El Testimonio de un Creyente

(Escrito por Federico H. Bravo)

Esta historia está dedicada a Dios

Me llamo Arthur. Tengo 36 años y mi vida se está terminando, destrozada por el SIDA. No culpo a nadie más que a mí mismo. Durante mucho tiempo, mi voluntad fue como un desafío a Dios, una vida según mis impulsos momentáneos.

Quise vivir liberado de toda ley moral y satisfacer mi sed de placer, costase lo que costase, es decir, sin preocuparme por la ofensa hecha al amor de Cristo por mí, no por la decadencia de mi alma y de mi cuerpo, o por las heridas que causaba a los demás…

En la gracia infinita de Dios hallé la fuerza para reconocer verdaderamente el mal que había hecho, a fin de pedirle perdón. En Jesús también hallé la fuerza para vivir lleno de esperanza, aguardando el momento cercano en el que mi Hacedor enjugara toda lagrima de mis ojos.

Pero me duele ver adónde van miles de jóvenes como ustedes. Son engañados y poco a poco pierden toda posibilidad de conocer las alegrías y el gozo de un verdadero amor. El verdadero amor se construye en la fidelidad y no puede conducir a la muerte.

Son los hombres quienes matan al amor reduciéndolo a un placer egoísta, efímero y suicida. Tú, que tienes la vida por delante, que quieres construir sobre una base sólida, dile sí a Dios, quien es la Vida y no miente. ¡Hoy mismo toma la decisión de conságrale tu cuerpo y tu mente; Él te dará la fuerza!


Ese fue el testimonio de mi buen Arthur, mi amado hijo. Falleció hace poco, pero pese a todo, nunca dejó de estar lleno de esperanza. Creo justo decir que sin esperanza no somos nada y que pese a todos los dolorosos golpes que nos da la vida, tenemos que seguir adelante.

Arthur tenia un mensaje para la juventud, sus compañeros de generación. Cumplo con su amorosa voluntad de hacerlo publico para que todos puedan leerlo y reflexionar. Pese a todo, nunca es tarde para volver vuestros corazones a Dios y confiar en él.

Querido hijo, tu padre cumplió con lo que te prometió. Hasta que volvamos a vernos tú y yo, allá arriba en el Cielo, con Dios y en Él.

Amen. Benditos sean todos.

Robert King


"No erréis; ni los fornicadores, ni los idolatras, ni los adúlteros… heredaran el Reino de Dios. Y esto erais algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el Nombre del Señor Jesús" 1 Corintios 6:9-11