Disclaimer: Todo lo que reconozcan pertenece a Rick Riordan.

Este fic participa del reto "Sadie & Anubis" del foro La Casa de Brooklyn.


Pensamientos de Anubis en el último fragmento del capítulo 7 de "El trono de fuego". Palabras: 539.


Irritantemente hermosa

Anubis miró a Sadie Kane sentada frente a él, debatiéndose entre regalarle una sonrisa divertida o poner los ojos en blanco como respuesta a su irritante actitud.

Se encontraban en un pequeño cementerio en Londres, sentados sobre la tumba de una tal Beatrice, mientras él hacía todo lo que podía por ayudarla en su peligrosa misión y ella actuaba muy mal agradecida a eso. O, al menos, era así como el dios de los funerales lo veía.

Él se había arriesgado demasiado en hablar con ella para contarle lo que sabía, pero Sadie no paraba de reclamarle, diciendo que si era el dios todopoderoso que ella creía, bien que podría hacer algo por ayudar a sus abuelos, que se encontraban poseídos por otros dos locos y muy sádicos dioses. Y él quería, de verdad quería poder ayudarla de otra forma que no fuera dándole esa tonta información que estaba tratando de decirle, pero las leyes de los dioses y su cuerpo no mortal se lo impedían, cosa que Sadie nunca había querido entender.

Anubis ya había sabido que era una cabeza dura desde la primera vez que la había visto, pero eso no quería decir que no le exasperaba tener que explicarle una y otra vez un hecho que a él le tenía tan mal. En sus más de cinco mil años no recordaba haber conocido una chica que lo irritara tanto con tan solo un par de palabras. Y es que Sadie Kane, además de su personalidad algo gruñona, no paraba de recordarle las cosas que más resentía de la función que tenía, como el hecho de no poder ocupar un anfitrión humano y las estúpidas restricciones que los dioses egipcios tenían con respecto al contacto con los humanos, empeorando su humor y casi acabando de su paciencia. Y solo otro pequeño sentimiento, muy bien guardado para sí, que le provocaba esa muchacha, lograba mantenerlo allí junto a ella.

Sadie se levantó de la tumba molesta, frunciéndole el ceño y diciéndole un par de no muy bonitas palabras, pero Anubis no fue capaz de alejar de su mente el pensamiento de lo hermosa que se veía enfadada. Y Sadie más cabreada se ponía al ver al dios contestarle distraídamente, sin siquiera prestar atención a sus quejas y regaños.

A punto estuvo la muchacha de reclamarle eso también, cuando un rugido, seguramente de su abuelo convertido en Babi, pareció sacar al dios de su ensoñación.

—Ve —dijo Anubis finalmente, mirando con preocupación el exterior del cementerio—. Siento no poder hacer más. Pero feliz cumpleaños, Sadie.

Y entonces, con un impulso de valentía que ni él mismo sabía de dónde había sacado, se inclinó hacia la muchacha, besándola en los labios, antes de desaparecer en una nube de humo, sin darle tiempo suficiente a Sadie para reaccionar de alguna forma coherente.

Anubis observó con diversión como Sadie Kane era arrastrada fuera del cementerio por sus amigas, llevando la misma sonrisa boba en la cara que a veces aparecía en su propio rostro cuando pensaba en ella. Porque si, el dios de los funerales consideraba a Sadie Kane la persona más irritante de ese planeta. Pero no podía negar que a veces, y solo a veces, podía ser irritantemente hermosa.


Ellos dos son mi pareja favorita de la trilogía, pero la verdad es que no me inspiran para nada. Estuve luchando para sacar esta viñeta, con sus escasas 500 palabras, que no terminan de convencerme. Me hubiera gustado escribir más, pero mi musa me dejó sola en este trabajo.

Aun así, espero que les haya gustado y lo hayan disfrutado.

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¡Nos leemos pronto!

Sam.