Holas! :3 ste es mi primer fic -mmm no se si se puede llamar fic- del fantastico mundo de Harry Potter... Gracias por leer! :D
Desclaimer: Harry potter no es de mi propriedad, ni mucho menos los actores que interpretan tales personajes.. todo pertenece a J.K. .
In extremis
No es tan fácil aceptar aquel nuevo tema, no. No lo es.
No es posible que de odiarlo hasta la muerte, hoy te fijes en el hasta que de tanto desearlo duele.
Tratando de no ser como los otros esperan que seas. Tratando de no parecerte cada vez más a él, un Slytherin. Tú, un Griffindor.
Lo empiezas a seguir, y buscas sus debilidades. Allí donde el es bueno, tu eres malo! Allí donde el es malo, tu eres bueno!
Cascadas de oro puro caen de su cabeza a sus hombros. Carbón desordenado los tuyos- pero suaves al contacto.
Allí donde la nívea piel pellizca el hielo con sus dedos, oleadas de feliz candor los tuyos acarician...
El fino apellido es dueño de su sangre: de familia oscura: y de oscuro destino.
En vez, el tuyo brilla al ser nombrado: de oro tu nombre se pinta. De luz tus ojos se tiñen al saberte hijo de tus padres- pero con trágico destino.
Son los grises ojos que, de pies a cabeza, con recelo y con rencor te miran.
Son aquellos que tanto sueñas y deseas. Empero a la vez quieres olvidar: olvidar para acabar de un puta vez aquel tormento, que nubla tus noches, y no te deja respirar.
Las negras pestañas abanican el grácil pestañear, cuando al nombrarte las doradas cejas se elevan poderosas.
Esos finos labios que distraídamente juegan con la pluma o que en una mueca de superioridad se encurban...
Son estos los que tanto añoras, y por las que tus noches se nublan y tu boca se seca; al imaginarte suspirar sobre estos el nombre de su dueño...
...Malfoy...Draco...
Aquel jodido niñato que se combierte en hombre, roba tu lucidéz y cordura. Y tu ni sabes que hacer.
Todo este enfermo capricho que tus amigos llaman estupidez.
Es enfermo, lo sabes. Porque ahora comprendes que del odio al amor solo un paso hay.
Porque cuando, en tus solitarias noches, te imaginas undir los dedos en sus hebras de oro. Cuando vuestras bocas están tan juntas de beber el mismo aire. Cuando sus dedos congelan el desenfrenado palpitar de tu corazón, y encienden la locura.
Es allí donde la serpiente muerde, y el dolor es tan fuerte de hacerte paralizar. Tan profundo de no dejarte respirar.
Y entre las desordenadas sabanas te encuentras con el sabor efímero de la boca ajena en la tuya. Con el fantasma de su cuerpo que se escurre entre tus dedos- que pero aún sientes. Con aquella traicionera excitación entre las piernas: empapado de sudor y vergüenza.
Y llorar no quiere decir ser menos hombre. Y ser hombre no quiere decir no poder llorar.
Y la noche se ofusca y baila entre dorados cabellos, gélidos ojos y traicionera boca.
Ahí, donde tu lo deseas: el te odia.
Ahí, donde el te odia: tu lo deseas.
