Estrella del Oso Polar
Aquel era el día en que Goo Joon Pyo cumplía seis años. Sentado en el gigantesco comedor lleno de costosos regalos, con las criadas a un lado cantando y bailando feliz cumpleaños, permanecía aburrido con la mejilla recargada en la palma mientras observaba los detalles del techo. Finalmente, se levantó, empujó de la mesa algunos obsequios al suelo y, sin decir ni una palabra, se marchó.
Mientras, en el recibidor de la mansión, Ji Hoo y Yi Jung estaban sentados en los elegantes sillones, de extremo a extremo y Woo Bin permanecía de pie con los brazos cruzados y caminaba de un lado a otro de vez en cuando.
—Wow, está increíble la fiesta ¿no? —fue lo primero que dijo Woo Bin después de haber permanecido junto a los otros dos niños casi una hora sin que ninguno dijera ni una sola palabra. A su corta edad, había descubierto el arte del sarcasmo y ya comenzaba a dominarlo.
La única respuesta que recibió fue la risa de Yi Jung; Ji Hoo permanecía quieto y en silencio mirando al vacío, como si estuviera solo.
La puerta se abrió de mala manera, Joon Pyo entró y los miró con desprecio.
—¿Y bien? —el niño heredero tomó asiento— ¿Qué esperan?
Woo Bin y Yi Jung se miraron fugazmente.
—¿De qué? —Woo Bin alzó una ceja.
—Canten y bailen feliz cumpleaños para mí.
—No somos payasos —Woo Bin lo miró retadoramente con un gruñido—, puedes bailar y cantar tú solo.
—Yo no bailo y no canto —replicó Joon Pyo poniéndose de pie—. Ahora hagan lo que yo les diga o váyanse a sus casas, ¿a qué vinieron entonces?
—No creas que queríamos venir —dijo nuevamente Woo Bin bufando—; siempre nos obligan a estar contigo. Pero en realidad nadie quiere estar contigo. Nadie te quiere.
Joon Pyo apretó los puños enojado y frunció el ceño con rabia.
—¡Yo tampoco quiero estar con ustedes! —gritó furioso señalándolos— ¡Son ustedes los que siempre están molestándome!
Dio media vuelta y salió azotando la puerta lo más fuerte que pudo. Hasta ese momento, Ji Hoo levantó la mirada y la dirigió hacia donde Joon Pyo se había ido.
—Lo odio... —murmuró Woo Bin entrecerrando los ojos— en un tonto.
—Fue genial —Yi Jung levantó ambos pulgares con una ancha sonrisa—. ¡Se enojó tanto cuando lo dijiste que nadie lo quería! —estalló en una carcajada.
—¿Durante cuánto tiempo nos obligarán a estar con él?
—Mmm... —Yi Jung dejó de reír— creo que hasta que tengamos dieciocho años —hizo cuentas con los dedos de sus pequeñas manos—. Esos son muchos años...
Woo Bin también empezó a contar con sus dedos; él era un año mayor que los otros por lo que ya sabía contar hasta el cien, así que también se dio cuenta de que para cuando tuvieran dieciocho serían ancianos. Suspiró derrotado y se dejó caer en el sillón junto a Yi Jung. Ahora tendrían que esperar al final del día para poder marcharse a casa.
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—Hermano mayor... —Yi Jung se decidió a hablar después de observar un rato a su hermano hacer los deberes de la escuela.
—Sí, dime — Yi Hyun levantó la cabeza para ponerle atención.
—¿Tú sabes por qué tengo que ser amigo de Goo Joon Pyo?
Yi Hyun exhaló aire, soltó su lápiz y se dejó caer en el respaldo.
—Lo siento, Yi Jung. Simplemente tuviste mala suerte de nacer en el mismo año que él.
Yi Jung bajó los ojos decepcionado y torció un poco la boca —¿Pero por qué...?
—Te voy a contar lo que yo sé —empujó a un lado su tarea y se acercó a su hermanito para poder hablarle en voz baja—. Es porque cuando Joon Pyo se enoja, le pega a los otros niños...
—Sí —Yi Jung arrugó la cara y sobó uno de sus brazos—. Me pega a mí también...
—Bueno, pues oí decir a mis papás que decían que Joon Pyo estaba loco, que era un... social... bueno, no recuerdo cómo dijeron, pero se supone que él no puede hacer amigos por sí mismo porque está loco...
Yi Jung se rió tapándose la boca para que no se escuchara.
—Por eso le escogieron amigos y los hacen estar juntos —continuó Yi Hyun — se supone que con eso él hará lazos y se curará del cerebro. Como nuestros padres y los padres de Song Woo Bin tienen empresas poderosas y Yoon Ji Hoo es el nieto del presidente, los adultos decidieron que ustedes debían ser amigos. Las cuatro familias deben ser amigas, eso hará aún más dinero en el futuro. Nuestros papás y el abuelo están muy felices de estar ahora tan cerca de la empresa Shinhwa, dicen que será muy bueno para los museos, porque la familia de Joon Pyo tiene muchas obras de arte que les interesan, y todo gracias a ti.
El más pequeño se quedó pensativo.
—Mamá dice que es un honor que puedas ir a jugar a la mansión Shinhwa —finalizó compadeciéndose.
—Pero Joon Pyo es malo —Yi Jung dijo casi en un puchero—; nos grita, nos dice que somos tontos y quiere que seamos sus sirvientes. Tienes razón, está loco. Además siempre trata de pegarnos, Woo Bin y yo no nos dejamos pero Ji Hoo se deja pegar, no hace nada, nunca habla, tampoco me gusta...
—Bueno, Ji Hoo es diferente —Yi Hyun se encogió de hombros— ¿cómo te sentirías si jamás volvieras a ver a mamá y a papá?
Yi Jung bajó los ojos imaginándose algo tan terrible y lo entendió un poco.
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Yi Jung se acercó por detrás y se sentó junto a Woo Bin, quien comía un paquete de galletas y observaba a los demás niños jugar.
—Le pregunté a mi hermano —comenzó con la vista al frente—, dice que los adultos quieren que sea un honor para nosotros ser amigos de Joon Pyo.
—Sí, mi padre ha dicho eso. El señor abuelo de Joon Pyo nos eligió.
—¿Entonces...?
Woo Bin tomó aire y reflexionó profundamente.
—Estamos atrapados; nuestros papás nos harán estar con Goo Joon Pyo por muchos años más. Nunca podré volver a mi casa de Macao por su culpa
—¿Extrañas mucho tu casa de Macao?
Woo Bin asintió con nostalgia; aunque ya llevaba varios meses viviendo en Corea por órdenes del abuelo, aún extrañaba mucho la vista al puerto y hablar chino en la escuela...
Yi Jung bajó la cabeza sin esperanza, pero el otro niño, de pronto, sonrió divertido y con algo de malicia.
—Tengo una idea —Woo Bin se levantó de un salto—, haremos que Joon Pyo deje de tratarnos mal.
—¿Cómo? —Yi Jung se levantó también, se le habían iluminado los ojos y veía a su amigo con esperanza.
—Pero necesitaremos que Ji Hoo nos ayude.
—Oh —Yi Jung volvió a decepcionarse—. No creo; Ji Hoo no nos va a ayudar, es como un zombie... está muy triste desde que sus papás se murieron... nunca quiso ser nuestro amigo, ahora menos...
—Debemos tratar. Si Ji Hoo nos ayuda, haremos que Joon Pyo se muera de miedo y nunca nos haga nada otra vez.
El otro asintió, emocionado otra vez, sonaba como a su sueño hecho realidad; la expectativa de ver a Joon Pyo muriéndose de miedo le daba energías para intentarlo.
