Rojo: pasión y sangre.
Dedicado: a Anne, mi compañera desde el principio en este camino que es la vida que me pidió un Madazetsu, intenté escribir esto un poco en su estilo de escribir, pero creo que no se parecen.
Todo era color rojo.
Su abdomen, su ropa.
El suelo en el que su rojo goteaba.
Unos brazos lo agarraron.
Unos brazos que pronto se mancharían de rojo junto a su cuerpo.
Cayó al suelo pero esos brazos lo sostuvieron.
-y…-intentó decir inútilmente pues fue silenciado por un pinchazo en su pecho que le impedía hacerlo.
-Sh…-el dueño de esos brazos que lo abrazaban le acarició la frente-no hables… pronto estarás bien.
-n…no-intentaba debatirse entre el dolor de su pecho estomago y en general, cuerpo para pronunciar esas palabras-me muero.
Esa frase hizo eco paralizándoles a ambos aunque uno de ellos fingía seguir con una sonrisa y ojos llorosos.
-no digas tonterías, vas a ponerte bien.-retirando algunos mechones de su frente y manchándola de sangre.
Los brazos que lo abrazaban también estaban quedado cubiertos por su sangre.
-te amo.
-no… -lloró-no digas eso.
El solo lo sonrió quizás una última brillante sonrisa para que la recordara en su mente.
-Adiós… Madara, te quiero-esas fueron las últimas palabras de Zetsu que en un último esfuerzo cerró los ojos cejando sus parpados caer.
-n… no-Madara agitando levemente el cuerpo de Zetsu-Zetsu responde.
Pero toda respuesta era el silencio, y ese molesto sonido de sangre goteando.
-Ze… ¿Zetsu?
Se había prometido que no lloraría, que no lloraría, que no entristecería, que no se derrumbaría.
Que Zetsu solo era uno más de sus peones, que ya no le necesitaba de todas formas.
-¡contéstame! ¡Es una orden!- intentando ponerse serio y rígido mientras más lagrimas caían de sus ancianos ojos.
Pero ni el goteo de sangre lo contestó esta vez.
-te quiero, te quiero, te quiero-murmuraba Madara hasta el punto de perder la cordura en el ensangrentado estomago y pecho de Zetsu donde dejaba caer lagrimas.
Arrepentido de no habérselo dicho antes Madara no podía parar de repetirlo con la esperanza de que le oyera.
-Zetsu….-besó con eso los labios de este por última vez.
Por primera vez deseando su propia muerte.
A diferencia de lo que había pasado con el resto de los Akatsuki, Madara cogió a Zetsu en brazos hasta llegar a un sitio donde lo enterró aun entre lagrimas.
Luego, protegió la tumba de este con un jutsu especial, por si a Kabuto se le ocurría merodear por allí para robar su cuerpo.
Todos los días, Madara iba a la tumba lloraba y decía esas palabras hasta perder la cordura.
Y a los 2 meses, hermosas flores rodeaban la tumba como si quisieran protegerle, como si quisieran abrazarlo, como si quisieran ser uno con él.
Madara esbozó esa triste sonrisa entre lágrimas, con húmedos ojos, y nublada vista.
-perdóname-dijo Madara.
Podrían pasar los años, hasta que le llegara la hora a él también, pero jamás olvidaría a Zetsu, jamás lo dejaría de amar, jamás abandonaría su tumba, el lugar más hermoso de todo el bosque rodeado por flores hermosas y llamativas.
Y quizás un día, sería enterrado a su lado si el destino así lo decidía.
FIN**
Lo siento, Anne, pretendí imitar tu estilo y armé un lio increíble.
Esto va por ti.
