CAPITULO 1

LA HISTORIA ES DE MI COMPLETA AUTORÍA PERO LOS PERSONAJES QUE USO PARA DARLE VIDA SON DE LA MARAVILLOSA NAOKO TAKEUCHI

CLIMAX

Clímax… ¿Qué es el clímax y como lo definen los profesionales? Según ellos es el punto culminante o de mayor satisfacción de la excitación sexual en las zonas erógenas o sexuales—¡Mierda!—mascullo entre dientes mientras mis tacones resuenan por una de las avenidas más concurridas de New York, gracias a un estancamiento en la calle me toco caminar dos cuadras, ingreso al edificio y la falsa sonrisa de una de las recepcionistas me recibe— ¿El Psicólogo de la oficina 220 se encuentra aún en el edificio?—un cosquilleo recorre mi espina dorsal hasta llegar la parte más sensible entre mis piernas, hago un ligero movimiento presionando mis piernas para calmar la sensación.

—Si señorita acaba de llamar dando aviso de su llegada, puede pasar enseg….—avanzo hasta la el ascensor y lo alcanzo antes de que se cierre, recuesto mi espalda sobre el metal frio y en el momento en que lo hago me arrepiento, el frio metal toca mi espalda descubierta gracias a mi vestido que deja mi espalda al descubierto, la sensación es aún más excitante, muerdo mi labio inferior tratando de contener un gemido, cierro los ojos fuertemente y clavo mis uñas en mis muslos, el sonido del ascensor avisa que he llegado a mi destino.

Salgo del ascensor agradecida de que este haya estado vacío ayudo mucho el hecho de que sea hora de almuerzo, el pasillo está lleno de oficinas y secretarias sentadas frente a sus escritorios detrás de estas puertas que seguramente ocupan médicos y algunos abogados, pero mi prisa no es por ninguno de ellos, avanzo con paso firme por el largo pasillo encontrando una puerta con detalles delicados de color café, en ella una placa dorada anunciando el nombre del hombre que se ofreció a ayudarme y mi ahora novio.

—Hola Ana—la mujer delgada y de mediana edad asiente sin decir palabra alguna, la orden de mi psicólogo es que puedo pasar a la hora que sea y cuando sea.

Es una suerte que lo haya conocido hace una año atrás, él no sabía nada de mí, ni yo de él, de igual forma termine en un hotel de lujo enredada entre sabanas de seda y totalmente rendida después de los orgasmos necesarios para poder dormir, a la mañana siguiente supo que mi pequeño desliz no había ocurrido por casualidad.

Empuje la puerta y observe el interior de la oficina un sofá grande con un cojín de gamuza del tamaño de una almohada sobre este adornaba una esquina del lugar, un escritorio hecho completamente de cristal, una lámpara y dos sillas, frente a este reposaban delante de un gran ventanal del cual se podía ver gran parte de la ciudad.

—¡Sal de dónde demonios sea que estés metido!—demando, presiono el seguro de la puerta, tiro mi bolso en el suelo haciendo un sonido sordo al caer, encamine mis presurosos pasos hacia en pequeño baño del lugar, abrí la puerta sin dudarlo y al fin encontré lo que estaba buscando, sus ojos estaban cerrados con su cabello negro alborotado su pecho lleno de músculos firmes y tonificados, allí estaba completamente desnudo y totalmente excitado para mí, su mano acariciaba su erección en movimientos ascendentes y descendentes, relamí mis labios mientras me deshacía del vestido.

—Te estaba esperando—desvié mis ojos a su boca y sus ojos flameaban con pasión y deseo, sus ojos me observaban hambrientos, me lance sobre el devorando su boca, sentí como mi pequeña tanga era rasgada acción que solo ocasión que mi libido se elevara, clavo sus dedos en mis caderas mi trasero toco el frio mármol y gemí por la sensación, recline mi cuerpo hacia atrás ofreciéndole mis duros, pezones que clamaban por ser mordidos y jalados, su boca mordió uno de mis pezones, mientras que con su mano pellizcaba el otro haciéndome jadear.

— ¡Hazlo de una puta vez!—exigí—¡maldición haz….aaahhh…!—grite y gemí de placer al sentir cada centímetro de su fuerza en mi, se movía con maestría y duro tal como me gustaba, pellizco mis pezones con fuerza haciendo que cada vez mi orgasmo sea más cercano, lo sentí alejarse y demandar.

— ¡De pie!—me bajó del lavabo dándome la vuelta— ¡levanta la pierna!—mandó y yo obedecí, solo buscaba mi maldita liberación.

— ¡Maldición!—su mano fue a parar en mi trasero en un fuerte pero placentero azote, gemí roncamente por la sensación, sus manos se ocuparon nuevamente de mis pezones y su erección entro en mí con la fuerza que me gustaba.

—¡Oh si muñeca eres tan malditamente caliente!—sujeto mi cabello hacia atrás pegando mi espalda a su pecho— ¡Mírate eres hermosa!...lo que eres es hermoso—sus embestidas eran sin contemplaciones, mientras la imagen en el espejo me excitaba hasta sentir como mis partes más profundas he internas se contraían.

Mis senos se movían al compás de sus embestidas sus manos resbalaban por mi cuerpo con facilidad por el sudor que nuestros cuerpos provocaban, su mano bajo hasta mi botón rosado erecto y firme que rogaba ser tocado, una vez que su dedo lo toco empezó a hacer movimientos circulares en él, mi cuerpo se tensó y un grito fue ahogado por uno de sus besos, mientras mi cuerpo llegaba y alcanzaba eso que todos llaman clímax, sentí como se corría dentro de mí, llenándome por completo de su orgasmo.

—Simplemente perfecto—mordió el lóbulo de mi oreja haciendo que mi cuerpo vuelva a reaccionar—estaré listo para ti en unos minutos—asentí tratando de que mi respiración volviera la normalidad, había alcanzado el clímax pero para mí nunca era suficiente, nunca basta con una sola vez, necesito mucho más, mi amante regresa una vez más ofreciéndome un helado vaso de Wisky.

— ¿No tuviste problemas con la entrega de tu trabajo?

—No—mis ojos se cierran con fuerzas.

— Piensa en otra cosa preciosa, escúchame… ¿Cómo estás en tu trabajo? —mi uñas se clavan en mi carne y soy incapaz de reprimir mi deseo no escucho sus palabras.

—Serena—su voz me calienta—Preciosa escúchame, no lo necesitas ya te liberaste.

Sus manos sujetan mi rostro de cada lado, pero solo siento, no escucho solo quiero sentir, mis manos recorren mi cuerpo, ardiente de deseo.

— ¡Oh mierda esto es imposible!— sujeta mis piernas envolviéndolas en sus caderas, camina hacia atrás empotrándome contra la pared mientras nuevamente se introduce en mí y así una vez soy incapaz de reprimir mis deseos.

Después de cuatro sesiones de sexo más y un mínimo de cuatro orgasmos me encontraba sentada en la parte trasera de un taxi rumbo al departamento que comparto con mi Psicólogo, procuraba estar lo más calmada posible debía desplazar la ansiedad y reemplazarla por tranquilidad, no quería ir por la vida acostándome con cualquier hombre o mujer que viese frente a mí o al menos ya no.

Inhalo el aire, sintiendo el oxígeno del aire acondicionado, New York puede ser una de las ciudades más cosmopolita del mundo pero su clima es un infierno, o es demasiado fría o es demasiado caliente, suelto el aire de mis pulmones despacio, me concentro en mi respiración hasta que una canción de Sam Smith inunda mis oídos, es una música suave que acaricia mis sentidos, suena más sensual de lo que me está permitido escuchar.

¡Disculpe señor podría cambiar esa música!— no es una pregunta es una exigencia, como dije antes no me está permitido escuchar ese tipo de músicas a menos que tenga a mi lado a la persona correcta con quien…¿cómo podría decirlo?..."descargarme", si esa es la palabra correcta.

nos detenemos en un semáforo y los ojos del hombre regordete y de mediana edad se clavan en mí, sus ojos son marrones y a pesar del aire acondicionado una gruesa gota de sudor resbala por el costado de su rostro sus ojos escanean mi rostro hasta detenerse en mi pecho, relame sus labios y voltea nuevamente al escuchar las bocinas de los autos detrás de nosotros, su mano se dirige hasta el táctil de su radio hasta detenerse en una estación de radio deportiva.

Gracias—Recuesto mi espalda nuevamente en el espaldar de mi asiento y es inevitable para mi recordar un tiempo donde la mirada lasciva del conductor no hubiese pasado desapercibida y le hubiera pedido que parquera en algún callejón para montarlo hasta quedar satisfecha y liberada, cierro los ojos con fuerza tratando de deshacerme de esa visión—ya no soy así—susurro esas palabras para mí misma—ya no más Serena, nunca más.

El taxista anuncia la llegada a mi dirección, pago por su servicio pero antes de eso el taxista no pierde mirada de mi trasero lo sé por el asqueroso jadeo que sale de sus labios, ignoro cualquier cosa a mi alrededor y prácticamente corro hacia el ascensor.

el edificio en el que vivo está situado en Greenwich Village se la conoce también como West Village, es una zona muy tranquila con un estilo muy europeo sus avenidas están llenas de cafés y pizzerías, mesas ocupadas por turistas o residentes que gustan de un buen café o una porción de deliciosa pizza, los edificios no son del todo modernos pero si muy acogedores hace cuatro meses atrás me mude con Seiya, si mi psicólogo y novio nos conocimos poco tiempo pero a su lado me sentía bien y capaz de controlarme, no del todo pero él me ayudaba y lo mejor de todo siempre estaba disponible para mí, no sé si eso es muy ético de su parte pero eso es lo último que me importa en esta momento lo único que en realidad cuenta para mi es que llevo exactamente cinco meses controlando esta maldita ansiedad y eso para mí era más que suficiente.

—Buenas tardes Emilia—saludo amablemente a una dulce anciana que vive frente a nuestro departamento.

—Hola Serena, justo quería verte—sus manos llenas arrugas y sus ojos llenos de sabiduría se posan sobre mí.

— ¿En qué te puedo ayudar?—sonrió amablemente.

—Linda estaré toda la semana fuera de la ciudad y quería pedirte de favor que cuidaras a mi orquídea mientras yo no estoy—en un pequeño recipiente frente mi esta una hermosa flor de colores exóticos entre turquesa y fucsia, seguramente esta es una de las flores más hermosas que haya visto—Mi amado William seguro no me perdonaría jamás si le pasara algo— sus ojos se llenan de tristeza al recordar a su esposo el falleció hace seis meses atrás, según se por Seiya él era un anciano muy amable y adoraba a su esposa.

—Lo hare con mucho gusto Emi, créeme que la cuidare muchísimo—le sonrío dándole la seguridad de que su adorada orquídea está en buenas manos.

—Confío en ti linda—dice dulcemente.

—Abuela ¿estas lista?—las dos desviamos la vista hacia el ascensor encontrándonos con su nieto, la incomodidad me invade al reconocer al hombre frente a mí, un mechón de su liso cabello marrón se mueve hacia su frente y con su mano lo pone en su sitio, el momento es incómodo así que decido huir.

—Emi te puedes estar tranquila y disfruta de tu viaje—me despido con un beso y mascullo un adiós para el hombre frente a mí, abro la puerta y de un paso ya estoy dentro de la seguridad de mi departamento.

— ¡Mierda!—mascullo entre dientes, los rayos del sol de la tarde se cuelan por las ventanas iluminado el lugar, todo es o en tonos grises o negros el lugar aún no tenía ni un solo toque mío a pesar de que Seiya me había dicho que lo arreglara como yo quisiera yo aún no lo había hecho.

¿Por qué?... no lo sé pero quería estar segura de que esto duraría lo suficiente como para hacer cambios en su vida, ya una vez me había precipitado en una estúpida relación que término siendo un fiasco y el detonante para que mi vida se convirtiera en lo que es.

Camino hasta mi habitación, me deshago del vestido y los zapatos, abro uno de los cajones de Seiya rebuscando una de sus camisetas de deporte la deslizo por mi cuerpo y me encamino a la sala diviso la orquídea.

—yo no soy muy buena cuidando de mí y mucho menos podre estar pendiente de ti—encamino mis pasos a la cocina en busca de algunos recipientes que me permitan desarrollar un sistema de riego independiente para la planta, a mi madre le encantaba tener plantas claro cuando aun valía la pena como mujer… la había visto hacerlo infinidad de veces.

Después de recortar y pegar varias botellas el recipiente está listo.

—Bien señorita exótica ahora te pondré en un lugar donde recibas suficiente sol—la dejo cerca de la ventana y el color que toma al recibir los rayos del sol es increíble—hermosa—sonrío, el timbre suena arrastro mis pies y abro la puerta, encontrándome con el mismo caballero que antes había evadido.

—Ah…em…yo—carraspea—mi abuela te envía las vitaminas de la planta—me entrega una pequeña caja y una nota con indicaciones nos quedamos mirando por un par de incomodos segundos—bien…eso es todo adiós—y sin decir más se marcha, cosa que agradezco.

—Incomodo…muy incómodo—el nieto de Emi había sido mi última recaída.

Un día al salir de mi departamento me encontré con un musculoso chico de ojos y cabello marrón vestido totalmente de traje nervioso y asustado, en ese momento salía desesperada en busca de Seiya porque lo necesitaba entre mis piernas más de la cuenta y ese chico con su camisa y su saco abiertos mostrando su maldito tonificado abdomen frente a mí no fueron de gran ayuda.

Lo último que supe fue que terminamos en el sofá de la casa de mi novio, debajo de mí y yo montándolo hasta que los dos nos vinimos, al día siguiente me entere por Emi que su único nieto se había casado el día anterior— ¡hijo de puta!...y yo sin duda me comporte como una zorra.

me llenaba de rabia y dolor cada vez que lo recordaba más cuando supe lo mucho que lastime a Seiya, cuando se lo dije no me hablo por dos días y luego se marchó a un congreso de medicina en Boston cuando regreso me dejo muy en claro que me perdonaba porque me amaba y porque en ese momento no era yo quien dominaba mi cuerpo.

Desde ese día se volcó más sobre mi mostrándome métodos de controlar mi ansiedad y maneras de interactuar con las personas sin verlas como un objeto sexual, era difícil ya que con mi comportamiento yo misma había hecho que todos se alejaran de mí, no cuento con amigas ya que por lo general me acostaba con sus novios, no tengo amigos porque…¿Por qué?...simple no puedo tenerlos sin querer violarlos, no tengo trabajo y había dejado de insistir en tenerlo cuando mi currículo está manchado por comportamientos obscenos.

En mi último trabajo la madre de uno de los niños del jardín de infantes para el que trabajaba me encontró teniendo sexo con la directora, aquella madre hizo un escándalo de escala mundial y me echaron sin contemplaciones, ahora mi único trabajo consta de transcribir documentos para otras personas recibo contratos por mi correo electrónico no gano mucho pero me permite ayudar con los gastos del departamento aunque Seiya gane más que bien no me permito ser una mantenida.

Me duele haber perdido mi licencia de maestra parvulario amo a los niños y me gustaba estar con ellos ahora no creo que ninguna escuela me quiera contratar, recordar esto me hace mal, sé que no debo pensar en nada de eso, siento como mi respiración se ha hecho irregular.

—Serena no más—me reprocho a mí misma, rebusco entre los cojines del sofá y enciendo en televisor, me concentro la voz de la presentadora de noticias.

—"En otras noticias el famoso boxeador Darien Chiba disputara su cinturón de campeón en Las Vegas contra el peso liviano Ashton River, la pelea será reñida pero las expectativas de salir ganador de Darien son altas he aquí las palabras que nos dio en una entrevista".

Mi corazón se acelera de forma descomunal al escuchar su nombre, las palmas de mis manos sudan y mi entrepierna se dilata al verlo en la pantalla tan duro y fuerte, sus azules y penetrantes ojos fijos en la reportera frente a él, su cabello negro y desordenado, sus labios gruesos y carnosos se mueven pero no escucho solo puedo rememorar el tiempo en que esos mismos labios habían hecho que tocara el cielo.

Cierro los ojos con fuerza tratando de evitar lo que viene, mis uñas se clavan en mis muslos una vez más, su cuerpo es un pecado, su cuerpo promete sexo duro, fuerte y placentero eso yo lo sé de memoria, lo sé porque él fue mío, lo sé porque hubo un tiempo donde nos pertenecíamos.

¿Su novia Beryl Metalia lo acompañara en la pelea?

La pregunta de la reportera me saca de mi estado de excitación para transportarme a un estado de odio y rabia, un "si", es su respuesta y es cuando me fijo en la pelirroja llena de curvas que está a su lado ella se aferra a él y estrella sus labios contra los de el en un beso casi vulgar, apago el televisor y me encierro en mi misma pensando y repitiendo en mi cabeza.

—¡Todo lo que he pasado es su puta culpa!—estrello el control contra la pared viendo como este se hace mil pedazos.

—respira…respira…Serena…respira contrólalo—mis ojos escuecen por las lágrimas que están allí pero que nunca podrán ser derramadas—solo déjalo ir—camino a prisa hasta la habitación, programo mi IPad y coloco mis audífonos, mis pies se ponen sobre la caminadora y la programo en una rapidez media, mi pulso se sigue acelerando sin evitarlo empiezo a correr lo más rápido que puedo sin pensar en nada la música estalla en mis oídos y escucho la guitarra eléctrica con la voz gruesa y rasposa del vocalista de AC/DC mientras canta Black in Black, ahora mi pulso esta acelerado pero no por la excitación si no por el esfuerzo físico, corro como si mi vida dependiera de ello, corro porque necesito deshacerme de esto, tengo miedo de que esto vuelva a ser lo mismo de antes y vuelva a despertar en la cama de alguien desnuda y con ganas de más sexo y lo peor conseguirlo sin importar con quien sea.

Y como siempre el no estará nunca para saber lo que hizo conmigo, no estará nunca para ver el infierno en el que me abandono.