¡ADVERTENCIA!

Vengo a dejar una propuesta para una serie de relatos vampirescos contados con los personajes del Anime/Manga de Naruto, siendo las personajes principales Sakura y Hinata. Subiré el que considero sería el primer relato por parte de Sakura, donde todo comienza y veré si tiene buena aceptación para poder seguir con el proyecto.

Es un Alternative Universe y estaría ambientado en los inicios de la época del siglo XVIII.


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Sakura.

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Aquella carroza se movía demasiado. Tanto que sentía que un dolor de cabeza estaba comenzando a manifestarse, pero tenía que soportarlo. Era su primer día como empleada de los dueños del banco y tenía que cumplir su primer mandato como fuese… después de todo se le había dado una oportunidad que a ninguna otra mujer se le daría: un trabajo en una empresa.

La carroza en la que se vio condenada a subir ya había salido de la zona del pueblo desde hacía varios minutos, se adentraba en un paisaje verde y frondoso donde al final debería estar la casa indicada. No debía ser muy difícil de concretar, solamente tenía que ir a la gran casa de los hombres que debían un mes de pago al banco. Y debía completarlo sin problemas y demostrarles a todos esos aristócratas regordetes y arrogantes que una mujer puede hacer lo mismo que un hombre.

Las ruedas de madera seguían chocando con rocas y sentía que el peinado iba a deshacersele en cualquier momento. Por suerte, cuando la carroza se detuvo, su cabello rosa seguía intacto.

–Hemos llegado, Señorita Haruno. –Dijo el chofer, abriéndole la puerta. –La mansión de los hermanos Hatake.

Ella tomó la mano que el chofer le ofrecía y bajó del carro junto con su bolso de cuero donde llevaba los documentos manuscritos que marcaban la deuda.

–Gracias. Puede volver por mí en una hora. –Le dijo Sakura al cochero y éste se marchó.

Arrastró la falda de su vestido hasta la gigantesca puerta de madera tallada, tragó saliva y juntó el valor para llamar.

Toc, toc, toc.

Tardaron treinta segundos en atender (los contó) y en cuanto la puerta se abrió, una linda mujer de ojos grises con atuendo de criada asomó la cabeza.

–Buenos días, señora. –Dijo la criada. -¿En qué puedo ayudarle?

–Quisiera hablar con los señores Hatake, por favor.

–¿Saben ellos que usted viene?

–Claro que sí. –Dijo Sakura. –Vengo de parte del banco.

La criada se sorprendió un poco al escuchar aquello; Sin embargo, ella sabía que la esperaban. Le abrió la puerta y le dio la bienvenida a la mansión dejándola pasar cortés mente.

La casa era enorme, tanto por fuera como por dentro. No se dio cuenta de que había dejado su boca algo abierta al ver aquél salón principal con un hermoso candelabro colgando en el centro del salón, hermosa decoración de cortinas y muebles de primera calidad, así como la espectacular escalera que se alzaba al final del salón y conducía a un segundo y, tal vez, hasta un tercer piso.

–Sígame por aquí, señora. –Dijo la criada al momento que avanzaba hacia un portal. Sakura la siguió. –Si gusta, puede esperar aquí mientras llamo al señor Hatake. Siéntese donde guste y en un minuto traeré té caliente… ¿Puedo ofrecerle té negro?

–Claro. –Respondió.

–Con su permiso, Señora. Volveré en un minuto. –Dijo la chica con gorro blanco. Se giró y salió por otro portal que se alzaba en el fondo derecho de la habitación.

Sakura pudo contemplar el hermoso comedor en donde esperaría. Una mesa para aproximadamente veinte personas, con sillas bien lustradas, un mantel dorado con bordados rojos, un centro de mesa hecho con velas y flores naturales, cuadros con pinturas preciosas por todo el salón resaltados por un segundo candelabro con velas recién puestas. Era impresionante, lo era para ella al menos, ya que su familia era de clase media alta, pero sólo había podido ver lujos como aquellos en fiestas de adinerados parlanchines. Y aún así no se comparaban a todo esto, a lo que los misteriosos y demasiado jóvenes hermanos Hatake tenían en su poder.

Estos dos personajes eran los más misteriosos, ricos y deseables de la ciudad. Ella lo sabía desde siempre, pero nunca había tenido la oportunidad de conocerlos en persona ni visitar su casa, sólo las personas de clase alta podían recibir invitaciones de lugares como esos; Sin embargo, estos dos hermanos eran muy conocidos por no hacer fiestas ni reuniones glamorosas como los demás de su clase. Solamente se había conocido que realizaran bailes de máscaras un par de veces y con un número muy limitado de invitados, que la mayoría de ellos ni siquiera vivían en la ciudad… muy extraño.

En menos del tiempo que se usa para respirar, la criada estaba de vuelta con una bandeja y un juego de té sobre ella; una tetera, servilletas y dos tazas impecables sobre sus impecables platos. Sirvió una taza y la colocó en el sitio vacío que ocupaba la silla que daba la cara hacia Sakura, llenó una segunda y la colocó en el sitio justo frente a ella al la vez que le pedía su abrigo para guardarlo. Sakura aceptó y le brindó el chal que cargaba, al dárselo se dio cuenta que aquella mujer era aún muy joven, casi de su misma edad, aproximadamente veinte años. Y también era muy hermosa, no llevaba maquillaje alguno y aún así sus pestañas y cabello oscuro resaltaban sobre su blanca piel, además de sus ojos gris descolorido. No pudo quitarle la vista de encima incluso cuando salió por el portal con su abrigo en mano.

Sorbió un poco de té caliente.

–Es muy atractiva, ¿No es así? –Dijo una voz masculina.

Sakura se volvió hacia la entrada opuesta a donde la chica había salido y se percató del hombre que se acercaba a la mesa. No muy alto, rubio, vestido muy elegantemente y con unos ojos azules como el cielo. Era uno de los famosos hermanos y se acercaba tomando asiento donde lo esperaba su taza de té mientras le dedicaba una alegre sonrisa de oreja a oreja.

–Si vienes a solicitarla, me temo que no podré dejar que te la lleves. –Dijo el rubio. –Es la criada estrella de esta casa, como podrás ver.

–No se preocupe, señor, no vengo para comparle su ama de llaves. Vengo por asuntos más importantes y que considero que le causarán menos daño que quitarle su servidumbre. –Dijo la mujer.

–Oh, por supuesto. Usted es la persona que el banco mandaría. –Recordó el joven. –¿Puedo preguntar su nombre, señorita?

–Sakura Haruno.

–Encantado de conocerla, señorita Sakura. –Le sonrió con mirada centelleante.

–Preferiría que me llamara Señorita Haruno, Señor Hatake.

–Y yo preferiría que me llamara Naruto, Señorita Haruno.

Frunció el seño. Sintió que el hombre comenzaba a burlarse de ella de algún modo; Sin embargo no pudo llegar a enojarse del todo, había algo en su rostro que se lo impedía. Tal vez su sonrisa jovial, sus ojos azul brillante o lo realmente apuesto y joven que en realidad era.

–He venido de visita a su brillante mansión para hablar sobre una deuda que tienen su hermano y usted con la banca desde hace un mes atrás. –Comenzó a decir mientras sacaba los manuscritos de su bolso. –He traído las documentaciones firmadas por los empresarios para corroborar que lo que le digo no es una mentira. –Le acercó los papeles deslizándolos por encima del mantel hacia él.

–Oh, las deudas. –Se lamentó Naruto. –Pensé que el descuidado de mi hermano había pagado lo correspondiente el mes pasado. Con gusto enmendaré todos los problemas financieros que pudo haber causado todo éste lío. Hasta puede cobrarme esas malditas cuotas que llaman intereses. –Dijo al devolver con un solo dedo el papel hacia la chica mientras un suave humo se desprendía de la pequeña y perfecta taza.

Perfecto. Ahí estaba la respuesta que esperaba desde el principio. Sabía con seguridad que personas tan ricas como este hombre no se molestarían en pagar una deuda de un solo mes, era pan comido.

–Con gusto informaré a los señores banqueros que están completamente dispuestos a pagar. Mandarán a alguien por el dinero mañana temprano, seguro.

Bebió de su té con toda la etiqueta posible.

–Eso es estupendo, Señorita Haruno. –Sonrió el hombre, pero ahora lo hacía de una manera diferente, algo más sombrío. –¿Le ha gustado el té?

–Está delicioso. –Dijo Sakura al momento que tomaba otro sorbo de la taza. –Tiene razón al decir que ella es la estrella de la casa.

–Ahora que ha disfrutado de mi té… –Dijo riendo. –Déjeme preguntarle algo a cambio, ¿Quiere? –No esperó a que Sakura le confirmara. –Me parece muy extraño que una linda mujer como usted haya sido enviada a las afueras de la ciudad, sola y sin ninguna persona que le sirva de seguridad…

Ella frunció el seño de nuevo.

"¿Qué está queriendo decir con todo eso?" , pensó en preguntar pero el hombre no esperaba permisos para hablar.

–Incluso su cochero se ha marchado y la ha dejado aquí. –Concluyó.

–Él… él regresará por mí en poco tiempo. –Vaciló Sakura.

–Seguro que lo hará. –Rió Naruto, con sarcasmo.

–¿Disculpe?

–Lo lamento, señorita. Lo que pasa es que, siéndole sincero, esperaba que la persona que vendría hoy sería alguna que hubiera preferido varias copas de vino y una charla exhaustiva acerca de las finanzas del país… no una mujer con la que tendría que compartir el té. –Levantó una ceja, haciendo que Sakura comenzara de verdad a enfadarse. –No me mal entienda, sé perfectamente que las mujeres pueden hacer incluso más trabajo duro que los hombres, pero ésa no era la verdadera pregunta.

–¿Entonces cuál era? –preguntó Sakura, algo irritada.

Pudo ver sus ojos brillar un segundo y recargarse ligeramente hacia la orilla de la mesa.

–… ¿No cree que le están tomando el pelo, Señorita Haruno? –Dijo Naruto, entrelazando sus dedos por encima del mantel.

–¿Por qué habría de pensar que lo hacen?

–Como ya le he dicho, no creo que sea normal que envíen a una hermosa mujer hasta estos rumbos para atendernos… y puedo asegurarle que me encanta ser atendido por mujeres hermosas, sólo que ellas ofrecen otro tipo de servicios. –Dijo con risa malévola.

Ahora la conversación se había tornado en algo oscuro y con un doble sentido. Las suposiciones de aquél hombre encendieron una llama de rabia dentro de la chica.

–¿Cómo se atreve a hablarle de esa forma a una dama? –Espetó casi gritando. –He venido hasta aquí para cumplir lo que se me ha mandado, y eso se refiere a venir a hacerle saber de su deuda con el banco, nada más. No sé que clase de pensamientos guarde, pero yo no soy el tipo de mujer que se desvía de sus asuntos originales aunque se encuentre rodeada de tantos lujos y en compañía de una persona importante.

Tomó el documento, lo guardó en el bolso y se propuso ponerse de pie. El chico rubio no dijo nada y ella comenzó su caminata hacia el salón principal para buscar a la criada y que le devolviera su abrigo. No logró dar ni un par de pasos cuando unas risas la detuvieron en seco. Eran tres personas que acababan de llegar, dos de ellas eran mujeres vestidas con ropas brillantes y plumas en sus peinados (una rubia y una pelirroja), y la otra persona era un hombre alto, delgado y con vestimenta formal, una piel blanca y un cabello casi totalmente oscuro como sus ojos. Todos ellos reían de algún chiste contado antes de entrar en la mansión, y Sakura pudo reconocer al hombre como el segundo hermano, el mayor, Sasuke Hatake.

Hatake se percató de la presencia de ella y se giró para mirarla. En el momento que sus ojos se encontraron, la sonrisa desapareció del rostro del joven y su actitud se volvió completamente seria.

–Oh, Sasuke, al fin vuelves. –Dijo Naruto con una amplia sonrisa. –Ésta dama es la Señorita Sakura Haruno. Ha venido de parte del banco para recordarnos la deuda que olvidaste pagar.

Sakura no dijo nada, solamente pudo sorprenderse por las dos mujeres que acompañaban al serio hermano, que pareciera que estaban algo ebrias. Sasuke mandó a ambas chicas a alguna habitación más allá de las escaleras y les dijo que iría en un momento.

Ahora ella no sabía que pensar de ninguno de aquellos famosos y desbordantemente apuestos hermanos… creo que ésa no era la primera impresión que esperaba.

–Sólo habría que pagar y ya está, ¿No es así? –Murmuró aquel hombre mirandola a los ojos.

–Claro, Señor. –Fue lo único que pudo responderle a aquellos profundos ojos negros que alcanzaron a asomar un destello que le pareció extraño… de un color rojizo.

–Entonces es todo. –Dijo dándole la espalda a Sakura y Naruto, para proseguir su camino.

–No deberías irte. –Lo detuvo el chico rubio. –Es de mal gusto dejar sola a una dama invitada, y más aún cuando la señorita se quede a cenar.

Sasuke detuvo su andar y se limitó a observar por el rabillo del ojo. Ella se giró de la sorpresa.

–¿Qué está diciendo?

–Digo que podría quedarse a cenar algo aún más delicioso que ese té. –Señaló la taza con la cabeza. –De todas maneras su cochero no regresará dentro de una hora, ¿no?

Bajó los ojos al suelo ante el comentario, no llevaba ni siquiera treinta minutos ahí dentro y quería marcharse a pesar de que su cochero acababa de irse. Parecería tal vez una cobarde cuando sus anfitriones hablaran sobre ella en un futuro. Un pequeño rastro de rubor cruzó sus mejillas al aceptar que no le quedaba otra alternativa.

–¿Le gusta el pescado, Señorita Haruno? –La interrogó Naruto.

Ella sólo asintió suavemente. Y al levantar la vista hacia el otro hermano, un escalofrío amenazó con formarse en su espalda al notar que la observaba fijamente, casi calculador, sin palabra o expresión alguna.

–Hinata, prepara el mejor pescado que jamás hayas cocinado para nuestra invitada. –Volvió a interrumpir el hermano menor. –Hagamos que estos minutos sean de mucho provecho para la Señorita.

–Si, Señor. –Dijo la criada, para después salir disparada hacia la que Sakura creía era la cocina.

–Que disfrute su cena. –Susurró Sasuke. –Y bienvenida sea a la mansión de los Hatake.

Otro último destello con estelas rojas fue lo que ella pudo ver antes de que aquél hermoso y frío hombre le diera la espalda y subiera por las escaleras.

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¿Cómo es que aquella bella chica podía crear tan delicioso manjar con tan delicadas manos? Era casi imposible lo celestial que era el sabor de aquella comida, y del pan, del vino y de los frutos que le ofrecían. Trató de contenerse de zampárselo todo de un bocado, pero aquellos brillantes y vigilantes ojos azules del asiento de enfrente no le permitían hacerlo. Naruto la había observado en todo el proceso, desde que se sentó de nuevo en la mesa hasta que terminó la última gota de su copa de vino.

Era algo extraño el comportamiento de la gente como aquellos dos. Ser descorteces y después querer arreglarlo ofreciéndole comida fina, observarla con desbordante curiosidad en todo momento, cambiar su actitud a unos fríos y tornasoles ojos y sobre todod darle una seca bienvenida antes de ir a pasar una noche con dos mujeres desconocidas… todo era algo muy fuera de lo común. Incluso el hecho de que aquella taza de té frente a su anfitrión siguiera totalmente llena, sin una gota menos y totalmente frío para esas alturas.

Empezaba a creer que eso era algo inquietante. ¿Por qué habría de pedir una taza de té sin siquiera tomaría un sorbo? Planeaba preguntárselo directamente al hombre frente a ella, pero justo en ése instante, él se levantó de su lugar.

–Discúlpeme un momento, Señorita. –Dijo. –tendré que dejarla sola un momento, pero no se preocupe, siéntase como en su propia casa.

Otro par de ojos centelleantes la abandonaron esa misma noche. El joven abandonó el comedor en unos segundos e incluso la criada no se encontraba cerca. Se puso de pié, tomando su bolso, planteándose la idea de marcharse en silencio de aquella casa y esperar afuera a la llegada de la carroza aunque se fuera sin abrigo.

Llegó al salón principal donde la habían recibido antes cuidando de cada sonido que producían sus tacones en el perfecto suelo. Temía la idea de que al abrir la enorme puerta se creara un estruendo espantoso y que fuera descubierta en el acto; Sin embargo, al tocar la manija dorada, sus verdes ojos se volvieron clavándose en el perfecto rellano de la inmensa escalera que se encontraba al final del salón.

"¿Habrá en realidad un tercer piso?", pensó con ridiculez. Y al instante, su conciencia la asaltó con la duda de qué habría allá arriba en esos misteriosos niveles. Nunca había explorado una casa tan grande aunque de pequeña siempre quiso hacerlo, pero su padre la aprehendía diciendo que eso no era lo que hacían las señoritas.

Antes de incluso darse cuenta, las faldas de su vestido rozaban el mármol del primer escalón hacia arriba… y del segundo, y del tercero. Pasaba cuidadosamente sus dedos por la madera del pasamanos observando en conjunto las sombras del nivel superior que guardaban los secretos de aquellos dos misteriosos jóvenes adinerados. Los escalones blancos acabaron y comenzaba una duela impecablemente limpia.

No había velas para alumbrar, lo único que podía verse era aquello que era difícilmente tocado por la escasa luz que alcanzaba el candelabro del salón principal. Había más cuadros hermosos, más tapices dorados, más ventanas con las cortinas totalmente cerradas y demasiadas puertas en los pasillos, algunas más anchas que otras pero todas igual de lujosas. No esperaba que tal mansión ocultara tantas puertas, aunque al confirmar que no existía tal tercer piso podía ponerla a imaginar que todos aquellos salones debían caber como fuera posible en el segundo nivel.

Una voz dentro de su cabeza le recordó que probablemente el cochero estaría ya afuera, pero sus piernas hicieron caso omiso y siguieron su recorrido. Miraba con detalle cada figura en los estantes, cada pintura, notando que todos ellos eran sobre paisajes, de ciudades lejanas o jarrones con flores y fruta, no había ningún retrato de alguna persona. Sus ojos se adaptaron a aquella oscuridad en un corto tiempo, tan rápidos para percatarse de aquella puerta con detalles tallados a mano que se encontraba al final del largo pasillo, escondida perfectamente entre las sombras.

Arrastró su vestido lentamente sin detenerse hasta quedar frente a frente con aquella estoica puerta. No entendía el por qué su atención se concentraba en ella por encima de las demás… o no lo hacía hasta que pudo escuchar un suave sonido de movimiento dentro de la habitación. Un sonoro latido en su pecho que comenzó la carrera de su pulso fue el que le recordó que tres personas habían subido hace una hora, y que una de ellas era aquél hombre despampanante de cabellos negros.

Su curiosidad se había encendido de un momento a otro. Y más al notar que el cerrojo unido a la madera era lo suficientemente grande para poder dar un vistazo. Con sólo pensarlo su ritmo cardíaco aceleró como nunca… ¿En realidad quería observar lo que había allí dentro? ¿Era el propósito que la impulsaba el querer ver una vez más a ese inexpresivo hombre?... ¿En qué momento se había vuelto tan atrevida y tan descarada como para espiar los actos íntimos de otras personas? …Pensó en el último momento en el destello carmesí de esos ojos que se suponían debían ser negros y la profunda curiosidad humana pudo con ella.

Cerró uno de sus ojos para ver mejor. El agujero del cerrojo le permitía ver directamente lo que pasaba sobre aquella inmensa cama a la tenue luz de una vela derretida a la mitad. Había tres cuerpos como ella esperaba, pero había algo extraño en ellos: La cabellera pelirroja de una de las mujeres yacía desparramada sobre las sábanas de la cama, sin moverse. La joven de cabellos rubios permanecía junto a la figura masculina que daba de espaldas a la puerta, como si ella estuviera recostada en el regazo del hombre y el la arrullara; Sin embargo, tampoco se movía mucho.

Sakura sintió algo frío queriendo manifestarse en la base de su nuca al concentrar la vista en la muñeca de la chica rubia, ésta colgaba de la orilla de la cama y no oponía fuerza al beso que el hermano mayor le brindaba con evidente pasión… pero nunca se había visto a alguien que diera semejante beso, no en los labios de una persona, sino en su cuello… que parecía estar teñido de… rojo.

Su corazón se detuvo un instante y sus ojos se abrieron al máximo al contemplar la escena completa. El cuerpo de una chica desnuda sobre la cama, sin vida, otra mujer que se estaba convirtiendo en el segundo cadáver y una oscura figura que le daba el beso que sería su causa de muerte, al momento en el que el asesino se apartaba de ella y se giraba para clavar aquellos ojos profundos que solían ser fríos y totalmente negros, y que ahora eran de un color aún más brillante que la sangre que brotaba de los labios de ese semblante blanco como el hueso.

Los ojos de la bestia sabían ahora que Sakura estaba ahí.

Y lo único en lo que ella pudo pensar fue en Sasuke Hatake riendo junto a las mujeres, su cambio de humor repentino, ojos negros y azules brillantes y una fría taza de té negro sin haber sido siquiera probada.

El sonido de un paso provocó la huida desesperada de Sakura.

Pasó sin respirar por el largo pasillo, precipitándose hacia la escalera sin tomarse la precaución de tocar el pasamanos… Saltó del último escalón y, como pudo permitirle su ancho vestido, cruzó el salón en un respiro y se lanzó alargando su mano hacia la hermosa perilla brillante de la puerta principal.

Sin embargo, sus dedos no pudieron tocarla ni por poco.

Un par de brazos la rodearon con fuerza y sintió repentinamente como su rostro chocaba con el pecho de alguna persona. Quiso respirar para soltar un grito de auxilio, pero Sasuke la había convertido en su presa antes de que pudiera parpadear.

Se retorció sin efecto alguno a la vez que un chillido salía de su garganta humana. ¿Cómo pudo llegar hasta ese punto en un segundo? …no supo si fueron sus brazos o el miedo que se apoderó de ella en el momento lo que no le permitía siquiera decir palabra.

–Me sorprende el hecho de que nuestra invitada resultó una fisgona de primera clase. –Habló Sasuke, paralizando a Sakura por completo. –¿Acaso no le enseñaron, Señorita, a no espiar los asuntos ajenos?

La sangre de sus labios había desaparecido, estaba totalmente pulcro. Hubiera pensado que todo fue una repentina pesadilla si no fueran por sus palabras ni por el brillante color de sus nuevos ojos.

–Se merece un severo castigo. –Espetó Sasuke sonriendo, casi divertido.

–¡Mátame! –chilló Sakura dejando de oponerse a su agarre. –Si es lo que quieren ustedes dos, ¡mátenme ahora, como a ellas! –tembló al pensar en las mujeres del segundo piso.

Por un momento la sonrisa del hombre desapareció, pero fue reemplazada a los pocos segundos por otra aún mayor, una sonrisa inquietante, sínica.

–Oh, no. Matarte no. Se me ocurre algo mejor. –rió al pronunciarlo. –Si en verdad quieres saber cómo es realmente un vampiro… entonces vivirás para uno de ellos.

Lo dijo pausadamente, arrastrando cada palabra.

–¡No, no, no! –Repetía Sakura una y otra vez al lograr comprender lo que aquellas palabras significaban.

–Espero que el ambiente le haya parecido acogedor, mi lady… –Le susurró al oído al apretarla fuertemente contra sí. –Ojalá disfrute su estadía… Y bienvenida sea a la mansión de los Hatake, Sakura Haruno.

Fue en ese momento en el que las lágrimas se desbordaron.


La idea surgió en mi cabeza hace unas semanas, pero no sabía bien como redactarlo. Si quieres que continúe, déjame un review, márcalo como favorito o en seguir historia.

Que tengas un buen día, tarde o noche :)