Hola a todos:
Se supone que yo debería estar actualizando mis otras historias, pero como dice mi hermano soy una chica que se dispersa con facilidad, y como pueden ver, ya se me ocurrió otra locura.
Toda la culpa la tiene la película "Como entrenar a tu dragón" y su hermosa banda sonora. No lo pude evitar y en mi cabeza se fraguó una loca idea. ¿Qué pasaría si Scorpius tuviera la accidental casualidad de conocer al hijo de Buckbeak? Como saben, Draco, su padre, no tuvo muy buena relación con él y sería emocionante ver cómo le va a su hijo.
Al principio pensé darle el fic a Hugo, pero es justamente esa desastrosa experiencia entre Draco y buckbeak lo que me llevó a regalarle el fic a Scorp.
Ojalá les guste.
Saludos
Yaem (loca) Gy
P.E. Cómo es mi costumbre, les voy a dejar pistas musicales para los capítulos. Obviamente con la banda sonora de "Cómo entrenar a tu Dragón".
Mi retorno al hogar y mi encuentro con el Pollo.
Vivo en una inmensa casona. Es amplia y llena de puertas y ventanas. Tiene dos atalayas y prominentes balcones. Es muy lujosa y llena de lo que se llama viejo estatus. Sus jardines son magníficos, llenos de árboles, plantas y flores que reinan por todo lugar en primavera. Pero yo no siento en verdad que sea mi hogar.
Cada muro es demasiado alto, cada mueble demasiado frío. Varias de las habitaciones no tienen la luminosidad necesaria, son lóbregas y tristes. Y me deprimen el corazón.
Claro que no todo el lugar es tan oscuro. El ala correspondiente a mi madre siempre ha sido muy brillante y luminosa. Allí el aroma es distinto y se siente el calor. Allí te sientes amado y yo casi todo el tiempo busco ese amor.
En cambio el ala de mi padre es distinta. Es tan igual a él. Tan distante, tan altiva. Tan fría.
No recuerdo que mi padre alguna vez haya desordenado mi cabello con una caricia. Ni que haya mirado a lo profundo de mis ojos para ver mi corazón. Ni que me permitiera decirle papá o papi, como he escuchado que otros muchachos les dicen a sus padres. Yo, Scorpius Malfoy, Solo puedo llamar a mi padre de dos modos… Padre, o señor.
Es por eso que para mí, mi hogar es otro. Uno lleno de emocionantes aventuras, con un bosque misterioso e inmenso como jardín, el cual contiene un sin número de criaturas espectaculares y animales inimaginables. Con un castillo majestuoso con grandes atalayas, con estatuas de piedra apoteósicas, con un estadio de Quidditsh impresionante para poder jugar a destajo. Con maestros que te enseñan magia, si, magia poderosa. Un castillo asombroso en donde encontré a quienes me quieren de verdad y que me respetan y me comprenden. Hogwarts es mi mundo, Slytherin mi casa, aquí encontré cariño, respeto y amor… este es mi hogar.
Es por eso que cuento las horas para ir a King's Cross y tomar el expreso que me lleve a casa.
Me he levantado muy temprano esta mañana, en tres horas estaré subiendo al vagón y encontraré a mis amigos.
Me he bañado y vestido con premura, me miro al espejo y observo mi figura por un momento. He crecido, ya no soy más ese mocosito de pelo platinado y corto al que la elegante túnica le quedaba grande el primer día. Ya tengo dieciséis años y mi cabello ya no es corto. Lo he dejado a la mitad del cuello y sin usar la molestosa gomina a la cual mi padre está tan acostumbrado. Mis rizos rubios me dan un aire rebelde y desordenado que me agrada mucho, aunque a mi padre le cause furia.
Mi cuerpo tampoco es menudo como esa vez. Soy uno de los más altos de la clase, incluso de la escuela. Solo rivalizo con James Potter que me gana en 5 pulgadas, pero soy 10 pulgadas más alto que mi mejor amigo, Albus. Me coloco la túnica y dejo mal amarrada la corbata, sé que eso hará enfurecer a papá, digo, a mi padre, pero esa es la idea, Si nunca pude lograr de él su cariño, al menos lograré su enojo. De todos modos es un sentimiento intenso.
-Hijo, ¿ya estás listo para marcharnos a King's Cross?- me dice mi madre golpeando despacio mi puerta. Me encanta como es, es tan dulce y delicada. No tengo idea como se llegó a meter con un hombre tan huraño como mi padre.
-Sí, madre. Voy de inmediato- digo sonriendo al espejo. He obtenido el look deseado. Espero que tenga el efecto que busco.
Bajo las escaleras y noto el incómodo silencio del comedor. Entro y veo a mi madre tomar su café callada, Y a mi padre leer "El Profeta", siempre son el ceño fruncido. No recuerdo haberlo visto alguna vez con el semblante relajado.
-Como siempre tarde, muchacho. – Alzó la vista- Y desaliñado. Esa no es la imagen que debe proyectar un Malfoy-
-No es mi intensión proyectar la imagen de un Malfoy, solo busco mostrar una imagen real de mí mismo- devuelvo con desafío.
-Por favor hijo mío. No pelees con tu padre ahora. No lo verás en meses-
-No me hables así, muchacho. Aunque te pese eres un Malfoy y no lo puedes remediar. Por mucho que te juntes con el hijo de Potter. Y sabes que desapruebo esa amistad. Como también que te acerques a la hija de la sang…-
-No te atrevas. Su nombre es Rose y es una gran chica. Y su madre se llama Hermione, y es una señora maravillosa. Y lo sabes.-
-A mí no me dices como debo llamarlas. Conozco a Granger hace muchos años como para llamarla como se me antoje-
-Weasley, padre. Hermione Weasley-
-Sí, sí. Y no es tan inteligente como se dice por ahí. Casarse con la comadreja. Y ahora tú te amigas con su hija mestiza. Si la mocosa es idéntica a ella a su edad-
-Y muchos dicen que yo me parezco a ti a mí edad. Pero no lo creo-
-No, no te pareces. Yo nunca me mezclé con el padre de esa chica ni con su madre. Ni con Potter. No eran dignos de mí-
Mi madre interrumpe nuestra discusión alegando que es tarde y que no alcanzaremos el tren. Mi padre rezonga y yo aspiro aire para controlar mis emociones
Siempre, y desde el primer día, para mí ha sido muy emocionante cruzar el muro del andén 9 ¾ para llegar al andén. Los dos primeros años mi padre lo cruzó conmigo y sentía como me aferraba el hombro con una sensación extraña. Pero a partir del tercer año ya no lo hizo más. Y el frío en el hombro fue notorio. Incluso ahora que acabo de cruzarlo, he vuelto a sentir la ausencia de su mano amplia, en él.
Me despedí de mi madre con un tierno beso en la mejilla. A mi padre solo lo miré, y él no me dijo nada tampoco, pero acercó sus manos a mi corbata y la arregló como pudo. No sé porqué, pero el solo hecho que arreglara mi corbata aceleró mi corazón.
Por un segundo sentí el impulso de abrazarlo, pero cuando su mirada severa chocó con la mía, me arrepentí.
-Quiero buenos resultados y ningún problema. Aléjate de Potter. Tienden a atraer las dificultades-
Y partí como huyendo de su lado. Sintiendo un dolor en mi pecho que odio sentir. Yo no quiero sentirme así. No por alguien como Draco Malfoy. Porque él no es capaz de ser cariñoso con nadie, ni si quiera con su hijo.
Ya la distancia al fin nos separa de verdad. Hace dos horas el tren se ha alejado de Londres y observo los campos que adornan el paisaje. A mi lado, mi amigo Albus juega con sus tarjetas. A obtenido ya las imágenes de su padre, que cuesta mucho que se pueda obtener, y la de un viejo hechicero de no sé cuantos milenios atrás. Sonrío. Lo miro jugar. En verdad me cae muy bien. Y pensar que la primera vez que nos vimos nos dimos de trompadas por culpa de su hermano James. Pero con el tiempo no tuvimos más remedio que convivir juntos, pues los dos quedamos en la misma casa. Ahora somos inseparables. Eso es fantástico, pues para mí Albus es como mi hermano. El hermano que nunca tuve.
-Deja esas tarjetas en paz. Mejor conversemos un rato-
-¿Y de qué quieres conversar? ¿De la linda de mi primita tal vez?- me dice moviendo las cejas de arriba hacia abajo.
-¿Qué dices? ¿Yo conversar sobre Weasley? Qué tontería. –
-Bueno, me lo imaginé. Como no dejas de mirarla…-
Esas palabras me encendieron las mejillas.
-¿Yo? ¿Cómo se te ocurre? Yo ni sé que ella existe…-
Fue entonces que una melena rojiza se asomó por la puerta. Le siguió una carita con muchas pecas y unos ojos que trato de no mirar mucho para no convertirme en un tonto.
-Albus… Me dijiste que irías a mi compartimiento. Me aburrí de esperarte-
-Hola Rose. Me entretuve jugando con mis tarjetas. Pero ¿por qué no te quedas con nosotros? Aquí hay mucho espacio, ¿Cierto Scorp?... ¿Scorp?-
Yo estaba enterrado en el sillón del compartimiento. ¿Por qué siempre Weasley aparece así de improviso? Nunca me da tiempo de prepararme.
-¡Scorp!-
-¿Qué? – pregunté molesto a mi amigo.
-Que si Rose se puede quedar con nosotros-
-No necesitas pedirle permiso a Malfoy. No tengo porque quedarme-
-Si quieres te quedas. Si quieres te vas. Pero eso solo me demostraría que me tienes miedo, Weasley-
-Yo no te tengo miedo-
-Entonces Quédate- le desafié.
Rose parece entre confundida y ofuscada. Me mira con ese brillito tan especial de sus ojos cuando se enoja conmigo. Me gusta ese brillo. Nos dice que debe ir por sus cosas y que vendrá con nosotros y que así me demostrará que no me teme en lo absoluto. Yo sonrió y me acomodo mejor en mi asiento. Albus solo observa.
Una vez que Rose se marcha mi amigo me sonríe y dice:
-Bueno, mi amigo. Creo que ya te enteraste que mi prima existe… no puedes quitarle los ojos de encima- y se carcajea en mi cara. Trato de alegar, pero el rubor me delata. Claro que sé que Rose existe… lo he sabido desde que tengo once años.
Pasamos el resto del viaje conversando y peleando de vez en cuando. Risas, palabras, miradas de soslayo. Para cuando nos dimos cuenta del tiempo, ya estábamos por llegar a Hogmeade. Y mi corazón se arreboló de dicha. Estaba a una hora de casa.
Como siempre hacemos, el día después de llegar a Hogwarts, Albus y yo lo dedicamos a recorrer todo el castillo y a darle una efusiva visita a Hagrid. Nos colamos luego del almuerzo y corremos a más no poder para alcanzar la destartalada cabaña. Como cada año, Hagrid nos recibe con un abrazo rompe costillas, y unos panecillos rompe dientes. Entonces nos cuenta las mil y una aventuras que ha tenido en las vacaciones, sumergido en las profundidades del bosque prohibido. A mí me encanta. Es como escuchar cuentos de niños.
-¿por qué han venido solos? Pensé que traerían con ustedes a la linda señorita Weasley. Ahhh… Como recuerdo cuando su madre, siendo una niñita inquieta, venía a saludarme todos los años al comenzar las clases. Y el divertido de Ron, su padre, que siempre tenía comentarios muy jocosos a flor de labio-
-Scorp no la invitó. Es que se pone muy nervioso cuando ella está cerca-
-Hey… yo no me pongo nervioso. No la vi después de almuerzo. Además es tu prima, el que debe invitarla eres tú-
-Sí, sí. Como digas, amigo- se mofa el muy tarado.
De pronto sentimos un graznido. Yo pongo mucha atención.
-Ohhh, no lo puedo creer…-
Hagrid se levanta y nos deja solos sin aviso. Con Albus nos miramos y nos apresuramos para ver la razón de que Hagrid salga de la cabaña de esa manera. Vamos con él hasta el bosque corriendo todo lo rápido que podemos. Hagrid avanza tan rápido que apenas podemos seguirle el paso. De pronto un ruido de ramitas rotas me hace girar la cabeza. Una chica pelirroja viene corriendo con todas sus energías. Su cabello flota enmarañado, sus mejillas están rojas del esfuerzo. Me detengo de inmediato y ella pasa por mi lado.
-¿Vas a venir o no?- grita Albus más adelante.
Sigo corriendo, pero trato de no pasar a Weasley. Cuando llegamos, me doy cuenta que Hagrid mira hacia el cielo y que de él viene otro graznido.
-Un Hipogrifo- susurra Rose asombrada
-Sí. Hipthor. ¿No es magnífico?-
Yo observo el pajarraco. Para mí es solo un pollo con patas de caballo. Lo encuentro bastante feo.
-¿Pero cómo…?- pregunta Rose con emoción.
-Ah, hace un tiempo que él vive por estos lados. Nació aquí hace cinco años. Yo lo conozco desde el huevo. Y sus padres conocen al suyo. Claro, que tuvieron experiencias dispares con él-
-¿Dispares?- pregunta Albus.
-Bueno, el padre de Hipthor es Buckbeak , un magnífico ejemplar. Muy soberbio y altivo. Fue un gran amigo. –
-Pero, ¿Qué le pasó con papá? Preguntó Albus otra vez,
-Ah, Harry y él se hicieron buenos amigos. Harry y Hermione lo salvaron de una muerte segura y eso estrechó los lazos entre ellos. Harry y Hermione han sido los únicos que lo han montado. Hermione le quería mucho-
-Y… ¿mi padre?- susurré temiendo una mala respuesta.
-Ehhh… bueno. Fue gracias a tu padre que casi matan a Buckbeak. El joven Malfoy no le gustaba mucho. Lo llamaba pollo feo-
No me sorprende. Para nada.
-No te sientas mal, pequeño Malfoy. Tu padre no tenía costumbre de hacer amistad con animales. No creo que haya querido hacerle mal a Buckbeak en realidad. Lo que pasa es que se asustó cuando lo atacó. Le dejó una fea marca en su brazo, pero fue porque no quiso hacerme caso y tratarlo como corresponde-
-¿Cómo es eso Hagrid?- pregunta Rose, mientras Yo miro a los cielos y me pregunto si alguna vez mi padre le hubiera gustado montar a un ave como aquella.
-Debes ser muy respetuoso y humilde con ellos. No les gustan los seres arrogantes. Tienes que ganarte su confianza y su atención. Una vez vences esas barreras, podrías llegar a volar en su lomo-
Hipthor bajó y cabalgó hasta una prudente distancia de nosotros. Yo le miro y le doy la razón a mi padre de decir que los hipogrifos son pollos feos. Pero a la vez me admiro de la fuerza de sus piernas y de la potencia de sus alas. Y su altivez. Solo en mi padre vi tanta arrogancia.
-Hipthor se crió en lo profundo del bosque. No está domesticado y no acepta que humano alguno lo monte. Yo apenas si puedo acercarme. Es mejor que se queden donde están y no se muevan mucho.-
Pero justo entonces se me ocurre pisar mal y mi pie resbala en una piedra. Todo es tan rápido que apenas logro comprender lo que sucede. Hipthor se agita y se lanza en picada contra mí. Yo caigo y me cubro con el brazo. Casi puedo sentir su garra destrozarme, pero Hagrid ha venido preparado y le lanza un animalito muerto para distraerlo. El pollo se olvida de mí y se aproxima a la presa la cual desgarra en un dos por tres. Yo tiemblo. Mi pecho apenas puede recibir oxigeno.
-¿Estás bien?- escucho una dulce voz y una delicada mano se apoya en mi brazo.
-Condenado pollo. Me quiso arrancar el brazo. Tú lo viste, Rose. Yo no hice nada malo-
-Pero te moviste. Hagrid te lo advirtió-
-¿Estás bien, chico? ¿Tu brazo está herido? Vaya, es como si de pronto el tiempo retrocediera. La misma caída, el mismo brazo… uy. Tuviste más suerte que tu padre-
Más suerte. Quizás. Pero en algo estoy por primera vez de acuerdo completamente con mi padre. Esos hipogrifos son unos malditos pollos feos.
