Este es, oficialmente, mi primer fic. Es una adaptación de ''Máscara de Odio'' de Mara Gaunt, que, por cierto, podrían leer alguna de sus otras historias, que son muy buenas también.

En fin, Card Captor Sakura pertenece a CLAMP y la trama pertenece a Mara Gaunt, yo sólo hago la adaptación... bla, bla, bla.

…...

Prefacio

Sakura Kinomoto

05 de Junio de 2008

''La que escribe hoy este diario es un compendio de varios pedazos de lo que fue una mujer. Hoy entiendo que mi vida no es más que un ciclo donde la tragedia se me repite de una manera más cruel, es como si no hubiera aprendido de mis dolores, de mis muertes pasadas.''

''No tengo alientos para resucitar, no vale la pena, y no sólo porque el hombre de mis sueños se convirtió nuevamente en mi verdugo y me condenó otra vez a la soledad y al dolor. Y no es solamente por mi historia con Akio y su apuesta, ni la de Shaoran Li y sus engaños por apoderarse de mi herencia. Es la historia que se me repite desde que nací.''

''No puedo contar conmigo misma, ni cuento con nadie a mi alrededor, solo puedo contar con el deseo de muerte que en este momento gobierna mi corazón. Mis dos bebés han muerto, mi madre y mi padre han muerto, Shaoran Li me ha destruido.''

''Siempre creí que había aprendido a ser de goma, pero hoy me doy cuenta de lo poco que sé de mí misma y de lo mucho que los demás saben de mí. Me quiero morir, quiero ir con mis gemelos, quiero alejarme del mundo en el que mi vida no ha sido más que el sumidero de la basura de los demás. Lo siento tanto, Izumi e Ian, siento no haber sido mejor madre, siento haber sido la culpable de sus muertes, siento no haber sido el recipiente apto para que ustedes crecieran bien, y siento no haber sido lo suficiente mujer para que Shaoran se quedara a mi lado."

Firmé por última vez el diario que me había animado a llenar hace un año. Aquel en donde está consignada mi vida desde que lo conocí. Hace un año no podría haber llegado a imaginar que mi vida cambiaría de esta manera. Si antes había sido una mierda ahora era mucho peor que eso, era basura, basura utilizada y rota, así es como me sentía yo.

–No quiero volver a verte.

–No…entiendo.

–Me aburres, no quiero estar cerca de ti un segundo más, ya tengo lo que quería de ti, el maldito dinero que mi padre te heredó, ya no me sirves para nada. Te quiero fuera de mi casa, de mi vida y de este despacho en este momento.

Los ecos de la última conversación que había tenido con Shaoran ocho meses atrás estaba en mi conciencia, sus sucias palabras silenciaron la noticia que había ido a darle ese día. Que estaba embarazada de él.

Eso no importaba ahora. Nada lo hacía.

Mire el frasco de pastillas que acababa de tomar. Trazodone. Todo el frasco de 50 pastillas. El pulso había empezado a temblarme y el mundo ya se estaba cerrando sobre mí en esa pequeña habitación que fue mi hogar durante los seis meses que duró mi embarazo. La bañera estaba llena. Mi cuerpo iba a dejar de funcionar limpio. Para dejar que las llamas del infierno quemaran con menos dolor sobre mí. Mis ojos estaban inflamados. El cuchillo en mi mano palpitaba al mismo lento ritmo de mi corazón.

Izumi e Ian. No los dos fetos. Eran mis hijos. Muertos por un aborto natural. Por culpa de él. No, no era su culpa, era la mía, jamás debía haber caído en su trampa pero él supo conquistarme. Destruirme. Aniquilarme.

El frío de la hoja perforó la frágil y azul piel de mi vena y arteria radial derecha y luego la izquierda.

Llévame rápido –pensé.

Con parsimonia mis pasos me llevaron a la bañera. Con el camisón me metí allí, el agua caliente me dio la bienvenida, un poco de comodidad antes de que mis venas y mi cuerpo se drenaran por completo. La voz de Shaoran perforó mi cabeza.

–¿De qué hablas?

–Creo que cuando no hay más razones para permanecer en este mundo, la vida simplemente debería dejar de existir.

–No comprendo.

–Si no tuviera razones para vivir, yo misma terminaría con mi vida.

–Estás hablando de matarte.

–Sí, es la manera más fácil de acabar con el sufrimiento.

Cuando confesé esa verdad a Shaoran después de nuestra segunda noche de amor nunca imaginé que la iba a llevar a cabo en ese momento.

Un pitido seguido de un sordo adormecimiento se apodero de mí, el momento estaba llegando y aparté a Shaoran de mi cabeza, sólo quería pensar en mis hijos y en el mundo que jamás llegaron a visitar vivos.

Mi cabeza, sin fuerza en el cuello para ser sostenida cayó y se hundió en el agua. No me importaba, ya que hacía casi dos minutos que había dejado de respirar. La hora de mi muerte había llegado.

Lo último que registró mi cabeza fue el sordo sonido de la puerta del piso de abajo al chocar contra la pared y luego mi nombre en un angustiado grito. Pronunciado por la voz que no quería oír pero que ni siquiera en mis últimos momentos de vida era capaz de sacar de mi cerebro.

La voz de mi propio infierno personal. Mi ejecutor. Mi verdugo...

...mi muerte.