Mile ¡aquí tu fic! Espero lo disfrutes. Yo no tengo drama alguno con los dornienses, menos con Oberyn, así que escribirlo fue grato :D. ¡Feliz San Valentín!, Pásalo lindo. :).

Disclaimer: Nada es mío y los personajes son propiedad de George Martin.


Sus cabellos ondeaban al viento. Soplaba un viento cálido pero más templado de lo normal. Como pocas veces en Dorne, el día estaba nublado. No llovería, claro, pero algunas nubes tapaban el sofocante sol.

Ellaria arrastra sus pies por la arena con elegancia, hasta podría decirse que juguetea con ella, como si fuera la primera vez que la pisara. Ellaria, la hija bastarda de Lord Harmen Uller, disfruta ajena a todo del día en cuestión. Pero no sola, claro que no, está embarazada. Su primer hijo (o hija) viene en camino. ¿El padre? El padre de la criatura es el aguerrido y famoso príncipe Oberyn Martell.

Se habían conocido un año antes. Oberyn había tenido, quizás, amantes más hermosas que ella. Pero Ellaria derrochaba sensualidad y sus ojos gatunos y pelo negro llamaron la atención casi inmediata del hombre. La muchacha también se vio cautivada por él. No pasó mucho hasta que el primer encuentro entre ambos surgiera.

No compromisos, no ataduras, no títulos que indicasen que eran pareja. La naturaleza libre de ambos les impedía tal cosa, sin embargo, se querían ¿Quién dijo que era necesario ser prometidos o esposos para amarse? Ellaria lo pensaba y Oberyn lo decía. Los mejores matrimonios, muchas veces eran fraudes que llevaban al odio mutuo entre los cónyuges, por más que se quisiera aparentar otra cosa. Y ellos dos, lo sabían. La Vívora Roja tenía más mujeres a su disposición y de eso Ellaria era conciente, y si le molestaba no dejaba verlo.

Pero nadie, absolutamente nadie, le quitaría del rostro de Oberyn la sonrisa el día que Ellaria le dijo que estaba embarazada de él. ¡Sería padre de nuevo! Sabía el mundo cuánto quería él a sus hijas. Cariño visiblemente recíproco. Y estaba convencido que esta nueva llegada lo haría feliz otra vez. Desde ese momento, se aseguró que la futura madre viviera en Dorne junto a él.

Distraída en sus pensamientos como estaba, Ellaria no escuchó la voz de su amante. Sólo lo percivió cuando sus brazos la tomaron por detrás acariciando su vientre ya bastante crecido.

—¿Qué haces? —le preguntó él hundiendo su nariz en los cabellos de ella, sintiendo su perfume.

La chica trató de ignorar el escalofrío placentero que le recorrió la espalda, cuando su respiración le hizo cosquillas en la oreja.

—Pienso —respondió acariciando las manos del príncipe que estaban en su abdomen. Luego se dio vuelta y ambos ojos oscuros se encontraron. Ellaria puso sus brazos por sobre los hombros de él.

—¿En…?

—En el nombre del bebé —respondió. —De la niña…

—¿Piensas que será niña? —dijo sonriéndole

—Oh, sí. Estoy casi segura.

—¿Y que nombre has pensando?

—Elia.

Ellaria hubiera jurado ante cualquiera que en ese momento a Oberyn la mirada adquirió cierto matiz de ternura. Ellaria lo sabía. Elia había sido la hermana de él, muerta injustamente muchos años atrás. Era la herida abierta y que dificilmente cicatrizaría en el padre de su beba. La mano grande y morena de Oberyn, acarició su rostro y asintió. Luego, la besó con ternura y Ellaria le correspondió. Cuando se separaron en busca de aire, ninguno dijo nada.

El silencio lo decía todo, las palabras estaban de más.