al frente para seguir su camino, algo la detuvo.

-Fíjate por donde caminas- dijo rudamente una voz masculina. Había chocado contra ese hombre por su descuido y se sentía avergonzada.

-L-l-lo siento- dijo ella. Cuando levantó su frente, grande fue su sorpresa.

-¿Saga? ¿Eres tú?-

El joven la miró y descubrió un poco su rostro bajándose la bufanda.

-Saori?- inquirió él-

Es que sí, el destino había preparado ese encuentro, ¿quién más? Si todos sus pensamientos esas últimas horas giraban el uno por el otro.

Ambos se quedaron mirando en silencio, fijamente durante unos segundos. Luego, Saga rompió el silencio.

-¿Qué haces aquí a estas horas de la noche?-

La joven bajó la mirada. No podía ni debía confesarle que estaba pensando en él. Sería demasiado ridículo. Seguramente él ya la había olvidado después de todos esos meses separados.

-Necesitaba tomar un poco de aire fresco- respondió ella - ¿Y tú?-

El peliazul dudó un momento. Si le decía que su recuerdo no le dejaba en paz y que la extrañaba mucho podría creerlo loco.

-Yo estaba desvelado. Salir a pasear en la noche me ayuda mucho para más tarde conciliar el sueño.-

-Vaya! – añadió Saori.

Luego el silencio volvió a invadirlos. Ambos sentían que tenían tanto por decirse, pero no sabían cómo empezar. Además, el orgullo de Saga tenía mucho poder sobre su voluntad.

-Es peligroso que andes sola a estas horas. Déjame que te acompañe hasta tu casa. Claro, si es que a tu novio no le molesta.- decía Saga.

-¿Novio? No tengo novio – decía esta vez la chica con un gesto que evidenciaba algo de molestia ante la osadía de esas palabras. Después de Saga, ningún hombre había ocupado su corazón. Decidió que sería ella esta vez quien haría alusión al tema. Ambos emprendieron una lenta marcha rumbo al hogar de Saori.

-¿No crees que sería mal visto que acompañes a una chica en la noche siendo que tienes novia?- dijo con una sonrisa ladina.

Saga detuvo repentinamente la marcha. Su cara no reflejaba nada de simpatía.

-¿De qué novia me hablas?-

-No sé, creí que después de todos estos meses alguien te haría compañía. Nunca te gustó estar solo.-

-Pues déjame decirte que la soledad ha sido mi mejor compañía. Me sienta de maravilla.-

Después de eso no hubo mucho más que decir. Es que, tanto para uno como para el otro, pensar en la idea de que seguían sin compromiso les daba un atisbo de esperanza, el que tenía una dura lucha con el orgullo.

Pese a que cada vez que Saga o Saori pensaba en un potencial encuentro de los dos, creían que tendrían muchísimo por decirse. Sin embargo, fue todo lo contrario: el silencio era el rey de la jornada.

-Si le pido perdón a Saori…. Si le digo que jamás debí dudar de ella….- pensaba Saga.

Por su parte Saori también tenía un diálogo interno:

-¿Qué tal si le pregunto que tratemos de alguna manera ser amigos? Tal vez así las cosas entre nosotros vuelvan a ser las de antes. Quisiera decirle que ha sido muy duro vivir sin él…que lo perdono aunque él nunca haya pedido mi perdón….-

Pasados unos quince minutos, Saga se detuvo frente a la casa de Saori. Miles de recuerdos le invadieron en el instante que terminó su marcha. Podía llegar hasta ahí incluso con los ojos cerrados.

-Ya llegamos- habló esta vez él.

La chica levantó su mirada y se quedó prendada de esas bellas esmeraldas que tanto adoraba.

Por su parte Saga, miraba atentamente cada rasgo de la chica. Su ojos se posaron en aquellos labios rosa que incontables veces fueron suyos.

-Muchas gracias- dijo la chica.

-Debo irme. Me agradó mucho verte, Saori. Que estés bien-

Cuando Saga hubo dicho esto, el semblante de Saori cambió. No había nada que hacer. Si algo de esperanza habitaba en ella, ésta se había esfumado.

-A mí también me dio gusto verte, Saga.-

El joven sonrió levemente y giró sobre sus talones para emprender su rumbo de regreso.

-Si se volteara, me daría esperanza para hablarle sobre mis sentimientos por él, que no han cambiado en todos estos meses.- pensaba la chica. Para su mala fortuna, mientras ella lo observó, esto nunca ocurrió. Su amor se alejaba nuevamente. Giró nuevamente hasta la puerta de su casa.

Por su parte Saga, también pensaba algo parecido a medida que se alejaba del lugar…

-Si se voltea a verme, iré donde ella y le diré que aún la amo. Sí, está decidido.-

Cuando se volteo, la puerta de la casa de la chica terminaba por cerrarse, así también la esperanza de un nuevo comienzo.

FIN


Espero les haya gustado

Saludos!

Saga Dreamer