Disclaimers: Yami no Matsuei no me pertenece, evidentemente, aunque si Yoko quiere regalarme a Tatsumi san o a Asato chan no se los despreciaré.
Comentarios: Es muy poco probable que utilice muchas palabras en otros idiomas, pero si lo hago su significado estará al final del capítulo o al lado mismo de la frase.
—Bla bla bla Dialogo
«Bla bla bla» Pensamientos
Bla bla bla RecuerdosAdvertencias: Este fic posiblemente contendrá shonen ai (aunque, lo siento, dudo mucho que yaoi), así que los homofóbicos quedan advertidos.
Solamente he leído el manga, de modo que no conozco el anime. Tengo entendido que en éste Tsuzuki parece un poco más estúpido de lo normal, de modo que en mi fic algunos de vosotros tal vez lo encontréis demasiado cuerdo e inteligente .
Es mi primer fanfic, de modo que lamento si los personajes me quedan un poco OOC, pero nunca antes había escrito sobre personajes que no me perteneciesen Uuu.
Resumen del capítulo anterior: De momento ninguno, pero aprovecho para decir que la historia se sitúa temporalmente tras la Saga de Kyoto, de modo que no tendrá "coherencia" con los sucesos de los tomos posteriores de la obra. De todos modos evitaré en la medida de lo posible los spoilers.
Flores silvestres y flores de invernadero
por Ayumi Warui
Capítulo 1. Un curioso trabajoYa habían pasado casi seis meses desde lo sucedido en Kyoto, y nuestros shinigamis tenían la sensación de que todo aquello solamente había sido una horrible pesadilla, una pesadilla de la que por suerte habían podido despertar.
Sus vidas habían recuperado la normalidad que las caracterizaba (la cual no era demasiada) y todo estaba extrañamente tranquilo en la División de Citaciones del Departamento Central Enma...
—¡¡Esto tiene que ser una broma!! —exclamó Hisoka, golpeando con ambas manos el escritorio tras el cual se encontraba cómodamente sentado Tatsumi, secretario de la división.
—Créeme, a mí tampoco me gusta la idea —empezó a decir con su voz pausada e inflexible—, pero son órdenes de arriba. De todos modos, aún no me has permitido acabar de explicaros el caso.
—¡¿Qué a ti no te gusta la idea?! —seguía le rubio, indignado—. ¡¿No eres tú quien va a tener que ponerse una falda?!
—A ver si lo he entendido bien... —intervino Tsuzuki, quien hasta el momento había permanecido en silencio—. En este último mes, en un prestigioso y caro instituto interno femenino seis de sus alumnas han entrado en un extraño estado de coma súbito, has dicho... ¿Y qué tiene eso que ver con nuestro departamento? —apuntó confundido.
—Por la escasa información de la que disponemos —explicó el secretario mientras Hisoka, al verse ignorado, se armaba de paciencia—, parece ser que el alma de aquellas chicas abandonó sus cuerpos, pese a que sus nombres no aparecieron en el registro, y ahora mismo sus espíritus se encuentran en paradero desconocido.
—¿Así sin más? —inquirió el más joven, dejando aflorar su característico sentido de la responsabilidad.
—Así sin más. Nuestra misión es descubrir por qué y recuperar sus almas a ser posible.
—Lo que no entiendo es por qué razón son necesarios tantos shinigamis para este caso —señaló Tsuzuki—. Hisoka y yo podemos hacernos cargo, aunque no se trate de nuestra zona. Pero me extraña que también vengáis con nosotros Watari y tú. No nos estaréis ocultando alguna desagradable sorpresa, ¿verdad?
—Si es así, también me sorprenderá a mí, créeme —afirmó, ajustándose las lentes—. El caso es que nos han encargado este trabajo y, como siempre, la reputación y economía del departamento están en juego.
—Ya veo, entonces Watari, tú y yo nos haremos pasar por profesores y Hisoka por una de las alumnas, como ya sucedió en Kyoto —imaginó Tsuzuki, del mismo modo que lo había supuesto el shinigami de ojos verdes en cuanto Tatsumi les había dicho que tendrían que infiltrarse en un instituto femenino.
—En eso te equivocas, Tsuzuki —advirtió Tatsumi, preparándose para lo que seguiría a sus próximas palabras—. El instituto está dividido en cuatro "casas", aparte del edificio donde se dan clases. Tres de ellas (las casas del norte, del este y del oeste) son residencias ocupadas por las alumnas, y la casa del sur es donde se aloja el profesorado. Como deseamos controlar el máximo posible, yo, tal y como has dicho, ocuparé un lugar como profesor, para poder enterarme de todo lo que ellos sepan y tener autoridad suficiente para ir a ciertos lugares. Watari ha aceptado hacerse pasar por una profesora para poder obtener información de ellas, y Kurosaki, tal como has supuesto, se hará pasar por una alumna de la casa norte, a la que pertenecían cinco de las seis chicas afectadas...
—¿Watari también se hará pasar por mujer? —se sorprendieron ambos—. ¿Y qué haré yo? —añadió Tsuzuki, sintiendo un mal presentimiento al respecto.
—Acompañarás a Kurosaki en la casa del norte —contestó sin rodeos.
—¿Como encargado de la residencia? —insistió el hombre de ojos violetas, aferrándose a sus esperanzas.
—No, como alumna. El extraño fenómeno sólo ha afectado a las alumnas, así que no podemos dejar a Kurosaki solo. Sería muy arriesgado.
—¡¿Como alumna?! —repitieron los otros dos shinigamis, sin haber escuchado nada más—. ¡Pero si tengo la apariencia de un hombre de veintiséis años! —añadió Tsuzuki—. ¡¿Cómo pretendes que me haga pasar por una chica de diecisiete?!
—Diremos que eres una alumna de último curso, un poco ceporra, que ha repetido unas seis o siete veces —resolvió Tatsumi sin atisbo de piedad.
—¡¿Seis o siete veces?! —exclamó Tsuzuki, poniendo los ojos en blanco, mientras Hisoka se esforzaba por disimular su hilaridad. Interiormente le alegraba de que, si se iba a ver obligado a vivir aquella vergüenza, al menos Tsuzuki lo acompañara en aquel mal trago—. ¡Pero... pero...! ¡Seguro que no quedaré creíble! ¡¿Y por qué no encargaron este trabajo a Wakaba o a Yuma y Saya o a Chizuru...?!
—Porque, a diferencia de vuestra zona, la de ellas sí que da trabajo constantemente —respondió con aparente calma—. Y no podemos encargárselo a Wakaba porque meter a Terazuma en un instituto de chicas es una locura.
—Eso es cierto, pero... —continuaba sin rendirse—. ¡¿Por qué eres tú el único que no se hace pasar por chica?! ¡No es justo!
—Por cierto, Tsuzuki, esta mañana he comprado unos pasteles de chocolate y una tarta de manzana... —empezó a decir el secretario mientras dejaba a la vista una de esas cajas blancas de cuestionable estabilidad con las que se suelen trasportar los dulces que se compran en pastelerías.
—No conseguirás comprarme con unos pastelitos... —dijo, aunque ni su voz sonó muy firme, ni su mirada violeta se apartaba de la caja.
—Oh, es una lástima. Si nos los quie... —empezó a decir, haciendo ademán de ir a retirarlos.
—¡¡Los quiero!! —exclamó Tsuzuki abalanzándose sobre ellos como una fiera hambrienta.
—Me alegra que hayamos llegado a un acuerdo —sonrió Tatsumi de forma algo siniestra.
—Idiota... —murmuró Hisoka, mirando de reojo a su compañero.
—Bueno, como iba a deciros, los detalles del caso se encuentran en estos informes —continuó el secretario, mostrándoles dos montones de folios, de al menos dos centímetros de grosor, que Tsuzuki miró con aprensión.
«¿No decía que no disponíamos casi de información?» —pensó Hisoka.
—Ahí se explica lo que sabemos del caso y cómo actuaremos. Lo único que queda pues por concretar son los nombres con los que os llamaréis allí y cómo resolver ciertos detalles de vestuario y otras cosas sin importancia. Como el instituto no dispone de uniforme, tendréis que proveeros de nuevos trajes para vuestro papel de alumnas de instituto y, pese a que tienen bastante trabajo, dos de vuestras compañeras se han prestado voluntarias amablemente a ayudaros hoy a escoger ropa adecuada y asequible según el presupuesto (muy limitado) del que disponemos...
—¿Dos compañeras?... —repitió Hisoka sintiendo un escalofrío.
En aquel instante, la puesta del despacho se abrió de golpe, dejando paso a dos jóvenes muchachas.
—¡¡Soka–chan!! ¡¡Tsuzuki–chan!! —exclamaron Yuma y Saya mientras aprisionaban entre sus brazos a los dos shinigamis, pese a la resistencia que ofrecía el más joven—. ¡Ya veréis qué bien lo vamos a pasar en el centro comercial!
—Tomaos vuestro tiempo —ofreció Tatsumi—. Mañana por la mañana nos reuniremos los cuatro aquí para concretar los últimos detalles.
«Esto tiene que ser una pesadilla...» —se dijo Hisoka, mareado ante la tarde que le esperaba.
UUUUUUUUUUUUUUUUUU
Hisoka no recordaba haber pasado jamás una tarde tan humillante, estresante y agotadora como lo fue aquella. Tener que aguantar a las dos shinigamis encima de él constantemente ya era algo difícil de soportar, pero si a eso le añadía los interminables paseos arriba y abajo por las calles del centro comercial, podía ser realmente devastador. Aun así, todo aquello tenía un pase, no era mucho peor que cuando se veía obligado a acompañar a Tsuzuki en sus peregrinajes por las pastelerías de moda, pero había un detalle del que no fue realmente consciente hasta que entró en la primera tienda...
—¡Este traje de la marca Pink House es divino para un instituto femenino de prestigio! —exclamó Saya dejando el vestido en manos de Hisoka.
—¡Y este modelito rosa quedará perfecto con tu pálida piel! —añadió Yuma dejando el traje sobre el otro.
—Yo creo que este vestido de seda verde combinará muy bien con el color de tus ojos —añadió Tsuzuki imitando el gesto de las dos chicas.
—¡¿Tú también, Tsuzuki?! —exclamó Hisoka, cargando como podía lo que le daban.
—Bueno, creo que es hora de que te los pruebes a ver si esas tallas son las adecuadas —señaló Saya.
—¡¿Probármelos?! ¡¿Yoooo?! —exclamó Hisoka, enrojeciendo a más no poder, no se sabe si por la vergüenza o por la indignación—. ¡¿Estáis locas?! ¡Soy un chico! ¡Pensarán que soy un pervertido! —señaló, atrayendo la atención de parte de la clientela sin percatarse.
—Sólo finge ser una chica, yo creo que no lo notarán —opinó Yuma.
—¡¿Insinúas que parezco una chica?!
—¡Menos quejas! —replicó con tono autoritario, sin dejarse amedrentar por la mirada asesina del joven—. ¡Tatsumi–san quiere que compremos los trajes hoy, y si no te los pruebas no podemos saber si te sientan bien!
«Esto es una pesadilla, una pesadilla...» —repitió mentalmente mientras se tragaba su orgullo y se metía en el probador—. «¿Cómo diablos se pone esto?...»
Al rato, Hisoka acabó de lidiar con el primer vestido y entreabrió mínimamente la tela que cubría el vestuario, asomando su azorado rostro e indicando a sus compañeros que ya podían ver el resultado... ¡pero dentro del probador! ¡Estaban locos si pensaban que iba a salir!
—¡Ooooh, te ves tan adorable! —exclamaron las dos chicas a la vez. Tsuzuki no estaba a la vista, de lo cual Hisoka se alegró mucho.
—Yo creo que no necesitará llevar una molesta peluca —opinó Saya—. Con el pelo corto ya te ves lo suficientemente bonita.
«¿Eso es un halago?» —pensó el rubio con una vena más hinchada de lo normal.
—¡Ey, chicos! —oyeron la voz de Tsuzuki, lo que les impulsó a asomarse—. ¿Qué tal me veo? —preguntó, con una de sus radiantes sonrisas. Los otros tres estuvieron a punto de hacer chocar sus mandíbulas contra el duro suelo al ver al shinigami ataviado con un vestido largo de tela fina. Era de color violeta claro, y diseño más bien sencillo, con mangas hasta las muñecas y cuello de barca, acompañado el conjunto con una cinta del mismo color para la garganta.
«Esta... ¡¡guapísimo!!» —pensaron los tres, aún demasiado aturdidos para dar una respuesta.
«Un poco de maquillaje y una peluca y será una de nuestras obras de arte» —se dijeron las chicas con un brillo peligroso en la mirada. La siguiente parada sería sin duda una perfumería.
«Nunca imaginé que Tsuzuki vestido de mujer se viera tan... hermoso» —meditó Hisoka, sin poder evitar admirarlo con un tinte de adoración reflejado en sus ojos verdes.
—No me veo bien, ¿verdad? —temió Tsuzuki por la falta de respuestas, ante lo que las dos chicas enseguida reaccionaron con halagos y exclamaciones que lograron animar de nuevo al shinigami—. ¡Ah, Hisoka! —exclamó el hombre al verlo. Ante lo que había sucedido, en un descuido, Hisoka había salido de la seguridad que le ofrecía el probador—. ¡Te ves precioso con ese traje! —expresó con una sonrisa deslumbradora, logrando que el rostro de Hisoka pudiera competir en color con las cerezas.
—¡N... no digas estupideces! ¡Idiota! —exclamó el rubio antes de encerrarse en el probador, jurándose a sí mismo que no volvería a salir de allí nunca más.
UUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU
Aquella noche Hisoka no durmió mucho a causa de las pesadillas. Pero, en esta ocasión, Muraki no era el protagonista de ellas, sino sus tres compañeros, que en su sueño lo paseaban con un traje lleno de lacitos por el centro comercial mientas lo espolvoreaban con perfumes. Realmente siniestro...
A Yuma y Saya les había costado sacarlo del probador, pero ante la amenaza de cantarle una canción a coro, suplicándole que saliera, a grito pelado, el joven muchacho tuvo que salir, eso sí, de nuevo vestido con sus ropas de siempre. El resto del día había seguido la misma línea: las chicas localizaban una tienda de su gusto, los cargaban de trajes y los obligaban a probárselos todos aunque la gran mayoría sabían que no se los quedarían porque superaban el presupuesto permitido por Tatsumi. Después tocó el turno a las perfumerías, donde los rociaron con tantas fragancias distintas que al final el conjunto era realmente extraño y asfixiante y, pese a que al llegar a su apartamento se había duchado cinco veces, aún no había logrado que el olor desapareciera. Por suerte la falta de tiempo evitó que los llevaran a hacerles una manicura y pedicura, como habían sugerido las muchachas, pero de lo que no pudieron librarse es de una terrible tortura a la que Hisoka no entendía que las mujeres se sometieran voluntariamente: la depilación. ¡Nunca, nunca más pasaría por aquello!
Finalmente, las dos chicas se habían despedido de ellos, lamentando tener que volver a Hokkaidô, y pidiéndoles que se hicieran muchas fotos para enseñárselas cuando acabaran con aquel trabajo.
Así pues, con el mal humor que caracterizaba a Hisoka los días que no había dormido bien, acudió al despacho de Tatsumi, donde ya lo esperaban sus compañeros. Evidentemente, no es que Tsuzuki hubiese llegado antes que él (aquello podría haber sido una señal de que se acercaba el fin del mundo) sino que se había mantenido aislado, hasta la llegada de su compañero, en un rincón al que nadie se había atrevido a acercarse ante el aura peligrosa que el chico desprendía.
—Bueno, ha llegado el momento de concretar los últimos detalles —empezó Tatsumi en cuanto estuvieron reunidos—. En primer lugar, aquí tenemos una peluca para que el papel de Tsuzuki sea más creíble —expresó mostrando una peluca, de cabellos del mismo tono que los del shinigami, con dos gruesas y largas trenzas—. Por cuestiones de presupuesto (las pelucas son MUY caras), Kurosaki–kun, tendrás que prescindir de ella. De todos modos no te hace falta.
—¿Qué insinúas con eso?... —gruñó con un brillo amenazante en su mirada que, habiendo dormido con normalidad, jamás habría dedicado al secretario, por propia seguridad.
—Pero aún quedaba otro detalle esencial para vuestro disfraz, del que se ha estado encargando Watari —explicó, señalándolo con un gesto de su mano.
—Es una lástima que no hayan querido esperar a que perfeccionara mi pócima del cambio de sexo —empezó a hablar el científico—, pero, en cambio, he desarrollado un maravilloso invento que nos ayudará a pasar desapercibidos... —Hizo una pausa dramática que crispó aún más los nervios de Hisoka—. ¡Tachán! ¡Admirar mi último invento! —exclamó mostrándoles el contenido de una caja que había estado depositada en el escritorio, pasando desapercibida. Allí había lo que parecían tres gargantillas, de algún material aún por determinar y colores suaves semejantes al de la piel.
—¿Un adorno para el cuello? —preguntó Tsuzuki, extrañado. Había esperado algo más espectacular.
—¡No son un simple adorno para el cuello! —se indignó Watari—. Estas Gargantillas Camaleónicas están diseñadas expresamente para nosotros tres. Tienen el color de nuestra piel y puestas serán imperceptibles a la vista. Así nos ayudarán a ocultar nuestra nuez y, además... —Otra pausa dramática—. ¡Están equipadas con un dispositivo que alterará nuestra voz para que parezca de mujer! —exclamó triunfante—. He de admitir que me inspiré un poco en cierta serie de animación para la idea...
—¡Qué bien! Se me da fatal poner voz femenina —se alegró Tsuzuki por la ayuda. El asunto realmente había llegado a inquietarlo, algo no muy normal.
—Aunque os he de advertir que al tacto sí se nota, aunque no a la vista —les puntualizó el científico.
—Bien, no deseo que nadie me ponga las manos alrededor del gaznate —espetó Hisoka con acritud.
—Bueno, resuelto este punto —tomó la palabra Tatsumi—, tenéis el día de hoy para ir mentalizándoos porque, a partir de mañana mismo, seréis la profesora de ciencias y dos alumnas de un prestigioso instituto interno femenino.
«¿Por qué presiento que aún no hemos pasado lo peor?...» —se dijo Hisoka. Por alguna razón no se sentía muy optimista...
Fin del capítulo 1
Notas de la Autora: Bueno, aquí está el primer capítulo. Pese a lo que parezca, no tengo intención de que esta obra sea una comedia; supongo que se irá poniendo seria Uuu. Tampoco va a estar siempre vista desde le punto de vista de Hisoka, también podremos deleitarnos con la opinión de Tsuzuki o Tatsumi y, más improbablemente, la de Watari.
En fin, cualquier tipo de críticas, comentarios, amenazas de muerte, injurias o abucheos, hacedlos en el apartado de reviews. Espero actualizar pronto, pero no lo prometo, estoy de exámenes y como no sé inglés me hago un lío con las instrucciones del fanfiction Uuu. Nos leemos!!
