¡¡Hola!! Bueno, este es un nuevo fanfic que he empezado a escribir hoy. Ya sabéis, una de esas inspiraciones. Este fic tendrá varios capítulos, no como el otro. Todo el fic será desde el punto de vista de Alice, a no ser que señale lo contrario. ¡Espero que os guste!


Visiones

-Y tenemos que ir a Dior, y a Prada... vi unos zapatos que te quedarán de lo más lindos.

Me había costado varios días convencer a Bella de que viniera conmigo de compras para la despedida de soltera. Ya había hecho una lista mental de la ropa que debíamos comprar y solo faltaba ella para probársela. Habría llamado de buena gana a sus amigas, pero Bella se había negado. ¡Qué reticente era a la hora de ir de compras! Además en esos momentos estaba enfurruñada porque Charlie casi había sufrido un ataque cuando le contaron lo del compromiso. ¡Pobre Charlie! Creí que se iba a ahogar o algo parecido, pero al final se puso muy rojo (no creáis que de vergüenza, de rabia) y les dio la enhorabuena.

-Pero Alice...- sonó de nuevo la suave voz de Bella.- ¿Por qué no vas tú y ya me enseñas la ropa cuando vuelvas? ¡Si te sabes mi talla mejor que yo misma!

Suspiré. ¡Qué lucha por una simple tarde de compras!

-¡¡Alice!!- volvió a quejarse, por lo que decidí pasar al plan B.

Me di la vuelta y la encaré. Hice que en mi rostro se reflejara un pequeño puchero y musité con voz lastimera:

-Bella...

Eso bastó. Ella arrugó la nariz y suspiró.

-Vale.- aceptó cogiendo su abrigo.

De inmediato mi mohín fue sustituido por una sonrisa contagiosa.

-¡Genial! Ya verás que bien. Abrieron una nueva tienda de Yves Saint Lauren y vi un abrigo de piel sintética de lobo...- me maldije a mí misma cuando vi la mueca que cruzó por su cara en cuanto pronuncié las palabras.

Bella no llevaba nada bien el tema de Jacob. Desde que él había 'huido' meses antes, no habíamos vuelto a saber de él. Ni tampoco en la Push. Billy ya llevaba semanas preocupado, incluso Sam había organizado una búsqueda por todo Washington. Pero debía haberse ido aún más lejos.

-Lo siento.- murmuré viendo que la mueca de dolor aún se conservaba en su cara.

-No es nada.- su habitual tendencia a cerrarse en banda no me molestó, al contrario que a Edward, pues al ser mi mejor amiga la conocía mejor que a nadie.

Continuamos bajando las escaleras de la casa hasta que alcanzamos la planta baja. Entonces pudimos oír el suave sonido de las teclas del piano. Edward volvía a tocar. La melodía, melancólica, reflejaba su tristeza y su dolor ante el hecho de cuanto añoraba Bella a Jacob. 'Maldición' murmuré para mí. Debía habernos oído, y también mis pensamientos. Cuando entramos en el salón Edward dejó de tocar. Las últimas notas revolotearon unos segundos más en el ambiente.

-¡Nos vamos de compras!- exclamé, entusiasmada, tratando de disipar la tristeza de mi hermano hablándole de otra cosa.

Edward clavó su mirada en mis ojos. Volvía a escuchar mis pensamientos.

-¿De compras?- preguntó reflejando en su tono una tranquilidad que en realidad no albergaba en su interior.- ¿Cómo te ha torturado Alice para que aceptaras, Bella?

-Hizo pucheros.- suspiró la aludida acudiendo junto a mi hermano y abrazándole.

-Alice, Alice... ¡pobre Bella!- me reprochó burlonamente Edward. No hice caso de su comentario y busqué a mi alrededor.- Jasper salió con Emmett a jugar al baloncesto, comprenderás que no se quedaron cerca.- anunció leyendo mis pensamientos como era habitual, hice un mohín de impaciencia.

-Típico.- reí, cantarina.- ¿Vamos, Bella? Nos van a cerrar y no creerás que puedo sobornar a los tenderos para que nos dejen la tienda abierta toda la noche.- me quejé.- Bueno, en realidad puedo... pero me apetece volver antes de la noche.- sonreí.

-Sí, vamos.- sonrió a Edward una última vez y él la dio un suave beso.- Hasta la noche.

-Nos vemos luego, ángel.- se despidió dulcemente Edward, perdiéndose en los ojos castaños de mi nueva hermana.

Justo cuando Bella se separó de Edward noté un pinchazo en mis sienes. Una visión.

Una iglesia. Bella vestida de blanco. Edward con un esmoquin antiguo mirándola embobado. Renée enjugándose las lágrimas, y Esme haciendo lo propio pero sin lágrimas. Una enorme multitud en los bancos de la iglesia. El cura recitando...

-Si alguien tiene algo que decir que lo diga ahora o calle para siempre.

De repente, oscuridad. Silencio. Borrosos, los rostros de la sala. Bella sorprendida, Edward furioso, el cura sin saber qué hacer.

Sin previo aviso y tal y como la visión llegó, se fue. Tardé un segundo en abrir los ojos, tratando de asimilar lo visto. Estaba claro que era la boda de Edward y Bella. Y que alguien había contestado a la pregunta más bien retórica del cura. Alguien. Un licántropo. Jacob. Abrí los ojos.

-¿Alice?- el siseo bajo de Edward me hizo mirarle de nuevo. Él también había visto mi visión. Y había leído mis pensamientos. Sus nudillos se crisparon y me taladró con la mirada.- ¿Él?- su tono de furia parecía capaz de tirar la casa abajo.

-¿Qué pasa?- la voz de Bella sonó débil por debajo del creciente rugido de Edward.- ¿Qué has visto, Alice?- quiso saber.

-Vayámonos, Bella, o nos cerrarán.