Esto es un Two-Shot. Acá traigo el primer capítulo, espero lo entiendan, les guste y comenten…ES IMPORTANTE QUE LO HAGAN!
Sé que algunas partes pueden encontrarse complejas o enredadas, pero les aseguro, aunque divago mucho al momento de escribir, todo lo que escribo tiene sentido, sin importar que éste no esté muy claro.
NO POSEO NINGUNO DE LOS PERSONAJES NI SUS HISTORIAS, LE PERTENECEN A DC COMICS Y SUS RESPECTIVOS CREADORES.
ESTO LO HAGO SÓLO POR DIVERSIÓN Y NO POR MOTIVOS COMERCIALES O ALGO POR EL ESTILO…
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Capítulo 1: Razones y decisiones
Extrañaba los días normales, días simples y ordinarios, con uno que otro villano acechando el dinero y los lingotes de oro. Ya me había acomodado a esa rutina monótona; Cyborg y Chico bestia peleando por cosas sin sentido, Starfire tratando de calmarlos, y de vez en cuando cocinando algo en conmemoración al fin de otra disputa, y qué decir de sus inocentes intentos de acoplarse a este planeta, yo entrenando, investigando nuevos y antiguos villanos, obsesionado con descubrir sus próximos movimientos antes de que fuesen ejecutados, dejando mi vida al servicio indirecto de personas que quieren destruir el mundo y todo por lo que he luchado, Raven…Raven, por otro lado, era el verdadero problema de todo esto. Es extraño admitir que ese tipo de días podrían hacer falta. Pero era inevitable un cambio, aunque éste sólo se produjese en mí, y que el causante directo no lo notase.
Sí, era ella, en realidad, era yo. Los nuevos ojos con que la había empezado a mirar, la forma en que me refería a ella, aunque fuese sólo en mis pensamientos, la taza de café helado en mi mano, cerca de mi boca, pero todavía repleta de líquido, debido al tiempo excesivo que había pasado mirándola de reojo.
Actuando en mi papel de detective lógico y certero, había deducido que era absurda siquiera la posibilidad de que me estuviese enamorando. Porque si fuese así, debería existir al menos una razón que justificara mis nuevos sentimientos hacia ella, en caso de que los hubiera. Entonces, donde parecía que había solucionado el inconveniente ya, aparecía la maldita contradicción.
Habían muchas más razones que sólo una.
Empezando por una oculta admiración que le tenía; ella era una heroína, una que no buscaba gloria o fama, una que no pestañearía si tuviese que dar su vida para permitir que los demás pudiesen disfrutar de la suya, una heroína que no debía serlo, aun así había luchado contra su propio mal y el del mundo. Sí, era malvada, tenía que serlo, pero en el fondo, e irónicamente, era la bondad y solidaridad más puras. Era la hija de un demonio y la víctima de las consecuencias que eso acarreaba, no sólo el hecho de ser la destrucción de la tierra, sino de no querer serlo. Para evitar el sufrimiento de la gente, se lo había infligido ella misma, había estado suprimiendo sus emociones al máximo toda su vida, ¿Qué tipo de infancia pudo haber tenido? Sin embargo, sacrificaba todo día tras día por un mundo que siguiese siendo verde, bailando al son del canto de los pájaros y las olas, caminando y tropezando, levantándose para mirar al cielo azul. Me parecería imposible que hubiese una sola persona en toda la tierra que no admirase y valorase eso.
Para continuar, era la única persona en el grupo con quien me había entendido tan bien. Por supuesto, todos eran grandes personas y grandes héroes, pero ella era diferente, ella también se ocultaba tras una máscara, aunque ésta no fuese de tela. Es por eso, que solo ella me puede entender mejor. Claro, Cyborg también se había ocultado, pero eso ya era pasado. De Chico bestia dudaba seriamente que se tomase algo en serio, aunque no pongo en duda que sepa cuando parar de reír. Starfire no era más que una niña en una tienda de juguetes, todo era tan nuevo para ella, tan fascinante, no me gusta la idea de saber que todo lo que yo pudiese hacer estaría más que bien para ella, además, necesitaba alguien que fuese como ella, que pueda ser tan ingenuo y tan fuerte a la vez, no alguien que le sirva de guía, o vendedor en la dichosa tienda, pero sí alguien que estuviese a su lado mientras la recorrían toda. Y ese alguien no era yo.
Raven, por el contrario, podía ver los defectos y a la vez las cualidades de forma impresionante. Compartíamos la fascinación por el trabajo, pero no la obsesión. Podía fácilmente diferenciar las cosas que estaban bien, y las que sobrepasaban el límite, ¿De qué otra forma podría ella salvarme de mí mismo?
He ahí el por qué de otra razón, debido al entendimiento que existía entre los dos, nos habíamos convertido en amigos cercanos, incluso antes de nuestro lazo mental. Sabía bien cuando algo le perturbaba, y del mismo modo, ella sabía cuando algo andaba mal conmigo. Éramos los primeros en levantarnos, mientras esperábamos a los demás, sobraba tiempo para conversar. Tiempo en el que incluso compartimos libros, chistes, opiniones, secretos. O tal vez tiempo en el que me detenía a mirarla detalladamente. ¿Cómo alguien tan incomprendido podía ser tan hermoso?
Cuántas otras razones podría describir, desmintiendo, cada vez más certeramente, con cada una mi estúpida afirmación de lo absurdo que resultaría enamorarme de ella, por el contrario, era, después de todo, lo más lógico. Después de deducir esto, quedaba otra gran incógnita; qué hacer.
Era posible que fuese rechazado, como también podía ser correspondido. Tal vez esto había estado siendo cultivado en secreto hace tiempo, sus sonrisas cuando estaba a mi lado podrían afirmarlo. Pero nada era seguro, además, tampoco sabía si estaba bien hacer algo al respecto. Temía que me rechazara, no porque no sintiera lo mismo, sino porque no estaba bien. Podría usar argumentos de mi propio repertorio en mi contra, como que estaban mal las relaciones entre el grupo, que podría afectar con su correcto funcionamiento, que podríamos poner en peligro nuestras vidas y las de nuestros compañeros, que qué dirá la gente…
No quería pensar en eso, por el momento. Sin embargo, realmente me estaban atacando unas enormes ganas de ir a su habitación y robarle miles de besos, aunque uno sería más que suficiente. Eran ese tipo de arrebatos los que me hacían, en cierto modo, extrañar aquellos días tranquilos, días que no estaban llenos de pensamientos y fantasías acerca de ella, días en que estaba a su lado sin sonrojarme, no mucho, al menos. Aunque también eran esos arrebatos los que me hacían sonreír a mi inocencia, los que me hacían sentir tan bien, que me recordaban que, además de ser un adolescente, soy una persona. Una persona que se había enamorado.
Estaba claro, no importaba cómo ocurrió, qué consecuencias traería, qué cosas podrían empezar a florecer y qué otras acabar de marchitarse, en mi mente resonaba la palabra "enamorado". Y era más que obvio que mejores días habrían de llegar, días que habrían de convertirse en tranquilos y normales, pero complejos y fascinantes también. Días que podría comenzar a extrañar incluso antes de haberlos vivido, días con su grata compañía.
Tan claro como que lo anterior yacía feliz en mis fantasías, estaba el hecho de que aquello era un futuro, por consiguiente, podría ser alterado por las acciones del presente y convertirse en otro futuro, uno mejor o uno que no desearía vivir. Es decir, si yo quería estar con Raven, Raven tendría que querer estar conmigo, lo cual no estaba todavía confirmado. Y no lo estaría si yo no hiciese algo al respecto.
He ahí el nuevo dilema. Me debatía entre la posibilidad de decirle con temor a que algo, aparte de objetos y muebles, se rompiese, o callarme con temor a ahogarme en frustraciones debidas a mí.
-Supongo que tendré que recurrir a toda la esperanza que me quede- Dije en voz alta, tratando de animarme. Estaba recostado en mi cama, abrazado por las sombras y arrullado por las olas. Me había detenido a pensar de nuevo en ella, era inevitable no hacerlo, así que preferí hacerlo donde nadie notase la lejos que me encontraba, y en el transcurso de mis divagaciones, había cerrado los ojos y enfocado gran parte de mi energía tratando de mantenerlos así.
Abrí los ojos súbitamente, al escuchar un ruido lejano, el sonido de algo quebrándose. Sonaba como algún tipo de vidrio…Supongo que habrán roto algo tratando vanamente de lavar la losa, un día de estos tendríamos que comer en la mano, pensé.
Me quedé expectante, por si escuchaba de nuevo el ruido, pero nada sucedió, el silencio cayó de nuevo sobre la torre de los titanes, por fortuna. Con el calmado silencio de la noche, llegaron mis alientos y fuerzas para ponerme en pie y solucionar esto de una vez por todas. Tomé una gran bocanada de aire, cerré los ojos, medité, y solté de nuevo el aire. Mis ojos azules tras la blanca tela descubrieron la oscuridad de mi cuarto nuevamente al abrirlos. Tenía todas las intenciones de avanzar, de salir y caminar hasta allá, pero por razones que escapaban a mi conocimiento, mi cuerpo no reaccionaba, me encontraba parado inmóvil, a unos metros de la puerta corrediza, mirando a ningún punto en particular. ¿Acaso tenía miedo? ¿El gran Robin, miedo de enfrentar a quien ya se había dado cuenta era su más grande oponente?
Sí, era complicado.
Parpadeé excesivamente, y volví a respirar. Volteé a mirarme al espejo en un extraño impulso, me arreglé el cabello y mi traje, sonreí nerviosamente a mi reflejo y por fin salí de lo pequeño y oscuro en que se había convertido mi cuarto.
Caminé lento por el corto pasillo que conducía a su habitación, ensayando lo que le diría, cómo lo haría, evaluando sus posibles respuestas, y las mías propias después de escucharlas, fijando cada detalle para una escena perfecta y memorable. Lástima que tan pronto como leí su nombre en la puerta de acero, olvidé todo sólo por detenerme a admirar lo bien que sonaba al leerlo en mi mente.
RAVEN
Alcé mis dedos y delineé suavemente con ellos la N del final, y luego cerré mi mano y toqué a su puerta. Nada. Fruncí el ceño y volví a tocar.
-¿Qué quieres?- Escuché que preguntó de mala gana.
-Necesito hablar contigo- Respondí, pero la puerta no se abrió
-No puedo. Vete- Dijo de nuevo con su típica voz monótona
-Rae…es importante…- Oh, no. Estaba comenzando a ponerme nervioso. La puerta se deslizó un poco, revelando su pálido rostro y ese hermoso ojo amatista. Abrí la boca para empezar a hablar, pero tan pronto como noté algo en ella que no era usual, me callé. Y cuando intervine de nuevo, pregunté qué pasaba.
-Nada, no me pasa nada, Robin, desearía estar sola, así que por favor…- sin importar lo que ella pudiese decir, agarré el extremo de la puerta y la abrí totalmente. Sin invitación a pasar, me adentré entre el oscuro cuarto, bajo la mirada que ahora ella tenía. Volteé para enfrentar sus ojos con los míos, duramos así unos minutos. Luego suspiró, se había resignado a obligarme a salir de su habitación, sus falsos gestos ya no funcionaban conmigo.
-Sigue- Dijo al fin, sarcásticamente, caminando lentamente, dándome la espalda.
Como cualquier buen detective haría, si no podía con el sujeto, me enfocaba en su entorno y lo examinaba. Escaneé con la mirada el cuarto, y de vez en cuando la observaba directamente a los ojos, de forma inquisitiva, esperando que decidiese decirme algo, pero todo lo que obtenía era esa estúpida y falsa frialdad. Estaba seguro de que algo estaba pasando, podía sentirlo en su aura, todo lo que ella emanaba era confusión, frustración, desesperación, y algo más. Un algo que no podía definir bien, se hacia cada vez más fuerte, siendo responsable directo de el aumento de las emociones negativas, e irónicamente haciéndose más distante, lo que por una extraña razón, me dolía profundamente*.
Esta situación me estaba enojando ya, y me enfurecía más el hecho de que la aparente confianza que teníamos no era visible entre las sombras de su rostro. Aunque existía la posibilidad de que todo fuese a causa de sus malditas y típicas ganas de auto sacrificio, por decirlo en palabras mayores. A lo que me refiero es a la estúpida necesidad y alivio que sientía al ocultarnos, en especial a mí, cosas trascendentales tras la patética excusa de querer protegernos, sabiendo más que bien que lograba el efecto contrario. Justo como ahora, no tenía idea alguna de lo que podría pasarle, pero si de cómo averiguarlo, y de paso, aclarar las cosas en mi mente.
Suspiré, cansado del juego de miradas y gestos. Me acerqué a ella y me detuve a un metro de distancia, ladeé mi cabeza levemente, para así dar el énfasis que requería mi siguiente pregunta. Un tono desafiante.
-¿No vas a decir nada?- Requerí totalmente serio, acompañando mi tono de voz con mi ceño fruncido.
-¿Qué hay que decir?- Respondió hábilmente. Esas, entre otras muchas cosas, eran lo que me hacían amarla más; su gran habilidad. En todo caso, yo también poseía una, otra razón que nos unía. Cuán parecidos podíamos llegar a ser.
-Podrías empezar con decirme qué te pasa- Pedí suavizando mi tono de voz, enfocándolo así a mi necesidad de hacerle saber que me preocupaba por ella más de lo que podía imaginarse, y que necesitaba también poder ayudar en algo. Funcionó. Algo dentro de los amatistas ojos de tal belleza se suavizó como ella bajó la cabeza y miró al suelo.
Lo tomé como una señal. Lentamente, dirigí mi mirada a nuestro alrededor, en el piso no había nada, es más, estaba extremadamente limpio. Sin embargo, me llamó la atención algo en la mesita con el gran espejo al lado mío. El mueble era claramente gótico, de un tono madera oscuro, y con una gran piedra rubí adornando su punto más alto. Estaba ocupado con lo esencial, al contrario de otras mujeres, quienes mantienen un montón de menjurges, maquillaje, cepillos de todo tamaño y color, todo tipo de lociones, en fin, cosas y cosas. Ella no necesitaba nada para verse bella, nada para llamar mi atención ni la de ningún hombre, nada para opacar la luna, cuando era ésta misma quien la bañaba armoniosamente con sus rayos, nada para capturar el aliento de cualquier persona al fijarse en el brillo de tan hermosas piedras preciosas que tenía como ojos. Negué con la cabeza al haberme sumergido en pensamientos que creí nunca llegaría a tener por alguien, distrayéndome de la situación actual, olvidando el tocador y el espejo de mano roto que yacía en él.
El espejo roto.
Recordaba ese espejo, además de que Cyborg y Chico bestia me habían proporcionado la información básica, fue Raven quien me señaló lo que era y las cosas que eso significaba. Un portal a su mente. Pronto todo iba tomando sentido, las deducciones a simples vista se arremolinaron en mi cabeza y la única forma de salir de dudas y saber por fin que pasaba, era preguntándole. Aunque esa no era la pregunta entorno a la cual giraba el problema. La verdadera pregunta, o declaración, abriría muchas puertas, una la cual daría un acceso más directo a mis sentimientos hacia ella, y la idea de una futura relación. Por ahora, debíamos empezar por el principio.
-¿Por qué está roto?-
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*1: Supongo que habrán deducido cual es aquella emoción o sentimiento tan misterioso. Oui, chére, it's dat what we feel...
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GRACIAS POR LEER Y POR COMENTAR, NOS VEMOS EN EL PRÓXIMO Y ÚLTIMO CAPÍTULO, BYE.
