Título: La Pareja Perfecta

Personaje: Harry Potter, Draco Malfoy

Rating: PG

Disclaimer: Harry Potter es propiedad de J. K. Rowling, Bloomsbury Publishing, Scholastic Inc. y AOL/Time Warner Inc. Nadie gana ningún beneficio económico con esta historia

Resumen: Lily y Narcissa pensaban que estaban hechos el uno para el otro, sólo que aun no se daban cuenta; eran muy pequeños todavía.

La Pareja Perfecta

–¿Qué tengo que qué con él? –gritó escandalizado un Harry de siete años, apuntando con un dedo a un rubito, aún cuando su madre le había dicho mil veces que eso era de mala educación.

–No es como si yo quisiera casarme contigo, Potter. Eres un tonto al que sólo le gusta correr y no hacer tareas.

–Y tú un bobo que no puede montar bici.

–Tú ni siquiera sabes dividir.

–Tú no comes helado de chocolate –acusó Harry, mirándolo dolido como si fuese el más malvado pecado.

–No sabes hablar adecuadamente ni usar esa cabezota tuya para conseguir más juguetes.

–Y tú no puedes montarte en los árboles. Por eso no me puedo casar contigo, Draco.

Draco Malfoy agitó su cabeza aireadamente, con la nariz alzada y los brazos cruzados, la escena era graciosa para las madres pues eran sólo niños de siete años que se comportaban como adultos, buscando argumentos para no tener que casarse en un futuro. Lily y Narcissa pensaban que estaban hechos el uno para el otro, sólo que aun no se daban cuenta; eran muy pequeños todavía. Ya les agradecerían con el paso del tiempo.

11 años después.

Harry se desplomó encima de Draco, demasiado ejercicio por esa noche.

–Uhm, muévete, Harry, pesas –el moreno se movió y se acostó a su costado, bocabajo y pasando un brazo por la cintura del rubio, enterrando la nariz en su cuello.

–No sabes lo feliz que estoy de que por fin nos hayamos casado. Fue horrible esperar hasta cumplir la mayoría de edad cuando lo único que quería era hacerte mío y que fueras mi esposo.

–Pues tuyo ya era, Potter, ¿o te tengo que recordar la primera vez que lo hicimos? Uh, ahora estás muy entusiasmado pero cuando nos comprometieron, bien que dabas excusas para no casarte conmigo –espetó Draco, mientras acariciaba distraídamente el suave cabello negro de Harry. No estaba molesto, sólo recordaba el momento en que le contaron de la futura boda y los días posteriores a ese. El tiempo que pasaron sin hablarse y enumerando los defectos del otro cuando lo único que querían era jugar juntos de nuevo.

–Era un niño, Draco, y acéptalo, eras detestable cuando eras pequeño. Pero a medida que fuimos creciendo vimos lo acertada de esa decisión. Nuestras madres sí nos conocían para saber que íbamos a ser la pareja perfecta –declaró Harry sonriendo ampliamente, una sonrisa que hacía sonrojar a Draco siendo un adolescente hormonado y que todavía le producía una maravillosa sensación. Entonces recordó que tenía que dejar un par de cosas claras.

–Bueno, Potter, ahora que somos esposos no puedes dejar tu ropa tirada por toda la casa, el escritorio desordenado y lleno de papeles, dejar la televisión encendida todo el tiempo, tirar las envolturas de chocolate en todas partes menos en las papeleras, tener las luces prendidas aún cuan…

Harry lo calló con un beso. El rubio estaba indignado de que no lo dejara seguir hablando pero Harry acariciaba su pecho y sus caderas y hacía el beso más intenso, ese Potter lo iba escuchar después. Draco se entregó a la pasión de su esposo.