¡Hola! Si... Yo. YO traje un nuevo fanfic. En este caso es una serie de relatos cortos sobre la vida de Salieri y el germen de Mozart(?) Espero lo disfruten.

ADVERTENCIAS ANTES DE EMPEZAR: Los personajes en aspecto físico y psicológico están basados únicamente en los del musical "Mozart Opera Rock" por lo que cada relato tiene varios desaciertos e inexactitudes a nivel histórico. No aceptaré ninguna crítica sobre la poca exactitud histórica de esto una vez hecha esta advertencia.

Todo es producto de la ficción y de mi imaginación hipotónica(?)

Sin ser nada más lo que me remite a hablarles, los dejo leer.

Gracias y con amor,

:Tonia


¡Escucha, Salieri!

Un relato con ciertos desaciertos históricos.

Parte 1: De cuando Wolfgang A. Mozart hace una visita a su querido rival Antonio Salieri.

Viena, 27 de marzo de 1782

Nos situamos en pleno inicio de primavera en la ciudad musical casi que por excelencia. En Viena se veían las hojas crecer en los árboles con tanta vitalidad, dando un toque de belleza, la madre naturaleza a veces era tan complaciente. El viento soplaba de vez en cuando y se veían las aves volar, posándose sobre alguna de las fuentes a beber un poco de agua. Todo era casi mágico, utópico, sacado de un cuento de hadas. Las aves trinaban un poco haciendo un musical sonido en el jardín, que belleza… Hasta que el sonido fue perturbado por el ruido de un piano, por el estruendo de unas manos dejándose caer sobre las teclas del piano con rudeza.

Su casi perfecto peinado se desacomodó mientras se giraba sobre el asiento, Salieri lucía completamente enfadado. Su paciencia se había ido a algún lado de China, quizá.

— ¡Por un momento en la vida podría dejar de hablar! — su mirada color marrón clara se posó sobre un intimidado joven— ¡Baje el pie de la mesa! ¡Eso cuesta más que su cabeza, Mozart!

— ¡Salieri! —el joven castaño protestó de forma casi inmediata mientras bajaba el pie, obedeciendo (Quizá sería lo único en lo que obedecería por el momento) — ¡Usted fue el que me pidió que le contara sobre mi día!

— Yo solo pregunté si todo iba bien— se giró una vez más quedando de frente al piano. Fingió acomodar mejor las partituras.

Hacía ya un año que lo había conocido. Lo que nunca imaginó era que tendría que topárselo casi a diario con esa actitud infantil y poco discreta que tenía. Mozart, revoloteaba cual mariposa insoportable a su alrededor. Esa voz se volvía fastidiosa.

Por su parte, el joven genio de Salzburgo se encaminó justo detrás de ese pobre músico de la corte. Suspiró pesadamente, no había podido entablar una buena relación con ese hombre de cabellos negros. Se sentó a su lado en el piano mientras trataba de observar las partituras.

Justo en el momento en que Salieri tenía todo aparentemente en orden, notó la presencia del castaño. Tomó con recelo sus papeles en sus manos tratando de ocultarlos como si el otro se las fuera a robar, lo cual carecía de sentido. Mozart solo lo observó desde su sitio con muchísima curiosidad.

— ¿Qué es eso?

— No es nada ¿podría sentarse en otro lado? Debo terminar de componer esto— Puso las partituras en su sitio y, ni corto ni perezoso, su genio acompañante las tomó de inmediato— ¡MOZART!

Se subió sobre la silla, saltó justo encima de la tapa de piano que, para su suerte estaba cerrada. Salieri se levantó de su lugar para enfrentarlo, no tenía mucha ventaja con respecto a la altura pero, él no iba a ser tan indecoroso como para hacer lo mismo. Suspiró, iba a tratar de conciliar con él.

— Baje de ahí, herr Mozart, no espere a que alguien lo vea.

— En realidad, querido Salieri, es lo que menos me interesa— el castaño pasó rápidamente las páginas que tenía en sus manos— Vaya, qué interesante… Así que está componiendo una sonata.

Luego de revisar de esa forma tan rápida, se inclinó, lo suficientemente cerca del rostro del músico que, lo observaba de forma seria y frívola, como usualmente pasaba. Soltó una ligera risa al verlo tan fijo.

— ¿De qué se ríe, Mozart?

— Es que no comprendo cómo puede ser tan poco divertido, Salieri— tenía la plena intención de incorporarse de nuevo en su posición sobre el piano de "rey del mundo" cuando…

— Déjese de bromas y baje del piano de una vez, Wolfgang, no acabe con mi paciencia una vez más— Salieri le había tomado del jabot impidiendo que éste se levantara. Soltó una risa irónica que sacó de sus casillas al italiano.

En un impulso, Antonio le haló con el fin de bajarlo de una vez por todas del lujoso y elegante piano que no combinaba en absoluto con él… Aunque no contaba con que no precisamente iba a ejercer la fuerza correcta y exacta para cumplir su objetivo.

Salieri tropezó hacia atrás con la larga silla del piano arrastrándose consigo, no solo el objeto de madera, también a Mozart. Maldijo al sentir su espalda chocar contra el suelo y, un peso adicional sobre él. Las leyes de la física no estaban a su favor, seguramente.

Dos segundos y su rostro ya estaba sobre el pecho de ese hombre casi rival suyo. A veces no entendía por qué motivo quería ganar su aprecio, pero nunca lo haría, eso era más que obvio. Levantó la mirada hacia él, que estaba viendo hacia otro lado mientras soltaba un suspiro de cansancio. Las partituras estaban regadas por todo el salón, desordenadas.

— Es usted como una enfermedad…— su voz sonó grave y baja, Mozart alzó las cejas ante semejante declaración.

— ¿Qué?

— Mi vida está hecha un desorden por su culpa— frunció el ceño regresando a verlo con una mirada amenazadora, denotando totalmente el odio que le tenía hacia el genio musical.

No hubo otra reacción del castaño más que la de incorporarse mientras lo tomaba de la elegante gabardina que este llevaba puesta, quedando como resultado sentado sobre Salieri quién cambió por completo su expresión a una de sorpresa.

— Usted dice que soy una enfermedad y casi siempre está haciendo hasta lo imposible por alejarme de usted ¿Eh? ¿Acaso se trata de la rivalidad que tenemos? — habló tan rápido y bajo mientras lo observaba con esa expresión de seriedad que aterró al músico italiano en gran medida.

Y es que siempre Mozart lucía tan feliz y radiante… Pestañeó sacando esos pensamientos de la cabeza.

— No solo es la rivalidad, es el poco decoro que usted tiene.

Was?

— Así es: coqueto, desmedido, confiado, arrogante. Piensa que no hay nadie más como usted, eso me enfada.

— Eso no es…— su frase no pudo ser terminada debido a las palabras inquisidoras de Salieri.

— Su música… Piensa que es lo único bueno que hay, nada más vale la pena. Me hace perder tiempo, en vez de dedicarlo a componer lo poco que ahora me encargan por algo de dinero, estoy detrás de usted tolerando sus desastres porque siempre me lleva a ellos.

— Salieri…

— Silencio, estoy hablando. Y con las mujeres ¿qué piensa de eso? ¿Cree que está bien andar de falda en falda solo porque frau Weber lo rechazó?

— No, espere…

— Cada mañana, cada tarde, cada momento en que respiro su propio aire parece que todo se vuelve tóxico e, incluso, termino en estas situaciones poco usuales a causa de su torpeza— su ceño fruncido se pronunció aún más— debería dejar de andar de juegos conmigo, usted es un simple niño. Yo, muy por el contrario de usted, ya soy un adulto.

— Yo también lo soy…

— Uno con cerebro de niño.

— No, Salieri…— la palabra, una vez más se le quedó en la boca ante las duras palabras de ese hombre.

— No creo que debamos hablar más, ya le he dicho: Sepa cuál es su lugar entre nosotros y no tendrá ningún problema.

— ¡Salieri! — elevó su tono de voz para lograr tener por unos cuantos segundos la palabra.

Siempre pasaba eso, Salieri quitándole la palabra y él trataba de armar un bullicio para que éste le preste solo un segundo de atención. Bueno, no siempre, a veces era al contrario, solo que Salieri era muchísimo más discreto que él. Eran como agua y aceite. Justo así.

Sin embargo, sintió un extraño magnetismo recorriendo su ser, algo que lo impulsó a usar el mismo método que con sus tantas amantes cuando se enfadaban con él. Pero, Salieri no tenía ni la más mínima idea de eso y ahora sentía unos cálidos labios posados sobre su habladora boca. Mozart le estaba besando.

Su cuerpo vibró en una extraña oleada de emoción al sentirlos allí por largo tiempo, incluso, cerró sus ojos sintiendo el amargo sabor que tenían. Había acabado de comer algún chocolate amargo de gran valor, seguramente. Y toda su fantasía de calidez y emoción se acabó cuándo aquel músico tan poco convencional se separó de él.

— ¡¿Qué demonios acaba de hacer?! — lo empujó, él no opuso ninguna resistencia y rodó solo un poco para levantarse. Su rostro estaba total y absolutamente teñido de carmín.

— ¡Un beso! ¡Y en los labios! Eso era más que el colmo. Se agachó a recoger con prisa las partituras, sin importar si estaban en desorden y comenzó a caminar hacia la salida.

Mozart rozaba sus labios con dos de sus dedos, que sensación tan magnífica. Ninguna mujer le había ofrecido semejante éxtasis en dos segundos y una eternidad al tercero… y al cuarto… y al quinto.

— ¡Salieri! —se levantó del suelo con plena intención de perseguirlo.

— ¡Aléjese de mí! ¡Ya he tenido suficiente! — caminaba tan rápido como podía ¿Cómo era posible que ese mocoso jugara con su cabeza (en muchos sentidos) de esa forma?

Mozart se detuvo en la puerta del salón con una sonrisa juguetona de por medio. Sin duda, no podía dejar inconclusa ninguna obra… Eso incluía esa situación.

— ¡Como desee, Salieri! ¡Volveré mañana a buscarlo! ¡Quizá podamos tomar el té juntos!

No sintió nada más que una vibración, beber el té con Wolfgang Amadeus Mozart, como si fueran amigos. Se detuvo ya seguro de que no lo había seguido y se apoyó contra una pared.

— Ese niño idiota… Solo son juegos para él— pensó en voz alta tratado de reflexionar un poco más sobre lo ocurrido y el motivo por el cual lo había disfrutado en gran medida— ¡Maldición! Tendré que volver a ordenarlos, me las pagará, lo juro.


¿Y qué tal? ¡Espero les haya gustado! Subiré el próximo relato en cuanto pueda.

Los personajes y el concepto de "Mozart L'Opéra Rock" no me pertenece en absoluto. Créditos a sus respectivos autores y reparto(?)

Agradecimientos especiales:

A mi mami(?), a Florent Mothe por creer en mí(?), a Vania Lissete por su apoyo incondicional como amiga apoyando a su lesbosensual amiga en todo(?) y a ti que estás leyendo esto. Sin lectores, no escribiría.

¡Adiós~!