Notas del Autor
-Por si cupiese alguna duda…Naruto no me pertenece, ni sus personajes ni nada de eso, pero eso ya lo sabemos todos que para algo es una página de "fan"fics.
-Esta historia se desarrolla en un mundo alternativo (MA/AU) y se inspira en obras como los geniales relatos de terror de Lovecraft, música como la de MCR, Muse, y otros del genero, y mi creciente interés por la demonología y ese tipo de cosas desarrollada por un divertido trabajo de historia (cualquier similitud con este primer capítulo es pura ficción).
-Mi más sincero agradecimiento a Mel por darme esa postura femenina necesaria a la hora de narrar "cosas de chicas".
-Este primer capítulo tiene una longitud especial por ser el de presentación, el que introduce en el problema principal, el resto desarrollaran este problema y probablemente sean algo menos extensos, aunque no creo que notéis la diferencia, y serán actualizados espero que con no más de cinco seis días entre uno y otro.
-Para mí esto es un hobbie no una obligación. No me gusta hacer las cosas mal y escribiré cuando considere que tenga algo bueno que escribir. No me presionen :3
-Cualquier review es de agradecer, ya sea critico o no lo sea siempre y cuando no me insultéis ni a mí ni a ninguno de mis parientes :O
Si no te gusta el Lemon, el Sasusaku y o lo paranormal, este fanfic no es para ti.
Disfrutad de la lectura y dadle una oportunidad :3
Peccatum meum
Escrito por DelkoDR
Capitulo Primero
Deseo ser, por lo menos, un error en tu vida.
La pequeña pelota blanca le golpeó en toda la frente, como si un campo gravitacional la hubiese conducido hasta allí, inevitablemente atraída hacia aquella gran y despejada superficie. El golpe fue tan fuerte que le hizo caer hacia atrás, golpeándose la nuca contra el suelo. ¿Quién no querría empezar la semana con un buen hematoma cerebral?
- Sakura san, ¿te encuentras bien? – preguntó una voz amable y preocupada junto a ella. La pelirrosa abrió los ojos suplicando para que no se estuviesen riendo demasiado. Obviamente no fue así: la clase entera de educación física reía por lo bajo ante su estrepitosa caída. Era como poco la decima pelota que le golpeaba aquel mes. Hinata le ofreció la mano para ayudarla a levantarse y le examinó la cabeza con cierta preocupación.
-Creo que te saldrá un buen chichón, pero nada más.
-Otro para la colección – comentó intentado contener las lágrimas ante las persistentes risas y el dolor de la frente.
-Bien, no ha pasado nada, ¡seguimos! – exclamó el profesor desde su segura posición al otro lado de las líneas del campo de beisbol. Le hizo una seña con la mano para que se sentase y la ojijade se alejó de la pista frotándose la frente y observando a su verdugo: Uchiha Sasuke – Tienes que intentar estar más concentrada, Sakura.
-Lo siento – se disculpó sentándose en la línea más baja de asientos de las gradas, sujetándose aun la cabeza con una mano. Volvió a echarle una ojeada al brutal asesino – y por qué no admitirlo, gran tirador – que había aumentado su ya de por si larga lista de percances mensuales. El Uchiha ni se había inmutado, permanecía relajado en la tercera base, posición que había conseguido tras su "magnifico" tiro. Ni siquiera le dedico una mirada arrepentida, como si solo hubiese golpeado un poste.
La pelota volvió a volar por los aires y el moreno aprovecho para recorrer la distancia que le faltaba. Corría con elegancia atlética y la muchacha no pudo evitar fijarse en sus marcadas y musculosas piernas, en la forma en la que la camisa se adhería a su torso pegajoso por el sudor, en la forma en que su pelo se ondulaba con la suave brisa, en el brillo de su piel perlada bajo el sol…
Sacudió la cabeza con resignación e intentó pensar en otra cosa mientras la infernal clase de educación física de primera hora de los lunes llegaba a su fin.
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Apretó el grifo de la ducha para reducir el chorro de agua caliente que caía sobre su espalda. Podía escuchar las voces de sus compañeras riendo y charlando terminando sus duchas, listas para marcharse a clase. No quería salir hasta que ellas se hubiesen marchado. Esperó bajo el grifo del agua hasta que las últimas voces desaparecieron antes de salir enroscada en una toalla. Observo su reflejo en el espejo: un bonito circulo de color oscuro empezaba a clarear en la parte alta de su de por si llamativa frente. Dejo que un profundo suspiro de resignación escapase de sus labios y abrió su neceser en busca de un peine con el que desenredó rápidamente su larga melena rosa que después recogió con ayuda de una felpa. Tocó con suavidad la zona dañada, como si le hiciese falta comprobar que aquello le causaría dolor, y con una mueca de desagrado desenroscó una crema adquirida para aquellas ocasionales situaciones. Agradeció el frescor de la pomada sobre la piel y terminó de vestirse con el uniforme negro y blanco del orfanato mientras se secaba. Después se dio un poco de maquillaje en la zona, intentando disimularla sin demasiado éxito antes de emprender la marcha hacia la clase de literatura.
Corrió por las escaleras saltando los escalones de dos en dos para no llegar tarde, aunque sabía que la profesora siempre llegaba con retraso. Efectivamente en el aula solo había alumnos armando jaleo, así que intento deslizarse furtivamente hasta su asiento al final de la clase.
-Pobrecita mía, ese maquillaje barato no te ha servido de nada – comentó Ino tomándola del brazo y apretándole con un dedo sobre la amoratada frente – Debes de estar contenta, Sasuke kun te ha tocado, aunque sea indirectamente – continuó dejando escapar una risita tonta que acompañaron algunas chicas que asistían al linchamiento publico de las 10 am. Sakura sintió como las mejillas le ardían, probablemente rojas, a la vez que se le secaba la boca y palidecían los labios. Retuvo las lágrimas una vez más.
-Ya basta Ino, no ha sido mi intención pegarle – exigió una voz suave pero autoritaria desde el fondo del aula. Sakura giró el rostro con incredulidad hacia Sasuke, pero en su cara no había ni pizca de arrepentimiento, ni siquiera compasión o lastima: era puro fastidio, le disgustaba ser el centro de la conversación.
-¿Has oído eso? No era su intención tocarte, ni siquiera indirectamente – las demás rompieron a reír a carcajadas mientras la rubia liberaba el brazo de la ojijade que se tambaleo hasta su pupitre junto a la pared del fondo. Sasuke estaba a apenas dos asientos a su izquierda, con la cabeza apoyada en el brazo y el ceño fruncido, sin prestarle la más mínima atención.
Y aun así ella no podía dejar de mirarle, de observar la recta línea de su mentón o la fina curvatura de sus cejas, sus marcados pómulos, sus labios perfectos…
El sonido de la puerta al cerrarse y el carraspeo de la garganta de la profesora la trajeron de nuevo al mundo real. Ese en el que ella no pertenecía a ningún sitio. Y, ciertamente, no sabía como había llegado hasta ese punto.
Ella había sido relativamente popular. Al menos cuando tenían seis o siete años. Siempre había estado con el grupo principal de gente, recordaba jugar con las casitas de muñecas con el resto de niñas del orfanato, ir a los columpios del patio de atrás y ponerse hasta arriba de barro, gritarles a los niños cuando intentaban subirles las faldas. Jugar a papas y a mamas con Sasuke…
Y entonces de repente un día ninguna de sus amigas quería jugar a las muñecas ni correr por el patio, ahora solo le interesaban el maquillaje, los chicos y la ropa. Ella se había quedado atrapada en la infancia un par de años más y eso la había colocado en la diana de todos los demás. Ahora ya no tenía amigos, solo libros y soledad.
No prestó demasiada atención a la clase de literatura clásica. Ya había leído "la novela de Genji", incluso había asistido a una conferencia sobre ella en la universidad, escuchando desde una esquina, así que abrió la libreta por las ultimas paginas y comenzó a dibujar todo lo que veía en el aula: desde la profesora haciendo aspavientos con los brazos intentando explicar el contenido sexual del libro sin que los adolescentes comenzasen a reírse al brillo de los ojos de Shikamaru perdidos en algún lugar lejano al otro lado de la ventana, la concentración de Hinata mientras tomaba apuntes o el mortal aburrimiento de Naruto que casi le cerraba los ojos.
Le dio tiempo a llenar varias páginas con los retratos de sus compañeros hasta que la tediosa clase de literatura termino y todo el mundo salió al pasillo a charlar y armar barullo mientras llegaba el profesor de matemáticas.
Matemáticas era sin duda su tercera asignatura favorita: se le daba genial. Era como si los números apareciesen solos en su cabeza, como si fuese lo más lógico del mundo, algo intrínseco a la naturaleza humana de lo que no podía escapar. Disfrutaba tomando apuntes, acompañando cada explicación con ornamentadas graficas o representaciones que le habían conseguido el diez en muchos exámenes.
A matemáticas le siguió el odiado intermedio de media hora. Ni siquiera se molesto en bajar al patio, donde sin duda le ocurriría alguna nueva desgracia, probablemente un balón de futbol o de baloncesto que se uniera una vez más a su órbita gravitacional. Se escurrió hasta el baño para intentar volver a tapar con algo más de maquillaje el moratón, ahora más visible, pero fue nuevamente inútil.
Inglés y Tecnología y por último la esperadísima clase de Historia. Adoraba historia profundamente: ¿qué podía haber más interesante que conocer el mundo en el que nos ha tocado existir? Su evolución, el destino de todos aquellos que habían poblado el planeta, cualquier tema le encantaba y bebía de las palabras del profesor como si fuese agua bendita.
-Y puesto que veo que estáis tan interesados en el tema de religiones clásicas, – comentó el profesor con sarcasmo – me parece que me vais a hacer un trabajito de veinte páginas sobre el tema para este mismo jueves.
-¿¡Dos días!
-Y en grupos de tres.
Las protestas de la clase continuaron cada vez en tono más alto hasta que las veinte paginas se convirtieron en cincuenta y entonces la discusión bajo de volumen pero continuó esta vez para formar los grupos. Sakura suspiró nuevamente y esperó a que el aula se vaciase lentamente antes de acercarse a la mesa del maestro.
-Profesor, no tengo con quien ponerme, ¿puedo hacerlo sola?
-Hm – el profesor frunció el ceño y miró a alguien tras de la pelirrosa – señorita Yamanaka, ¿necesita usted algo más?
Sakura intento no girarse y encontrarse con los fríos ojos violetas de la rubia, pero podía sentir su presencia amenazante a su espalda y suplicó por que la muchacha ya tuviese grupo. En ese instante entró Sasuke por la puerta: ni siquiera se había percatado de su ausencia del aula.
-Ahora ya no necesito nada más. Sasuke kun hará el trabajo conmigo.
-Y la señorita Haruno por lo que parece.
-Claro – aceptó la rubia con una gran sonrisa que helo las venas de la pelirosa.
El profesor abandonó la clase mientras Sasuke interrogaba con una ceja alzada a Ino.
-Tenemos que hacer un estúpido trabajo de historia, por suerte nos he conseguido de compañera al único ser de este planeta al que no debe parecerle estúpido – dijo mirando con cierto desprecio a la ojijade. Se acercó hasta ella y rodeo su cadera con los brazos – Esto es lo que vamos a hacer: tu, Sakura chan, iras a la biblioteca de la universidad a buscar información y nos reunimos en un par de horas en tu cuarto, ¿qué te parece?
Sakura miró primero a la rubia y después a Sasuke antes de asentir lentamente con la cabeza y recibir el más falso de los abrazos de parte de la Yamanaka.
-Así me gusta, trabajo en equipo – cogió su mochila del suelo y se dirigió a la puerta – Nos vemos después, Sasuke kun. Espero que te encargues del material necesario.
-Claro – susurró entre dientes el moreno mientras ella se marchaba.
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La universidad estaba a muchas paradas de autobús del orfanato, pero no le importo ir hasta allí. Le gustaba el campus, el verde de los jardines que había entre los edificios, el ambiente festivo que siempre lo impregnaba todo y las risas despreocupadas de la gente. Nadie la miraba allí, pero no porque la ignoraran o la despreciaran. Simplemente había demasiada gente y eso le encantaba.
Recorrió el conocido camino hasta la facultad de historia, atravesando sus puertas y pasillos como si fuesen los de su casa hasta el tercer piso, girando hacia el ala derecha del edifico ocupada por la biblioteca de dos plantas. Teóricamente no debería entrar allí, pero el bibliotecario había acabado cediendo ante su entusiasta necesidad de conocimiento mucho tiempo atrás. Aquel día la biblioteca estaba desierta, probablemente porque era la hora de comer y hasta que la luz del crepúsculo no se hubiese ido no vendría el montante de estudiantes a dejarse los ojos en los libros y los codos en las mesas. Lo prefería así, podría sumergirse tranquilamente en aquel lugar lleno de polvo y que olía tan agradablemente bien a papel viejo. El bibliotecario la saludó con una sonrisa cálida, de esas que crean arrugas en la comisura de los labios y hacen relucir los ojos.
-Déjame que lo adivine, ni siquiera te has parado a comer.
-Solo necesito libros para sobrevivir – bromeó ella. Se acercó al mostrador pidiéndole indicaciones, pues hasta entonces no había visitado el apartado sobre religión. Después de pensarlo unos segundos le señaló un pasillo.
-Tengo una deuda pendiente con ese departamento, a ver si encuentro tiempo para adecentarlo.
-Tal vez podría venir algún día a ayudarte.
-Tal vez…- aceptó mientras ella salía disparada a recorrer aquel bosque de estanterías en busca de la sección indicada.
El apartado de religión estaba compuesto por apenas tres estanterías colocadas junto a una de las mesas más viejas de la biblioteca. Las sillas ni siquiera parecían de aquel siglo y la luz de colgaba del techo amenazaba peligrosamente con fundirse. Dejó la mochila sobre la mesa y comenzó a examinar los estantes, ojeando los volúmenes cuyos títulos despertaban su interés. En apenas unos quince minutos había hecho una pequeña selección de varios volúmenes, aunque ninguno le parecía demasiado interesante. Todos eran demasiado generales y muchos estaban repetidos varias veces, o pertenecían al mismo autor así que no se podía esperar que variasen mucho unos de otros para poder compararlos. En medio del pasillo entre la sección de religión y civilizaciones antiguas había un carro lleno de libros que se acumulaban amontonados unos encima de otros. Sin duda esa era la deuda del bibliotecario con aquel departamento. Tras reflexionar unos segundos se acercó al carro y comenzó a rebuscar entre los volúmenes. Eran libros más estrafalarios, más frikis, desde una biblia satánica a los evangelios apócrifos, nuevas religiones – por no llamarlas sectas – y tratados antiguos de filósofos sobre de dónde venimos y hacia dónde vamos y que pinta dios en todo ello.
Pero dos libros llamaron su atención por dos motivos: lo viejo y lo polvorientos que estaban. Los saco del montón con cuidado y sacudió las tapas para leer el titulo.
-Necronomicon – leyó en la tapa negra con un relieve de estrellas. La apartó en busca del índice, pero en su lugar encontró una página escrita a mano en latín. Por fin le servían de algo las clases de castellano – "Fórmulas que fueron olvidadas y que permitían contactar con unas entidades sobrenaturales de un inmenso poder" – no pudo evitar sonreír para sí misma pero paso la pagina nuevamente. Esta también estaba escrita a mano, pero la tinta parecía más vieja y la caligrafía era distinta - Libro I, los Antiguos, Libro II, el año de la Muerte, el Nyarlathotep, Libro III, ritualis, venenatis et secreta, Libro IV, el Destino…-dejo caer las tapas del libro pesadamente con cara de incredulidad y lo apartó para tomar el otro volumen.
Este tenía unas pastas muy gruesas de color verde viejo y al abrirlo un arcoíris de polvo se elevó en el aire.
-Grimorum arcanorum – leyó en la primera pagina. El resto no estaba escrito en latin, pero era un idioma similar al castellano y podía reconocer la mayoría de las palabras - hechizos protectores, para el amor, afrodisiacos y amuletos – rezaba en una escueta línea antes de comenzar un extenso índice de varias páginas que señalaba una gran cantidad de hechizos. No pudo evitar detenerse sobre el amore eterno incantesimo y la perfecta curvatura de la espalda de cierto moreno se apareció ante sus ojos mientras giraba lentamente la cabeza para clavar sus oscuros ojos en ella.
Sacudió el cuello enérgicamente.
-Qué tontería – susurró dejando los ojos en blanco. Se acercó al montón de libros "normales" y cogió dos volúmenes para llevárselos a casa. Sin embargo el corazón empezó a latirle a toda velocidad y sus ojos volvieron a fijarse en los dos libros. Sería interesante leerlos, aunque fuese por saber sobre supersticiones antiguas. Tomo de nuevo los libros entre los dedos y observo las tapas: no tenían el chip de la biblioteca puesto. El corazón le latió aun con más fuerza mientras los guardaba los dos en la mochila mirando furtivamente a todas partes.
Cogió los manuales religiosos y se acercó al mostrador para pedir permiso y hacer algunas fotocopias a las páginas más interesantes. Mientras hacía todo esto el corazón le martilleaba contra las sienes y las manos le sudaban, muy consciente del peso de los libros en la mochila. Intentó auto convencerse de que nadie los echaría de menos mientras salía apresuradamente de la biblioteca de vuelta a la seguridad del orfanato.
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Ino se apoyaba contra la puerta de su habitación cuando llego hasta allí. Se había quitado el uniforme escolar y lo había sustituido por unos ajustados jeans cortos y una camisa fina blanca que anudaba a la altura del pantalón dejando ver parte de su vientre.
-Ya era hora, llevo un buen rato esperando – se quejó mientras se miraba distraídamente las trabajadas uñas de su mano derecha.
-Lo siento – alcanzó a susurrar la pelirrosa mientras abría la puerta.
La elección de su dormitorio para hacer el trabajo no había sido casual. Uno de los pocos placeres que le había dado la vida era un cuarto individual y además era el más amplio de toda la planta, con un pequeñísimo cuarto de baño privado y todo. Así se evitaba tener que ducharse con las demás o tener que salir para ir al baño, cosa que agradecía enormemente. La habitación tenia forma de L, situándose en la parte más escondida de esta su cama perfectamente hecha mientras en la zona más larga se distribuía un gastado sofá y una pequeña mesa baja a los pies de este. De la pared colgaba un diminuto televisor más que pasado de moda y bajo este había un escritorio igualmente gastado con una sencilla silla negra de oficina. Junto a la puerta de entrada había una cómoda y un pequeño mueble cocina. Si, sin duda estaba muy orgullosa de su cuarto, era el mejor del orfanato, ganado con mucho esfuerzo y tesón gracias a sus buenas notas.
-Y bien, ¿has encontrado lo que necesitamos? – preguntó en un tono totalmente falto de interés la rubia que ya se había tumbado sobre el viejo sofá.
-Creo que sí, tampoco había mucho donde buscar – contesto en voz baja la ojijade mientras apoyaba la mochila en la mesa y sacaba las fotocopias que dejó caer sobre la mesita delante de Ino. Llamaron a la puerta y la pelirrosa se levanto como un resorte para abrirle a Sasuke. El corazón le dio un pequeño vuelco de modo que soltó un "hola" tan silencioso que dudo seriamente de que nadie aparte de ella lo hubiese escuchado. El moreno, como de costumbre, no le prestó mayor atención y entro en la habitación, con las manos en los bolsillos y actitud aburrida.
-Sois los dos unos tardones, os llego a tener que esperar un poco más y hubiese echado raíces – suspiro exageradamente y le hizo señas con un dedo al Uchiha para que se acercase al sofá - ¿Los has traído?
-Claro.
-Bien – dijo alegremente mientras se volvía hacia Sakura – Bueno cariño, ¿por qué no empiezas tu con el trabajito, eh? Nosotros seguro que no hacemos más que estorbarte.
-Y…¿qué vais a hacer vosotros mientras? – Ino la miró divertida por última vez antes de depositar toda su atención en Sasuke que había clavado las rodillas en el sofá y se quitaba el chaleco negro del uniforme.
-Nosotros vamos a hacer otros trabajitos.
Acto seguido estiró los brazos hasta colocarlos tras la nuca del Uchiha y lo atrajo hacia ella para besarle. No un beso bonito, ni dulce ni ninguna descripción de las que Sakura le hubiese dado a un beso, era un beso pegajoso, sonoro, desesperado y que no esperaba nada sentimental a cambio, solo pura física. Pero lo que la dejo paralizada contra el suelo no fue que Ino se colgase del cuello del moreno, sino que este respondiese con la misma urgencia a sus labios, masajeando su boca hasta conseguir abrirla e introducir su lengua dentro buscando con desesperación a su compañera.
¿En serio pretendían liarse delante de ella mientras les hacia el trabajo de historia?
-¿Sabes, cielo? – pregunto Ino dirigiéndose a ella mientras Sasuke apretaba sus labios contra el cuello de la muchacha, succionándolo sonoramente y haciendo que ella se arqueara contra el torso del ojinegro – Te sería mucho más fácil si te pusieras en el escritorio.
Las manos le temblaban, pero aun así tomó de nuevo las fotocopias de la mesa y se arrastró como pudo hasta la silla del escritorio. Cogió un bolígrafo sin saber muy bien qué hacer. ¿Y qué otra cosa podía hacer? ¿Chivarse? ¿Echarlos? No quería que Sasuke se enfadara con ella y sin duda Ino le haría la vida imposible si les fastidiaba la tarde.
Deslizo el bolígrafo tembloroso hasta una hoja en blanco y dejo la punta apoyada sobre el papel tanto tiempo que la tinta comenzó a humedecerlo. Pero ella solo podía ver el reflejo de sus dos compañeros en el televisor apagado. Ino se había desanudado la camisa y desabrochado los botones, dejando a la vista un elegante sujetador de encaje celeste. Sasuke le manoseaba los pechos de forma poco elegante mientras ella le agarraba el rostro y le besaba desenfrenadamente, tanto que los labios de ambos estaban ya rojos e hinchados. El Uchiha apretó uno de los senos de la muchacha más de lo aconsejable y esta dejo escapar un pequeño gemido molesto a lo que él respondió desabrochándole el pantalón y metiendo la mano por la cremallera abierta.
Le dieron ganas de vomitar cuando la rubia empezó a gemir ante el contacto de la mano del Uchiha contra su entrepierna y la imagen del muchacho jadeando por Ino hizo que se le encogiese el corazón y se le congelase todo el cuerpo. Una cosa era que se toquetearan un poco y otra muy distinta es que fuera a hacer eso en su habitación.
La mente se le quedó en blanco en cuanto la rubia comenzó a quitarle la camisa del uniforme al moreno dejando al descubierto su tonificado torso, sus marcados pectorales y sus esculpidos brazos. Deseaba darse la vuelta y acercarse a tocarlos, pero de eso ya se encargaba Ino que paseaba sus manos por el pecho del muchacho mientras devoraba su boca con urgencia.
Una parte de la anatomía del Uchiha, desconocida hasta entonces para ella, llamo la atención de los ojos verdes de la Haruno. Un incipiente bulto obligaba al moreno a mantener las piernas abiertas mientras sus manos comenzaban a bajar el pantalón de Ino. Sakura no podía dejar de mirar aquel bulto que luchaba por ascender por la pernera del pantalón del uniforme, buscando una salida y una creciente necesidad de tocarlo hizo que sus mejillas se tiñesen de carmín.
Los jeans de Ino cayeron sobre el suelo con un golpecito sordo dejando al descubierto la mojada ropa interior de la muchacha que se agitaba con deseo sobre el cuerpo del Uchiha que luchaba con el cierre del sujetador con cierta torpeza. Sasuke alargó el brazo tanto como pudo y atrapo su propia mochila entre los dedos, abriendo una de las cremalleras en busca del material que Ino le había pedido que trajese. Cogió el envoltorio cuadrado y se lo ofreció a la rubia que se lo quito de las manos con una sonrisa juguetona.
-Vamos al baño – sugirió el Uchiha para alivio de la pelirrosa que se sentía como si fuese a estallar en mil pedazos de un momento a otro, destrozada por uno u otro motivo. La Yamanaka se levanto del sofá con cierto fastidio y tiró sensualmente del moreno que la siguió hasta la puertecita del baño.
Una imagen en la cabeza de la pelirrosa hizo que sus manos se moviesen freneticamente hasta su propia mochila. Abrió la cremallera con precipitación y busco el Grimorum arcanorum y deslizó sus agiles dedos por las páginas del índice.
- Para ayudar en el cambio de enemigos en amigos, para hacer que un enemigo se aleje... - Busco la pagina correspondiente a este último con el corazón latiéndole en el pecho a mil por hora - Cuando la Luna esté en una fase decreciente – no tenía ni idea de en qué fase estaba la luna ni tiempo para comprobarlo - escribir en un pergamino blanco el nombre completo de la persona que desea alejar de sí, junto con su fecha de nacimiento completa. Hacer el pergamino blanco un rollo junto con una fotografía del enemigo, empaparlos ambos con vinagre y, entonces, tirarla dentro de agua corriente al tiempo que visualiza a su enemigo que se aleja y nunca más le cause daño. Este es un hechizo ideal para utilizarse cuando todo lo demás parece haber fracasado.
Sabía que lo que estaba haciendo era una estupidez, pero no se le ocurría nada más. Busco el anuario del año anterior y arrancó la foto de Ino que coloco sobre un papel en el que escribió su nombre y fecha de nacimiento, los enrollo juntos y busco vinagre en su pequeña alacena con el que empapo todo. Después dejo caer el papel en el fregadero de la diminuta cocina y abrió el grifo sin dejar de visualizar a Ino saliendo por la puerta de la habitación.
-Por favor que se valla, por favor que se valla…
Dentro del baño seguían escuchándose ruiditos y exclamaciones. Que estupidez poder pensar que aquello iba a funcionar. Sin poder evitarlo vomitó dentro del fregadero, su estomago no aguanto más aquella desagradable situación. Algo mareada por el olor a vinagre, comenzó a limpiar con desinfectante la pila y, entonces, un teléfono móvil comenzó a sonar. Ino salió disparada del baño y agarró el teléfono. Debía ser un mensaje de texto porque no lo descolgó. Acto seguido empezó a vestirse rápidamente mientras Sasuke, aun en ropa interior, la contemplaba desde el marco de la puerta del baño.
-Una urgencia, nos vemos mañana – dijo mandándole una velada advertencia con la mirada a Sakura para que mantuviese el pico cerrado. La ojijade se quedo contemplando la puerta de la habitación como si fuese la primera vez que la viera.
-Voy…a darme una ducha, ¿vale? – la pelirrosa asintió con la cabeza y el moreno volvió a desaparecer tras la puerta.
¿Casualidad o había sido el hechizo?
El corazón comenzó a tamborilear con fuerza de nuevo contra su pecho. Si quería comprobarlo debería hacer otro hechizo y sabía perfectamente cuál iba a probar. Volvió a coger el Grimorium que descansaba sobre el escritorio y busco nuevamente en el índice, aunque esta vez sabía exactamente lo que necesitaba:
-Poción de amor – susurró, aunque se le hizo un nudo en el estomagó al leer la receta - Preparar una infusión mágica con base en genciana, flor de maravilla (familia Tagetes), flor de pasión (género Passiflora), ruda (género Ruta, familia Ruta graveolens) y violetas. Añadir una gota de sangre propia y remover.
¡No tenía nada de eso!
Su cuerpo corrió más que su cerebro, cogiendo las llaves de la habitación y la mochila con el monedero. Apuntó rápidamente los ingredientes en un trozo de papel y salió corriendo de la habitación, cerrando la puerta con llave tras de ella. Bajo las escaleras del orfanato como alma que lleva el viento desesperada por llegar hasta la esquina de la segunda calle a la derecha donde había un herbolario.
¿En serio iba a tener tanta suerte? La dependienta le saco un frasquito de cada planta que le pidió y la despachó con una amplia sonrisa. La pelirrosa volvió sobre sus pasos, apretando el paquete contra ella mientras los latidos de su propio corazón la ensordecían.
Un camión estuvo a punto de atropellarla, pero no le importó.
Continuó corriendo sin parar hasta que sus pies atravesaron la puerta del dormitorio: Sasuke aun seguía en la ducha. Puso a calentar agua para preparar la infusión, tan nerviosa que le temblaban las manos.
-Hum, eso…huele bien – comentó Sasuke nuevamente vestido. Ella le dedico una sonrojada mirada a la que él no presto atención mientras se sentaba en el sofá - ¿Te importa que hagamos el trabajo nosotros? Tampoco es que nos perdamos gran cosa sin Ino.
-N-no.
La Haruno cogió disimuladamente uno de los cuchillos de sierra del cajón de los cubiertos y con gran esfuerzo se hizo un pequeño pellizco en el dedo, dejando caer una única gota de sangre en una de las dos tazas que había preparado.
-¿Te apetece una infusión?
-Hm – aceptó sin más el Uchiha que se llevo casi inmediatamente la taza a los labios. Debía tener la boca seca de tanto gastar saliva en la de Ino. Sakura volvió a sentir que se le removía el estomago y dejo su taza en el escritorio mientras revolvía las fotocopias que había traído para dividir el trabajo.
¿Cuánto tiempo tardaría en hacer efecto la poción? ¿Cómo sabría si había hecho efecto? ¿Y si no funcionaba, cuanto debería esperar?
Distintas emociones recorrieron su cuerpo: culpa, inquietud, inseguridad, miedo a ser descubierta, pero también esperanza, alegría y cierta lujuria.
Empezó a leer por encima las fotocopias y a dividirlas en dos montones y entonces el ruido de una taza al romperse contra el suelo la sobresalto. Se dio la vuelta de un salto para contemplar la cerámica rota contra las baldosas y luego sus ojos ascendieron por el sofá hasta toparse con el rostro del Uchiha.
Sus ojos estaban apagados, sin brillo, y su cara se había vuelto blanca como la misma muerte. La mano que había sostenido la taza en alto reposaba ahora sobre su regazo tan inmóvil como el resto del cuerpo. Se acercó temblando hasta él y le busco el pulso en la muñeca. Y después en el cuello.
Una solitaria lágrima le resbaló por el rostro. Había matado a Sasuke.
Las piernas le fallaron y cayó de bruces contra el suelo temblando de pies a cabeza. Durante un largo minuto no pudo pensar en nada, solo mirar el inmóvil semblante del joven.
¿Qué había hecho mal? ¿Lo había envenenado?
Giró la cabeza hacia el escritorio donde aun descansaba su mochila entreabierta con el otro libro que había cogido de la biblioteca: el Necronomicon. Se levantó aun temblando y abrió el libro sobre el escritorio buscando, si no recordaba mal, el Libro III.
-Rituales y secretos…- no necesito buscar mucho pues el primero de los rituales comenzaba con un escueto Rito de los Muertos y continuaba con una breve explicación: devolver el alma al cuerpo.
Leyó con detenimiento las instrucciones a sabiendas de que podía malinterpretar algo al no conocer el idioma por mucho que se pareciese al castellano. Cogió nuevamente el cuchillo de sierra y se abrió una raja mayor en la mano, sin importarle el dolor, y con la sangre dibujo un pentagrama en el suelo y en su interior una estrella. Cogió el cuerpo del Uchiha y con cierta dificultad lo arrastro hasta la estrella, colocándolo en su centro. Abrió la camisa del moreno y le dibujo una nueva estrella en el pecho, poniendo después sus manos manchadas sobre él. Con lágrimas en los ojos recito:
- Quod non est mortua, quae aeterna et mentiri nescio aeonas mortem moriatur.
Inmediatamente comenzó a sentir como sus propias fuerzas la abandonaban pero algo la mantenía pegada al cuerpo de Sasuke. No pudo reprimir un jadeo al sentir una fuerte presión en el pecho, pero aun así mantuvo las manos apretadas contra el muchacho hasta que un pitido profundo e hiriente se adueño de su cabeza y no pudo soportarlo más.
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Se despertó en su cama, arropada y con el pijama puesto. Se sentía muy descansada y lo primero que hizo fue mirarse las manos. Estaban limpias, ni rastro de sangre, ni siquiera de la herida. ¿Lo había soñado todo?
-No, por desgracia.
Levantó la vista hasta el origen de aquella profunda voz. Era Sasuke, pero no lo era. Sus ojos estaban más oscuros de lo normal y a su alrededor había un aura…peligrosa, visible, casi palpable, como si el universo entero le señalase avisando de que no era bueno acercarse a él.
-Me alegro de que hayas despertado, aun tenemos tiempo de jugar antes de ir a clase.
Antes de pestañear el moreno, que había permanecido a unos metros de la cama, se apareció sobre ella, sorprendiéndola y haciendo que se apretase contra la cama.
-¿Qué…qué hora es? – preguntó sin saber que más decir.
-Son las 1:14 am, has dormido toda la tarde.
-Tu…tu habías muerto.
El moreno la miro fijamente y sonrió. Sasuke nunca sonreía, pero eso no era lo extraño del gesto: no recordaba que tuviese una dentadura tan perfectamente blanca y amenazante. Hizo que se le pusiesen los vellos de punta.
El ojinegro agarró su camisa por el cuello y se la arrancó de un tirón, extirpando también las mangas del resto del cuerpo de la prenda. Tomo ambas muñecas de la muchacha con una mano y las ató al cabecero de acero de la cama con los trozos de tela ante los jadeos asustados de la pelirrosa.
-¿Qué haces?
-Voy a violarte.
-¿¡Que! – la muchacha interpuso sus piernas dobladas entre el torso desnudo del moreno y el resto de su cuerpo, mirándole con verdadero espanto.
-Tú me mataste, como castigo voy a violarte.
-También te he devuelto a la vida – alcanzó a susurrar la ojijade que sentía las lagrimas a punto de brotar.
-Sí, y por ello serás también recompensada.
-¡No!
Aquello fue como un latigazo para el Uchiha. Su cuerpo se agarrotó como si hubiese intentado resistir un golpe y su rostro se movió violentamente como si le hubiesen abofeteado.
-Tú puedes matarme y resucitarme pero yo no puedo violarte y hacerte el amor. Si tú puedes incurrir en contradicciones yo también puedo. Y ahora abre esas bonitas piernas.
-¡No! - la Haruno contempló de nuevo los resultados de su negativa: como si le hubiese golpeado con una fusta el Uchiha retrocedió con gesto dolorido – Y ahora…suéltame.
Sasuke clavó sus ojos negros en los verdes de ella, apretando la mandíbula como si intentase negarse a cumplir una orden o a no hacer algo a pesar de saber que no tenía elección. Sus manos se deslizaron hasta las muñecas de la muchacha y para alivio de esta la soltó. La pelirrosa se restregó las muñecas mientras volvía a echarle una ojeada al moreno.
-¿Qué te ha pasado? Estas…distinto.
Otra vez esa sonrisa endemoniada que hacía que se le helara la sangre. No era una sonrisa alegre ni divertida, era una sonrisa sarcástica cargada de ironía. La sonrisa de un lunático.
-Me diste un filtro de amor. Por desgracia para mi tu grimorio estaba incompleto, solo contenía ingredientes no método de elaboración. Se convirtió en un veneno letal que me paró el corazón. Por suerte o por desgracia también tenías un libro de los muertos a mano, que chica tan preparada – comentó chascando las mandíbulas sonoramente y el odio centelleó en sus ojos – y te pusiste manos a la obra para devolver mi alma a mi cuerpo. Sin embargo las plantas con las que me envenenaste no desaparecen del organismo así como así y mi alma no fue lo suficientemente fuerte para contrarrestarlas. Así que tu estrella, para completar el hechizo, invoco a un demonio y lo alojo en mi cuerpo junto a mi alma para que luchase contra el veneno.
-Eso…¿qué quiere decir? – preguntó tras unos segundos de sepulcral silencio.
-Quiere decir que ahora soy un demonio.
-Pero…sigues siendo Sasuke…
-Sí, pero tú ya no eres Sakura – afirmó acercándose al rostro de la muchacha hasta que su aliento se unió con el de ella – Ahora eres mi dueña.
Para la gente perezosa que no se lee el principio del fic:
Espero leer vuestros reviews :3, no seáis crueles que es mi primera publicación aquí.
Este fanfic se actualizara con un tiempo máximo de una semana, tened paciencia y será recompensada :D
PD: Niños, no hagáis conjuros satánicos en casa sin la supervisión de un adulto o de un ángel de la guarda. A menos que seáis demonios, entonces da lo mismo :D!
