Habían pasado ya tres años desde que el mundo mágico había quedado en una insegura penumbra del bien contra el mal.

Muchos magos rendidos decidieron unirse al bando del Lord Oscuro por miedo a ser vencidos, pues sus familias se habían visto afectadas al querer ir en contra de éstos, siendo castigados con los incansables ataques y los inhumanos mortios que desgarraban sus vidas con crueldad.

Los mortífagos habían logrado escabullirse entre los altos rangos del Ministerio decretando las peores reglas y órdenes que los magos habían podido vivir.

Cada brujo Sangresucia sería obligado a ser sirviente de las familias puras que pagasen por ellos, tal como los elfos domésticos.

Eran tratados peor que animales. Raptaron, secuestraron y torturaron a todos los que no podían escapar e iban en busca de los que faltaban. Incluso a algunos traidores de la sangre o enemigos los capturaban también.

Hermione Granger había caído en manos de los carroñeros hacía ya mucho tiempo.

Ya casi no recordaba como lucía su propio rostro y algunas veces cuando los castigos eran demasiado fuertes y largos, olvidaba todo lo que alguna vez aprendió de los libros que hacía mucho ya no leía y que añoraba tanto leer.

Pasaba de dueño en dueño, cada vez más despiadados y bruscos, luego la escasez económica los obligaba a venderla por míseros galeones.

Pero agradecía internamente que la compraran sólo para servicios domésticos, y le pareció que ser tan poco agraciada traía sus ventajas. Había visto y escuchado los horribles gritos de muchachas que eran utilizadas como juguetes sexuales e incluso muchas de ellas morían a golpes cuando intentaban rebelarse.

Nunca se consideró muy atractiva y al parecer las personas pensaban igual. Tal vez ahora es aún más fea, no lo podía saber con certeza, había olvidado también la última vez que se miró en un espejo.

–– ¡Avanza rápido muchacha!–– exclamó su dueño actual, estaba atada de manos con una soga sucia que maltrataba y quemaba sus muñecas cada vez que tiraban de ella.

La venderían de nuevo. La familia a la que servía había quebrado y tenían que conseguir dinero a como diera lugar.

Jamás se había alegrado del mal ajeno, pero esta vez casi sentía felicidad al saber que ya no estaría con ellos.

El callejón Diagon ya no era el mismo callejón que algún día pisó para compras sus libros de Hogwarts.

La mayoría de los locales estaban desechos y en ruinas, había plantas y carnes podridas en las calles. Todo parecía un matadero.

El hombre se detuvo frente a un local en el que ofrecían a muchachas esperando conseguir buen dinero.

Los hombres pasaban mirándolas con burla y asco, algunos incluso escupían cerca de sus pies descalzos, Hermione miró con el corazón hecho un puños sus pies llenos de heridas y rasgaduras, el vestido que utilizó para el matrimonio de Fleur rasgado y manchado. Fue ése el último día en que vio a Harry y a Ron. Logró que ambos escaparan de los carroñeros, pero cuando estuvo a punto de desaparecerse la atraparon, llevándola lejos.

El cabello había crecido llegándole hasta la cintura, enmarañado y sucio había logrado atarlo en una trenza malhecha.

Durante todo el día estuvo parada sobre el frío suelo que aún estaba cubierto gran parte por hielo y nieve. Soportando el frío y las quemaduras en su piel, observando cómo se llevaban a las más desgraciadas primero, por su belleza.

Ya casi era la hora del crepúsculo cuando un hombre encapuchado y vestido de negro se acercó.

No podía ver su rostro, pero un escalofrío le peinó la espalda cuando se dio cuenta de que la miraba a ella.

–– ¿Cuánto por la muchacha?–– un hombre atrás de éste habló.

––Quince galeones–– dictó su amo a un hombre bajo y de aspecto ricachón.

––Le daré veinte–– murmuró el encapuchado con voz ronca, Hermione lo miró aterrada, nadie había pagado por ella más de quince.

––Jum…–– murmuró el hombre bajito haciendo bailar su bigote–– ¿Es virgen, no? Le daré treinta.

––Cuarenta–– murmuró el encapuchado y la voz se le hizo familiar.

Hermione empezó a respirar agitadamente, ¿Para qué la querían esos hombres? ¿Es que la querían para algo diferente esta vez? ¿Por qué preguntó si era virgen?

––No creo que esta jovenzuela valga más que quince galeones––murmuró el tipo del bigote–– Así que no haré un solo aumento más.

––Excelente–– murmuró el hombre de la capucha sacando un paquete de brillantes galeones y dándole a, su ahora antiguo amo lo prometido–– Aquí tiene. Un placer hacer negocios.

A pesar de que seguía sujeta por la soga cuando se marcharon, el hombre no tiró de ésta, la desató y le agarró por uno de los brazos.

––Por si se te ocurre escapar.

––¿Por qué ha pagado tanto?–– se atrevió a preguntar pero el hombre no contesto y eso hizo que temiera aún más.

En vez de eso, sacó su varita y los hizo desaparecer a ambos de la plaza, transportándolos a una enorme Mansión con verjas negras y viejas.

Las rejas se evaporaron cuando ambos pasaron a través de esta, ella se sorprendió al ver pavos reales por los jardines, junto con otras exóticas criaturas.

––Dios mío…–– murmuró observando la majestuosidad de las plantas mágicas y todo lo que se alzaba a su alrededor. El hombre la escuchó.

––Te sorprenderá más el interior.

Y tenía razón, jamás había creído posible encontrar tantos lujos en una casa, no creyó que existiera el dinero posible para comprarlos. Era simplemente impresionante, desde la majestuosa araña de luces que colgaba en el techo hasta la alfombra que contenía filamentos de oro.

Se sentía fuera de lugar. Miró su vestido sucio y pensó que hasta siendo sirvienta era muy poca cosa para estar allí pisando el suelo de mármol blanco impecablemente limpio.

––La vestimenta que usas no es la más adecuada–– murmuró el extraño y ella se sonrojó de vergüenza–– ya me encargaré de eso.

––¿Hijo?–– se escuchó una voz desde el segundo pido–– Draco ¿eres tú?

A Hermione no le dio tiempo de pensar que la voz se le hacía conocida, de inmediato se giró a mirar al sujeto y este retiró su capucha dejando ver un rostro blanco y rubio.

––Malfoy…–– murmuró en su mente mirándolo aterrada.

––Buenas noches, madre–– saludó educadamente a la mujer que bajaba las escaleras.

––Draco ¿quién es… ella?––Narcisa la miró con curiosidad y asombro cuando pareció reconocerla––No puede ser…

––Es la nueva criada–– masculló como si tratara de advertirle algo a su madre, esta dirigió su mirada al joven sin cambiar la expresión de asombro–– mi madre te mostrará dónde dormirás–– añadió antes de marcharse sin dedicarle una sola mirada a la castaña.

––Draco ¿estás seguro de…?

––Una criada nunca está de más–– la interrumpió cortando la conversación y dando el tema por finalizado dirigiéndole una mirada de advertencia a su madre. Hermione no había despegado los ojos de Malfoy, le parecía imposible que hubiese sido él quién la comprara y por tan alto precio. Sus manos se dirigieron al estómago al sentir una arcada del miedo que había reprimido a lo que le pudieran hacer allí.

––Sígueme…–– murmuró Narcisa después de unos segundos en el que parecía haber estado pensando.

La guió por pasillos infinitos en los que seguramente se perdería y tardaría en memorizar, hasta llevarla a una pequeña puerta de madera muy escondida que seguramente quedaba cerca de la cocina pues su nariz y el retorcijón de su estómago captaron un leve pero delicioso aroma.

––Esta es tu habitación–– le dijo y ella abrió los ojos de par en par, nunca un amo le dio una habitación, siempre dormía en el rincón de un ático o el suelo de una cocina–– dentro encontrarás algunas cosas para tu aseo personal y los uniformes con los que te vestirás… No teníamos criadas pero ya habíamos empezado a pensar en comprar uno–– la mujer parecía compadecerla–– ahora puedes descansar, mañana empezará tu labor.

––Eh… yo…–– la voz le tembló y notó que desde que le había dirigido la palabra a Malfoy en el camino no hablaba––Señora, disculpe mi atrevimiento–– pero la mujer no dio señales de violencia así que continuó–– ¿Cuál… será mi función?

Narcisa sonrió.

––Eso es algo que mi hijo deberá definir, fue él quién te compró.

Y dicho esto, la mujer dio media vuelta y giró sobre sus talones marchándose del lugar.

Hermione aún estaba confundida.

Malfoy la había comprado.

El mismo Malfoy que la insultó toda la escuela.

Y por una gran cantidad de dinero.

Demasiado a decir verdad.

Abrió despacio la puerta interna de la habitación esperando encontrar elfos como compañeros de cuarto, pero ella parecía ser la única cosa viviente en aquella habitación.

Y se deslumbró.

No era una habitación hermosa, ni mucho menos lujosa.

Pero tenía un armario, una cama, un espejo y una puerta hacia un baño doméstico.

Era mucho más de lo que esperaba.

Hasta tenía una lamparilla y unos cuantos libros viejos y empolvados.

Abrió el armario y encontró dentro varias toallas y varias prendas parecidas que supuso eran los uniformes.

Se sintió menos miserable y decidió darse una ducha.

Se maravilló al ver el espejo y quiso de inmediato reflejarse en él.

Lo que vio la dejó sorprendida.

Tenía ojeras, el rostro y el cabello sucio, el vestido que debía ser rojo ahora estaba entre gris y marrón por la mugre y ella parecía haber salido de un baño de lodo.

Y se veía mejor de lo que esperaba.

Entró al baño y con una enorme sonrisa notó el montón de jabones y sales que había allí. Era la primera vez que sonreía en años.

Y sería la primera ducha que podía llamarse una ducha al mismo tiempo. Duró dentro lo que parecía horas, masajeando su cabello trillones de veces, probó cada una de las diferentes sales y suavizantes que encontró pues había cientos de cada uno.

Veía el agua sucia perderse en la tubería siendo reemplazada por agua cristalina y espuma con burbujas de colores.

Salió del baño con el corazón menos arrugado y se secó con suavidad. Incluso encontró un par de pijamas limpios y suaves.

Fue la mejor noche de su vida hasta ése momento. O tal vez era la emoción de sentirse nuevamente limpia.

No podía decir que la cama eran pétalos de rosas, pero era millones de veces mejor que el suelo y los catres en los que solía descansar.

Mantas cálidas y agua fresca.

Hermione cerró los ojos pensando en que allí todo mejoraría.

Trató de olvidar cualquiera que fuese el motivo por el que el rubio había pagado tanto por ella.


¡Hola! Muchas gracias por haber leído, espero que les haya gustado este primer capítulo.

Esta historia la he pensado desde hace tanto tiempo que ya perdí la cuenta, pero por fín he decidido montarla ya que mis otras historias están terminadas y una a un capítulo de terminar, así que le pondré mi empeño a esta nueva historia que espero los atrape tanto como a mí.

No se olviden de dejarme sus alientos en sus hermosos comentarios que son los que me impulsan a seguir escribiendo.

¡Un beso enorme!

Rosie.