Hace mucho que no hago esto… creo que han pasado años desde que escribí mi último fanfic, así que imploro paciencia. La inspiración es una cosa caprichosa, me siento algo oxidada pero intentaré dar lo mejor. La historia va contada desde diferentes perspectivas, espero no revolverlos. :3

Shingeki no Kyojin y todos sus personajes pertenecen a Hajime Isayama. El único propósito del fic es entretener a quién lo lea y sacarme la maldita idea de la cabeza.

Universitarios

1.

La música hacía retumbar las paredes y los cristales, pero Marco debía confesar que aquella era una fiesta magnífica. El departamento estaba a rebosar de gente, el chico sabía que no conocía ni siquiera a la mitad de los invitados, aunque eso no le impedía ser amable con ellos. Con más de uno había logrado mantener una conversación interesante y fluida, incluso ya había conseguido algunos datos de contacto de compañeros que pertenecían a otras facultades. Finalmente para eso era la universidad ¿o no? Más allá de los conocimientos que se impartían en las aulas, se trataba de una época para gestar futuras relaciones profesionales.

Sin embargo, lo que le gustaba de la fiesta no era el hecho de conocer más gente, tampoco el ruido estridente de la música o los diferentes tipos de juegos y bromas que se hacían. Lo que le gustaba de la fiesta era que Jean estaba ahí y gracias a ello podía verlo (aunque fuese en la distancia), e incluso si corría con un poco más de suerte podría bailar con él y con algunos otros amigos. ¿Qué podía decir? Estaba perdidamente enamorado del joven, aunque suponía que el otro ni siquiera se lo imaginaba. Era mejor así.

Oye Marco, necesito ir a comprar más Vodka, ¿Me acompañas? — Preguntó Eren, acercándose al oído de su amigo para que pudiera escucharlo. Marco sonrío y asintió.

Aunque en el fondo Marco no deseaba realmente salir, menos si se consideraba que de reojo podía ver a Jean bailar sensualmente a la mitad de la sala junto a Armin y otros chicos, el joven pecoso no era capaz de negarle nada a Eren. Quizá porque esa era su manera de agradecerle por haber organizado aquella improvisada fiesta y, sobre todo, por invitarle; o quizá no le negaba nada porque sabía que aquello era el pretexto perfecto que Eren había encontrado para pasar un tiempo a solas con él, no porque el castaño tuviese una intención romántica, sino porque había ciertos temas en los que sólo ellos dos podrían entenderse.

Fue así que salieron del departamento, bajaron las escaleras para llegar al siguiente piso ya que Eren no deseaba usar el elevador, la razón era desconocida para el chico de abundantes pecas, aunque no se atrevía a cuestionarle. Eren parecía pensativo y en los últimos meses su relación se había vuelto lo suficientemente cercana para que Marco lo notase desde el momento en que se acercó a él con el pretexto de comprar Vodka. Había suficiente alcohol en la casa como para que alguien se pusiera melindroso.

¿Sucede algo? — Cuestionó finalmente el chico de cabello negro cuando llegaron al cuarto piso. Bajar ocho pisos no era un gran reto, pero se temía que Eren se mantuviera en su postura de no desear usar el elevador cuando regresaran de comprar las bebidas.

Sí… estoy enamorado, Marco— Confesó el castaño, sorprendiendo al muchacho que le seguía el paso. Eren estaba cabizbajo, con las manos metidas en una chamarra de piel color marrón.

¿Y eres correspondido?

Ni siquiera sabe que existo… y si lo sabe, no le importa.

Al escuchar aquello, Marco entendió la razón por la cuál Eren le había confesado aquello: los dos compartían el mismo dolor. Suspiró pesadamente y negó con la cabeza. ¿Por qué alguien tan bueno como Eren tenía que sufrir su mismo mal de amores? Colocó su mano sobre el hombro del castaño y le sonrío con dulzura, Eren le devolvió la sonrisa.

Ahora bien, ¿cómo es que Eren sabía que Marco lo entendería? Simple: era un chico inteligente y llevaban bastante tiempo siendo amigos. El suficiente como para que a Eren le hubiese tocado ser testigo del beso clandestino que Marco le robó a su primo, quién yacía dormido en el sillón tras haber pasado toda la noche bailando y tomando en la fiesta de cumpleaños que se había auto organizado en su viejo departamento. Aquél día Marco sintió que su mundo se destrozaba, pero Eren nunca le dijo nada a Jean, ni a nadie; al principio el pecoso creía que era porque Jean y Eren no se llevaban, pero con el tiempo comprendió que nunca dijo nada por lealtad hacia él.

¿Cómo soportas el dolor? — Le preguntó al pecoso, quién sencillamente se encogió de hombros.

Es el precio de la cobardía, supongo. Si no soy capaz de confesarle lo que siento, no me siento digno de enfadarme porque alguien más sí sea capaz. Me parte el alma…pero es lo que yo escogí sentir.

A mí el dolor me hace reaccionar…pero siempre tomo la decisión incorrecta.

Sé que esto es difícil, Eren… pero bien dicen que el mundo es de los valientes. Así que este es un consejo y una promesa para los dos: debemos tomar la iniciativa, arriesgar…quizá vamos a perder, quizá vamos a ganar.

Eren lo escuchó atento y suspiró pesadamente, mientras llegaban por fin al último piso. Salieron del edificio y el tierno semblante del castaño se convirtió en una mueca llena de odio cuando arrugó el ceño, Marco no pasó desapercibido el cambio y volvió los ojos al frente para ver de qué se trataba. La calle estaba vacía, en la acera había varios automóviles, entre ellos uno que al joven de hermosas pecas le parecía conocido. Cuando pasaron a su lado, Eren se tuvo que contener para no escupir en la calcomanía que llevaba la insignia de la universidad donde estudiaban. Marco apenas podía entender lo que ocurría ¿Qué hacía el coche de Erwin Smith estacionado ahí y por qué eso molestaba tanto a Eren?

2.

Gimió sonoramente al sentir el miembro del rubio abrirse paso en su interior. A veces pensaba que el maldito cejón más que penetrarlo, lo empalaba; pero no era capaz de verbalizar aquello pues sabía que el maldito imbécil lo tomaría como un halago y quizá haría un comentario desagradable al respecto. Me parece que no te desagrada tanto ser 'empalado', Levi. Casi podía escucharlo decir aquello.

Sin embargo, había algo que no le permitía disfrutar plenamente la forma en que el maldito rubio lo tomaba de las caderas para hacerlo subir y bajar por su enorme miembro. Levi se odiaba por eso, aunque su cuerpo se movía de forma mecánica, su cabeza no podía dejar de formular una y otra distracción: si no era algún comentario sarcástico sobre la técnica sexual de su amante, era algún comentario sarcástico sobre la forma en que sentía que su hogar era sacudido y no precisamente por las vibraciones de los resortes que había en su colchón. Arriba de sus cabezas, de sus cuerpos fundidos, arriba de su piso había un fenómeno social llamado: fiesta de universitarios. Levi era profesor, amaba su trabajo, pero ODIABA las malditas fiestas de los mocosos.

Hey, Levi…¿qué te tiene tan distraído? — Preguntó Erwin, mordiendo el cuello del otro hombre, quién no dejaba de mirar hacia el techo.

Sácamelo, Erwin…voy a ir a callar a esos malditos ruidosos— Se quejó, al fin, sintiendo que su alma se quitaba un peso de encima. Sí, quizá aquello mataría los ánimos sexuales del rubio, pero a él ya le había quitado el apetito pensar en que sus delicadas copas Venecianas corrían peligro por culpa de un montón de jodidos estudiantes ruidosos.

Erwin suspiró pesadamente, negó con la cabeza y aprovechó la distracción de Levi para tirarlo sobre la cama y embestirlo con fuerza, haciéndolo gemir nuevamente, aprisionando sus labios en un beso demandante. El rubio, director de la Facultad de Ingeniería en la Universidad de Sina, no pensaba sacar nada de ninguna parte. Había esperado toda la semana por aquél viernes. Levi rara vez lo invitaba a su casa, lo cual era sencillamente un pretexto del moreno para intimar, pretexto que el rubio aprovechaba para conocer algo nuevo de su amante.

Lo embistió con fuerza, obligando a Levi a romper el beso para gemir y echar la cabeza hacia atrás. Sí, adoraba tener sexo con aquél maldito minotauro que le partía en dos cada que lo penetraba…aquél maldito imbécil al que le costó un maldito año seducir. Erwin era casado cuando se conocieron, seguía casado y estaba a punto de ser padre cuando se acostaron por primera vez y se divorció un año después. Así que su amante era un sexy hombre divorciado, padre de un niño de un año al que veía una semana al mes.

¿Te gusta, Levi? — Preguntó el cejón, engreído y Levi respondió con un gemido. ¿Cómo carajos se atrevía a cuestionarle lo obvio.

Con el peso de Erwin encima, a Levi casi se le olvidó que en su recibidor, colgadas bocabajo en la hermosa cantina de caoba, sus copas venecianas tintineaban a causa de las vibraciones generadas por el estruendo del piso superior.

Ahí, Erwin…¡Ahí! — Le gritó, sintiéndose a un maldito paso de alcanzar el orgasmo tan ansiado. Erwin aceleró el ritmo y Levi volvió a gemir en respuesta a las acciones del otro. El calor subía y subía por su cuerpo, el pelinegro sabía que estaba a punto de explotar. Su mirada nublada de placer contemplaba a su amante…cuando lo vio.

Su candil, su hermoso candil hecho con cristal de Murano estaba danzando en el techo de la habitación. Se concentró en algo más allá de la combinación de sus gemidos con los de Erwin, en algo más allá del delicioso choque de sus cuerpos. Los asquerosos estudiantes habían subido el volumen y debían estar saltando, de otra forma no se explicaba porque todo parecía estar bailando a su alrededor.

¡Hijos de puta! —Gritó. Erwin estaba acostumbrado a escucharlo maldecir cuando estaba a punto de llegar al orgasmo. En otras ocasiones lo había llamado "Pene de mierda" "Cejón de Mierda" "Rubio de mierda"….pero ¿hijos de puta?¿Se refería a él y su "amigo" o estaba pensando en otras personas?

Como fuere, Erwin llegó al clímax dentro del pelinegro, quién le clavó las uñas y apretó los dientes. No él no había llegado, estaba demasiado enfadado como para correrse sobre su abdomen y eso que Erwin había estado jodidamente bien.

Sácalo, Erwin— Dijo, en un jadeo doloroso, para volver sus ojos azules al otro hombre, quién parecía mareado tras el orgasmo.

¿Qué? — Preguntó el rubio, como si no diera crédito a lo que pasaba. ¿Qué acaso a Levi no le había gustado? Todo su cuerpo había demostrado lo contrario.

Voy a llamar a la maldita policía. Esos hijos de puta ya me tienen harto.

Tras decir aquello, aventó a Erwin y se puso de pie. Las rodillas le temblaban, su sexo le dolía y su trasero estaba lleno de la porquería del rubio. En otro momento lo habría disfrutado mucho, cuando Erwin lo llevaba hasta las nubes le perdonaba que tuviese la horrible manía de correrse en sus entrañas. Pero ése día ni estaba en las nubes, ni estaba complacido.

Tomó su celular y marcó el número que bien conocía. No era la primera vez que los jodidos estudiantes del piso superior hacían una escandalosa fiesta.

Por su parte, Erwin negó con la cabeza, contemplando la magnífica desnudez de su amante. A veces se preguntaba por qué había dejado a su tierna y maravillosa mujer por un tipo tan gruñón y poco tolerante, por alguien que hasta el momento sólo le abría las piernas, pero su corazón seguía inalcanzable.

Son estudiantes, Levi. Es parte de una etapa de sus vidas, ¿qué acaso tú nunca fuiste a una fiesta cuando eras joven? — Preguntó, mientras Levi refunfuñaba porque la línea de la policía estaba ocupada. ¿De cuándo acá la puta línea estaba ocupada?

Claro que fui, a muchas, pero todas se hacían en casas de estudiantes, en edificios infestados por estudiantes, no en bonitos y caros complejos departamentales donde las personas que se ganan la vida con un trabajo honrado intentan coger con sus amantes después de una maldita semana estresante.

Erwin sonrío y negó con la cabeza al ver como Levi se relajaba un poco al escuchar que alguien tomaba su llamada. Lo escuchó despotricar mientras hacía su reporte. Cuando colgó el teléfono, se acercó al pequeño tocador de su habitación y tomó su cajetilla de cigarrillos. Se llevó uno a la boca y volvió los ojos al Adonis de dos metros que había tenido muy adentro de su cuerpo. En cuanto la policía llegase a aliviar su pena, volvería a comerse a ése maldito bastardo si es que no se quedaba dormido.

No me corrí…— Obvió y Erwin sonrío divertido. A veces Levi era tierno.

Vuelve a la cama y podemos arreglar eso.

Levi sonrío con sensualidad. Sí, una parte de él se encendía tan sólo de ver a aquél semental tendido sobre su cama, desnudo completamente. Incluso las luces que entraban de la calle habían conspirado para hacer lucir más apetecible aquél cuerpo rodeado por las blancas sábanas de seda. ¡Carajo! Había esperado toda la semana para tenerlo a sí, a su merced.

3.

La ausencia de Marco y Eren no pasó desapercibida por Jean, quién no se explicaba de cuándo acá su mejor amigo y el imbécil de su primo eran tan cercanos. La idea de que pudieran gustarse le causaba una sensación incómoda en la boca del estómago.

¡Armin! —Le gritó al rubio, quién hizo una mueca al verlo gesticular lo que suponía era alguna palabra. La música no los dejaba escuchar nada. —¿Has visto a Eren? — Preguntó, estúpidamente. El alcohol que le corría por las venas apenas le permitía comprender que necesitaba investigar el paradero de aquellos dos, aunque los efectos colaterales de la bebida le impedían caer en la cuenta de que Armin llevaba un buen rato bailando en la pista con él.

¿Qué? — Preguntó el rubio, pues no había escuchado prácticamente nada.

Jean bufó molesto y se apartó de la improvisada pista de baile. Le robó su trago al primer imbécil que se encontró y se acercó al dj para hacerle una señal de que bajara el ruido. El Dj obedeció y los invitaron reclamaron con un silbido, pidiendo que volviesen a subir la canción de moda que estaban bailando.

El cara de caballo estaba lo suficientemente borracho como para ser consciente de que estaba haciendo el ridículo, así que se paró sobre la barra y gritó su pregunta. Nadie escuchó lo que dijo, pero todos comenzaron a incitarlo a bailar para ellos. Jean no había organizado la fiesta, aunque era uno de los anfitriones y sus papás le habían enseñado que un anfitrión debe darlo todo para satisfacer a los invitados.

Comenzó a bailar, comenzó a desnudarse. El Dj buscó una canción sensual para acompañar los sugerentes movimientos del muchacho.

En la mente de Jean todo era confuso. Sólo quería saber dónde estaban su primo y su amigo, pero las circunstancias lo llevaron a bailar sobre la barra, a imaginarse las manos de Marco desabotonando su camisa y bailando con él. ¿Por qué pensaba así de Marco? Bueno, estaba borracho y el pecoso le caía bien, razón suficiente ¿o no?

Ni siquiera supo cuánto tiempo transcurrió ni cuándo diablos se unieron una chica y otro chico a bailar sensualmente junto a él. Él estaba en medio de los dos, haciendo movimientos sugerentes contra la cadera del otro muchacho mientras que la chica se pegaba a su espalda. Seguro cuando el alcohol bajara de sus venas se iba a arrepentir de no haberse restregado contra la rubia, pero en esos momentos no pensaba.

La puerta se abrió, él lo notó de reojo. Vio entrar a Marco, vio entrar a Eren; los dos lo vieron a él. Jean se sintió molesto ¿dónde diablos habían estado?

Se bajó de la barra, para decepción de sus fanáticos. Se abrió paso empujando gente hasta que alcanzó a los recién llegados. Tenían que hablar a gritos y repetir varias veces lo mismo, pero se daban a entender.

¿Y ustedes dónde estaban? — Cuestionó. Eren se veía sombrío, pero Marco se había sonrojado y no le quitaba los ojos de encima.

¿Transformaste la fiesta en un club de strippers? — Preguntó Eren, al ver que su primo apenas era consciente de que tenía dinero atrapado entre el abdomen y el resorte de su ropa interior.

—¿Qué? No, sólo bailaba— Se excusó y volvió los ojos a Marco, quien intentaba desesperadamente no pasear la vista por su cuerpo. —Marco, quiero bailar ¿me acompañas?

Jean yo…no creo que….

Jean no dejó a Marco terminar. Se veía adorable moviendo los labios, quizá dándole una razón por la que sí quería o no quería bailar. Nunca se había dado cuenta de lo rosados que eran sus labios ni de lo bonito que se le teñían las mejillas de rojo. Se empujó contra el pecoso y le besó en la boca. Eren y Marco abrieron los ojos como platos.

Unos poderosos golpes en la puerta rompieron con la escena. Jean se separó de Marco, molesto porque alguien hubiese llegado a esas horas y justo en el momento en que le estaba robando un beso a alguien muy candente. Abrió la puerta y la fiesta se acabó.

4.

Cuando la música cesó de golpe, Levi respiró tranquilo. Vestía una bata de baño negra y estaba fumando su sexto cigarrillo. No era la primera vez que tenía que llamar a la policía para callar a los escandalosos alumnos del piso superior, cosa que odiaba. No le gustaba del todo ser el viejo "amargado" del edificio, pero considerando que cada maldito departamento ocupaba todo un piso y que SU piso quedaba justo abajo del "salón de fiestas" no le quedaba otra opción.

A veces incluso pensaba que los malditos lo hacían a propósito, casualmente cada que Erwin llegaba a su departamento había una fiesta. A veces Levi lo dejaba pasar, pero había otras veces que no. Así bien, no tenía argumentos para defender la tesis de que fuera intencional: no le daba clases a ninguno de los dos inquilinos que vivían en el penthouse…él no, pero Erwin era el director de la facultad dónde estudiaba uno de ellos: el castaño de ojos verdes. Soltando el humo del cigarro, Levi intentó serenarse. Quizá con la edad se estaba poniendo paranoico. Erwin no tenía relación directa con los estudiantes de su facultad, su puesto era básicamente administrativo, así que no había razón para que un estudiante tuviese algo en contra de él. Si hubiese sido su caso y arriba de su departamento viviese uno de los alumnos a los que daba clase, Levi hubiese entendido el intento de fastidiarlo, pero no era así. Gruño para sus adentros, mientras escuchaba cómo se vaciaba el departamento de arriba. Había ganado, aunque ni siquiera estaba seguro si se trataba de una guerra o no.

¿ Al fin vas a venir a la cama, gruñón? Le preguntó Erwin, a sus espaldas. El rubio se secaba la cabeza con una toalla después de haber tomado una ducha fría para bajarse las ganas de tener a su amante cabalgando su cuerpo otra vez. Levi se había puesto insufrible por la demora de la policía.

En unos minutos más, deseo fumarme un cigarro en paz y después hacer el recuento de los daños.

No ocurrió nada, Levi. No es como si una fiesta fuese un terremoto

Pues lo parecía.

Eres un exagerado. Anda, vamos a dormir, ya que no estás de ánimos para un segundo round, al menos complace mi deseo de tenerte a mi lado.

Levi volvió los ojos al rubio y arqueó una ceja. Él jodido cejón nunca entendería su molestia. No es que fuera exagerado, es que a él le había costado mucho esfuerzo y sacrificios lograr llegar a dónde estaba. De ser un don nadie, se había convertido en un profesor reconocido, conferencista internacional y su doctorado en filosofía le había abierto las puertas a los lujos con los que siempre soñó. Erwin, por el contrario, era hijo de una familia de médicos muy prestigiosa, así que no comprendía el significado de la palabra "sacrificio", incluso el éxito profesional que tenía en parte se lo debía a la reputación de su familia pese a que no se desempeñase en la misma rama. Incluso si Erwin no trabajase, podía vivir cómodamente de los beneficios que generaban las empresas que su padre había gestado, mientras que Levi perdería todo si se quedaba sin trabajo. Para ser más claros: a Levi le estaba costando bastante esfuerzo pagar aquél elegante departamento y sostenerse a sí mismo, Erwin podía comprarse todo el edificio y todavía contaba con los recursos suficientes para invitarlo a viajar por Europa un mes o más.

El día que algo te cueste, me vas a entender.

Tú me costaste, así que ayúdame a hacerlo— Le dijo, divertido por la expresión de su amante. Se sentó en la cama, mirando al pelinegro.

Esas copas…las compré en Venecia.

Eso ya lo sé, pero no se van a caer, Levi. El diseño de ….

No me trates como imbécil— Se quejó el pelinegro, poniéndose de pie para acercarse al rubio y sentarse a horcajadas sobre sus piernas. — Me importa una mierda si el diseño del mueble donde están lo impide o no…Si una de esas copas se rompe, se rompe una parte de mí. ¿Sabes lo mucho que sacrifiqué para comprarlas? Ahorre como un maldito idiota para poder realizar el viaje, fue el primer viaje que hice fuera de mi natal Francia y fui a Venecia porque me gustan las cosas de cristalería y todo mundo hablaba de que en la isla de Murano eran expertos en hacer cosas bellas. Dormí en la calle dos días por comprarlas, las envolví entre mi ropa para que no fueran a romperse mientras yo regresaba a casa…para alguien que toda su infancia vio porquería e inmundicia, el simple hecho de sostener algo hermoso le enamora…A mí me gustan las cosas que brillan, las cosas que cuestan, las cosas hermosas… —Agregó, buscando los labios del rubio para besarlo.

Erwin correspondió. Su amante sabía a tabaco, pero besaba mejor que nadie. Sabía que Levi había sufrido mucho, que quizá debía ser más comprensivo con él…pero, a pesar de que conocía todo aquello, a veces no podía. Le tomó de los brazos para quitárselos de encima, de manera que le pudiese robar el cigarro y apagarlo en el cenicero que reposaba en la mesilla de noche. Levi lo dejó hacer. Erwin no fumaba, tampoco se emborrachaba. Era un buen partido…era como esas malditas copas venecianas: tenía algo que enamoraba y sentía que podía caer por él.

Trataré de ser más comprensivo— Le dijo al fin aquél jodido cejón. Lo tomó de la cintura y lo dejó de espaldas en la cama. Levi sonrío y se desabrochó la bata de baño para que el otro contemplase su desnudez.

Cógeme— Le pidió, aunque más que una petición fue una orden.

Erwin negó con la cabeza, divertido. Le gustaba lo atrevido que podía ser aquél muchacho, a diferencia de todas las mujeres lindas y bien educadas con las que había estado, incluso de la dama con la que se había casado. Por eso es que Levi lo sedujo: Erwin necesitaba que algo le costase en la vida y Levi representaba aquello.

Ya no estoy duro— Le provocó, sólo para sentir como sus expertas manos se deslizaban por su cuerpo y buscaban su sexo. No tardaría en ponerse de modo para complacer al encantador profesor.

5.

La fiesta había sido arruinada, pero contaba con la fortuna de que la policía no se llevó a ninguno. ¿Por qué? Eran demasiados para que se dieran abasto y a los agentes quizá les dio pereza o sintieron compasión. No lo sabía, aunque se imaginaba que algo tenían que ver sus apellidos en el asunto. Eren y Jean provenían de dos familias bastante conocidas y respetadas en la ciudad, nadie deseaba tener problemas con un Jaeger o un Kirschtein. Ahora bien ¿cómo era que aquellos dos eran primos? Muy fácil: Grisha Jeager tenía una hermana y ella estaba casada con un empresario multimillonario de quién Jean había heredado la cara de caballo.

Eren suspiró pesadamente, sentado en el piso de su alcoba, con la cabeza pegada en el cristal del amplio ventanal. Observaba la calle y los diminutos carros…ahí seguía el automóvil de Erwin Smith, así que seguramente pensaba quedarse a dormir en el departamento del piso 7. Se le retorcían las entrañas al pensar en ello.

¿Y Levi? ¿Habría sido idea de Levi invitarlo a dormir? Esperaba que no, o era más preciso decir que deseaba que fuese idea del rubio; sin embargo, la evidencia era contundente: no era la primera vez que Erwin se quedaba a dormir y no sería la última.

Eren suspiró pesadamente al pensar en el profesor. ¡Ni siquiera le daba clases! Se habían conocido por accidente: Levi Rivaille había sido profesor de ética de su amigo Armin, y el rubio le tenía miedo al igual que muchos otros. Eren apostó con Jean que podría sacar de sus casillas al profesor, se coló al grupo de Armin una tarde y esa misma tarde se quedó mudo al verlo entrar. Por supuesto que Levi notó que había un "invitado" en el grupo, pero no dijo nada, se limitó a dar su clase. Eren nunca creyó en el amor a primera vista, estudiaba una ingeniería en biotecnología y aquello sencillamente le parecía irracional…o así lo fue hasta que Levi Rivaille posó sus ojos sobre él.

Intentó varias veces ingresar a los cursos de Levi, de que fuese su profesor, pero la currícula de su ingeniería poca relación tenía con las materias que Levi impartía y él ya había llevado la primer materia de ética.

¿Qué pasó después? Lo volvió loco el no ser capaz de verlo. Aprovechó que su amiga Sasha brindaba servicio en la universidad como becaria, trabajaba por las tardes en la rectoría así que le pidió información sobre algunos profesores: Hanji Zoe, Erwin Smith, Levi Rivaille, Petra Ral. A cambio de invitarla a cenar a un restaurant carísimo con el que Sasha soñaba, la chica le facilitó a Eren sus direcciones y números telefónicos. Eren estaba complacido.

Visitó el complejo departamental dónde Levi vivía, convenció a su papá de rentar el penthouse, ya que no había otro piso disponible; tuvo que aceptar la condición de que su primo se fuese a vivir con él. Su papá y el padre de Jean estaban hartos de sus peleas infantiles, algún día serían socios y encontraron la excusa perfecta para obligarlos a limar asperezas. Eren aceptó, Jean aceptó. El primero lo hizo porque así viviría cerca de Rivaille, el segundo lo hizo porque el sitio era una chulada.

Ahora bien, las cosas no fueron como Eren las esperaba. Pese a ser vecinos, el hecho de estar un piso arriba de Levi le impedía verlo con frecuencia, no tenían mayor contacto que verse en las juntas de inquilinos y eso cuando el profesor se daba tiempo de ir; a veces se encontraban en las escaleras y esporádicamente en el elevador. Eren no faltaba a las juntas de inquilinos, no podía asegurar si Levi asistiría o no y no quería perderse una oportunidad para verlo. Su padre pensaba que estaba madurando, Jean creía que lo hacía para no estar con él. La realidad es que Eren se había enamorado tan profundamente de un maldito profesor que apenas y levantaba la mirada cuando alguien le saludaba. Dolía pensar que el otro ni siquiera sabía que existía.

El amor era una cosa rara, o eso pensaba el castaño mientras cerraba los ojos. El amor hacía que las personas actuasen raro. Él siempre intentó destacar por sus medios y no por la influencia de su familia, intentó abrirse su propio camino…pero, frustrado por los obstáculos que lo separaban de Levi, tuvo que recurrir a aquello de lo que siempre huyó.

El departamento estaba hecho un desastre, como su cabeza. Nadie sabía de sus sentimientos por el profesor, era un secreto que no sabía cómo confesarle a sus amigos sin que lo juzgasen de loco. Hasta cierto punto, sólo se sentía identificado con Marco. Él vivía algo similar, aunque la diferencia entre ambos es que al menos Marco podía esforzarse para que el imbécil de su primo se fijara en él: los dos eran amigos, eso le daba ciertas posibilidades al pecoso.

Las horas pasaron lentamente, Eren dejo su habitación y bajó al piso inferior para sentarse en el frío suelo, pegando su espalda contra el muro mientras miraba la hermosa puerta del apartamento no. 7. Muchas veces se había imaginado llamando a esa puerta, sonriéndole al hombre de penetrante mirada que seguramente le abriría. Se había imaginado colándose al interior y conversando con el otro varón sobre cualquier cosa; se deleitaba imaginando que quizá un día aquellos ojos de azul oscuro le dirigiesen una mirada tierna, que su mano alcanzara su mejilla y sus labios finalmente se encontraran. Se había imaginado muchas cosas, aunque nunca había sido lo suficientemente valiente para intercambiar con él más de dos palabras: "buenos días", "buenas tardes", "buenas noches". Aquello era lo único que se sentía capaz de decirle y Rivaille muchas veces le respondía con un gruñido.

Cuando el mecanismo de su reloj de pulso activó la alarma, Eren volvió los ojos al pequeño aparato. Eran las siete de la mañana, Erwin Smith no tardaba en salir por aquella puerta, conocía la rutina. Se levantó y se escabulló hacia las escaleras. A las 7:05, Erwin Smith abrió la puerta, sonriendo; Levi estaba atrás de él, vestido con una bata negra. A veces usaba una blanca, a veces usaba una azul…a veces se iban los dos.

Entonces ¿nos veremos el próximo viernes? — Preguntó el rubio.

No. Tengo que subir calificaciones

Cierto, esta fue la semana de exámenes. Otro motivo para que te sientas mal porque ayer actuaste como un aguafiestas— Le dijo, divertido, acercándose a robarle un beso a un ceñudo Levi. —Deja a los jóvenes divertirse, Rivaille. Acaban de pasar exámenes y no van a ser jóvenes para siempre.

Ése no es mi problema.

No tienes corazón

Levi sonrío apenas, jaló a Erwin de la corbata y le besó en los labios. Nunca en su vida se había enamorado, así que lo que sentía por Erwin debía ser lo más real y parecido a aquello que los demás llamaban "amor". Él no sentía mariposas en el estómago, pero mientras el otro fuese capaz de provocarle una erección, todo debía estar bien.

El miércoles…nos vemos el miércoles en tu apartamento. Allí no habrá una maldita fiesta que me haga perder los estribos, ni la concentración.

Bien. Hasta el miércoles, entonces. Te prepararé de cenar y quizá podamos ver alguna película.

Tus gustos en películas son asquerosos, prefiero que hagamos lo de siempre: comemos, y follamos.

A Erwin le arrancó una carcajada lo que su amante le espetó. Sí, en cierta forma aquello resumía su relación: a veces se reunían para comer juntos, a veces se citaban en un motel, a veces salían a cenar a un restaurante y a veces lo hacían clandestinamente en su oficina o el cubículo de Levi. Los días especiales para ambos consistían en citarse en sus apartamentos, preparar una cena casera, pasar a la habitación a divertirse y después rendirse al sueño. Básicamente eso era todo. Para Erwin era más que suficiente y mucho mejor que la relación con su ex mujer.

Te avisaré cuando esté en casa después de terminar con mis pendientes, por si quieres llamarme y quizá salir a comer más tarde o mañana.

Quizá lo haga. Depende de mi humor.

Sería bueno vernos antes del miércoles…

Quizá…

Erwin sonrío y se dirigió hacia el elevador. Cuando las puertas se cerraron y la figura del rubio desapareció, Levi suspiró pesadamente. Se suponía que era sábado, se suponía que Erwin no trabajaba…pero el rubio era un maníaco, alguien que no podía pasarse un maldito sábado tirado en la cama viendo la televisión. Generalmente nunca pasaban juntos los fines de semana, pero aquél Adonis de dos metros debía tener alguna que otra falla respecto a lo que se suponía que debía hacer como su amante. Además, Levi no sabía si le apetecería pasar más tiempo junto a Erwin, "El Empalador".

Eren, por su parte, observaba al pelinegro desde la escalera, oculto de su mirada tras una maceta estratégicamente bien colocada frente al barandal. Quizá si el pelinegro se diese cuenta, se mudaría espantado por tener un acosador…pero Levi nunca se percataba. A él le gustaba observarlo. De alguna manera, su actitud le daba a entender el vacío que debía sentir aquél hombre. El rostro inexpresivo, los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada perdida hacia un elevador que le había arrebatado a su amante parecían una llamada de auxilio que nadie tendía. Eren sentía que se le aceleraba el corazón con sólo verlo. Si él fuese su amante, se aseguraría por todos los medios de hacerle sentir vivo.