Whisky de fuego: su vicio, su perdición.
Él tomaba, muchos lo sabían, cada fin de mes iba hacia la taberna que había cambiado su vida y pedía un whisky de fuego tras otro.
Se emborrachaba y terminaba casi en estado etílico, pero no le importaba, jamás lo había hecho.
Un trago y otro más ¿Qué relevancia tenía?
Muchos bebían para olvidar, para alejar sus penas y fingir que en su vida no había problemas, que todo estaba bien. Bebían para soñar que alcanzaban el cielo en vez de seguir sintiendo como caían por el precipicio: fracasados sin futuro, personas que pensaban que tomando tal vez morirían y por fin serian libres.
Pero no él, él bebía para recordar, porque el whisky de fuego era como ella y lo único que siempre había querido y necesitado había estado en ella: su olor, su calidez, su color, todo le recordaba a ella.
Pidió otro trago y cuando el cantinero lo puso frente a él, dio un gran sorbo sintiendo como el líquido se deslizaba por su garganta.
El whisky se asemejaba a ella, ambos tenían ese mismo poder sobre él, ambos era su ambición y su perdición.
Ella era fuego y luz en su vida.
Porque Lily era como su propia droga y no quería ser curado, no cuando sabía que jamás amaría a otra como la había amado a ella. Todo en su vida era sólo una cascara vacía, todas las mujeres les resultaban insípidas porque a todas las comparaba con ella.
Y recordaba, la recordaba cuando era niña y su mundo giraba sobre él, cuando ambos aun eran amigos y habían jurado que jamás se separarían.
Pero las personas crecían y los niños que habitaban en su alma habían perdido ya la inocencia en el proceso. Promesas rotas se anidaban en su ser, promesas que ahora tenían ese sabor amargo y doloroso.
La niña de ojos verdes se había ido y había dejado a Severus segado por su luz.
No, lo que el sentía por ella no era solo amor, era mas que eso, porque a pesar de que Lily ya había muerto, la amaba aun con ese mismo delirio, con ese sentimiento que corroía su alma, que lo llevaba hasta le delira, obsesión, necesidad, posesión… tres palabras que se agolpaban en su mente y que le segaban de esa manera tan absurda.
Lily era suya, no de la forma común pero si de aquella forma mas oscura pero también mas real. Sus sonrisas, sus abrazos, sus riñas, su quisquilles… el la conocía y había aprendido a amarla sobre todo aquello que hacía de Lily Evans una simple humana, le pertenecía porque la conocía más que a nadie.
El whisky de fuego era su manera de recordarla, de sentirla a su lado.
No quería morir, no ahora cuando después de tantos años había sabido hacerse de su propia ilusión, cuando después de tantos años habían olvidado que ella era Potter y que en realidad jamás le había pertenecido a él.
¿Seguir adelante? Tal vez lo hacia, o tal vez sólo caminaba sin rumbo fijo por un destino cada vez más oscuro. ¿Quién sabe?
Ahora sólo quería recordar.
Ahora sólo quería imaginar a Lily Evans sonriéndole con esperanza, porque al fin y al cabo, el Whiski de fuego era su mejor forma de hacerlo.
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Aclaración: Amo la pareja Lily & James, pero Severus se me hace un personaje verdaderamente interesante a quien se le puede sacer mucho partido, y quien a pesar de mostrarse frio por fuera, por dentro sólo anhelaba aquel perdón del que sería su único y fiel amor.
En fin, si han llegado hasta aquí, gracias por leer.
