Este fic se ubica en la segunda parte de la primera temporada de la serie, cuando Levi toma en custodia a Eren y lo lleva al castillo fuera de los muros. Esto es lo que "ocurrió" durante ese tiempo.

AL ANOCHECER

La cena había terminado y todos se habían retirado menos el Capitán. Aquella noche algo era diferente y todos pudieron sentir la extraña aura que rodeaba a su líder. Sentado en soledad y rodeado por el silencio del enorme salón, meditando sobre temas que nadie se atrevía a cuestionar, pero que a todos les provoca una enorme curiosidad.

Su mirada iba más allá de lo que se podía notar a simple vista, era como si pudiera ver algo que la gente común nunca lograría ni en sueños. Un pequeño vaso se convirtió en su único soporte, pues a momentos lo sujeta con tal fuerza que la forma de este ya distaba a la original.

Hacía varios días que se sentía diferente, algo extraño le ocurría pero ni él mismo sabía con exactitud qué era y eso le irritaba. Era la primera vez que no podía controlarse y aquella situación lo tenía al límite de la cordura que fingía delante de sus subordinados.

Petra entró al salón con un mensaje del Comandante, y pese a los nervios que sentía por interrumpir la meditación de su superior, sabía que debía hacerle saber sobre el llamado. Aclaró un poco su garganta y se acercó a él — Capitán Levi… —Resonó por todo el lugar, aunque sólo un pequeño hilo de voz abandonó de manera repentina su garganta.

Sin voltear la cara hacía ella Levi bajó el vaso. Ese ademán era una seña para que continuara con lo que quería decirle, la joven mujer sabía que debía hablar o de lo contrario lo haría molestar. — El Comandante... lo busca —Antes de que terminara la frase el Capitán ya estaba de pie dirigiéndose a la entrada.

Al salir del salón sintió que iba a desmayarse debido al fuerte dolor de cabeza que lo había estado molestando, apretó los ojos con fuerza y caminó así hasta que chocó contra alguien. Al abrir los ojos se quedó paralizado.

— Lo siento, Capitán Levi, no era mi intención bloquearle el paso —Había chocado con Eren, él más joven de sus reclutas, y a quien le debía esa terrible jaqueca.

— Eres tú… ¿qué haces aquí, no se supone que deberías estar en el sótano? —Se recargó en la pared y cruzó los brazos tras terminar aquella pregunta. El Capitán miró con atención al cadete quien al parecer no podía pronunciar ni una palabra, se veía tan nervioso que lo exasperaba.

— ¿Cuánto tiempo debo esperar para que me respondas? —Levi miró al joven con enojo, porque si algo odiaba era que lo hicieran esperar.

— Lo siento… Yo… —Estaba tan nervioso que no podía responder con claridad a su superior.

— Suficiente, no tengo el tiempo como para perderlo en estupideces —Aquella frase hizo que el más joven bajará los hombros y que su expresión se tornará melancólica.

Al ver su reacción Levi desvío la mirada, odiaba que la gente se deprimiera por cualquier cosa. Chasqueó la lengua y siguió su camino; sin embargo, algo le pedía que se detuviera. Luego de dudar unos segundos, tragó saliva y apretó los puños. — ¡Eren! —Exclamó con fuerza asustando al más joven.

En pocos segundos ya se encontraba frente a él, era como un cachorro espantado, sus enormes ojos estaban vidriosos y lo único que transmitían era temor. — ¿Se... se le ofrece algo, Capitán Levi? —.

Al ver al joven se dio cuenta que estaba cansado, su cuerpo aún no tenía la resistencia necesaria y era obvio, al fin y al cabo era un niño que estaba siendo tratado como un hombre, pero en ese horrible mundo no se podían dar el lujo de vivir de acuerdo a su edad, eso era algo que él había experimentado en carne propia.

— Ve al sótano y descansa, mañana voy a supervisar yo mismo tu entrenamiento —¿Qué había dicho? Esa preguntaba dio mil y un vueltas dentro de su cabeza, estaba lleno de trabajo y no podía darse esa libertad, aún así, esta vez iba a actuar según sus impulsos.

— Pero, Auruo-san me pidió…—Sabía que debía obedecer lo que el Capitán dijera, pero tenía otros superiores y tenía miedo de que lo catalogaran como un mediocre incapaz de cumplir con un simple trabajo.

— ¿Estás diciendo que no vas a hacer lo que te ordeno? —Su mirada se tornó sombría, un clásico rasgo del hombre considerado el más fuerte del mundo.

Se puso firme el cadete demostrado cuánto le respetaba — Le pido me disculpe, ahora mismo voy al sótano —Tras eso una reverencia fue su despedida.

Miró a su subordinado alejarse por el gran pasillo y una extraña sensación inundó su pecho, sí, era tranquilidad, algo que hace mucho no sentía. — Vaya mocoso… —Una ligera sonrisa iluminó su rostro. En ese instante supo que esa reacción que tuvo no era normal, pese a eso decidió no prestarle atención a lo sucedido y siguió su camino.

— Voy a entrar —Empujó la puerta y entró a la oficina del Comandante sin esperar una respuesta.

Erwin, quien estaba sentado frente al escritorio lo miró por encima de los documentos que revisaba — En un segundo te atiendo —.

Levi se dirigió a un pequeño sofá que estaba al fondo de la oficina, al estar frente al sofá giró y dejó caer todo su peso acompañado de un suspiro. — ¿Cansado? —Preguntó el rubio sin apartar la vista de los documentos.

Sin responder el Capitán dejó ir su cabeza hacía atrás, estiró ambos brazos y cruzó las piernas. — Por supuesto, mi trabajo no se basa en descansar el culo en una cómoda oficina —.

El Comandante se puso de pie y acomodó varios documentos en uno de los cajones del escritorio. —Cómo siempre, esa honestidad tuya —Sonrió y fue directo a un mueble de madera que estaba junto a una pequeña ventana. Ahí tenía algunas botellas de vino, las cuales brillaban por la luz de las velas y el oro que les servía de ornamento.

— Al parecer los cerdos te dan una vida de lujos —Dijo Levi al ver el mueble con botellas.

Erwin tomó la botella más aparatosa y la miró con gran atención — Esto me lo dio el Comandante Pixis, él es quien disfruta los lujos... yo sólo me quedo las sobras —Destapó la botella y tomó un pequeño vaso el cual se veía muy simple junto a las botellas de vino y sirvió un poco de líquido en el.

— ¿Y, me hiciste venir para qué? —Pronunció el más bajo mientras dejaba escapar otro suspiro.

A pesar de que Erwin servía el vino miraba con atención todos los movimientos de Levi. Tomó el vaso y lo apretó con fuerza, después inhaló hondo y fue a sentarse a una pequeña silla que estaba frente a su subordinado.

— Sé lo que estás comenzando a sentir por Yeager, aunque intentes negarlo. Te conozco tan bien que incluso tus manías hicieron que me enamorará de ti… —Al terminar de decir eso dio un pequeño sorbo al vaso que sostenía con fuerza.

Al oír aquello Levi giró el rostro y cerró los ojos. Al ver su reacción Erwin se puso de pie para volver a llenar el vaso, pero esta vez se lo ofreció a su subordinado. — No hagas esa cara… lo que yo siento por ti no es un secreto, es algo que sabes y que has experimentado miles de veces en mi cama —.

El más bajo tomó el vaso y sonrió de manera sarcástica — Erwin, hay veces que puedes ser tan vulgar que me sorprendes —Aquella frase aminoro la tensión del ambiente.

— Desde que nos conocimos hemos estado en esta relación…. la cual yo impuse… —Dijo el rubio mientras se dirigía a la enorme silla de su escritorio.

Aquello era algo que le molestaba desde hacía tiempo, pero no había sido capaz de soltar la cadena que él mismo forjó para mantener al hombre que amaba a su lado, y aunque su conciencia le pedía a gritos que terminara aquella relación su corazón rogaba por lo contrario.

— ¿Cuántas veces tengo que escuchar esa mierda autocompasiva? —Con una mirada desafiante el más bajo expresó su enojo ante aquello que su superior había dicho.

— Lo siento, es sólo que... —Sin saber que decir Erwin sonrió y bajó la mirada. No era la primera vez que no encontraba las palabras indicadas para responderle, pero era la primera vez que sentía una presión en el pecho que no le dejaba respirar.

Un incomodo silencio se apoderó de la habitación. De repente entró una ligera briza por la ventana haciendo temblar la delicada flama de la vela que se encontraba más cercana. Levi subió el vaso un poco más alto que su cabeza y miró el contenido iluminado por la suave luz, al girarlo se podían ver varias tonalidades de rojo.

— ¿Aún tienes esa manía de ver todo a contraluz? —Preguntó Erwin mientras lo observaba con atención.

—Sí, todo en este mundo tiene varias tonalidades, sólo deben verse con la luz indicada para descubrirlas. Aunque hay cosas que se ven mejor en la oscuridad —Respondió sin apartar la vista del vaso.

— Por cierto, Erwin, esta noche voy a ir a tu habitación y espero esta vez esté limpia, sabes que me da asco joder en un basurero —La forma tan directa de hablar del más joven le parecía muy divertida al Comandante, quien dejó escapar una ligera sonrisa.

— Tus manías por la limpieza aún siguen siendo mi mayor fuente de entretenimiento, pero hoy no será necesario que vayas —Esa respuesta tomó por sorpresa a Levi.

El Capitán apretó los dientes y se puso de pie para colocar el vaso en la mesa de donde había sido servido, y tal cual salió de la mesa regresó, ni una gota menos de vino. Levi bajó la mirada y sin soltar el vaso preguntó — ¿Qué, acaso tus manos hacen mejor el trabajo? —.

Erwin volvió a sonreír al oír la respuesta sin tacto de su compañero — Hoy voy a ver a Mike —Aquello dejó sin palabras a Levi, al instante soltó el vaso y con expresión desafiante miró a su superior.

— ¿Ahora jodes con él? ¿Acaso es porque aprieta mejor? Pues es obvio que sí, a él no se la han metido por más de cinco años —Intentando ocultar su enojo latente sujetó con fuerza el vaso.

El Comandante sonrió y cerró los ojos mientras recargaba el mentón en sus nudillos — Y decías que yo era el vulgar. Sólo vamos a hablar de estrategias, sólo eso —.

Sin intentar ocultar su enojo Levi siguió con las quejas — Sabes que Mike se moja cada vez que te ve, ¿cierto? Claro que lo sabes, así es como mides tu valor de Comandante —Usó un tono de voz bajo, cada que estaba molesto usaba un tono más bajo y grave.

— ¿Celos? Eso es nuevo — abrió los ojos lentamente y se puso de pie sin abandonar el gran escritorio. Levi lo miró y chasqueó la lengua.

— Eso no tiene nada que ver conmigo, ve y métesela hasta a una cabra a mí me da igual — soltó el vaso de forma despectiva y fue nuevamente al sofá.

Erwin fue a la ventana y miró a varios soldados que estaban reunidos, parecía que era una reunión extraoficial porque reían y se sentía la familiaridad entre ellos. Una onda de nostalgia lo inundó y sonrió con cierta amargura, inhaló hondo y volvió a llenar el vaso, pero estaba tan absorto en sus pensamientos que el contenido se desbordó y un pequeño charco se formó en el piso.

Al escuchar el goteo Levi volteó y miró con repulsión la escena — Qué asco, ahora está sucio. Voy por algo para limpiar —Se puso de pie y fue a la puerta, pero al tomar el picaporte Erwin lo sostuvo del brazo.

— No te vayas, si lo haces… —El ambiente se sentía pesado y ambos quedaron en silencio.

— ¿Cuánto tiempo vamos a estar aquí? —Esa frase acabó con la tensión. Ese tono tajante al que el rubio estaba acostumbrado esta vez tuvo un impacto diferente. Erwin observó los ojos expresivos de aquel hombre que le cambió la vida, eran tan oscuros como la personalidad de quien los portaba con tanto orgullo, y sin saber que decir sólo bajó la mirada y soltó su brazo.

— Hoy podrás ir al sótano antes, ¿no te alegra? —Aquello no tenía lugar y él lo sabía, pero era algo que agitaba su ser desde las entrañas y si no lo decía sentía que iba a explotar.

— ¿De qué hablas? —Preguntó Levi mientras se sentaba nuevamente en el sofá.

Erwin le siguió y se sentó a su lado, respiró hondo y pasó una mano por su cabello. Levi sabía perfectamente que sólo hacía ese ademán cuando estaba ansioso.

— Aun los días que teníamos sexo ibas a verlo, lo sé muy bien —Dijo el rubio mientras observaba seriamente al hombre que lo trastornaba.

— ¿Ahora me vigilas? —Respondió el Capitán devolviéndole la mirada.

— Levi… ¿cuándo vas a ser honesto contigo mismo? Sabes, ese es uno de tus mayores problemas —El Comandante se puso de pie tras decir eso y nuevamente fue al escritorio. Extrañamente le era más sencillo hablar cuando se adentraba en su papel oficial a cuando hablaba de iguales, incluso a él le parecía estúpido pero era algo que no podía evitar ni cambiar.

— Deja de decir tantas estupideces y no intentes analizarme. Las manías de Hange las estás convirtiendo en propias —Otro suspiro abandonó la boca del más bajo que seguía sin demostrar emoción alguna desde lo sucedido en la entrada.

Estando a tan pocos días de la expedición más importante que iba a liderar desde su ascenso, Erwin sabía que debía estar concentrado y apoyar a sus subordinados ya que, muy a su pesar, muchos no regresarían.

— Aunque sea por este corto tiempo… intenta acercarte a él —La idea de verlo junto a alguien más no le agradaba, pero sabía que no debía ser egoísta y mucho menos bajo esas circunstancias.

— ¿Hablas de Eren? —Preguntó el Capitán intentando no mostrar interés, aunque sabía que para Erwin él era como un libro abierto y lo descubriría en un instante. El rubio sólo asintió con la cabeza, pues fue incapaz de responder a aquella pregunta.

El Capitán rodó los ojos y giró el rostro hacía su superior — Erwin, siempre he respetado tus decisiones aunque la mayoría de las veces sólo se han basado en meras conjeturas, sin pensarlo he dejado mi vida en cada una de ellas…. —Se detuvo, su semblante se tornó oscuro y frío, bajó la miraba y rechinó los dientes.

La expresión del rubio se suavizó al oír eso. — Lo sé muy bien, y… —.

— ¡Cierra la maldita boca y déjame terminar! —Estaba alterado, aunque casi siempre se mantenía indiferente a todo esta vez fue diferente.

— No sé porque llegaste a la maldita conclusión de que yo quiero estar cerca del mocoso ese. Si lo que quieres es librarte de mí mejor dímelo en mi maldita cara. No serás el primero que sólo me usa para satisfacerse —Su ritmo cardíaco se aceleró al igual que su respiración, estaba molesto, odiaba que los demás decidieran por él.

Erwin era capaz de ver lo que de verdad sentía Levi, aunque éste lo ocultará, porque sí en algo era experto el soldado más fuerte del mundo era ocultando sus emociones, ya que según sus propias palabras: "las emociones no son más que detonantes a la autodestrucción".

Pese a eso el Comandante decidió continuar — Sus ojos son como los tuyos… y cuando te veo junto a él, tú… —.

Sin dejarle terminar Levi se puso de pie y fue directo a la puerta — Si no tienes más que decir me voy —Abrió la puerta y se detuvo como si algo lo hubiese congelado. — Erwin… mañana voy a tu habitación, lo quieras o no —Dándole la espalda pronunció entre dientes aquella frase mientras apretaba con fuerza el picaporte.

— Te estaré esperando… —Se escuchó ligeramente tras el sonido de la puerta cerrándose.


Hola ^^

Espero y sus corazones yaoistas lo hayan disfrutado, y también que me sigan acompañando en esta loca historia de confusión y amor de nuestro querido Capitán Levi.