Mírame

La versión de Ken

Capítulo 1

Me puse a analizar cómo mi historia con Paola había llegado a este punto, y descubrí que ya desde hace mucho que la conozco y que durante este tiempo hemos pasado por varias cosas.

Para empezar, cuando la conocí –y debo admitirlo- no me agradaba demasiado porque era una niña algo escandalosa que decía las cosas sin anestesia, sin importarle lo que provocara en los demás. Je, bueno, sigue siendo un poco así, pero al menos ahora piensa mejor antes de hablar.

Sin embargo, ésa manera tan suya de ser fue lo que al mismo tiempo de resultarme chocante fue llamando mi atención. No sé por qué ella le tenía tanta admiración a Kojiro. Bueno, sí lo sé, pero en verdad no podía entender cómo la rivalidad con su primo hermano podía llevarla a tales extremos. Cuando supe el parentesco que tenía con Wakabayashi y la forma tan mala en la que se expresaba de él me sorprendí. Era tan gracioso escucharla hablar de él, que no podía creer que realmente fueran familia.

Poco a poco ella fue mostrándome detalles que me resultaron interesantes y divertidos. Pese a parecer tan segura de sí misma, estando en el colegio noté que era una persona solitaria. Sólo tenía contacto con los amigos que había hecho a través de Sorimachi, su mejor amigo, y todos estaban en el equipo de fútbol, otra cosa que llamó mucho mi atención. Así que, habiendo entrado en el Toho precisamente para ser parte del equipo de fútbol, pues digamos que por eso mismo yo también me fui haciendo amigo suyo.

Pasaron los años y para mí ella seguía siendo la misma Paola, una de las pocas amigas que tenía en el Toho y la única tan cercana a mí. Mientras más íbamos creciendo más me gustaba estar con ella, porque no era como las demás chicas, ella siempre fue diferente. Siempre me gustó escuchar sus auto-debates cuando algo le molestaba o quería opinar sobre algo, y me divertía los gestos que hacía cuando hablaba.

Varias veces chicas de mi propio salón, así como de otros cursos, venían a preguntarme si ella era mi novia. Vaya idea ridícula, ¿cómo podía mi amiga ser mi novia? No sé de dónde sacaban eso, si, después de todo, Paola y yo éramos sólo amigos y nunca podríamos ser algo más que eso.

Conforme crecimos las cosas fueron cambiando un poco, en especial cuando nosotros nos graduamos y ella se quedó en el Toho con Takeshi –porque ambos tienen la misma edad y eran menores que los demás del grupo-. Sorimachi se veía muy abatido porque no quería dejarla sola, y todos le dijimos que ella no se quedaba sola, que para eso estaba Sawada. Sin embargo, ahora debo admitir que yo también sentí cierta preocupación cuando nos fuimos, porque no sabía qué haría Paola sin Kazuki y los demás. ¿Sería suficiente estando sólo con Takeshi?

Como no pretendía que nadie más supiera de esa preocupación –y ni yo mismo entiendo por qué- fui a visitar Paola un par de veces con alguna excusa; así al menos sabía cómo le estaba yendo.

Creo que todos los años que pasé con Kazuki y los demás hicieron que me contagie de su problema de "hermano mayor sobreprotector". Eso lo noté recién después de graduarnos, porque Takeshi me contaba –sí, él suele ser un poco chismoso- que se había enterado que Paola le gustaba a algunos de sus senpai¸ pero claro, ella ni enterada estaba. Parece que incluso uno que otro había intentado confesarse, pero ella los había evadido –consciente o inconscientemente, la verdad no sé-.

Saber que esos chicos pretendían salir con mi amiga no me agradó para nada. Así que como no sería correcto que yo fuera directamente con ella a decirle nada al respecto, pues llamaba a Kazuki por teléfono –así, muy casualmente- y le dejaba caer con disimulo lo que estaba pasando, ya que por supuesto Takeshi no se lo contaría a él sabiendo cómo es. Como yo esperaba, Sorimachi se encargaba de hablarle a Paola al respecto. Claro que él exageraba un poquito, porque sé que le decía cosas como que los hombres a esa edad no son nada confiables, y que era mejor que estuviera sola para encontrar a "su verdadero amor" –qué cursi suena eso- en la universidad.

No sé si sus argumentos fueron lo suficientemente convincentes o qué, pero la cuestión es que Paola le hizo caso, porque en lo que le quedó de Instituto no salió con nadie. Pueden llamarme egoísta, pero aquello me pareció bien porque, como había dicho Kazuki, en la universidad ella tendría oportunidad de conocer a más gente; y en su momento nos preocuparíamos de qué tipo de gente se trataría. Pero por el momento todo iba bien.

Una vez que se graduó del Instituto me sorprendió bastante cuando me llamó para reunirse conmigo y me contó que había estado estudiando para aplicar a la universidad de Nagoya. No es que aquello no me alegrara, porque sí lo hizo, pero me pareció extraño que quisiera irse tan lejos de Tokio, cuando yo esperaba que se quedara en la universidad del Toho. Sin embargo, no indagué más al respecto.

Paola se fue a Nagoya y para mí eso fue un cambio positivo en mi vida, ya que hasta ése momento yo apenas salía –porque nunca fui de hacer amigos- y en ciertos momentos me sentía solo. Así que ella llegó a Nagoya para ser la compañía que necesitaba, y tenerla ahí me hacía sentir bien.

Claro que no todo siempre puede ser tan bueno. Porque en cuanto comenzó la universidad yo me di cuenta que ella ya no tenía que usar ningún uniforme –aunque debería-, y que estaba emocionada con la idea de cambiar de estilo de ropa, lo que no me agradó del todo porque nunca faltan los hombres atrevidos con las mujeres al verlas vestidas de cierta forma. Y estando así con ropa informal, pues ella corría el riesgo de usar algo que pudiera llamar la atención de gente tan desagradable como ésa.

Un día me pidió ir con ella a comprar ropa. Cómo odio eso, no sé cómo las mujeres pueden pasar tanto tiempo viendo ropa para sólo llevar algunas cosas y a veces ni eso. El caso es que me sentí como representante de Sorimachi y los demás, y me consideré en mi derecho de comentar al respecto de las cosas que ella quería comprar.

No digo que ella no mereciera ponerse ropa bonita como hacían otras chicas de su edad, pero hay cosas que realmente no le irían bien. Era como volver a las veces que Hoshigawa –su mejor amiga- la incluía en sus planes de salir con los demás y le prestaba ropa que no era del estilo de Paola. Minifaldas, blusas escotadas…así no era ella, y así no podía verse bien. Yo quería que ella se vea tan natural como siempre, y que no cambiara su esencia. Así que le decía que esto o aquello no le iría bien, y aunque parecía algo decepcionada –porque sus gestos no mienten- pues me hacía caso, y hacía que me sintiera orgulloso de ser un hermano mayor más para ella.

En verdad quería cuidarla, porque además era el único cerca de ella ahora. Quería, de alguna manera, que ella sintiera que Sorimachi estaba ahí, y que podía confiar en mí tanto como lo hacía en él.

Dentro lo fría que puede parecer, sé que Paola es una buena persona y tiene un buen corazón. Y muestra de eso fue que un día que llovía torrencialmente, iba de prisa de regreso a casa y reparé en algo que se movía cerca de los botes de basura de un edificio cercano. Me acerqué curioso y noté que era un pequeño gatito de color blanco con manchas color café con leche y negro, que estaba completamente empapado. Sentí mucha pena al verlo así, desprotegido y pasando frío. Así que, sin pensarlo dos veces, tomé al gato y me lo llevé.

Al entrar a mi departamento, Paola estaba ahí viendo la televisión. Cuando le mostré al gato corrió a ayudarme, fue por unas toallas y comenzó a reclamar sin parar acerca de cómo la gente podía ser tan cruel e inhumana. Cuando terminó de protestar contra quien sea que hubiera dejado al gato ahí abandonado, le dije que yo lo cuidaría. Entonces ella apoyó mi idea y ofreció ayudarme.

Ya que en unos días tendría que unirme a la concentración de la selección para disputar unos partidos amistosos, pues acepté de buena gana su ayuda, porque el gato era demasiado pequeño y seguramente necesitaría muchos cuidados. Así que lo llevamos al veterinario y nos enteramos de todas las cosas –que pocas no eran- que él necesitaría que hagamos por él.

Mientras estaba en la selección ella me llamaba para contarme cómo estaba yendo todo con Neko –sí, así lo llamé inicialmente-. Era divertido escucharla contando su día con el gato como si fuera una madre hablando orgullosa de su hijo.

Ya que Kazuki y Takeshi estarían en la concentración, durante ésos días Paola fue a visitarnos y les contó acerca de Neko. Yo la escuchaba sin decir nada porque me gustaba oír sus relatos. Era extraño cómo no me aburría escucharla, porque no era de escuchar mucho tiempo a la gente sin que mi mente se pusiera a divagar con otras cosas.

Entonces pasó que, no sé cómo, se enteró que el marido actual de su madre era un francés que tenía algún tipo de parentesco con un jugador francés contra el que jugaríamos. Nada menos que el mejor de su selección. A mí me pareció algo sacado de una novela, ¿cómo podía haber tanta coincidencia?

Así que, curiosa como es, Paola se fue a conocer al familiar del padrastro, y con él conoció al siempre hostil y nada agradable Louis Napoleón. Ése tipo nunca me agradó, porque además de engreído se creía superior a nosotros, sin mencionar que era realmente agresivo.

Pueden decirme que soy bastante despistado y no me doy cuenta de nada, pero si hay alguien peor que yo en eso, ésa es Paola. Todos a los que nos contó, hasta Kojiro, nos dimos cuenta que por las cosas que le decía y la manera en la que se lo decía, el tal Napoleón estaba coqueteando con ella. Así que el tipo comenzó a caerme peor que antes.

Le dijimos varias veces a Paola que evitara al tal Napoleón, pero ella no entendía nuestras razones y decía que sólo estábamos exagerando. ¿Acaso estábamos exagerando cuando al terminar el partido el cretino aquél fue a abrazarla como si fuera su novia? O es que no entendía que en Japón ciertas demostraciones de afecto no estaban bien entre personas que apenas se conocían.

Yo estaba muy molesto, no sólo con el franchute, sino también con ella, porque no podía ser tan tonta como para no percatarse de lo que estaba pasando. Pero no se daba, o no quería darse cuenta.

Cuando los partidos amistosos se acabaron –y felizmente Napoleón volvió a donde debía estar- volví a casa y descubrí que por el tiempo que había pasado, Neko apenas me reconocía –y eso que fueron sólo un par de semanas-.

Maulló lastimeramente toda la primera noche que se quedó solo conmigo después de que volví. Así que, esperando no ser echado del edificio por culpa de un gato, le pedí a Paola que se lo llevara a dormir con ella de cuando en cuando.

Ella, de buena gana, aceptó y se la pasaba casi todo el día con el gato. A veces, incluso, planeábamos ir a comer o algo, pero surgía el problema de qué hacer con Neko, porque la vecina con la que ella lo dejaba cuando sabía que no estaría mucho tiempo cerca de él, estaba de viaje.

Puede sonar absurdo, pero comencé a sentirme desplazado por el gato. Algo así como cuando ella hablaba y hablaba de las cosas "graciosas" –según Paola- que le decía o hacía con el francés.

Un día que nos quedamos solos, y Neko no dejaba de maullar, lo agarré, lo puse a nivel de mis ojos y le dije seriamente –sí, como leen- que estaba comenzando a ser un poquito molesto.

-Pareces el francés –comenté sin pensarlo siquiera

Entonces me acordé que Paola me había dicho que no era justo llamar al gato sólo "Neko" y que merecía otro nombre. Así que sonreí con mi propia idea, y cuando ella volvió le dije que había decidido hacerle caso al respecto.

-¿Napoleón? –dijo ella, haciendo una mueca graciosa y yo aguanté las ganas de reírme- ¿Por qué se va a llamar Napoleón?

-¿No dijiste que querías que le ponga otro nombre? –le devolví, sintiéndome muy listo y gracioso

-Sí, pero ¿Napoleón?

-¿No te gusta?

-No es eso, ¿pero por qué Napoleón?

De pronto, no sé cómo, a mi mente vino algo de historia universal que había aprendido en el colegio, y me aferré a eso para tapar las verdaderas razones del cambio de nombre al gato.

-¿Acaso Napoleón no fue un pequeño emperador? –alegué sintiéndome aún más sabio

-¿Eh?

-Era un emperador, ¿no? Y era pequeño, como él

Paola me miró con cara de confusión y luego miró al gato, quizá tratando de relacionar mi explicación con la imagen del ex Neko.

-Pues…supongo que tienes razón –me dijo, y otra vez evité reírme porque mi mentira había resultado un éxito

Y así fue que Neko, el gatito abandonado y adoptado por nosotros, pasó a llamarse Napoleón, y Paola jamás supo –y espero que nunca sepa- los verdaderos motivos tras ése nombre. Cada vez que me acuerdo me dan ganas de reír.

La rutina entre Paola y yo continuó, ahora con Napoleón –el gato, no el franchute- con nosotros. Tan normal era vernos juntos que hasta mis compañeros de equipo ya la conocían, y alguna vez que había un evento o algo con los del club, Paola se ofrecía a ir conmigo para que no me aburriera. En verdad si no era que ella iba conmigo ni hubiera ido a nada de eso.

Claro que mis compañeros –al igual que como había pasado en colegio- me preguntaban si ella era mi novia. Yo, ya algo indignado por la insistencia con el tema, les aclaraba que ella y yo éramos sólo amigos. Les costó entender, pero al final aceptaron que ésa era la única relación que yo tenía con Paola.

Y no es que nunca hubiéramos hecho algo que los amigos no hacen. Pero no piensen mal, que a lo que me refiero es que en alguna ocasión –y aún sigo sin terminar de entender por qué- Paola me besó en los labios. Cuando lo hizo yo no sabía qué cara poner, porque me había agarrado en curva. Sólo soltó algo como que lo había hecho para que "ganara alguna experiencia con las mujeres", ya que en ése momento no tenía novia ni tampoco interés en conseguirme una.

Su explicación me pareció graciosa. En verdad no necesitaba que mi amiga/hermana menor se apiadara de mí haciendo cosas raras como ésa. Además, resultaba muy incómodo y fuera de lugar. Obviamente Kazuki jamás se enteró de que eso pasó, ni tampoco ninguno de los demás. ¿Para qué les iba a contar? Era sólo un acto de bondad de Paola, y ellos podían exagerarlo y mal interpretarlo.

Todo iba bien hasta ahí. Ella en clases, yo entrenando, y ambos saliendo a comer o a alguna otra parte como amigos; siempre cuidando de nuestro gato. Pero como ya dije antes, lastimosamente no todo puede seguir así de tranquilo para siempre, sino que algo tiene que pasar para alterar la vida que uno lleva.

Un día, Paola se enfermó –por terquedad de no bajar un poco al ritmo de sus estudios- y estaba obsesionada con curarse en dos días porque la época de exámenes iba a comenzar y ella tenía que estar sana para entonces. Así que a ella se le ocurrió la brillante idea de comprarse no sé qué tantos medicamentos y probar a ver si la mezcla de todo eso le surtía efecto. Bien, no lo hizo.

Es más, cuando me llamó y fui corriendo a ver qué le había pasado, porque sonaba muy extraña al teléfono, descubrí que básicamente se había mega drogado con todo ése cóctel de medicinas. Al llegar a su departamento me recibió sonriendo de par en par y hablando incoherencias. Creo que hasta alucinaciones había estado teniendo, porque maldecía contra Genzo que dizque la había ido a molestar, pero Wakabayashi estaba en Alemania, así que calculen ustedes el estado en el que estaba.

Traté de llevarla a que se durmiera, suponiendo que en algún momento aquellos medicamentos llegarían a adormecerla, pero la reacción tardó en llegar. Mientras tanto, ella daba un discurso acerca de cómo los japoneses debíamos hacer algo para "mudar" el archipiélago a un lugar del mundo que fuera más seguro, lejos del cinturón de fuego. Yo no sabía si reír o qué, así que simplemente la escuché con paciencia.

Pasado el discurso acerca de la mudanza urgente de Japón, comenzó a hablar acerca de mí, y mientras lo hacía se iba acercando más a mí. Al principio me dio igual, total, ella es mi amiga. Pero de pronto, y no sé por qué, la situación comenzó a incomodarme cada vez más. En especial cuando ella me abrazó y seguía hablándome de no sé qué –mi mente estaba en blanco ya en ese momento-, y repentinamente, me besó en la boca.

Ahí empezaron mis problemas, el adiós a la calma de mi vida, el fin de la rutina que tan tranquilamente yo llevaba con ella. No porque ella me besara, más bien, no sólo porque ella me besara, sino porque cuando se separó para sonreírme obnubilada y luego volvió a besarme, yo le correspondí.

Era la primera vez que me pasaba algo así. Cuando me vine a dar cuenta yo la abrazaba y la estaba besando como si fuera una mujer. Es decir, sí sé que Paola es una mujer. A lo que me refiero es que la estaba besando como si fuera OTRA mujer la que estaba conmigo.

No supe qué hacer, menos cómo entender por qué aquello me había gustado tanto como lo había hecho. Felizmente para mí, Paola seguía bajo el efecto de los medicamentos y de pronto salió hablando de otras cosas, así que nos separamos. El corazón me latía muy rápido –aún hoy puedo recordarlo- y comencé a sentir pánico, pánico de lo que acababa de pasar conmigo. Entonces finalmente los medicamentos hicieron el efecto que yo esperaba y Paola se fue quedando dormida. La acosté en la cama y me quedé un rato viendo cómo dormía.

Sí, eso hice, ver cómo dormía. Volví a asustarme porque eso no podía estar ocurriendo. Así que habiendo comprobado que ella dormía, prácticamente salí escapando de su departamento, con la mente hecha un caos por lo que acababa de pasar.

Para mi suerte, al día siguiente Paola no se acordaba de nada. Seguía enferma y con un dolor de cabeza tremendo -aunque no sé si por el cóctel de drogas o por la enfermedad misma-. Ni en broma le pregunté si se acordaba lo que había pasado. A mí no me convenía que así fuera porque no quería hablar del tema, y como ella tampoco dijo nada, supuse que todo estaba mejor así.


Neko es la palabra japonesa para "gato".

Paola Wakabayashi, Aiko Fujimiya y Naoko Hoshigawa son personajes OC creado por Tsuki_W.

Todos los personajes de Captain Tsubasa son propiedad de Yoichi Takahashi y Shueisha.