"...Y finalmente Cosworth decide terminar con la humillación de los anaranjados y atrapa la snitch, dando por finalizado un partido que ya se caía de maduro al minuto de empez-"

Ron apagó la radio con un movimiento brusco y se tomó la cabeza. Harry se conmovió al ver el aire derrotado que envolvía a su amigo.

— Bueno, Ron, no te pongas así, ni que fuera una novedad este resultado...

— ¡Tan cerca, Harry, tan cerca...! Bentley es un genio, un gran jugador, pero es que con seis sacos de papa a cuestas no se puede.

Seamus soltó una risotada y miró a Ron, burlón.

— ¿Cerca de qué? De la salida del estadio, querrás decir, porque la victoria ni en foto la ven.

Ron se apartó del irlandés mientras canalizaba todo su enojo en un pisotón que lo único que consiguió fue que Seamus se riera más fuerte.

Ese partido había sido la frutilla de la peor semana de su vida. Ron siempre había sabido que su vida no era envidiable ni por asomo, pero desde hacía cinco días que no podía pensar en otra cosa. Desde el fatídico baile, mejor dicho.

Era bien pobre, paliducho, pecoso, fanático a muerte del peor equipo de la liga inglesa, mejor amigo de un héroe nacional (lo que lo convertía en un ignorado nacional), los estudios se le daban fatal... y, bueno, estaba lo de Hermione. Hermione, que llegaba en ese momento con Krum, la superestrella internacional de la que hacía cinco días que no se separaba.

— ¿Estaban escuchando el parrtido de los Cannons? Es una pena, la verrdad; Bentley es un grran jugadorr.

Ron sintió la indignación quemarle las entrañas. Ese halago le pegó peor que un insulto a todo el plantel y equipo directivo juntos. ¿Cómo se atrevía a arruinarle a su jugador favorito de los Cannons, encima de todo? No, si la justicia divina definitivamente no existía para los fracasados.

Corruptor de menores, seguro que lo que más te gusta de Bentley es su hermanita era lo que Ron se moría de ganas de decir, porque en estos casos solo se puede recurrir a la malicia infantil.

— Tuve la ocasión de conocerrlo una vez —siguió contándole el búlgaro a la mesa de Gryffindor—, me recibió en su casa. Su familia es muy agrradable.

Ron se atragantó.


¿Quién dijo que no hacer nada es improductivo? Las ideas brotan.