Sanji entreabrió los ojos, luz brillaba sobre él y a través de una bruma borrosa detectó un movimiento a su derecha. Frotándose los ojos, se incorporó, sintiendo una fría humedad en sus piernas y su cabello, era totalmente desagradable.

Su cerebro todavía no podía procesar la información del todo, así que no encontró raro que un zorro estuviera lamiendo su pierna. El pequeño animal se volteó hacia él, sus ojos azules claros lo analizaban, tratando de determinar si era una amenaza.

Sin pensar demasiado en ello, Sanji acercó una mano hacia la cabeza del animal, el cual salió corriendo y se escondió entre unos matorrales frondosos.

— Que animal…más raro — Murmuró, pasándose una mano por el pelo, sintiendo un líquido pegajoso en él.

Paranoico, se levantó del suelo, esto no era su avión, ¿dónde demonios estaba? Bajo sus pies solo había tierra, alrededor árboles y pájaros volando sin prestarle atención a su presencia.

Pellizcó su brazo lleno de suciedad, deseando que el estar varado en una isla fuera solo un sueño.

— ¡Maldición! —

Efectivamente, estaba solo en una maldita isla. A menos que alguien hubiera sobrevivido del vuelo, lo cual sería encantadoramente esperanzador, a pesar de que no quería ninguna sorpresa más. Suficiente tenía con haber perdido su chaqueta y sus cigarrillos.

Observó sus alrededores, inspeccionando el ambiente. Hacía mucho calor, arboles enormes se estiraban hacia el cielo y el sol apenas podía llegar a él, se escuchaba el constante canto de pájaros y la sensación de intranquilidad era palpable en el aire.

Sanji se miró su mano, toda ensangrentada y pegajosa. Su cabello debía estar igual de sucio, y sus piernas también, con razón el zorro lo lamía.

Parecía bastante tranquilo, teniendo en cuenta que estaba varado en una isla, probablemente lastimado — por la sangre, dedujo — y no sabía donde estaba su avión. Claramente él no pudo llegar a Canadá como quería, ni siquiera sabía donde estaba.

Decidió que quizá subirse a un árbol y buscar los restos del avión sería buena idea, tenía suerte de ser atlético y hacer distintos tipos de artes marciales, necesitaría agilidad.

Un enorme árbol se elevaba, majestuoso y de un ancho impresionante. Tocó la corteza, deslizando sus dedos suavemente, analizándolo. Era lo suficientemente gruesa y dura, había algunas emersiones y ramas que lo ayudarían a subir. Probando su suerte, puso un pie en la enorme raíz, luego en la corteza rota, ayudándose con las ramas que iba encontrando.

Al cabo de un rato, logró acostumbrarse a la sensación de la corteza dura y áspera contra su piel, y no le fue difícil llegar a la cima. La sensación de paranoia y alarma fue reemplazada por alivio y distención. El sol brillaba sobre él, no en lo más alto, calculaba que serían las tres de la tarde o un poco más temprano como mucho.

Observó atentamente, notando el humo no muy lejos de donde estaba, un par de kilómetros, no tardaría mucho.

Bajo con cuidado de la cima, rasguñando un poco sus manos. Odiaba lastimarse las manos, pero debía sobrevivir y eso requería algunos sacrificios, en las películas te salvaban, quizá a él no lo salvaran. Esperaba que fuera el peor de los casos y que llegara el rescate.

No recordaba casi nada, pero eso era entendible, probablemente se había golpeado la cabeza muy fuerte o algo así. Lo básico todavía estaba en su mente, como su nombre, su destino, algunas de sus memorias con el viejo…Pero nada más. Tampoco tenía idea de como había terminado a kilómetros de su avión, pero restándole importancia, trató de recordar algo del viaje.

Algunas ardillas se escondían en los arboles a medida que avanzaba con cuidado, Sanji no quería encontrarse serpientes o…arañas. Un escalofrío lo recorrió al pensar en eso, eran seres repugnantes.

Caminar por un bosque con un pie descalzo — pues sí, solo uno porque en el otro tenía su mocasín desgastado — era totalmente desagradable, la tierra se metía entre sus dedos sucios y era rasposa, lastimándole la planta del pie. Refunfuñando acalorado, llegó finalmente al bendito avión destrozado.

Le dieron ganas de sonreír de alivio, finalmente algo que podría serle de ayudo, o de refugio al menos.

La puerta estaba tirada entre arbustos de un oscuro verde, vidrios rotos se esparcían por la tierra seca, algunos manchados de un líquido rojizo que Sanji fácilmente dedujo que era sangre. Quizá encontrara a alguien que necesitara ayuda, aun no sabía cómo demonios había terminado aquí y si podía charlar con alguien en busca de información sería muy útil.

Con cuidado se metió en el hueco de la faltante puerta, observando atentamente el pasillo lleno de asientos. Muchas mochilas habían caído y se encontraban desperdigadas por el piso, los carritos de snacks y bebidas precariamente se mantenían rectos y algunas luces se habían desenganchado, colgando de sus cables. Su cabeza dolía como los mil demonios, pero sabía que a partir de ahora debería sobrevivir, no podía tomarse una siesta ahora para descansar. Un repugnante olor a podrido lo invadió al entrar, dándole nauseas, esperaba que fuera comida vencida.

Creyó visualizar una persona al final del pasillo, esperanzado, se acercó al asiento, poco a poco perdiendo la confianza al ver sangre goteando en el suelo. El hombre estaba recostado completamente sobre el respaldo, con la boca abierta y llena de sangre al igual que su frente. Sanji supuso que tuvo un fuerte impacto con el respaldo del asiento de enfrente.

Retrocediendo asqueado, trato de valerse contra sus ganas de vomitar.

Había alguien muerto delante de él maldita sea.

Descargo toda su bilis incapaz de resistirse, el olor en el ambiente que había notado anteriormente ahora lo estaba asfixiando. Se deslizó rápidamente a la cabina de las azafatas, buscando botiquines algo desesperado, no quería estar más en ese maldito avión.

Ni bien encontró los botiquines, buscó con la mirada algún tipo de bolso, y no dudó en agarrar la primera mochila que estaba en el pasillito. Los metió dentro, junto con los paquetes de comida que había por allí, un encendedor, algunos utensilios básicos para comer y algunas camisas de las azafatas. Quizá le sirvieran de algo, no sabía que se encontraría afuera y sería muy probable que volviera en busca de más. Recordó la película ¨Naufrago¨ con una sonrisa amarga, no quería imaginarse así mismo de esa forma.

Entró en el pequeño baño de los capitanes que compartían con las azafatas, buscando cualquier cosa que le fuera de utilidad. Aprovechó el pequeño espacio para respirar aire limpio, sin el olor a putrefacción característico de un muerto que consumaba el avión.

Abrió las cajuelas debajo del lavabo, metiendo toallas dentro de la mochila rápidamente. Se fijó si el espejo tenía alguna compuerta, y aliviado, suspiró al ver que sí. Miró dentro, encontrando pastillas que no sabían ni de que eran, maquillaje, crema de afeitar, una cuchillita y hasta toallitas femeninas. Metió todo dentro menos el maquillaje, que no necesitaría en absoluto.

Se quedó dentro unos momentos, tratando de inspirarse confianza y coraje. Saldría de esto de alguna u otra forma, debía volver a Canadá y verse con su adorable Nami-san.

¡Cierto! ¡Nami lo esperaba en Canadá! ¿Qué diría cuando supiera que su avión no había llegado? ¿Lo darían por muerto? ¡Mierda! ¡No quería que ella sufriera!

Maldijo por lo bajo, no podía hacer nada contra eso, no habría señal ni internet aquí así que intentar comunicarse estaba fuera de su estúpida lista.

Cansado, y adolorido, decidió que quizá lo mejor era dormir ahí mismo, pero sabía que primero debía vendarse, podría llegar a enfermarse gravemente si no trataba sus heridas. Ayudándose del espejo del pequeño baño, lavo su cabello sucio y ensangrentado en el lavabo (increíblemente, tenía agua), desinfectándose el chichón en su cabeza con alcohol y vendándosela. Hizo el mismo proceso con su pierna lastimada, solo que tuvo más cuidado esta vez porque era un corte, y a pesar de que no era muy profundo lo trató con delicadeza.

Cuando finalmente tenía sus heridas desinfectadas, se sentó en el retrete, y haciendo uso de su fuerza de voluntad, cerró con traba la puerta antes de dormirse sentado.

Esperaba que al otro día todo mejorara de alguna manera.


Volví queridas, sin computadora por meses y ocupada por mis estudios, no pude actualizar en absoluto, pero vuelvo con actualizaciones y con nuevos fics aparte de este, que serán sorpresa *risas*.
Solo diré que en el siguiente capitulo aparecerá Zoro~