Entre dos mujeres

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Este fic está dedicado a Ficker DAT

Reto tomado de las Mendigas Fickeras

Proyecto 1 – 8

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Personajes principales: Taichi, Sora y Hikari

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─Taichi, papá y mamá tenemos que decirte una cosa – dijo Yuuko con voz suave.

─¿Qué pasa? – preguntó el niño soltando el balón que tenía en las manos. Por una vez, no había hecho nada malo, no recordaba haber roto nada en casa con el balón ni había hecho enfadar a su madre al entrar en casa con los zapatos cubiertos de barro.

─No pongas esa cara de espanto que no vamos a reñirte – dijo Susumu a su hijo. Taichi se apretó las manitas – ¿O acaso has vuelto a romper algo?

─Susumu, déjalo por una vez – intervino Yuuko con una sonrisa.

─¿Qué es lo que pasa? – repitió el niño.

─Vas a tener una hermanita, Taichi – dijo su madre acariciando su tripa con suavidad.

─¿Está ahí dentro?

─Sí, hasta que sea grande y esté lista para nacer. Tendremos que ponerle un nombre y preparar parte de tu habitación para cuando venga.

─Ahora, eres el hombre de la casa y tendrás que cuidarla y protegerla – el pequeño Taichi cuadró los hombros y asintió con los ojos brillantes. Su padre le estaba dando una gran responsabilidad – Vas a ser el hermano mayor – los dos adultos sonrieron al ver como su hijo parecía tomarse muy en serio el papel de protector de la futura recién nacida. No sabían que se iba a tomar casi al pie de la letra esas palabras.

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─¡Taichi! ¡Hikari! ¿Se puede saber qué demonios hacéis para crear tanto escándalo? – dijo Yuuko entrando como una tromba en el cuarto de los niños. Los dos hermanos estaban discutiendo en la alfombra por el balón de Taichi. Hikari lo tenía abrazado a ella y estaba llenándolo de babas. El moreno intentaba por todos los medios salvar uno de sus bienes más preciados de los tentáculos que su hermana menor tenía como brazos – Venga, déjale el balón a Hikari.

─Luego no podré jugar con él porque estará lleno de babas de Hikari – se quejó el otro. Frunció el ceño y se cruzó de brazos. Aquello era una batalla perdida.

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Apretó a su hermana pequeña contra su costado. La niña sostenía un huevo entre las manos mientras un enorme monstruo en forma de loro lo destrozaba todo a su paso. Estaba casi tan asustado como ella pero la protegería a toda costa.

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─¡Hola! Soy Sora – dijo aquella pelirroja mientras extendía la mano hacia un Taichi cubierto de barro que la miraba con cierta desconfianza. Aquella niña sabía moverse con el balón en los pies. Era una especie de chica rara, muy rara. No llevaba esos vestidos que él consideraba ridículos ni el pelo recogido y perfectamente peinado en una coleta en lo alto de la cabeza.

─Taichi. Y, ella, mi hermana Hikari – dijo señalando con la cabeza a la niña de ojos cobrizos que observaba a la niña pelirroja con una sonrisa en el rostro.

─Yo quiero jugar con Sora – reclamó la castaña tirando de la camiseta de su hermano. Taichi miró a su hermano y, como siempre, cedió a esos ojos llenos de luz.

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─¡Hermano! ¡Hermano! ¿Has utilizado mi cepillo para el pelo para peinarte? – Taichi estaba acabando de abrocharse la camiseta para salir. Su hermana, hecha una furia, estaba a la entrada de su habitación con el cepillo cubierto de pelo castaño en la mano.

─Yo no he sido – replicó el moreno.

─¿De quién va a ser esto, si no? – replicó la menor frunciendo el ceño de la misma manera que solía hacerlo él mismo – Mamá te dijo que te compraras uno si te iba a dar por peinarte de vez en cuando – Hikari infló las mejillas y Taichi le pellizcó una de ellas. Le pasó la mano por el pelo y se lo enmarañó. A sus diez años, su hermanita Hikari era una mujer de armas tomar.

─Está bien. Compraré un cepillo – Hikari alzó la mano en señal de triunfo – ¡Algún día! – terminó Taichi saliendo corriendo de su habitación para que su hermana no lo alcanzara.

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─Motomiya…

Al chico se le erizó el cabello de la nuca al escuchar la voz del capitán del equipo de fútbol a sus espaldas. Se giró con gotas de sudor perlándole la frente, aterrorizado. Taichi tenía la mirada sombría y caminaba hacia él a cámara lenta para alargar su agonía. Yagami le pasó un brazo por el cuello, apretó y acercó el rostro de Daisuke al suyo propia.

─Hikari me ha rechazado…

Vano intento de defenderse por parte de Daisuke Motomiya antes de sucumbir a la ira de Taichi Yagami.

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─No puedes ir a esa discoteca, Hikari. Todavía eres pequeña.

─Hermano, tú siempre me vas a ver pequeña.

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─Sora, Hikari, necesito ayuda – pidió Taichi asomando la cabeza por la puerta del cuarto de su hermana en el que estaban reunidas las dos chicas viendo unas fotos que Hikari había tomado de la última vez que se habían reunido.

─Tengo que ir a un cosa de esas formales en la que te dan un premio y no sé qué ponerme – dijo el chico mirando su armario a rebosar de ropa a medio colgar, calcetines desperdigados y desemparejados.

─Menos mal que nos tienes a nosotras – dijo Sora sonriendo a Hikari. La castaña asintió y metió las manos en el armario de su hermano, seguro que había algo decente que se pudiese poner.

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La casa estaba demasiado silenciosa como para estar Taichi en ella. Hikari se asomó a la habitación de su hermano y se sorprendió al verle acostado en la cama siendo que solo la utilizaba para dormir o cuando estaba enfermo. La chica se acercó, se sentó en el borde y tocó el brazo del moreno, él se apartó el brazo que tenía sobre los ojos.

─¿Estás bien? – el chico se encogió de hombros, se volvió de lado dándole la espalda a Hikari – Hermano…

─He metido un poco la pata, Hikari.

─¿Qué pasa?

─Sora se ha enfadado un poco conmigo – dijo el moreno en voz baja.

─¿Por qué?

─Porque soy un bocazas y le he dicho que no podía salir con un chico del otro equipo – Hikari permaneció en silencio y se dejó caer en la cama junto a su hermano mayor. Espalda contra espalda.

─Tendrías que decirle que lo sientes. Y, de paso, lo que sientes por ella – Taichi se envaró – Somos hermanos, no puedes ocultarme esas cosas – dijo Hikari riendo.

─¿Crees que me escuchará?

─Por supuesto, hermano.

─Gracias, Hikari – respondió él dándose la vuelta en la cama y dándole un gran abrazo de oso a su hermana pequeña.

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Hikari miró por la ventana de su habitación, estaba lloviendo y nadie tenía la intención de hacer planes para la tarde. Había salido la noche anterior pero no estaba cansada así que se levantó de la silla y salió de su habitación.

─¡Hermano! – ¿qué mejor para un día de perros como aquel que un buen chocolate caliente para merendar? Taichi y ella siempre hacían lo mismo desde niños.

─Tu hermano se ha ido hace un rato cuando ha llamado Sora. Ha dicho que no volverá hasta la hora de cenar – Hikari se dio un golpe mental en la frente. Taichi y Sora habían empezado a salir formalmente un par de meses atrás y, desde entonces, era relativamente difícil encontrarle un día en casa. Cuando no estaba en clase, estaba entrenado o con Sora. La castaña resopló, decidió hacer chocolate para ella sola pero no le salió igual de bueno que cuando lo hacía con Taichi.

Estaba apurando el último sorbo tristemente sentada en la mesa de la cocina cuando escuchó la puerta del apartamento cerrarse. Acto seguido, risas. Taichi y Sora entraron en la cocina, se habían mojado con la lluvia pero parecía no importarles. Hikari los saludó con una sonrisa, sorprendida al comprobar cómo habían cambiado las cosas desde que eran niños. Sora era su amiga y la adoraba, la quería mucho. Y, por ese mismo motivo, no le gustaba sentir que estaba interponiéndose entre ella y su hermano.

─Mamá me ha dicho que volverías a hora de cenar.

─Ya, pero, ha habido un cambio de planes y venimos a cenar aquí porque su madre iba a tomar el té con unas amigas – Sora asintió con la cabeza.

─Son todas iguales a mi madre, mucho té y muchas flores bien arregladas – Taichi le pasó un brazo por los hombros a Sora, la aproximó y le dio un beso en la mejilla.

─Podrías habernos esperado para el chocolate, ¿no? – la castaña llevó su taza al fregadero y dirigió una mirada un tanto asesina, sin pretenderlo realmente, a su hermano. Taichi, tan poco fino para los sentimientos de las mujeres como de costumbre no le dio importancia al gesto – Prepararé un poco para nosotros dos ya que no nos has esperado – Hikari dibujó una sonrisa forzada mientras recriminaba mentalmente a su hermano el no haber aparecido antes por casa.

─Me voy a mi habitación – Taichi, entretenido con el chocolate no hizo caso. Sora asintió con la cabeza mientras Hikari salía de la cocina y se perdía en el interior de su habitación. La pelirroja movió la cabeza, aquella extraña tensión que había sentido en aquella cocina no podía traer nada bueno.

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Hikari se sentó en la cama con el teléfono móvil en las manos a la espera de que Takeru pasase a recogerla. Taichi entró en la habitación de su hermana pequeña y la castaña pensaba que iría a decirle que pensaba amenazar de muerte a ese pequeño Takaishi por osar pedirle salir.

─¿Qué camisa crees que debería ponerme?

Hikari movió la cabeza desconcertada porque no era lo que esperaba. Taichi movió la mano frente al rostro de Hikari para hacerla reaccionar y volver en sí. Esta pestañeó.

─¿Adónde vas?

─Voy a llevar a Sora a cenar y no sé muy bien qué ponerme. La mitad de la ropa que tengo es ropa deportiva de cuando voy a entrenar.

─Podrías ponerte la camisa azul que te regalamos mamá y yo.

─¿A Sora le gustará?

─Claro, aunque fueras disfrazado le gustaría. Por cierto – dijo cuando su hermano ya estaba prácticamente fuera de su habitación – voy a salir con Takeru esta tarde.

─Ah, pasadlo bien. ¿Dónde vais?

─Íbamos a ir a la cafetería en la que está trabajando Miyako. La que está en el centro.

─Genial. Dile a Takeru – "Aquí viene" – que le diga a Yamato que me llame. El otro día el móvil tuvo un inesperado accidente y quiero hablar con él para ver cómo quedamos para ir a su concierto – Hikari en un desconcierto absoluto asintió con la cabeza. Su hermano no parecía su hermano porque no había enumerado por orden de preferencia las diez mil maneras que podía encontrar para matar a Takeru. Desde siempre le había pedido que no la sobreprotegiera y que la dejara tomar sus propias decisiones por sí misma. Y, ahora que tenía el hermano despreocupado que siempre había deseado tener la situación le resultaba extraña. Cogió su móvil y se despidió de Taichi, solo tenía que acostumbrarse a la nueva situación. Su hermano no siempre iba a estar cien por cien pendiente de ella. Eso era lo que siempre había deseado, ¿no? Un hermano que no amenazase constantemente a sus posibles novios, que la dejara salir sin poner mil pegas al lugar, que no tuviese a aterrorizado a Daisuke, que no utilizase su cepillo para el pelo… Pero, sin embargo, ahora que había conseguido ese margen de libertad sentía que le faltaba algo. Le dolía un poco echarle las culpas a Sora del cambio que había experimentado la relación con su hermano. ¿Qué era eso? ¿Celos fraternales?

Takeru la saludó pero Hikari casi pasó de largo de su amigo, tan concentrada como iba en entender su inconformismo.

─¿Cómo voy a morir esta vez? – preguntó Takeru mientras la detenía con suavidad.

─Esta vez no vas a morir entre horribles sufrimientos – dijo la castaña con una sonrisa que a Takeru le supo un tanto agridulce.

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Ficker, este es el inicio/introducción del fic. Creo que tendrá un par de capítulos más. Espero estar cumpliendo tus expectativas con respecto al reto.

Un saludo

Takari95